Revista R
'A mí no me mandaron a ser candidata'
Nota de Martha Martínez/Reforma
Cd. de México (29 abril 2018).- Los seis años que Alejandra Barrales perteneció a la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA) fueron el trampolín que la catapultaron a la arena política, en donde ha sido diputada, senadora, secretaria de Educación Pública capitalina, presidenta nacional del PRD y, actualmente, candidata a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.
Paradójicamente, fue descubierta por Andrés Manuel López Obrador, cuando era jefe de Gobierno de la Ciudad de México, y Barrales pertenecía a un sindicalismo opositor al corporativismo priista. Desde entonces, la ex sobrecargo ha sabido aliarse con personajes capaces de impulsar su carrera política y, también, ha tenido la habilidad de alejarse de ellos.
Reconocida negociadora, llegó a dirigir el PRD -un partido de tribus- sin pertenecer a corriente interna alguna. Ha colaborado en diferentes gobiernos locales y ha pertenecido a la Asamblea, la Cámara de Diputados y el Senado a partir del apoyo de diversos grupos.
Pero su carrera política no ha estado exenta de escándalos, y sobre ella giran acusaciones de desvío de recursos y enriquecimiento inexplicable. Su departamento en Miami, su casa en Lomas de Chapultepec y la avioneta que alguna vez le regaló a su hoy ex esposo, el piloto Julio César Nicholson, son algunos de los temas que se han desenterrado en este proceso electoral.
Actualmente, la perredista busca convertirse en la primera mujer en gobernar la Ciudad de México. Su principal reto es conservar para el PRD el gobierno de la capital ante el avance de Morena, partido que en su primera elección capitalina, en 2015, arrebató cinco delegaciones y la mayoría en la Asamblea Legislativa.
La candidata
Alejandra Barrales dice sentirse satisfecha de que sean cinco mujeres -entre siete candidatos- quienes disputan el Gobierno de la Ciudad, pero reconoce que la contienda real es entre ella y Claudia Sheinbaum.
"Lo que sigue para los capitalinos es decir qué mujer es la que le conviene a la gente de esta ciudad, y creo que sí cuentan, no sólo las trayectorias, no sólo las propuestas, lo he dicho convencida: lo que cuenta, sobre todo, es cómo nos hemos comportado estas dos mujeres cuando hemos estado en cargos públicos", señala.
Sentada en una banca del parque contiguo al mercado de Azcapotzalco, en donde acaba de tener un acto de campaña, Barrales rechaza que el arribo de una mujer a la Jefatura de Gobierno modifique automáticamente la situación de la Ciudad. Eso, dice, sólo amplía las posibilidades de mejora.
"No es un asunto solamente de género, no es que el hecho de que llegue una mujer en automático garantiza una serie de condiciones, pero sí creo que una mujer nos va a dar grandes posibilidades", indica.
Barrales acaba de reunirse con vecinos de esta delegación. A pesar de ello, está perfectamente maquillada, su peinado permanece intacto a pesar del viento y los tacones de sus botas hacen increíble que se disponga a iniciar un recorrido por el lugar.
Asegura que ella es la mejor opción, porque conoce la Ciudad y su trabajo político se ha desarrollado siempre en ella. Y aprovecha para marcar su distancia con Sheinbaum.
"Mi trabajo por esta ciudad no inicia a partir de una candidatura, tengo muchos años trabajando y conociéndola, he estado aquí en las buenas y en las malas. Esta ciudad necesita a una mujer determinada, a esta ciudad no le sirve una mujer que, sin desearlo, de repente la hayan mandado a ser candidata, pensando en un proyecto nacional", sostiene.
La perredista define a su contrincante: "hablaría de inexperiencia, hablaría de subordinación, hablaría de opacidad. Me parece que es importante, sobre todo para la lucha que hemos dado las mujeres en este país y en esta ciudad, nuestra libertad".
Aunque su candidatura fue producto de de sus negociaciones con Ricardo Anaya para crear el Frente PAN-PRD-MC, Barrales asegura que ésta no es una imposición.
"A mí no me mandaron a ser candidata, no me sacaron de ninguna lista, no hubo un dedo designador y, menos, vengo de una tómbola", asegura quien fue electa por encuesta, tras una contienda interna con los perredistas Armando Ahued y Salomón Chertorivski.
Para la perredista es una paradoja el hecho de que sean dos mujeres quienes disputen el gobierno de una ciudad cada vez más violenta para ellas; con cada vez más denuncias de acoso y cada vez más feminicidios.
"Tenemos que mejorarle la vida, como principio, a las mujeres de esta ciudad con todo lo que eso implica: sus familias, los niños. Se tiene que notar una mujer gobernando, y las primeras en notarlo tienen que ser las mujeres, las niñas, las jóvenes, las estudiantes, las trabajadoras", señala.
La candidata reconoce que, en el marco del proceso electoral local, ha habido prácticas como la compra y coacción del voto; no obstante, considera que no es necesario hacer llamados a los ciudadanos para que ejerzan su sufragio en libertad.
"Sé que la gente de esta ciudad toma sus propias decisiones. Seguramente tomarán algunos apoyos, seguramente escucharán a gente que les amenace porque, lamentablemente, parece que esto está siendo como un cruce de todos los partidos, pero conozco a la gente y sé que va a tomar su propia decisión", asegura.
Barrales dice que no le gusta hacer alusión a su condición de género, pero asegura que los ataques en su contra, sobre todo los que hacen referencia a sus propiedades, son resultado de la incomodidad que genera en muchos su independencia económica.
"Además de que se ha utilizado para el golpeteo político, lo que de fondo cuesta trabajo aceptar es que una mujer en esta ciudad pueda salir adelante por sus propios esfuerzos... Seguramente sería más fácil que dijera que el papá de mi hija es un rico empresario y que todo lo que tenemos es porque el rico empresario es el papá, pero esa no es la verdad. La verdad es que tengo muchos años trabajando", sostiene.
La sobrecargo
Desde que estaba en la secundaria, Alejandra Barrales soñaba con ser sobrecargo o dar las noticias en televisión. Mujer decidida y de armas tomar, cumplió su primer sueño a los 18 años.
Ella es la mayor de tres hijos del matrimonio conformado por Esperanza Magdaleno, una vendedora de ropa, y de Esteban Barrales, un campesino que emigró de Michoacán a la Ciudad de México en los años 60 y que se convirtió en conductor de autobuses.
Integrante de una familia en donde había lo indispensable para una vida más o menos decorosa, al concluir la educación básica, a la perredista le quedaron pocas opciones. Se inscribió en un Conalep, en donde cursó la carrera técnica para cubrir uno de los requisitos para ser sobrecargo: contar con bachillerato.
En 1986, con el Conalep concluido, se convirtió en sobrecargo de Aeroméxico -en ese momento empresa paraestatal-, entonces una de las aerolíneas más importantes del país. Dos años después, la línea aérea fue declarada en quiebra y más de cinco mil empleados, entre ellos Barrales, perdieron su empleo.
Aunque ella fue recontratada, en 1991 conformó, junto con pilotos y sobrecargos desempleados, un grupo de oposición llamado Movimiento de Unidad de Renovación Sindical.
Poco a poco, Barrales tomó un lugar protagónico en dicho movimiento, y el despegue de su carrera como líder sindical sería cuestión de tiempo.
Ese año compitió por la dirigencia de ASSA, pero sólo consiguió la Secretaría de Prensa. Cuatro años más tarde, alcanzó la Secretaría General, en la cual permaneció hasta 2001.
Estos cargos la impulsaron a buscar la Vicepresidencia de Asuntos Políticos, Económicos y Sociales de la Unión Nacional de Trabajadores y, más tarde, la Secretaría General de la Federación de Sindicatos de Empresas de Bienes y Servicios.
Aún es posible encontrar en la red videos de la líder sindical. Barrales era una mujer tímida, enfundada en trajes sastre que parecían quedarle grandes, de cejas pobladas, maquillaje natural y pelo recogido.
Una imagen que desde hace mucho tiempo dejó atrás, pues actualmente es reconocida como parte del jet set de la política. Siempre aparece en público con el maquillaje perfecto, el pelo en su lugar, tacones altos, ropa de marca y bolsas de diseñador.
La perredista
Fue su poder de convocatoria como líder sindical lo que llamó la atención de Andrés Manuel López Obrador. El entonces jefe de Gobierno capitalino, la invitó a participar en su gobierno, pero ella se negó; fue en una segunda invitación cuando aceptó la candidatura a un cargo de elección popular por el PRD.
Barrales se postuló como candidata a diputada federal y ganó. Fue parte de la LVIII Legislatura, en donde, de manera natural, se integró a la Comisión de Trabajo y Previsión Social, órgano del que fue secretaria.
De acuerdo con el documento Balance Legislativo del PRD. La LVIII Legislatura de la Cámara de Diputados, en el tiempo que Barrales fue diputada federal, presentó sólo dos iniciativas: la primera para evitar que la requisa se aplicara en casos de huelga, y la segunda para hacer obligatoria la entrega de útiles escolares a estudiantes de escuelas públicas.
La diputación federal sería el primero de varios cargos que Barrales dejaría a la mitad del camino. En 2002, el PRD ganó por primera vez el estado de Michoacán y el gobernador, Lázaro Cárdenas Batel, la invitó a ser parte de su gobierno. Sin experiencia en el tema y con sólo una carrera técnica concluida, fue la encargada de dar forma a la Secretaría de Desarrollo Social local.
Ese mismo año, el líder de la Corriente Izquierda Democrática (CID), René Bejarano, le propuso presentarse como precandidata de jefa delegacional de Venustiano Carranza. Barrales aceptó, regresó a la Ciudad de México y, tras perder la postulación, dicha corriente la impulsó como diputada, esta vez en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF).
En 2004, luego de los videos en los que Bejarano aparece recibiendo dinero del empresario argentino, Carlos Ahumada, Barrales se deslindó del político, quizá convencida de que el videoescándalo era la muerte política para él.
Su paso por la III Legislatura de la ALDF es recordado por su aparición en una revista para caballeros, posando junto a las también legisladoras Lorena Villavicencio y Brenda Arenas.
Barrales aspiraba a ser jefa delegacional de Benito Juárez, y ha reconocido que utilizó la publicación para llamar la atención y dar a conocer sus propuestas, sobre todo entre el sector masculino.
El término de la diputación local marcaría el inicio de lo que ha sido una constante en su carrera política: la habilidad de incorporarse a diferentes administraciones locales sin pertenecer a una corriente interna del PRD.
Ese 2006, luego de perder Benito Juárez frente al PAN, el nuevo jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, la nombró secretaria de Turismo. Estando al frente de esa cartera, se enfrentó al primer escándalo de su carrera política.
En 2007, se dio a conocer que le regaló a Julio César Nicholson, su entonces esposo, una avioneta de 20 mil dólares. La aeronave estaba a nombre de Barrales, su esposo y una tercera persona de nombre Pedro Espinosa. La funcionaria local reconoció que había sido adquirida para uso comercial, y negó que fuera producto de un fraude. Al final, el caso no se investigó.
Tras renunciar a la Secretaría de Turismo local, en 2008, fue electa líder del PRD capitalino. Entonces cercana a Ebrard, un año después fue impulsada por el jefe de Gobierno como diputada local.
En 2009, obtuvo por segunda ocasión una curul en la ALDF. De nuevo, Barrales estuvo en el ojo del huracán.
Cuando Ebrard lanzó su fundación Equidad y Progreso para apoyar sus aspiraciones presidenciales, Barrales fue una de las primeras perredistas en apoyarlo, pero la relación entre ambos se fracturó cuando el entonces jefe de Gobierno decidió apoyar a su secretario de Educación, Mario Delgado, en la carrera por el gobierno capitalino.
Sin el respaldo de Ebrard y con la aspiración de llegar a la jefatura de Gobierno, Barrales impulsó en 2011, desde la ALDF, la creación de un programa de becas para estudiantes de bachillerato y nivel superior, pero de acuerdo con la Contraloría General de la ALDF, fue tan opaco que no hay manera de verificar la existencia de los más de 39 mil beneficiarios que supuestamente recibieron los apoyos.
El escándalo no detuvo los planes de Barrales, quien lanzó su propia campaña. Finalmente, Miguel Ángel Mancera fue electo candidato del PRD al gobierno capitalino, impulsado por Ebrard y López Obrador.
Como premio de consolación, Barrales y Mario Delgado fueron designados candidatos al Senado por la Ciudad de México, y asumieron sus escaños en septiembre de 2012.
Tres años después, Barrales solicitó licencia para dar a luz, a sus 47 años de edad, a su primera y única hija biológica, Máxima.
En julio de 2015, con una hija de apenas tres meses de nacida, Mancera la integró a su gabinete; la nombró Secretaria de Educación Pública y la designación fue objeto de controversia: Barrales no era considerada una mujer con los conocimientos y méritos académicos suficientes para ocupar ese cargo. Finalmente, permaneció en el cargo sólo un año.
El 16 de Julio de 2016, unas horas después de haber dejado la Secretaria de Educación capitalina, Barrales tomó protesta como presidenta nacional del PRD producto de un acuerdo previo entre las principales corrientes internas del partido, tras la renuncia de Agustín Basave.
Nueve meses después, la líder nacional del PRD, volvió a ser objeto de escándalos. Un reportaje periodístico dio a conocer que cuenta con un lujoso departamento en Miami, el cual omitió incluir en su declaración 3 de 3.
El costo del departamento, se dijo, fue de casi un millón de dólares y fue adquirido a través de la empresa Maxba Development Inc, creada por Barrales para la compra, venta e inversión en bienes raíces.
Barrales respondió que el departamento había sido incluido en las declaraciones patrimoniales que presentó desde 2015 y que la omisión en su 3 de 3 era un error.
No obstante, en octubre de 2017, otra investigación periodística reveló que Barrales posee otra casa con un valor superior a los 13 millones de pesos. Se trata de una propiedad ubicada en la octava sección de Lomas de Chapultepec.
De nuevo, Barrales tuvo que salir a defenderse. En esta ocasión argumentó que sus propiedades eran producto del trabajo de más de 30 años en la iniciativa privada, como funcionaria pública y como legisladora.
A Barrales ningún escándalo la ha detenido en su ascenso político. Y una muestra de ello es que, desde su puesto de líder nacional del PRD, y a pesar de la inconformidad de muchos de sus correligionarios, negoció con el entonces presidente nacional del PAN, Ricardo Anaya, la conformación de la coalición Por México al Frente.
Aunque la idea original de un frente fue de Miguel Ángel Mancera, quien en mayo de 2017, como jefe de Gobierno, comenzó a reunirse con el líder nacional de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, para estrechar una alianza que respaldara sus aspiraciones presidenciales, fueron barrales y Anaya quienes capitalizaron la iniciativa, anunciando su alianza en plenas campañas electorales por la gubernatura del Estado de México, donde PAN y PRD competían con distintos candidatos.
Pese a las presiones de Mancera, Barrales respaldó la candidatura presidencial de Anaya y admitió que la elección del abanderado del Frente no fuera mediante elección abierta, como pretendía el jefe de Gobierno.
A finales de diciembre pasado, Anaya se registró como precandidato único de la coalición Por México al Frente y, un mes después, Barrales fue declarada ganadora de la encuesta para determinar al abanderado de la coalición en la Ciudad de México.
La 'Jefa'
Barrales asegura que su experiencia de vida es una de sus ventajas como candidata, pues pocos políticos conocen como ella las carencias y las necesidades de los capitalinos.
"Lo viví en carne propia, entiendo qué importante es un tema de transporte, alguna gente lo puede tomar como un tema populista, pero yo sí entiendo lo que significa para muchas familias tener que optar entre subirte al camión o desayunar, desayunar o caminar, y creo que eso es muy importante para la gente", señala.
Dice que se identifica con el término "Jefa de Gobierno", porque ella siempre ha sido cuidadora, primero de sus dos hermanos menores, después de su sobrina Estefanía, a quien adoptó en 2008, después del divorcio de su hermano Esteban y, desde 2015, como madre biológica de su hija Máxima.
"Me identifico mucho con este mensaje que estamos enviando de una jefa, porque no estamos hablando de una jefa de escritorio, de alguien que manda; estamos hablando de una jefa como lo interpretamos los chilangos, los capitalinos, una jefa es un líder que te va sacando adelante, la que siempre da la cara, la que siempre saca la casta para ayudar a la familia", señala.
Barrales asegura que es una mujer de resultados. Y, como estrategia de campaña, llama a comparar su trayectoria con la de Sheinbaum. Una de las dos será la próxima jefa de Gobierno.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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