8 dic 2024

X Consistorio del pontificado del papa Francisco

El papa Francisco creó 21 nuevos cardenales, dejando una impronta aun más fuerte en el cónclave que elegirá a su sucesor
Aunque apareció en buena forma, el Pontífice ostentó un amplio hematoma en su mentón derecho debido a un golpe que se dio en la víspera con la mesa de luz; fiel reflejo de la tensión bilateral, el Gobierno no envió a nadie para el nuevo cardenal argentino
LA NACION, 7 de diciembre de 2024;
Elisabetta Piqué, CORRESPONSAL EN ITALIA
ROMA. - En una Basílica de San Pedro marcada por el color rojo púrpura, el papa Francisco presidió este sábado el décimo consistorio de su pontificado, en el que creó 21 nuevos cardenales -entre ellos monseñor Vicente Bokalic Iglic, arzobispo de Santiago del Estero, primado de la Argentina- y dejó una impronta aún más fuerte en el cónclave que deberá elegir a su sucesor.
De los actuales 140 cardenales menores de 80 años y, por lo tanto, con derecho a voto, 110 fueron designados por el papa Francisco, 24 por su predecesor, Benedicto XVI y seis, por san Juan Pablo II. Según los cálculos, esto significa que Jorge Bergoglio eligió a casi el 79% de los cardenales electores de un eventual cónclave, esa reunión secreta, “cum-clave”, encerrada bajo llave, en el que un candidato para ser electo al trono de Pedro necesita alcanzar dos tercios de los votos. Será además un cónclave que reflejará una Iglesia ya no eurocéntrica como en el pasado, sino más universal, con representantes de todos los continentes y de países de esas periferias que Francisco quiso poner bajo los reflectores.
“Lo que debe animar su servicio como cardenales es el riesgo del camino, la alegría del encuentro con los demás, el cuidado de los más frágiles”, les recordó a los nuevos purpurados el papa Francisco, que, aunque ostentó buena forma y buen humor durante la ceremonia, apareció con un hematoma bastante amplio en el lado derecho del mentón, debido a un golpe que se dio con la mesa de luz ayer por la mañana, según hizo saber la Sala de Prensa del Vaticano.
Mientras que las cámaras del Vaticano intentaban no enfocarlo de ese lado, el Papa ignoró el accidente sino que se mostró muy sonriente al entregar a los purpurados el birrete, el anillo cardenalicio y el título y al darles el tradicional abrazo.
Bokalic, sacerdote vicentino de 72 años y muy cercano a Francisco, de quien fue obispo auxiliar en Buenos Aires, pasó a ser el cuarto cardenal argentino con derecho a voto en un futuro cónclave. Junto a él estarán el cardenal Víctor Manuel “Tucho” Fernández, actual prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe-, el cardenal Ángel Sixto Rossi, arzobispo de Córdoba y el cardenal Mario Poli, arzobispo emérito de Buenos Aires.
Cuando el año pasado los monseñores cordobeses Fernández y Rossi recibieron el anillo y birrete cardenalicios en el noveno consistorio de Francisco, viajó desde Buenos Aires para la ceremonia -como suele ocurrir-, el entonces secretario de Culto, Guillermo Oliveri. Esta vez, fiel reflejo de la tensión existente en la relación bilateral, no hubo delegación oficial argentina, como notaron en la Santa Sede. Aunque sí estuvo presente el gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, junto a su esposa y algunos legisladores de la provincia.
“Prometo y juro, desde ahora y para siempre, mientras viva, fiel a Cristo y al Evangelio, constantemente obediente a la Santa Apostólica Iglesia Romana, al beato Pedro y a la persona del Sumo Pontífice Francisco y de sus sucesores canónicamente electos, conservar siempre y con palabras y obras la comunión con la Iglesia católica (…)”. Fue la fórmula en latín que los nuevos cardenales pronunciaron ante otros integrantes del colegio cardenalicio, obispos, sacerdotes, fieles y miembros del cuerpo diplomático acreditado, entre ellos el embajador argentino ante la Santa Sede, Luis Pablo Beltramino.
En esta nueva tanda de 21 cardenales -anunciada en octubre pasado-, Francisco le otorgó la púrpura a cinco latinoamericanos. Al margen de Bokalic, designó a los arzobispos de Lima y Santiago de Chile, Carlos Gustavo Castillo Mattasoglio, de 74 años, que fue alumno del recientemente fallecido teólogo peruano Gustavo Gutiérrez, considerado el padre de la Teología de la Liberación y Fernando N. Chomali Garib, de 67 años y origen palestina. Además, nombró a Luis Gerardo Cabrera Herrera, arzobispo de Guayaquil, Ecuador, de 69 años y a Jaime Spengler, de Porto Alegre, Brasil, que es también presidente del Celam.
También sumó al Colegio Cardenalicio -que cuenta ahora con 253 miembros, 140 menores de 80 años, el número más alto jamás registrado desde que Pablo VI estableció que 120 eran el número máximo de los menores de 80 años (aunque en 2025 catorce alcanzarán esa edad)-, a cinco italianos. El ex nuncio Angelo Acerbi, de 99 años y sin derecho a entrar al cónclave, considerado el cardenal más anciano jamás designado; el arzobispo de Nápoles, Domenico Battaglia; de Turín, Roberto Repole; el vicario de Roma, Baldassare Reina; y el subsecretario del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, Roberto Baggio.
Además de ellos, entre los europeos incluyó al arzobispo de Belgrado, Ladislav Nemet, de 58 años, prelado considerado muy progresista y abierto, que logró que por primera vez en la historia Serbia contara con un cardenal; al monseñor lituano Rolandas Makrickas, de 52 años y desde marzo pasado archipresente coadjutor de la Basílica papal de Santa María la Mayor -donde el papa Francisco ya dijo que quiere ser sepultado-; y al británico Timothy Radcliffe, teólogo de 79 años dominico que se destacó al liderar los retiros espirituales en el último sínodo.
También entrará por primera vez en la historia del Colegio Cardenalicio, Irán: el arzobispo de Teherán, Dominique Joseph Mathieu (que, sin embargo, es belga), en efecto, se convirtió en uno de los cuatro nuevos cardenales de Asia, el continente más grande y poblado del mundo. Junto a él juraron su lealtad al Papa y recibieron los atributos cardenalicios Tarcisio Isao Kikuchi, arzobispo de Tokio y presidente de Cáritas, de 66 años; Pablo Vigilio Siongo David, de la diócesis de Kalookan, Filipinas; y, en otra designación que sorprendió, el monseñor de la India George Jacob Koovakad, funcionario de la Secretaría de Estado que desde 2021 se encarga de la organización de los viajes papales.
Como siempre el Papa, que en sus doce años años de pontificado revolucionó el colegio cardenalicio, también tuvo en cuenta al continente africano, que pasó a tener dos nuevos cardenales: el misionero franco-argelino Jean-Paul Vesco, de 62 años, arzobispo de Argel, Argelia; e Ignace Bessi Dogbo, de 63 años, arzobispo de Abidjan, Costa de Marfil.
Para América del Norte esta vez sólo hubo un birrete: fue para el arzobispo de Toronto, Canadá, Francis Leo, de 53 años. Lo mismo ocurrió para Oceanía, donde sorprendió que el Papa designara al obispo greco-católico de la eparquía Saints Peter and Paul de Melbourne de los ucranianos, Mykola Bychok que, con 44 años, se convirtió en el miembro más joven del Colegio Cardenalicio.
Esa elección sorprendió porque es la primera vez que la Iglesia greco-católica está representada allí por alguien que no es el arzobispo mayor. Pero se cree que el Papa prefirió no designar a su Beatitud Sviatoslav Schevchuk para mantener buenas relaciones con la Iglesia ortodoxa de Moscú más allá de la sangrienta guerra en Ucrania.
Después de haber saludado a delegaciones, compatriotas fieles y periodistas en la denominada “visita de cortesía” en los bellísimos salones del Palacio Apostólico, los flamantes cardenales concelebrarán este domingo una misa solemne junto al Papa en el día de la Inmaculada Concepción de la Virgen.
Con este décimo consistorio, de haber un cónclave Europa contará con un total de 56 cardenales electores -mucho menos que en el pasado y entre ellos 17 italianos-; Asia, con 25; América latina, 24; África, 18; América del Norte, 14 (10 de Estados Unidos y 4 de Canadá; y Oceanía, 3.
En una carta que Francisco les escribió el 6 de octubre pasado a sus nuevos máximos colaboradores, los animó a que su cardenalato encarne “aquellas tres actitudes con las que un poeta argentino -Francisco Luis Bernárdez- describía a san Juan de la Cruz, pero que nos viene bien también a nosotros: ‘ojos altos, manos juntas, pies desnudos’”.
Ojos altos, “porque tu servicio exigirá ampliar la mirada y ensanchar el corazón”, Manos juntas “porque la Iglesia lo que más necesita -junto con el anuncio- es tu oración” y “Pies desnudos, tocando la aspereza de la realidad de muchos rincones del mundo embriagados de dolor y sufrimiento por la guerra, la discriminación, la persecución, el hambre y numerosas formas de pobreza que te exigirá tanta compasión y misericordia”. Y concluyó con un mensaje muy claro: “Agradeciendo tu generosidad, rezo por ti para que el título de ‘servidor’ opaque cada vez más al de ‘eminencia’”.

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