El "Acuerdo pírrico" del maíz: un parche de última hora a la ineficacia gubernamental
El Gobierno Federal ha puesto fin, al menos temporalmente, a los bloqueos carreteros que paralizaron el centro y occidente del país. Sin embargo, lo que la Presidenta Sheinbaum celebró como una "solución" en su mañanera, en realidad se siente más como un acuerdo pírrico: un triunfo negociador que costó caro en términos de caos ciudadano y que ofrece un paliativo insuficiente a los productores.
La Iinsuficiencia del parche económico
Tras más de 24 horas de parálisis y una negociación maratónica en la Secretaría de Gobernación (Segob), el campo obtuvo una limosna, no una solución de fondo. El aumento acordado de 950 pesos por tonelada de maíz como apoyo marginal es una cifra que palidece frente a la demanda inicial de $7,200 pesos.
La propia voz del campo lo confirma. El agricultor Mauricio Pérez admitió que "No obtuvimos lo que se había proyectado," señalando que la presión solo logró un acuerdo "a medias" que deja a los productores a merced de la incertidumbre del mercado abierto.
Aunque el Secretario de Agricultura, Julio Berdegué, anunció la creación del Sistema Mexicano de Ordenamiento de Mercado y Comercialización del Maíz (SMOMCM) para fijar precios de referencia antes de la siembra y promover acuerdos directos, este es un plan a futuro. El apoyo inmediato de $950 y la promesa de que las harineras pagarán un "precio más alto" no compensa la caída del 21% del precio internacional del grano ni la urgencia del costo de producción actual. Es una estrategia de mediano plazo aplicada como cura de choque a una crisis aguda.
El colapso anunciado: indolencia ante el impacto ciudadano
La crítica más severa no se dirige solo a la cifra, sino a la inacción gubernamental que permitió que la crisis escalara.
El Gobierno fue incapaz de anticiparse o desactivar la protesta antes de que la legítima desesperación de los agricultores asfixiara las principales arterias viales. El costo de esta ineficacia fue pagado por miles de mexicanos: 33 puntos carreteros y 13 plazas de cobro bloqueadas, con la economía de la logística detenida y la paciencia social agotada.
La frustración que escaló a "mentadas de madre" en las terminales es el reflejo de una indignación colectiva que incluye a los ciudadanos que quedamos varados (y sí, fui una de las personas afectadas) por una crisis que las Secretarías de Agricultura y Gobernación debieron haber prevenido.
Al reaccionar solo bajo la presión extrema y el caos total, el gobierno demuestra una peligrosa tendencia a manejar las crisis por reacción y no por planeación. El "acuerdo pírrico" de la madrugada es un parche de última hora a un problema estructural de precios de garantía. Al hacerlo, no solo frustra al campo, sino que obliga a la ciudadanía a pagar el costo de su ineficacia con horas de vida detenida y pérdidas económicas. El costo de la "solución" se sintió más en las carreteras que en el presupuesto.
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