27 oct 2025

Ernesto Zedillo y la "Demolición" de la Democracia Mexicana

 Ernesto Zedillo y la "Demolición" de la Democracia Mexicana

El expresidente de México, Ernesto Zedillo (1994-2000), quien impulsó la transición democrática que puso fin a siete décadas de gobierno del PRI, rompe 25 años de silencio para denunciar la destrucción de la democracia mexicana a manos del populismo de izquierda, encarnado por Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) y su sucesora, Claudia Sheinbaum.


En una entrevista con El Mundo y desde su perspectiva, los "nuevos autócratas juegan con las reglas de la democracia para destruirla" una vez que acceden al poder. Zedillo señala que, a diferencia de un golpe de Estado tradicional, en México se ha utilizado el disfraz democrático para:

  • Destruir los pilares de la democracia: Desmantelando el Poder Judicial y los órganos electorales autónomos creados durante su mandato.

  • Suprimir la división de poderes y contrapesos: Eliminando organismos fiscalizadores y la independencia judicial, con una reforma que pretende elegir jueces por voto popular.

  • Militarizar la seguridad pública: Entregando la Guardia Nacional al Ejército e involucrando a las Fuerzas Armadas en actividades económicas sin transparencia, lo que considera una forma de "captación" para asegurar la continuidad en el poder y la impunidad, siguiendo manuales de regímenes autoritarios como Cuba y Venezuela.

  • Crear un régimen de partido hegemónico (Morena): Buscando asegurar procesos electorales favorables y cerrando la puerta a soluciones democráticas.

Zedillo critica a Sheinbaum por ser "cómplice" de López Obrador en esta demolición y alerta que la joven democracia mexicana "ha muerto". Ve en las acciones de Morena una copia de lo peor del "viejo PRI" autoritario, pero sin nada de lo bueno, caracterizado por la corrupción, el dispendio y la falta de un proyecto de país moderno, centrándose solo en el poder.

Finalmente, en la charla con Maite Rico, considera que la denominada "Cuarta Transformación" (4T) es una mentira, ya que en realidad están "matando" la democracia mexicana. Atribuye el éxito electoral de Morena a las "condiciones inequitativas" de la contienda, el clientelismo cínico pagado con recursos públicos y la debilidad de la oposición (PRI y PAN). Rechaza las acusaciones de resentimiento por la pérdida de privilegios, afirmando que el único privilegio perdido es el de ser ciudadano de un país democrático.

Recomiendo la entrevista:

Ernesto Zedillo: "Los nuevos autócratas juegan con las reglas de la democracia para destruirla"

Fue el impulsor de la transición política en México. El presidente que puso fin a siete décadas de régimen del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Ahora, después de 25 años de silencio autoimpuesto, denuncia la demolición de la democracia mexicana a manos del populismo.

Foto de ROSA GONZÁLEZ

Maite Rico; foro La Toja

El Mundo,  25 octubre 2025

El mismo mes que Ernesto Zedillo asumió la Presidencia de México, en diciembre de 1994, estalló en el país una grave crisis económica y financiera. Culminaba así un año dramático, que comenzó con el levantamiento de la guerrilla zapatista y siguió con el asesinato del candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Luis Donaldo Colosio, del que Zedillo era amigo y jefe de campaña. Y al que tuvo que sustituir. Aquel presidente inesperado, de orígenes humildes, carácter austero y perfil tecnocrático, no solo rescató la economía: también cambió la historia de México. El PRI, como las Cortes franquistas, se hizo el harakiri: las reformas políticas posibilitaron el triunfo de la oposición en el año 2000. Ahora, sin embargo, desde la Universidad de Yale, donde enseña, Zedillo ve con alarma cómo la izquierda populista, con Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) y su sucesora, Claudia Sheinbaum, está desmantelando las instituciones democráticas. Conversamos con él sobre estos asuntos en el Foro La Toja.

¿Llegó a imaginar que la democracia mexicana peligraría?

-Ya había evidencia de las intenciones del presidente López Obrador, porque se burlaba a menudo de las instituciones electorales y judiciales y desacataba sus decisiones. Yo pensaba que los ciudadanos lo resolverían en las urnas. Sin embargo, en los últimos días de su mandato se dio a la tarea de cambiar las bases constitucionales. Desmanteló el Poder Judicial, se apoderó del control de los órganos electorales, anuló reformas consensuadas... Los pilares de la democracia mexicana han sido destruidos.

Hubo quien pensó que su heredera, Claudia Sheinbaum, se desmarcaría de su padrino al llegar a la presidencia, como es tradición en México. Pero no ha sido así. ¿Puede esperarse un giro?

-No lo sé. No conozco a la doctora Sheinbaum, pero ella ha sido cómplice de López Obrador en la destrucción de la democracia mexicana. No comento sobre sus políticas en otros aspectos, me limito a señalar su papel protagónico en la demolición de esta democracia. Ella contribuyó con entusiasmo a la reforma constitucional de López Obrador para destruir al Poder Judicial. Fue ya prácticamente durante su gestión cuando se entrega la Policía Nacional al Ejército y se suprimen varios organismos fiscalizadores. Y la reforma electoral, que matará las condiciones para una competencia equilibrada, está ocurriendo también bajo su mandato.

Usted impulsó una transición a la española. La reforma de 1994 garantizó la independencia judicial, y la reforma constitucional de 1996 garantizó la celebración de elecciones limpias, con órganos autónomos y acceso de los partidos a los medios y a la financiación. López Obrador ha hecho el recorrido inverso, a la venezolana: ha usado los resortes democráticos para revertir la transición.

-Así es. Los nuevos autócratas no buscan el poder a través de un golpe de Estado o una asonada, sino que juegan con las reglas de la democracia para destruirla, una vez que han accedido al poder gracias a ella. Se presentan como demócratas, con un mensaje demagógico y mentiroso que por desgracia atrae a muchos ciudadanos.

¿Cuáles han sido los hitos de esa regresión?

-Han suprimido la división de poderes y los contrapesos. Han desmantelado el Estado de Derecho y los organismos de control, como el encargado de la transparencia. Han terminado con la independencia judicial: escoger a los jueces por voto popular es una farsa propia de los regímenes autocráticos y además se hizo con una elección fraudulenta. Y para blindar todo eso, Sheinbaum ha suprimido a efectos prácticos a la Suprema Corte como tribunal constitucional. El Gobierno, que controla el Congreso y las legislaturas estatales, puede aprobar modificaciones constitucionales con carácter definitivo, sin que ningún tribunal que pueda objetarlas. Es un caso de autoritarismo único en el mundo.

-Usted alerta también de que se están sentando las bases de un Estado policial.

-Están militarizando la seguridad. La Guardia Nacional depende ahora del Ejército y podrá investigar delitos al margen del ministerio público. Se han ampliado las causas y plazos de la prisión preventiva. Además, han iniciado la captación de las Fuerzas Armadas, que en México habían sido históricamente ejemplares. Ahora, por mandato constitucional, deben hacer lo que el Congreso disponga, y eso incluye gestionar actividades económicas sin transparencia ni rendición de cuentas. Es un modo de ganarse su complicidad para mantenerse en el poder, como se ha visto en Cuba, Venezuela o Egipto. Y eso es muy grave.

Digamos que López Obrador ha aplicado el manual del perfecto tirano.

-En efecto, todo forma parte de un objetivo: crear un régimen de partido hegemónico para asegurar continuidad e impunidad. Primer umbral: hacer que los procesos electorales siempre les favorezcan inclinando las condiciones masivamente a su favor. Si hay controversia, asegurarse de que siempre se resuelva a su favor. Y si todavía, como en Venezuela, la gente decide que está harta y vota por la oposición, tener el control no solo de las autoridades electorales, sino también del Poder Judicial y la fuerza pública para pisotear la voluntad popular. El segundo umbral es la represión política, mediante una serie de mecanismos, desde la investigación hasta la prisión preventiva y la anulación en la práctica del derecho de amparo, así como el ataque abierto a los críticos independientes del gobierno. Nada es nuevo en este entramado, basta con hacer un recorrido por los regímenes autoritarios a lo largo de la historia. La única diferencia con otras experiencias de América Latina es que ahora se disfrazan de demócratas y hacen una Constitución a su medida.

¿Cree que López Obrador lo tenía calculado?

-En retrospectiva se ve claramente. Hay que ver el origen del señor López Obrador. Él viene del PRI viejo, el PRI autoritario, en el cual dominaba la idea de que lo importante era mantener el poder. La democracia había que tenerla en la Constitución, pero limitándola lo más posible en la práctica.

Luego López Obrador se convierte en adalid de la izquierda populista y funda Morena (Movimiento de Regeneración Nacional). Su intención de imponer un régimen de partido hegemónico, ¿sería un regreso al pasado de ese viejo PRI?

-El PRI, que es mi partido, tiene una historia de luces y obscuros. Creó desde sus inicios instituciones muy importantes para el desarrollo del país. Estableció la alternancia de mandatos. Con el apoyo del PRI, los Gobiernos enfrentaron con éxito los difíciles años de la Gran Depresión e iniciaron el proceso de industrialización y modernización de México. ¿Cuál fue el gran problema? El abuso de poder, que provocó los grandes tropiezos, y que se daba porque no había contrapesos.

-Se guardaban más las formas.

-Sí, pero no solo. A la gente se le olvida que cuando las dictaduras militares eran la norma en América Latina, México era una suerte de isla que acogió a intelectuales disidentes de todo el mundo. El PRI fue el partido de la Reforma Agraria, aunque puedan criticarse algunos aspectos de su ejecución, y creó el sistema de Seguridad Social. Fue el partido de los gobiernos que lograron décadas de alto crecimiento económico con estabilidad financiera, que tristemente fueron canceladas por presidentes populistas del propio PRI. También fue el PRI el que, después de varias experiencias traumáticas, incluyendo el movimiento de 1968, inicia procesos de reforma electoral. El PRI pudo haber sido parte del problema, pero también fue parte de la solución.

¿En qué se diferencia el régimen de Morena del régimen priísta?

-La tragedia es que Morena, en su intento de construir un partido hegemónico, ha copiado lo peor del PRI, y nada de lo bueno. La corrupción guía su funcionamiento. El dispendio económico es más grave. La destrucción del aeropuerto internacional a medio construir, o el Tren Maya, o la refinería de Dos Bocas son caprichos faraónicos de López Obrador, realizados en contra de todos los estudios que las desaconsejaban y bajo sospecha de una inmensa corrupción. No tienen un proyecto para hacer de México un país moderno y con verdadera justicia social. Solo tienen un proyecto de poder. Ahí se ve el contraste más profundo. No estoy defendiendo al PRI, porque aunque yo me formé en él, hace muchísimos años que no me reconoce como uno de los suyos. Es su decisión y la respeto.

¿En qué sentido no le reconoce como uno de los suyos?

.Bueno, no soy un referente de nada. Ni quiero serlo.

Es que usted se ha mantenido al margen.

-Es que me parece que ésa debe ser mi conducta. Pero está claro que quienes tienen ahora el control del PRI debieron haber defendido con más vigor la democracia y la legalidad. Quizás no comparten los valores y objetivos en los que yo y otra mucha gente creímos. Y logramos.

¿Hubo sectores que lo vieron como a un traidor, como le pasó en España a Adolfo Suárez?

-No, la verdad es que nunca percibí eso. La mayoría entendía que si no nos poníamos al frente del cambio, el cambio nos iba a arrollar, y no nos arrolló. Y fue positivo para el país. Esa evolución política a la democracia se dio sin mayor trauma, y permitió que el PRI siguiera viviendo.

A pesar de que las elecciones de 2024 no fueron equitativas, Claudia Sheinbaum ganó con una diferencia considerable. ¿Los mexicanos recelan de la democracia?

-No hay que pasar por alto tan rápido la frase que usted usó: condiciones inequitativas. López Obrador, desde el primer día de su gobierno, dijo que la reforma electoral de 1996 era basura. Violó las leyes y montó un aparato de clientelismo y de propaganda política con cargo al erario y agravando la corrupción, mientras se sacrificaban aspectos esenciales como la educación y la sanidad, hoy en estado lamentable. El clientelismo cínico pagado con recursos ilegales ha sido clave para ganar elecciones.

¿Y qué ha pasado con los grandes partidos, el PRI y el conservador Acción Nacional (PAN)?

-Hubo pequeñez de miras por parte de cuadros y líderes políticos que no han entendido el valor de los partidos como instrumentos fundamentales de la democracia representativa. En el caso del PRI, el control se orientó al beneficio de una serie de individuos, y hoy se sostiene con los recursos del Estado pero sin un proyecto. Y lo mismo ha ocurrido con el PAN. Así no se puede ejercer una oposición seria y constructiva como la que requiere el país.

Un país poderoso como México deriva hacia un régimen autoritario, pero no hay reacciones internacionales. De México no se habla, ni en la OEA, ni en la UE. ¿A qué se debe?

-Desgraciadamente, México ha perdido presencia y, hasta cierto punto, autoridad, en los foros internacionales. Pero yo me opondría totalmente a que algún otro gobierno o institución quisiera intervenir u opinar sobre asuntos que solo corresponde resolver a los mexicanos. Sí llama la atención que todavía no se sepa lo que ocurre, que no se tenga una imagen completa y veraz de lo que está pasando: que la joven democracia mexicana ha muerto.

Una parte de la prensa internacional hace una cobertura benévola y etiqueta a Morena como «fuerza progresista».

-Siempre hay esta tendencia, incluso en los medios independientes, a identificarse con ciertas corrientes. Es entendible, pero debiera hacerse con sentido crítico. ¿De veras creen que el señor López Obrador fue un presidente progresista? ¿Mejoró de manera sostenible la condición social de la mayoría de los mexicanos? ¿O en realidad se abocó a construir clientelas político-electorales para mantener a su partido y a él mismo en el poder?

¿Es reversible lo que está pasando en México?

-Es muy difícil, porque han puesto muchas salvaguardas. Al controlar los mecanismos electorales y los tribunales, y militarizar la seguridad pública, cierran la puerta a una solución democrática.

-López Obrador dijo haber emprendido la Cuarta Transformación, «la 4T», un nuevo hito en la historia de México, después de la Independencia, la Reforma y la Revolución. ¿Cómo definiría la 4T?

-Mienten. Lo que están emulando son los atropellos que se hicieron contra esos procesos. Las guerras internas tras la Independencia, el abuso de poder que transformó la Reforma en una dictadura, y luego la traición a la Revolución Mexicana. Y ellos han tomado la democracia mexicana y la están matando. Esa es la Cuarta Transformación.

La presidenta Sheinbaum mantiene la brecha que abrió López Obrador con España a cuenta de la conquista. A usted, que organizó en Zacatecas el I Congreso de la Lengua Española, con los Reyes, ¿qué impresión le producen esas reclamaciones?

-Un recurso de los autócratas es crear problemas que no existen para no ocuparse de los problemas reales. ¿Por qué no nos ocupamos en engrandecer económica, social y políticamente al México de hoy tal como lo recibimos? ¿Por qué tenemos que andar buscando hechos en la historia o hechos en otros países para justificar lo que no hacemos por nosotros mismos? Son distracciones, que engañan a algunos, pero no a todos.

Sheinbaum ha respondido a sus críticas diciendo que usted y los expresidentes están resentidos porque López Obrador les quitó los privilegios: les canceló la pensión y el servicio de seguridad.

-Yo renuncié hace muchos años a la pensión vitalicia de expresidente, tengo mi trabajo en la universidad. El único privilegio que he perdido es el de ser ciudadano de un país democrático. Y ese privilegio me lo quitaron López Obrador y Claudia Sheinbaum.


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