Sheinbaum se lanza contra los conservadores
La Presidenta Claudia Sheinbaum durante la ceremonia del Bicentenario de la Consolidación de la Independencia en San Juan de Ulúa, Veracruz, hizo este domingo un enérgico llamado a la población a "estar alerta" para defender la justicia y la soberanía nacional ante cualquier intento de "injerencia externa, apoyada... por los conservadores".
Con la presencia de casi todo su gabinte, del Presidente de la SCJN, la presidenta de la Camara de Senadores y Diputados, dijo:
"Recordemos también que ha habido muchos momentos en la historia marcados por conservadores antipatriotas que han promovido la invasión extranjera, y arengó al final con vivas a México"
Puntos clave de su mensaje:
i) Subrayó que la defensa de la patria debe basarse en el "amor por el pueblo, el amor por la patria y la razón", principios que debilitan el injerencismo;
ii) Trazó un paralelismo con la historia, señalando que "no triunfa quien busca apoyo extranjero cuando no tiene apoyo interno", recordando episodios como el de los "antiguos porfiristas";
iii) Recuperó el hito de 1825 (rendición de San Juan de Ulúa), afirmando que la defensa de la soberanía no es un acto del pasado, sino una responsabilidad permanente guiada por la máxima de que "la felicidad del pueblo es la finalidad suprema de todo gobierno" (citando los Sentimientos de la Nación).;
iv) Reconocimiento a las Fuerzas Armadas: Celebró la labor del Ejército y la Marina, destacando su contribución no solo en seguridad, sino también en auxilio por emergencias y construcción de obras estratégicas, señalando que "construyen paz y justicia con patriotismo junto a su pueblo."
Concluyó convocando a todos los mexicanos a seguir con la misión de proteger la soberanía, la justicia, la verdadera democracia y la libertad de México.
Comparto el discurso completo…
EN EL BICENTENARIO DE LA CONSOLIDACIÓN DE LA INDEPENDENCIA EN LA MAR
23 noviembre, 2025
Muy buenas tardes.
Ingeniera Rocío Nahle García, gobernadora constitucional del estado de Veracruz.
Ministro Hugo Aguilar Ortiz, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Senadora Laura Itzel Castillo Juárez, presidenta de la Cámara de Senadores.
Diputada Kenia López Rabadán, presidenta de la Cámara de Diputados.
Almirante Raymundo Pedro Morales Ángeles, secretario de Marina.
General Ricardo Trevilla Trejo, secretario de la Defensa Nacional.
Amigas y amigos.
Marinas, marinos.
Mexicanas y mexicanos:
Hoy nos convoca la historia en este heroico puerto de Veracruz, tierra que ha resistido invasiones, defendido la soberanía y dado gloria a nuestra nación.
Veracruz, puerto de puertas abiertas y de corazones valientes, ha sido testigo de batallas decisivas para el destino de México.
Por eso, aquí, frente al mar, que también es patria, conmemoramos el Bicentenario de la Independencia de México en la Mar, un episodio que completa la epopeya iniciada en 1810, consumada en estas aguas en 1825.
Tras la firma del Acta de Independencia en 1821, nuestra nación dio los primeros pasos para organizarse como República.
El 4 de octubre de ese año se crearon las Secretarías de Estado y, entre ellas, la de Guerra y Marina, encabezada por el teniente de navío Antonio de Medina Miranda.
Uno de sus primeros grandes desafíos surgió cuando el mariscal español José Dávila desconoció la independencia y ocupó la fortaleza de San Juan de Ulúa, buscando convertirla en punto de apoyo para una eventual reconquista. Fueron diversos ataques, desde San Juan de Ulúa, al puerto de Veracruz.
Hay que recordar que, mientras nuestra joven patria enfrentaba amenazas externas, también vivía problemas internos.
En julio de 1822, México atravesó un momento decisivo: la proclamación de Agustín de Iturbide como emperador.
Para los verdaderos independentistas, quienes habían luchado por la libertad, esa imposición representaba la traición al espíritu mismo de la Independencia; porque México no se levantó en armas para sustituir a un monarca europeo por un monarca nacido en América.
La lucha no fue por un rey, sino por el establecimiento de una República libre y soberana. Por ello, Los Republicanos, muchos de ellos insurgentes de larga trayectoria, se alzaron para corregir el rumbo. Y fue ese movimiento, encabezado por figuras como Guadalupe Victoria, Vicente Guerrero y Nicolás Bravo, que promovieron la caída del imperio y la instauración de la República con la Constitución de 1824.
Esta definición histórica permitió también que el gobierno de Guadalupe Victoria, primer presidente de México, actuara con claridad y determinación frente al último bastión español en San Juan de Ulúa.
Es así que, en 1825, el primer mandatario de la República designó a un marino excepcional al frente del Departamento de Marina de Veracruz: el capitán de fragata Pedro Sáinz de Baranda; campechano, formado en la Real Compañía de Guardiamarinas en España, veterano de Trafalgar y experto en fortificaciones.
Sáinz de Baranda había decidido abandonar la bandera española para abrazar la causa de la independencia y servir a México. Con visión y firmeza, reorganizó la escuadrilla naval y preparó un plan para enfrentar a la flotilla española que intentaría abastecer Ulúa, el 6 de octubre de 1825.
Con la fragata “Libertad”, los bergantines “Bravo” y “Victoria”, y diversas balandras, formó una línea de batalla. Un fuerte temporal dispersó a los barcos españoles que se retiraron sin poder auxiliar la guarnición sitiada.
El bloqueo ahora sí definitivo comenzó a surtir efecto. Sin alimentos, sin municiones, azotados por el hambre y la enfermedad, los españoles no tuvieron otra opción que rendirse.
El 17 de noviembre de 1825, el brigadier Coppinger firmó la capitulación ante Sáinz de Baranda.
Y el 23 de noviembre de aquel año, hace dos siglos, se retiraron los últimos soldados españoles de este fuerte de San Juan de Ulúa.
La bandera mexicana se izó sobre la fortaleza, saludada por salvas de artillería.
Ese día, gracias a la firmeza republicana de Guadalupe Victoria, a la estrategia naval de Sáinz de Baranda y al heroico pueblo de Veracruz, México obtuvo su independencia plena.
Pero nuestra historia de independencia no comenzó ni terminó en las murallas de esta fortaleza. Nació mucho antes, en el corazón de hombres y mujeres que sembraron, con su palabra y con su vida, el anhelo permanente de un México independiente, justo y soberano.
Miguel Hidalgo, nuestro Padre de la Patria, dio el Grito de Independencia en Dolores, en 1810, pero pocos días después hizo algo trascendente: proclamó la abolición de la esclavitud.
Por eso, las y los mexicanos sabemos que Hidalgo, ese cura noble y valiente, no solo encendió la llama de la Independencia, sino también la lucha por la justicia. Él entendió que una nación no puede llamarse “libre” mientras haya seres humanos encadenados.
José María Morelos y Pavón continuó esa lucha y la llevó más allá: forjó una visión de país escribiendo los Sentimientos de la Nación, documento que marcó nuestra historia.
Ahí declaró que: la “ley debía promover la justicia social”, que “la soberanía reside en el pueblo”, que “no debe haber tortura”, que “debe haber moderación entre la opulencia y la indigencia”, que “debía aumentar el jornal del pobre” y que “la felicidad del pueblo es la finalidad suprema de todo gobierno”. Morelos nos enseñó que la independencia debía constituirse junto con la lucha por la justicia y la igualdad.
Vicente Guerrero por su parte, con su corazón indómito, sintetizó ese espíritu cuando proclamó: “La patria es primero”. Ese principio sigue guiando a México, porque coloca, por encima de cualquier interés personal, el bienestar del pueblo y de la República.
Junto a estos gigantes estuvieron también mujeres extraordinarias, mujeres que enfrentaron persecución, cárcel y muerte, pero jamás renunciaron a sus ideales:
Leona Vicario, insurgente, escritora, estratega, símbolo de emancipación, inteligencia y convicción.
Josefa Ortiz Téllez-Girón, cuyo aviso oportuno encendió la llama de la insurrección y su constancia dejó marcada la historia.
Gertrudis Bocanegra, que entregó su vida sin traicionar a su causa ni a su pueblo.
Manuela Molina, capitana de batalla, mujer de temple y ejemplo de firmeza insurgente.
Ellas son cimiento de nuestra nación, son prueba de que México fue construido por el valor y palabra de mujeres valientes.
Nuestra historia demuestra que la lucha por la soberanía, la independencia, la justicia y la igualdad es permanente, no termina nunca.
Recordemos la invasión norteamericana de 1846-‘47, que se llevó la mitad de nuestro territorio; y a personajes como Ignacio López de Santa Anna que, aún después de su cobarde conducción durante ese periodo, regresa apoyado por los conservadores de entonces a coronarse como emperador.
Recordemos también que ha habido muchos momentos en la historia marcados por conservadores antipatriotas que han promovido la invasión extranjera.
Recordemos que, después de derrocar a Santa Anna, Los Liberales mexicanos convocaron a un Congreso para la elaboración de una Constitución Republicana que acabara con los privilegios heredados del periodo colonial, garantizara libertades y un Estado laico. Es así que nace la Constitución de 1857.
Recordemos que los conservadores de entonces, opuestos al nuevo orden, la desconocieron e iniciaron una guerra. Es entonces que Juárez, Juárez presidente, presidente de la Suprema Corte, instaura el gobierno en Veracruz y, en vez de replegarse o disminuirse, toma la decisión valiente de seguir avanzando y emite las Leyes de Reforma.
El conflicto dejó muchas muertes, pero Los Liberales, con Juárez como presidente legítimo, resistieron y, finalmente, triunfaron.
Sin embargo, el triunfo liberal no fue aceptado por los conservadores. Sin fuerza interna suficiente, buscaron apoyo en Europa.
La oportunidad se dio cuando Juárez suspendió pagos de la deuda externa. Francia, bajo Napoleón III, decidió invadir México con el pretexto de cobrar la deuda, pero con el objetivo real de establecer un imperio aliado.
Conservadores apoyaron la invasión.
En 1862, un ejército francés avanzó desde Veracruz hacia Puebla. Su prestigio era mundial, se le consideraba invencible.
El General Ignacio Zaragoza, liberal y patriota, comandó la resistencia.
El 5 de mayo de 1862, contra todas las probabilidades, Zaragoza venció al ejército francés y le mandó este mensaje: “Ellos son el mejor ejército del mundo, pero los combatientes: los mejores hijos de México”.
La victoria no detuvo la intervención, pero sí elevó la moral nacional y demostró que el pueblo de México podía enfrentarse al poder más grande.
Tras refuerzos masivos, los franceses avanzaron y ocuparon la capital. Con el apoyo directo de conservadores, trajeron a Maximiliano de Habsburgo para instaurar el segundo imperio mexicano.
Mientras tanto, Juárez mantuvo el gobierno legítimo en itinerancia.
Los Liberales resistieron desde el norte y el sur. La República sobrevivió en movimiento.
Maximiliano intentó conciliar, pero su imperio era extranjero.
Juárez, junto a su pueblo, y los valientes Liberales vencieron a los franceses y se instaura nuevamente la República en 1867. Es el triunfo del pueblo nuevamente de la soberanía y la independencia.
Recordemos un episodio más:
En plena Revolución Mexicana, en 1914, un nuevo intento de invasión norteamericana se presenta aquí, en Veracruz. Los antiguos porfiristas, evidentemente, estaban a favor de la invasión.
Todo está guardado en la memoria colectiva de nuestro pueblo, alma de la vida y de la historia.
Es así que la historia nos muestra que no triunfa quien convoca la violencia como instrumento de presión o quien cree que unas cuantas personas callan la alegría de un pueblo.
No triunfa el uso de la fuerza para acabar con la razón, tampoco triunfa quien defiende los viejos privilegios frente a la Transformación.
No triunfa quien busca apoyo extranjero cuando no tiene apoyo interno.
Pero siempre el pueblo de México debe estar alerta para defender la justicia y cualquier intento de injerencia externa apoyada, sí, por los conservadores.
Mexicanas y mexicanos:
Hoy como ayer, estamos llamados a defender nuestra independencia y la justicia.
Las naciones del mundo miran a México con esperanza y admiración, porque aquí la patria se defiende con amor. Y cuando el amor por el pueblo, el amor por la patria y la razón se unen, el odio y el llamado al injerencismo se debilitan.
En un día histórico como hoy, que conmemoramos 200 años de la Independencia en la Mar, también celebramos a la Armada de México. Su entrega diaria, su disciplina, su valentía y su vocación de paz honran la memoria de Sáinz de Baranda, de héroes y heroínas que, hasta hoy, hacen posible la libertad.
Deben emocionarnos y motivarnos las hazañas de nuestras Fuerzas Armadas, que todos los días construyen paz y justicia con patriotismo junto a su pueblo.
Las vemos en la inauguración de un tren que une territorios, en la mano extendida al vulnerable frente a la inundación, en los helicópteros que llevan alimento y esperanza, en la estrategia de seguridad que busca la paz para todas y todos.
Mexicanas y mexicanos:
Nos guía la fuerza de Juárez que, lejos de replegarse, sigue avanzando.
Nos guía la fuerza de Zaragoza que, lejos de acobardarse, convocó al orgullo de ser hijos de la patria.
Nos guía la fuerza de Hidalgo, de Morelos, de Leona Vicario, de Josefa Ortiz, de Pedro Sáinz de Baranda, y de tantas y tantos héroes y heroínas.
Y frente a la codicia, nos guía la generosidad de un pueblo que, de la mano, ayuda siempre al vulnerable.
Nos dan ejemplo las y los marinos, que tienden la mano y apoyan con humanismo a quien ha sufrido tras perder su casa por la subida del río.
Nos dan ejemplo las y los soldados, que dan sus fuerzas en medio del lodo para ayudar al desvalido.
Todas y todos los mexicanos somos herederos de aquella gesta de 1825 hace 200 años y debemos seguir con la misión de proteger nuestra tierra y nuestras costas, garantizar nuestra soberanía y servir a México con lealtad, valentía y honor; con paz, libertad, responsabilidad y con justicia; con amor y con entrega.
A 200 años de la consolidación de nuestra independencia en la mar, celebramos y convocamos a la constante defensa de nuestra independencia, soberanía y lucha por la justicia, la verdadera democracia y la libertad.
¡Que viva la Marina Armada de México!
ASISTENTES: ¡Viva!
PRESIDENTA DE MÉXICO, CLAUDIA SHEINBAUM PARDO: ¡Que viva la independencia!
ASISTENTES: ¡Viva!
PRESIDENTA DE MÉXICO, CLAUDIA SHEINBAUM PARDO: ¡Que viva México libre, independiente y soberano!
ASISTENTES: ¡Viva!
PRESIDENTA DE MÉXICO, CLAUDIA SHEINBAUM PARDO: ¡Que viva México!
ASISTENTES: ¡Viva!
PRESIDENTA DE MÉXICO, CLAUDIA SHEINBAUM PARDO: ¡Que viva México!
ASISTENTES: ¡Viva!
PRESIDENTA DE MÉXICO, CLAUDIA SHEINBAUM PARDO: ¡Que viva México!
ASISTENTES: ¡Viva!
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