Negocio o necesidad en la Vía della Scrofa?
Lo que nos relata la periodista Elisabetta Piqué —una de las reporteras más serias y rigurosas que cubren la Santa Sede— parece extraído de una novela de suspenso, pero es la cruda realidad en la Vía della Scrofa. El histórico Palazzo de la Domus Internationalis Paulus VI, ese lugar impregnado de mística donde Jorge Mario Bergoglio pagó su cuenta tras ser electo, hoy se encuentra en el ojo de la tormenta bajo el nuevo pontificado.
A situación se resume en tres puntos que exigen una reflexión profunda:
El desalojo de la fe por el turismo: Se planea la salida de 50 eclesiásticos (entre ellos, dos cardenales, dos obispos y cinco prelados argentinos– para convertir su hogar en un hotel de lujo de 4 estrellas. Se dice que no se busca la quinta estrella "por cuidar la imagen", pero el trasfondo es el mismo: rentabilidad. Se habla de un contrato por 30 años que le reportaría a la Santa Sede unos 5 millones de euros anuales.
La postura de León XIV: Los residentes no se quedaron de brazos cruzados y le escribieron al Papa. Sin embargo, la respuesta de León XIV fue un frío "lo siento, pero se tienen que ir". El argumento oficial es que las reparaciones de seguridad cuestan 20 millones de euros, una suma que, según alegan, la Santa Sede no puede costear.
¿Intereses en la sombra?: Existe la sospecha de que, detrás de la firma digital del actual Pontífice, opera un "grupo fantasma" de prelados buscando un gran negocio inmobiliario. Según esta versión, la falta de seguridad es solo la excusa perfecta para cerrar la casa que fundó Pablo VI.
Como sea, de ocurrir el cierre, sería golpe seco a la nostalgia y, sobre todo, a la coherencia. Ese edificio, que fue refugio de santos y papas, hoy no tiene ni un pesebre en el patio. El clima que se vive ahí no es de Navidad, sino de pura incertidumbre y amargura. Al final, parece que hasta en el Vaticano de León XIV, el "caballero don dinero" termina ganándole la partida a la visión pastoral. Una verdadera lástima.
Se trata de la Domus Internationalis Paulus VI de la Via della Scrofa, donde viven unos 50 eclesiásticos que serán desalojados; la cuestión se convirtió en una papa caliente para León XIV
La Nacion, 19 de diciembre de 2025
CORRESPONSAL EN ITALIA: Elisabetta Piqué
ROMA.– Se acercan las Fiestas, pero no hay clima navideño en la Casa del Clero de Via della Scrofa, la residencia para eclesiásticos del Vaticano del centro histórico de Roma, donde solía alojarse Jorge Bergoglio cuando viajaba a esta capital. Este palazzo histórico, ubicado en una posición inmejorable, a pocas cuadras de Piazza Navona y a metros de la Iglesia de San Luis de los franceses (donde se admiran telas de Caravaggio), saltó a la fama mundial cuando, el 14 de marzo de 2013, recién electo, Francisco fue a pagar la cuenta por su estadía.
La también llamada Domus Internationalis Paulus VI –porque fue san Pablo VI quien en 1976 decidió fundar esta casa destinada al alojamiento de sacerdotes, obispos, laicos, que pasan o viven en Roma–, vuelve ahora a dar que hablar. En lo que aparece como una nueva controversia llena de intrigas –y una papa caliente para el papa León XIV–, la casa sacerdotal está por cerrar sus puertas. Y por desalojar a sus residentes permanentes, por decisión de sus autoridades, según pudo saber LA NACION.
Tal como les comunicó el monseñor portugués Mario Rui Fernandes Leite de Oliveira en una reciente reunión a varios de sus cincuenta residentes –entre ellos, dos cardenales, dos obispos y cinco prelados argentinos– por supuestos problemas de “seguridad”, así como por la necesidad de poner en regla el edificio y porque en el Vaticano no hay fondos para hacer esas refacciones, el palazzo será alquilado por 30 años al mejor postor, que comenzará millonarios trabajos de restructuración para que se convierta en un hotel.
“Con el Santo Padre Francisco se decidió que no se puede hacer un hotel de cinco estrellas por cuestiones de credibilidad y de imagen, por lo que será un hotel de cuatro estrellas”, dijo Leite de Olivera, durante la reunión, según trascendió. La frase despertó gran perplejidad: el papa Francisco siempre se destacó por denostar a esos conventos o monasterios que se vuelven hoteles cinco estrellas, en lugar de abrirse a pobres y migrantes.
Leite de Olivera explicó que gracias a esta inversión de entre 50 y 60 millones de euros y el futuro alquiler por 30 años a una empresa que se encargará del proyecto, la Santa Sede recibirá 5 millones de euros por año. E invitó a los cincuenta residentes a comunicar lo antes posible dónde prefieren mudarse. Hay dos opciones: la Domus Santa Marta (el hotel también del Vaticano donde solía vivir Francisco) o la Domus Traspontina.
Una carta al Papa
La sospecha de algunos residentes ahora es que detrás de este futuro gran negocio a punto de sellarse con la Casa del Clero de Via della Scrofa hay algo poco claro. Desde hace mucho tiempo, en efecto, se viene hablando del futuro cierre de la residencia y de proyectos varios.
El 15 de julio pasado los residentes de la Casa del Clero le escribieron una carta al papa León XIV para expresarle su malestar debido a la incertidumbre absoluta. En esa misiva, a la que tuvo acceso LA NACION, le pidieron al Pontífice que la Domus Internationalis siguiera siendo una casa para sacerdotes provenientes de todo el mundo y al servicio de la Santa Sede, como indica su estatuto fundacional.
“Tal fue en origen la voluntad de san Pablo VI, confirmada recientemente por el papa Francisco en el estatuto Domus Vaticanae, del 5 de mayo de 2022”, recordaron en la carta. Además, le solicitaron no tener que abandonar el edificio durante “los eventuales trabajos de reestructuración”.
La gran sorpresa fue cuando recibieron una carta de respuesta del Pontífice, fechada 31 de julio, a la que también tuvo acceso LA NACION. De modo amable, pero firme, en la epístola León XIV les confirmó que debían irse de la Casa del Clero porque eran urgentes refacciones del edificio por 20 millones de euros, una inversión demasiado “onerosa” para la Santa Sede, por lo que había un proyecto de alquiler en estudio.
“Los exhorto a vivir la mudanza como una necesidad ciertamente no agradable que inevitablemente implica molestias, pero espero que puedan enfrentar con espíritu de adaptación y de mutua comprensión”, escribió.
Pero varios de los residentes están convencidos de que detrás de esa carta –que cuenta con una firma digital del Pontífice– en verdad se esconde un grupo “fantasma” encabezado por el presidente de la Domus Vaticanae, monseñor Andrea Ripa, secretario de la Signatura Apostólica, junto a otros prelados, entre ellos el ya mencionado monseñor Leite de Oliveira, canciller del mismo Tribunal, así como el Administrador de la Domus, Maurizio Cennamo.
Les cuesta creer, en efecto, que el Papa haya dado su luz verde a un proyecto que según ellos contradice su visión eclesial y pastoral, centrada en la fe y la verdad. Consideran, además, que la falta de seguridad es más bien un pretexto para justificar el cierre y para ocultar las verdaderas intenciones de los mentores del proyecto: un gran negocio.
Con un enorme valor histórico sobre sus espaldas, el origen de la Casa del Clero de Via della Scrofa se remonta al Renacimiento, cuando allí se encontraba el colegio germano–húngaro fundado por san Ignacio de Loyola en 1573, tal como indica una placa en su entrada. Reconstruido con la actual fachada en 1776, en este edificio no sólo residió el futuro papa argentino, sino también Angelo Roncalli, Juan XXIII (1958-63).
El papa León XIV, líder espiritual de los católicos, asumió el cargo en mayo tras la muerte de su predecesor, el papa Francisco
En tiempos navideños, la Casa del Clero normalmente ostentaba en su patio interno un bellísimo pesebre tamaño natural. Este año, fiel reflejo de un clima de desasosiego, esa natividad brilla por su ausencia.
“En la Iglesia, el dinero no es un fin en sí mismo, sino que debe ser usado al servicio del Evangelio, según una visión pastoral. Por lo tanto, cerrar una casa sacerdotal para convertirla en un hotel parece un despropósito y una gestión de los bienes materiales en absoluta discontinuidad con la visión pastoral que la Iglesia debe tener, por su Fundador”, comentó una fuente, que prefirió el anonimato y que no ocultó su enorme amargura.
Por Elisabetta Piqué
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