23 sept 2012

¿La Iglesia católica por puestos de elección popular?

La Iglesia quiere curas que sean gobernadores, legisladores, alcaldes...
Rodrigo Vera, reportero.
Revista Proceso # 1873, 23 de septiembre de 2012.

La jerarquía eclesiástica ha brindado su apoyo a Enrique Peña Nieto a cambio de que impulse la supresión de las prohibiciones constitucionales para que los ministros de culto puedan ocupar cargos de elección popular. Atrás quedaron, dice Manuel Corral, vocero del episcopado, las “irrealizables” pretensiones de la Iglesia católica de impartir educación religiosa en las escuelas públicas y de poseer medios de comunicación. Ahora, puntualiza, se busca que dichos ministros puedan ser, como cualquier ciudadano, gobernadores, presidentes municipales, legisladores…
El nuevo presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), quien será electo en noviembre próximo y durará un sexenio en el cargo, tendrá como principal encomienda política trabajar con el gobierno de Enrique Peña Nieto para realizar los cambios legislativos que les permitan a los sacerdotes ocupar puestos de elección popular.
El mismo Peña Nieto, como candidato a la Presidencia de la República, se comprometió ante el pleno de obispos a emprender estas modificaciones constitucionales para que la jerarquía católica –dijo– goce de una “libertad religiosa plena” y sus ministros de culto puedan por fin ser gobernadores, diputados, senadores y presidentes municipales… una vieja aspiración clerical. (¿?)
Pese a las impugnaciones contra la elección de Peña Nieto, el episcopado siempre respaldó a las autoridades electorales que le dieron el triunfo al candidato priista, a quien desde un principio la Iglesia lo favoreció en su carrera presidencial al presentarlo con el Papa Benedicto XVI y luego casarlo eclesiásticamente con su actual esposa  Angélica Rivera,  La Gaviota.
Ahora, el episcopado realiza una amplia consulta para determinar quién lo presidirá durante el sexenio 2012-2018. Son dos los prelados que encabezan las preferencias: el cardenal José Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, y monseñor Rogelio Cabrera López, arzobispo de Tuxtla Gutiérrez.
El vocero del episcopado, Manuel Corral, exclama animoso ante este horizonte promisorio que se le abre a la jerarquía con el nuevo gobierno federal:
“¡Caray! Es muy bueno que el nuevo presidente de la República y el nuevo presidente del episcopado arranquen al mismo tiempo en sus respectivos cargos. Los dos empiezan y salen al mismo tiempo; así comenzarán de cero, libres de ataduras. ¡Eso es muy bueno!”.
–¿Cuáles son los asuntos pendientes que el episcopado tiene con Peña Nieto?

–Una apertura completa en el tema de la libertad religiosa. No debemos quedarnos estancados en los hechos del pasado. Debemos ver sin miedo al futuro y darle una visión diferente a las cosas.
–Pero ese tópico es muy amplio. ¿Pondrán énfasis en algún punto?
 
–Sí, claro, en el acceso a cargos de elección popular (!) La ley civil no debe prohibirles a los ministros de culto desempeñar cargos públicos como cualquier otro ciudadano. Eso se llama discriminación. Ya hay organismos en México que la combaten, como el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación. Sin embargo, la Iglesia ha quedado fuera de estas políticas y sigue siendo víctima de la intolerancia. La Iglesia no afecta a nadie, al contrario, siempre ha sido fundamental para la cohesión social de los pueblos.
“Durante su campaña, Peña Nieto nos dijo que está a favor de la libertad religiosa plena. Mantiene esa postura. Bueno, pues habrá que recordarle e insistirle en que termine de configurar esa libertad dentro del marco jurídico. Por fortuna es un hombre joven que no está prejuiciado con antecedentes ideológicos e históricos que otros pudieran tener. Pertenece a una nueva generación que ve las cosas desde otro punto de vista.”
Corral alude a la promesa que, el pasado 19 de abril, Peña Nieto les hizo a los más de 100 obispos del país reunidos en la sede del episcopado, en Lago de Guadalupe, Estado de México. Ahí –bajo el enorme crucifijo del salón plenario de la CEM–el entonces candidato a la Presidencia se comprometió a apoyar las reformas constitucionales que pide la jerarquía en materia de libertad religiosa.
“Esta libertad beneficia sobre todo a las personas, más que a las instituciones. A la libertad religiosa plena la considero un gran logro social”, dijo.
Ante todo realismo
De ahí que, dice ahora Corral, el episcopado no negociará con el nuevo gobierno algunos cambios constitucionales incluidos en el tema de la libertad religiosa –como obtener medios de comunicación masiva o impartir instrucción religiosa en las escuelas públicas–, sino que sólo se concentrará en obtener cargos públicos para sus sacerdotes y lograr que en la Constitución se quite el término de “libertad de creencia y de culto”.
Sobre este punto explica: “Queremos que en la Constitución, el término ‘libertad de creencia y de culto’ se suprima porque ese tipo de libertad es sólo una expresión externa de la fe que, además, es regulada por el Estado. Ese concepto debe suplantarse por el de ‘libertad de religión’, un derecho humano fundamental que el Estado no puede regular. La libertad de religión no la puede prohibir nadie. De esta manera, los artículos en los que se incluye aquel concepto, como el 3, el 27 y el 130, deben modificarse”.
–¿Por qué ahora desisten de pedir cambios constitucionales para poder impartir instrucción religiosa en las escuelas públicas? –se le pregunta.
–Esa pretensión es inviable. Se requerirían alrededor de un millón de maestros para dar religión en las escuelas. ¿Quién les pagaría? ¿Dónde recibirían formación? Pero además qué político o qué partido se atreverían en estos momentos a promover una modificación al artículo 3 constitucional para hacer ese cambio. ¡No! Debemos ser realistas; el objetivo de la Iglesia es evangelizar donde pueda hacerlo, como en las parroquias, las familias o las organizaciones católicas dedicadas a eso.
“La versión de que pretendemos dar instrucción religiosa en las escuelas es sobre todo un mito propagado por los masones, principalmente por la Iglesia Luz del Mundo que es una extensión de la masonería. Pero no hay tal cosa, es querer espantar con el petate del muerto.”
–¿Y tampoco pretenden modificar la ley para poder poseer medios de comunicación masiva?
–Tampoco, porque ya tenemos varios medios de comunicación. Por ejemplo, las diócesis tienen sus propios periódicos registrados y sus respectivas páginas de internet. Hay diócesis que tienen hasta estaciones de radio. Y aunque manejado por laicos, está operando el canal de televisión católica Mariavisión. Según encuestas, los sacerdotes mexicanos son los que más utilizan las nuevas tecnologías para evangelizar; un 32% se vale de las redes sociales.
–¿En estos días, han tenido contacto con el equipo de transición de Peña Nieto para tratar estos asuntos?
–No, oficialmente no. Hay sólo encuentros informales. Por ejemplo, el actual presidente del episcopado, monseñor Carlos Aguiar Retes, ha coincidido con Peña Nieto en algunos eventos en los que simplemente se saludan y charlan un rato. En cualquier momento empezarán a darse las reuniones formales. Sólo esperamos que Peña Nieto designe a la persona encargada de tener la interlocución con el episcopado, como lo fue durante su campaña el señor Roberto Herrera, entonces encargado de llevar los asuntos con las Iglesias. Con él sí llegamos a tener encuentros más formales. Era el enlace de las diócesis con el candidato durante sus recorridos de campaña.
Democracia deficiente
Oriundo de Zamora, España, donde se formó con los Misioneros del Verbo Divino, Manuel Corral es especialista en teología, pastoral bíblica y psicología humanista. Su carrera eclesiástica la ha desarrollado en España, Irlanda, Japón y México. Aquí funge como vocero del episcopado desde 2006, cuando Aguiar Retes asumió la presidencia del máximo órgano de la jerarquía eclesiástica mexicana.
Enfático, Corral señala que, pese a las impugnaciones contra la designación de Peña Nieto como presidente electo de México, por haber comprado la elección, la CEM no tuvo más opción que apoyar al candidato del PRI. Y explica las razones:
“En México hay una democracia incipiente y con muchos defectos, donde los partidos políticos tienen un desgaste total porque sus representantes populares no toman en cuenta al pueblo, sino a sus intereses muy particulares. En las pasadas elecciones, todos los partidos compraron votos a cambio de despensas y dádivas que le dieron a una población empobrecida que no tiene satisfechas sus necesidades básicas. Ese sigue siendo el gran drama de la democracia mexicana.
“Consciente de todas estas limitaciones, el episcopado optó por apoyar la decisión que tomaran las autoridades electorales. Son las instituciones y la deficiente democracia que tenemos por el momento. No hay más. De manera que el mismo día de la elección, cuando las autoridades electorales dieron las tendencias del voto, nosotros las apoyamos a través de un comunicado. Lo mismo hicimos cuando el tribunal electoral le dio su constancia de mayoría a Peña Nieto. El episcopado tuvo que avalar el fallo de las instituciones. ¡No había de otra!.”
–Sin embargo, se dice que ustedes hicieron campaña a favor del candidato priista. Primero lo llevaron en la navidad de 2009 al Vaticano para que se sacara la foto con el Papa Benedicto XVI. Después anularon, fraudulentamente, el primer matrimonio religioso de La Gaviota. Y finalmente casaron a ésta con Peña Nieto, en una ostentosa ceremonia religiosa en la catedral de Toluca, siendo que las leyes eclesiásticas exigen discreción en las bodas de quienes se casan en segundas nupcias. ¿Qué responde a todo esto?
–Son puras falsedades. Son tres mitos que se derrumban fácilmente. En primer lugar está ese machacado viaje al Vaticano, cuando Peña Nieto era todavía gobernador del Estado de México. Esos viajes los realizan en épocas navideñas distintos gobernadores para exponer allá las artesanías de sus estados. Acompañados por algunos obispos de sus entidades, los gobernadores van y saludan brevemente al Papa. Son viajes que sirven para promocionar el turismo a México. Sin intervención nuestra, los medios le dieron más cobertura al viaje de Peña Nieto porque desde entonces era presidenciable. Eso fue todo.
Y respecto a la anulación del primer matrimonio de Angélica Rivera, el fallo lo dio el padre Alberto Pacheco, presidente del Tribunal Eclesiástico de la Arquidiócesis de México. A él le llegó el caso y determinó que el matrimonio era inválido porque se realizó en una playa de Acapulco. Yo conozco muy bien al padre Pacheco desde hace años, es un sacerdote del Opus Dei muy recto y muy estricto. Él mismo me habló del caso y me dijo: ‘Tú me conoces bien, yo jamás me prestaría a un acto de favoritismo’… Le creo, su conciencia no se lo hubiera permitido.
“Y por último, también es falsa la versión de que Peña Nieto y Angélica Rivera se casaron con gran boato. ¡Mentira! Fue una boda a puerta cerrada y muy discreta como lo pide el derecho canónico. A la catedral de Toluca sólo asistieron unos 100 invitados, siendo que tiene cupo para 2 mil gentes. Otra vez fueron los medios los que magnificaron el evento.”
–También se comenta que ustedes han tenido encuentros secretos con el equipo de Peña Nieto para negociar apoyos mutuos.
–No hay nada de eso. Jamás hemos recurrido al secretismo porque no es pertinente ni oportuno. Todos nuestros compromisos han sido abiertos, como la reunión de Peña con los obispos.
Mientras a Peña Nieto ya se le dio el triunfo, quien presida el episcopado será electo durante la asamblea plenaria que los obispos realizarán del 12 al 16 de noviembre próximo, en su búnker de Lago de Guadalupe.
Por los pronto, cada una de las 18 provincias eclesiásticas del país –que aglutinan a las 86 diócesis y arquidiócesis– están realizando por separado una consulta interna para determinar a qué obispo apoyan para encabezar el episcopado. Los resultados de cada una de estas 18 votaciones se enviarán en octubre a la secretaría general del episcopado.
Explica Corral:
“La votación en las provincias es sólo un voto consultivo que servirá a los obispos para saber quiénes tienen mayores preferencias para presidir el episcopado. Es un mero sondeo, una guía, ya que finalmente los obispos en pleno, durante su asamblea de noviembre, elegirán por votación a su nuevo presidente.
“La clausura de dicha asamblea se realizará con una misa el viernes 16 de noviembre. El nuevo presidente encabezará esta ceremonia religiosa que vendrá siendo, en los hechos, su toma de posesión. Aparte de la presidencia, que es por un periodo de tres años con derecho a una reelección, se renuevan algunos otros cargos en el episcopado.”
–¿Ya suenan algunos nombres para presidir al máximo organismo de la Iglesia?
–Sí, por supuesto. Y los nombres que más se mencionan en las pláticas de los obispos son el del cardenal Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, y el de monseñor  Rogelio   Cabrera,   arzobispo   de   Tuxtla Gutiérrez. Ellos son los punteros. Ambos tienen capacidad para desempeñar el cargo. Son hombres sencillos y de diálogo. Conocedores del tema de la Iglesia y de la realidad sociopolítica que vive México. Pertenecen a una nueva generación de obispos. Tienen visión de futuro y saben perfectamente qué es lo que quiere la Iglesia.
Robles Ortega nació en Mascota, Jalisco, en 1949. Sus primeros estudios los realizó en el seminario de Autlán. Se ordenó sacerdote en 1976. Después estudió teología dogmática en la Universidad Gregoriana de Roma. Ocupó varios cargos en la diócesis de Autlán. En 1996 Juan Pablo II lo nombró obispo de Toluca, por lo que en ese cargo tuvo contacto con el Grupo Atlacomulco al que pertenece Peña Nieto. En 2003 se le designó arzobispo de Monterrey y después, en diciembre de 2011, arzobispo de Guadalajara en sustitución del cardenal Juan Sandoval Íñiguez.
Por su parte, Rogelio Cabrera es un guanajuatense de 61 años formado en el seminario de Querétaro. En Roma, estudió teología en la Universidad Gregoriana y sagrada escritura en el Instituto Bíblico. Tuvo algunos cargos y parroquias en la diócesis de Querétaro. En 1996 fue nombrado obispo de Tacámbaro, en 2001 de Tapachula, y en 2007 de Tuxtla Gutiérrez. En la CEM fue presidente de la Comisión de Pastoral Bíblica.
Aparte de estos dos prelados –agrega el vocero del episcopado–, en los corrillos de la cúpula eclesiástica se barajan en segundo término los nombres de Víctor Sánchez, arzobispo de Puebla; Hipólito Reyes, arzobispo de Xalapa, y Javier Navarro, obispo de Zamora.
Un hecho es seguro; cualquiera que sea electo presidente, deberá trabajar con el gobierno de Peña Nieto para juntos impulsar los cambios constitucionales a los que aspira la jerarquía.

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