25 ago 2013

HERMENÉUTICA DEL SONIDO/Roberto López Moreno


HERMENÉUTICA DEL SONIDO/Roberto López Moreno

Hermeto se encuentra sumergido
en su pozo de imágenes sonoras.
Está escribiendo el once de agosto.
¿Cómo sonará el once de agosto? ¿el 10, el 12?
Ah, hermetismos que sólo un luz descifra.
A él le toca descorrer el secreto
del que se nutrirán los cuatro puntos cardinales.
Le asiste en el trabajo la Coatlicue, madre del terremoto,
la que ordena la geometría de la tierra,

González Phillips, músico, igual que Hermeto, observa,
sabe que Coatlicue, la tierra, es un estremecimiento
de roca en las entrañas, un sonido de  cello,
de profundo violoncello en clave de fa
medido a tres cuartos del planeta sobre el lineal pentamisterio.
Nereo ofrece a Hermeto sus acentos de agua,
aguas revueltas y aguas mansas participan junto a Hermeto Pascoal,
Nereo las domeña ondas para que aereen en ellas
la levedad de las Nereidas.
González Phillips, Guillermo, apunta en su libreta de agua,
hay ríos heráclitos y estigias fuentes,
arcos y pizzicatos desde una llave de do en tinta negra        
que camina veloz a los azules.
Y todo va del pozo hermeto al aire.
Lilith en lo alto, adornada con distancias de alas sumerias,
es aire que ejerce, viento que mueve y que libera,
apoyo, como un violín segundo para sostener el fuego.
(Ábrara: re, sol, si bemol, socializados, mi bemol, sol, la bemol, socializados; fa y la blancas; fa, la, re socializados; mi bemol, sol bemol, si bemol socializados; mi, do, sostenidos; fa, re sostenido; sol sostenido y mi becuadro; mi y la blancas; fa y re sostenidos)  
Trimegisto sabe que necesita el once para hacerse cuatro.
Llega Beleno a completar la obra. Beleno, violín primero,
Beleno, el del abrazo que incinera,
El que dispuso que ardiera todo lo que tocara.
Crece el resplandor, su origen deífico ya no es céltico,
el colibrí ecuatoriano
fue uno de los repartidores del fuego según Lezama.
El fuego es de todos. Se expande así Beleno,
Se enfosfora la libreta de González Phillips.
Trimegisto ya es cuatro.
El cuarteto no puede decirse en cuatro nombres.
Ni Cuatlicue ni Nereo ni Lilith ni Beleno
Ni tierra ni agua ni aire ni fuego.
Ya tiene nombre, se llama Once de agosto.      

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