- Plantados en la Plaza de la Constitución, los más de 20 mil maestros que han llegado desde distintas comunidades del país a la capital para pelear contra la reforma educativa están decididos a resistir.
Diagnóstico equivocado, reforma fallida
SANTIAGO IGARTÚA
Revista Proceso # 1921, 24 de agosto de 2013
La privatización de los hidrocarburos y de la generación
de electricidad no es lo único que preocupa a algunos sectores de la sociedad.
Los profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación,
quienes han paralizado las principales avenidas de la Ciudad de México, motivo
por el cual son linchados mediáticamente, manifiestan su voluntad de mantenerse
firmes en su protesta contra una reforma que, sostienen, privatizará la
educación, incluso a los mismos maestros y alumnos, convirtiéndolos en
porcentajes, en mercancía al gusto de la OCDE.
Plantados en la Plaza de la Constitución, los más de 20
mil maestros que han llegado desde distintas comunidades del país a la capital
para pelear contra la reforma educativa están decididos a resistir.
Han desbordado el Zócalo con pequeñas casas de campaña,
recargadas unas contra otras, la mayoría improvisadas con pedazos de plástico,
cartones y varillas unidas con cinta canela. Algunos pudieron colocarse bajo
dos grandes carpas que el gobierno capitalino instaló para exhibir películas
durante el periodo vacacional. Esa es su única barrera contra la lluvia y el
frío que cala en las madrugadas.
De día, mientras los hombres toman las calles en su lucha
contra una reforma que los agravia, las mujeres se quedan a cuidar a los niños
con los que hicieron el viaje. Cuelgan en mecates sus cobijas mojadas y cocinan
en anafres. La suciedad se acumula en las jardineras; es profundísimo el olor
que le descompone el semblante a cualquiera.
Insultados en las calles, hombres y mujeres lejanos al
poder de las cúpulas sindicales explican sus circunstancias: “Mucha gente cree
que preferimos viajar hasta aquí, algunos durante días, antes que ir a
trabajar. Hay que pagar pasajes, dejar la familia, comer lo que se pueda. No se
ponen a pensar los sacrificios que hace uno, económicos y físicos. Ponemos en
riesgo la salud. Tratamos de ser higiénicos pero somos muchos. Estamos a sol,
frío y agua allá afuera (en las manifestaciones) y vamos a seguir hasta que
aguantemos”, dice José Juan Castro, maestro de la región de Tuxtepec, Oaxaca.
Xóchitl Cruz, de la sección XVIII de la Coordinadora
Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), le explica a un grupo de
maestros de comunidades rurales e indígenas de Oaxaca y Michoacán que los
legisladores discutirían las iniciativas de la Ley General de Educación y de la
Ley del Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INEE), dejando fuera
del periodo extraordinario la de la Ley General del Servicio Profesional
Docente (SPD).
“Son las mismas leyes que conocíamos desde abril. Aunque
no pasen ahora la Docente sí pasan las otras dos y ya nos amolaron. No nos
escucharon”, dice la maestra al reportero, en referencia a los foros Análisis y
Perspectivas de la Reforma Educativa, que a raíz de las negociaciones de la
CNTE y la Secretaría de Gobernación se realizaron durante 42 días con maestros
y decenas de expertos en la materia, cuyas conclusiones fueron ignoradas en las
leyes reglamentarias.
“La Docente es la que ejecuta las formas de despido
masivo y termina con el sindicalismo. La frase que más se repite es ‘será
separado del servicio sin responsabilidad para la autoridad’. Pero la (Ley) del
INEE era la que más les importa, aunque digan que era la otra. Con esa
privatizan todo y se lavan las manos para corrernos. Aunque lo nieguen.
“Mucha gente no abre los ojos: El problema de la
educación es la corrupción, no los maestros. Elba existió con el poder y el
dinero que directamente le daba el gobierno, incluidas nuestras cuotas. En
ellos está el problema. Pero para ellos en despedirnos está el corazón de la
reforma.”
El profesor Castro da su punto de vista: “Un maestro
luchando por sus derechos, por no ser pisoteado, también es un maestro que está
enseñando. Si quieren ayudar a los maestros, democraticen el SNTE. No impongan,
como hicieron con Gordillo, a su mano derecha supeditada a sus intereses”.
Privatización ideológica
El 18 de octubre de 2012, como presidente electo, Enrique
Peña Nieto se presentó en París ante la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE), institución presidida por el exfuncionario
priista José Ángel Gurría.
En presencia de personajes del ámbito empresarial,
acompañado por el entonces coordinador general de su equipo de transición, Luis
Videgaray, habló de la “visión de país” que se proponía “impulsar” desde el
gobierno y los “principales objetivos” de su programa de acción. Destacó la
educación como el “pilar del desarrollo nacional” y se manifestó por adoptar
“mecanismos como los propuestos por la OCDE para elevar la calidad de la
educación” y alcanzar un “crecimiento económico sostenido”.
Días más tarde asumió el poder con la reforma educativa
como carta de presentación, que fue declarada constitucional el 26 de febrero y
de la cual se desprende el paquete con las dos leyes reglamentarias que aprobó
esta semana el Congreso de la Unión en periodo extraordinario, referentes al
INEE y el decreto que reforma la Ley General de Educación, así como la
iniciativa de Ley General del Servicio Profesional Docente, pospuesta
temporalmente por los legisladores.
Desde entonces, el gremio magisterial que no está alineado
con el gobierno y académicos especializados en la materia han advertido acerca
del carácter empresarial con que fueron diseñadas la reforma y sus leyes
secundarias.
Consultados por Proceso, especialistas en el sector
educativo analizaron las entrañas de la reforma que desde las calles los
miembros de la CNTE han decidido rechazar.
Para los académicos, la privatización “ideológica” que se
establece a partir de cambios sustentados en un sistema de evaluaciones y
lineamientos laborales administrativos, por encima de una discusión educativa,
marcan la reforma.
Raquel Sosa, investigadora de la UNAM, sostiene que las
leyes secundarias confirman un esquema de simulación y subordinan la política
educativa del país a un organismo extranjero (la OCDE).
“Es una forma de privatizar la educación en manos de este
grupo, manejarla como una empresa. Lo que importa es que respondas como quieren
quienes te van a evaluar a partir de planes y programas dictados por un
despacho económico, priorizando la competitividad, la productividad, la
eficiencia. Nada les importan los millones de analfabetas y personas que no
terminan la educación primaria.”
Respecto a la embestida en materia laboral contra los
maestros, Sosa asegura que la reforma cumple la función de controlar al magisterio.
“Por eso las negociaciones entre el gobierno federal y la
CNTE las llevó Gobernación, no la SEP. Es un tema de gobernabilidad”, dice para
después advertir sobre la creación del Sistema de Información y Gestión
Educativa, decretado en la Ley General de Educación, que se establece con las
atribuciones de regular, coordinar y operar un padrón nacional de alumnos,
docentes, instituciones y centros escolares. “Se plantea que si hay una
situación que lleve a que los maestros se manifiesten o cuestionen a la
autoridad, sean separados del servicio”.
Para Eduardo Andere, investigador del ITAM, crear el INEE
y el SPD con las funciones que los definen es partir de un diagnóstico
equivocado.
La corrupción, dice, no desaparece por decreto, como
tampoco la calidad educativa se asegura por mandato. “No se trata de meter al
magisterio en una olla de presión. Para hablar de una verdadera reforma hay que
hablar de pobreza, segregación, iniquidad, corrupción y cultura. Son factores
externos a la escuela que inciden en la educación del alumno. Si el niño llega
a la escuela desnutrido, golpeado o tenso, rodeado de un ambiente violento, la
pedagogía puede hacer muy poco.
“Lamentablemente no es la reforma educativa que le urge a
este país. Esta es una reforma que atiende asuntos meramente laborales,
concretamente de administración de recursos humanos”, acota el ingeniero Manuel
Pérez Rocha, exrector de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
El problema más serio es que el peso de la reforma no va
encaminado a la educación, sino al ámbito laboral de los maestros, dice el
doctor Hugo Aboites, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana:
“Respecto al ingreso, la promoción y la permanencia del
personal docente no sólo se vulnera el artículo tercero constitucional, sino
también los derechos de los trabajadores. En concreto, el hecho de que después
de un examen me van a despedir, que es el acuerdo que se firmó con la OCDE. Y
más allá se prescinde de la bilateralidad. Hay una clara tendencia a romper la
influencia de los gremios en la educación. Pero ya no sólo las dirigencias
corruptas, sino los sindicatos en sí mismos. ‘Ustedes son empleados de esta
nueva cultura laboral de la precariedad de derechos y no más. Ustedes cumplan
con su deber. Van a ser evaluados; si no funcionan los vamos a despedir’”, dice
el especialista.
En términos de privatización, Sosa recuerda que, entre
otras cosas, en torno a la educación se disputan un presupuesto que para 2013
alcanzó 260 mil 277 millones de pesos y el control de un generador crítico de
la sociedad.
“Todos los grupos de poder quieren intervenir en la
educación. Porque a grupos como Mexicanos Primero o las mismas iglesias les
parece sumamente agresivo que la educación pueda generar un conocimiento
crítico. El Banco Mundial estableció que de donde se pueden extraer más
ganancias, después de las armas y las drogas, es en la educación. Entonces han
hecho toda una parafernalia tremenda para sacar al Estado de la educación y
convertirlo en un campo de disputa entre organismos privados.”
Andere explica que el afán de medir y evaluar la reforma
responde a su carácter corporativo:
“Y los empresarios tienen una voz fuerte y directa al
mandar un mensaje de (pedir una) reforma educativa conductista, estableces un
objetivo de producción. Es una visión reduccionista de la educación. Cuando tú
te obsesionas con la evaluación acabas convirtiendo el proceso pedagógico en
ensayar para el examen. Entonces el maestro ya no se preocupa tanto por
modificar las actitudes de aprendizaje de los niños y se pierden las
actividades para la solución de problemas, creativas, de ejercicio, de
colaboración y de pensamiento crítico.”
Aboites lo resume: “Creo que hay un grado de
desesperación muy fuerte por la exigencia desde el extranjero porque México no
tiene un sistema educativo competitivo, que ofrezca al capital una mano de obra
lo suficientemente capacitada, un capital humano –como dice EPN– a la altura
mundial. Y hay una presión muy fuerte para aceptar las recomendaciones de la
OCDE, porque esa es la llave para la entrada de capital.
“Si la OCDE dice que México no está aplicando las
políticas correctas en materia social, de educación, de salud, empieza a tener
un tache a nivel mundial que se traduce en la baja de inversión de capitales
extranjeros. Pierde su nivel de competitividad mundial y eso lo ven muy
peligroso. Y a fuerza de la presión, están convencidos de que ésta es la única
salida.”
Desplazar a la SEP
Creada con el fin de garantizar la calidad de la
educación, la Ley del INEE encomienda a esa dependencia “la alta
responsabilidad” de evaluar el desempeño y resultados del sistema educativo
nacional en la educación obligatoria, así como expedir los lineamientos y
emitir las directrices para hacer las valoraciones.
También tendrá entre sus atribuciones definir planes y
programas anuales para la educación básica y media superior conforme a los
cuales se harán las evaluaciones; para ello se creó el Sistema Nacional de
Evaluación, el cual tendrá la facultad de determinar los niveles mínimos para
el ejercicio de la docencia y para desempeñar los cargos de dirección y
supervisión, así como para autorizar los parámetros e indicadores para el
ingreso, promoción, permanencia y reconocimiento de los profesores.
El INEE tendrá “plena” autonomía técnica, de gestión,
presupuestaria y para determinar su organización. Entre las facultades de la
Junta de Gobierno está la de aprobar los proyectos de medición y evaluación del
sistema educativo nacional, así como los instrumentos, lineamientos,
directrices y criterios.
La institución también podrá aprobar las bases para
establecer los vínculos que considere necesarios para formalizar la
participación, colaboración y coordinación en materia de evaluación con las
autoridades educativas, instituciones académicas y de investigación,
organizaciones nacionales y extranjeras y organismos internacionales.
Con la creación de este instituto, explica Sosa, hay una
renuncia a la rectoría del Estado en la materia: “La reforma establece que en
adelante las autoridades educativas estarán subordinadas a los lineamientos que
establezca el INEE, convertido en un organismo público, descentralizado y
autónomo que le va a decir a la SEP lo que tiene que hacer, qué programas de
estudio puede autorizar, porque se va a evaluar sobre esos planes.
“Todo el funcionamiento de las escuelas, su gestión, su
administración, su supervisión y, desde luego, la supervisión de los maestros,
será realizada por ese instituto, que siendo descentralizado y autónomo puede
acordar contratos y convenios nacionales, internacionales, privados o públicos,
sin pasar por el Congreso ni la Secretaría de Hacienda. Esa libertad es lo que
le interesa desde hace muchos años al Banco Mundial y a la OCDE.
“La Junta de Gobierno del INEE, con cinco integrantes
elegidos mediante ternas que seleccionó la Presidencia de la República, está
presidida por Sylvia Schmelkes del Valle, presidenta también de la Junta de
Gobierno del Centro de Investigaciones e Innovación Educativas de la OCDE de
2002 a 2004, y del Consejo Asesor sobre Liderazgo Escolar y Política de esa
misma organización en México.
“Es muy grave porque la rectoría del Estado no puede ser
renunciable. No es aceptable que sustituyan a las instituciones del Estado por
institutos autónomos que pueden hacer de todos nosotros como les venga en gana.
Pero de esta manera la institución educativa superior del país estará en manos
de lo que decida un instituto que va a subordinar la política de un país a un
organismo extranjero, como una empresa. Es una forma de privatizar la educación”,
remata Sosa
Andere señala que entregar tanto poder al INEE es una
medida “centralizadora” que sólo aumentará el gasto en la materia, y advierte
sobre el riesgo de crear institutos con esos alcances, como lo han sido el IFE
o el IFAI, en un país “corrupto”.
“Son organismos muy costosos. Yo no conozco ningún otro
instituto para la educación de ese tamaño, ni siquiera en el mundo OCDE. Y no
necesitamos un súper INEE para la evaluación, porque el principal tema del
fracaso educativo en México no es la evaluación educativa. Las trabas de la
educación y el aprendizaje de México están en los problemas estructurales,
sociales: la pobreza, la iniquidad, la segregación, la corrupción.”
Manuel Gil Antón, sociólogo de El Colegio de México, es
contundente al afirmar que crear un instituto autónomo, con la función de
evaluar a cada profesor, es trasladar la responsabilidad de la autoridad.
“Estamos ante un grandísimo riesgo en el que el INEE
sustituiría a la autoridad educativa y entonces, muy cómodamente, le diría a un
profesor: ‘Oye, pues el INEE, que es autónomo, te corrió. No la SEP’. Nos
estamos llenando de organismos autónomos que terminan por politizarse muy
fácilmente y en los cuales parecería que el gobierno renuncia, aparentemente, a
sus responsabilidades. Eso es una barbaridad”, dice el académico.
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