El
Papa lamenta el “silencio cómplice” ante la matanza de cristianos en Kenia
Francisco
compara la masacre de la Universidad de Garissa con el calvario de Cristo hace
dos milenios
LUCIA
MAGI
El País, Roma 4 ABR 2015 - 19:14 CEST
El
calvario de Cristo en Jerusalén y la matanza de sus feligreses en Kenia, dos
mil años después. El paralelismo centró las oraciones y los actos del Papa
Francisco en la tercera Semana Santa desde que el jesuita se instaló en el
solio de Pedro. Sobre todo el Viernes santo, el día en el cual la Iglesia de
Roma conmemora la muerte de su fundador, estuvo este año profundamente marcado
por la masacre de los 147 universitarios a manos de terroristas islamistas.
“Aún
hoy vemos a nuestros hermanos perseguidos, decapitados y crucificados por su
fe”, dijo el viernes el Pontífice presidiendo el tradicional Vía Crucis en el
Coliseo, frente a miles de fieles y a centenares de velas, en una noche romana
insólitamente fría por esta época del año. Pero, más allá de la solidaridad
humana y de la cercanía en la oración, Bergoglio dio un toque a la comunidad
internacional, porque, lamentó, todo ello pasa “bajo nuestros ojos o con
frecuencia con nuestro silencio cómplice”.
Por
la tarde el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede,
envió un telegrama al presidente de la Conferencia Episcopal de Kenia, cardenal
John Njue, arzobispo de Nairobi: “Profundamente apenado por la inmensa y
trágica pérdida de vidas humanas causada por el reciente ataque a la
Universidad de Garissa, el Santo Padre condena este acto de insensata
brutalidad y reza por la conversión de los corazones de aquellos que lo han
perpetrado”. Condena y rezo se juntaron otra vez a un llamamiento oficial del
Vaticano a las autoridades “a redoblar esfuerzos con el fin de trabajar con
todos los hombres y mujeres de Kenia para poner fin a esta violencia y saludar
la luz de una nueva era de fraternidad, justicia y paz”, expresaba la carta.
La
reprobación de las persecuciones yihadistas contra los cristianos, “mártires”
contemporáneos según los definió del Papa, centró también la preparación al Vía
Crucis. Antes de acudir al Coliseo, Francisco atendió en la Basílica de San
Pedro a la celebración de la Pasión de Cristo y escuchó concentrado las
palabras de padre Raniero Cantalamessa: “Cuántos ‘Ecce homo’ en el mundo", exclamó el predicador de la Casa Pontificia,
"¡Dios mío, cuántos! Cuántos presos se encuentran en las mismas
condiciones de Jesús frente a Pilato: solos, esposados, torturados, en las
manos de militares brutos y llenos de odio, que se abandonan a todo tipo de
crueldad física y psicológica, disfrutando de su sufrimiento. No podemos
dormir", cerró el franciscano Cantalamessa con voz emocionada, "no
podemos dejarlos solos!”.
El
Papa escuchaba cabizbajo, con las manos cruzadas. Es probable que la
comparación entre las humillaciones, las torturas y la muerte que Cristo sufrió
hace 2.000 años y las vejaciones actuales de muchos cristianos, vuelva este
domingo en el cierre de la Semana Santa.
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