2 ago 2009

Johmmy Depp

Johnny Depp/ Entrevista
"Siempre me pone el que va a contracorriente"
ROCIO AYUSO
El País Semanal, 02/08/2009;
Iba para rockero, pero el cine se puso en su camino. Nadie le habló de su cara oscura: la fama. Jugando a sortearla ha conseguido ser el rebelde más taquillero de Hollywood. Ahora, el 'pirata' se pasa a gánster.
El dinero no consigue la felicidad, pero te permite comprar un gran barco con el que echar velas y surcar rumbo a ella". Johnny Depp, la estrella más buscada en Hollywood, su rebelde más taquillero, el galán que nunca ejerce de tal, el más estrambótico de sus actores, dijo esta frase pocas semanas antes de nuestro encuentro en Chicago. Fue en otra entrevista y llevado por otros aires, esos con los que surca los mares del Caribe, pero ahora de por libre, sin necesidad de un rodaje. Las aventuras de Jack Sparrow en Piratas del Caribe le dieron a Depp lo que nunca quiso: la fama con mayúsculas. Pero también le dieron un gran botín con el que se compró su propia isla en el Caribe, Little Hall's Pond Cay, 18 hectáreas en las Bahamas que ha rebautizado con nombres que significan más en su vida y donde se escapa cada vez que puede para huir precisamente de la fama que le ha permitido este dispendio. "Aquí puedes ver todavía la marca que me quedó de estar al sol con un colgante", se ríe Depp con esa cadencia tan suya al hablar, melosa, pero clara, mientras me enseña la leve quemadura que se le ha quedado en el pecho por pasar demasiado tiempo bajo el sol con el medallón que lleva al cuello, un objeto que parece salido de alguna película de Hellboy.
Eso es lo único que llego a catar del último paseo de Depp por su paraíso terrenal, porque lo que me toca vivir con él es su infierno. O algo así. Porque la fama hay que pagarla y Depp llega al estreno de su último largometraje, Public enemies (en España, a partir del día 14), tras concluir el rodaje de The Rum Diaries en Puerto Rico, volar a Los Ángeles para encontrarse con su familia, la cantante Vanessa Paradis y sus hijos, Lily Rose y Jack, y acompañarlos a Francia, desde donde hoy regresa a Chicago para esta premiere. Todo eso en menos de una semana. Si el jet-lag le atenaza, no da muestras de ello, y Depp se para con cada periodista, con cada aficionado, posa para cada foto y bromea con cada cartel que le declara amor eterno desde el otro lado de la alfombra roja que le conduce a su nuevo estreno.
Una imagen que contrasta con esa suya de hace poco más de una década, cuando luchaba contra la fama, hablaba entre gruñidos, con la mano siempre en la boca, y era más conocido por destrozar habitaciones de hoteles que por decorar barcos como el Vajoliroja (Vanessa, Jonnhy, Lily Rose y Jack), centro de sus escapadas caribeñas. Es la misma persona, el mismo pedazo de actor, y sin embargo, ¡cómo han cambiado tanto él como su mundo alrededor!
¡Entonces no estoy loco!", exclama. "Situaciones como la de anoche son de locos. Uno nunca se acostumbra a cosas así".
Sin embargo, tomó el toro por los cuernos y fue todo un caballero con sus 'fans'.
No quiero que me malinterpreten, y aprecio todas sus muestras de cariño desde lo más profundo, pero uno es humano y sólo puede aceptar todo esto hasta cierto punto. ¡Por eso no salgo de casa! (risas). Es todo tan extraño, que no puedo ni imaginarme cómo será a los niveles de Brad y Angelina. O lo que habrá tenido que pasar Michael Jackson. No sé cómo pueden. Supongo que es vivir o morir. Pero incluso a mi nivel, desde mi propia perspectiva, es una mordida muy grande la que se lleva la fama.
La familia, ¿lo lleva mejor? ¿O todos estos kilómetros que hace son para protegerlos? [sonríe]. Mis chavales son infinitamente más listos que yo y le han pillado el tranquillo mucho antes. No es que les exponga a todo esto, pero cuando me acerco al colegio y les veo con sus amigos, en su ambiente, son los que más me han enseñado a estar en público. No sé si yo les he enseñado algo. Si me das a elegir entre una silla en un cuarto oscuro o cruzar 10 metros bajo las miradas de todos, me quedo con lo primero. Y si crees que es una enfermedad, que soy un caso patológico, adelante. La definición de lo que es normal desapareció hace tiempo. Al menos en mi mundo.
¿Lamenta esa pérdida de normalidad? No. Tampoco es un momento para lamentarse. Para mí, la fama es esa pelota que alguien puso en mis manos hace 20 años y me dijo que echara a correr. Lo que no me dijo es esa otra parte de la ecuación que lo acompañaba. La pérdida del anonimato. Una putada en ocasiones, sí. No poder ir a Disneylandia con mis chavales, por ejemplo. Tener que buscar cámaras ocultas en los cuartos de baño y esas cosas, en los tiempos tan voyeuristas que corren en los que siempre hay una cámara, un teléfono móvil, alguien que te está apuntando. Quema un poco. Pero mi vida no está nada mal [risas]. Es sólo que en algunos momentos necesitas un respiro. De las películas, de la fama, de las fotografías. Y ése es el momento en el que me voy a mi isla y no hago nada. Literal. Me siento y dejo que me caiga el hilillo de baba. Paso el tiempo con mis hijos, recogiendo conchas en la playa, sin juguetes, sin teléfonos, sin agentes. Nada. El horizonte, mi familia y yo. Eso me añade dos minutos de vida, ¿no crees?
En el otro horizonte, el laboral, Depp no para. Le queda poco tiempo para desconectar en su isla. Su filmografía, a los 46 años, ronda ya el medio centenar de películas, y lo que parecía una carrera independiente, efímera y singular de alguien que llegó a Hollywood con aspiraciones musicales ha acabado siendo la de una de las estrellas más rentables del momento. Y todo ello sin recurrir a los papeles de superhéroes, el camino que han seguido muchos de sus compañeros de generación. Como asegura Depp con sonrisa sarcástica, a él "no le van las mallas". Debe de ser la única indumentaria que no ha probado en su carrera, porque el resto no puede ser más variada, con esas tijeras por manos de Eduardo Manostijeras, los jerséis de angora de Ed, la puntiaguda nariz de Sleepy Hollow, o su próximo trabajo como el Sombrerero Loco en la Alicia de Tim Burton, entre los más pintorescos. Por no citar su ya emblemático Jack Sparrow.
Cualquiera que sea la película, Depp comienza siempre con el personaje haciendo sus propios bocetos, si se trata de una total invención, o descubriendo todo lo posible de su papel, si se trata de alguien de carne y hueso. Como, por ejemplo, probarse los pantalones en los que murió John Dillinger para su trabajo en Public enemies, película de Michael Mann que reconstruye el último año de vida del enemigo público número uno.
Claro que me los probé" afirma. "Es que, si te dan una oportunidad así, ¿tú no lo harías? Es tu deber. Lo malo es que me los probé después de haber hecho la película. Pero me valían".
Si los pantalones no llegaron a tiempo, ¿cómo reconstruyó el papel de Dillinger? Su figura me fascinó desde niño. No sé por qué. La misma fascinación que sentía por Charlie Chaplin o Buster Keaton. Quizá tenía que ver con mi familia, con mi abuelo, por quien sentía mucho apego, una especie de Robert Mitchum en Thunder Road que pasaba alcohol de contrabando en los condados en los que imperaba la ley seca. Y mi padrastro, otro tipo duro que pasó algún tiempo, sus años educativos como decía, en la prisión de Statesville, la misma en la que sirvió Dillinger. Quizá por eso me fascinaba esa figura de Dillinger.
A usted y a muchos, a juzgar por las numerosas adaptaciones de alguien que en una docena de atracos se llevó por delante alrededor de 300.000 dólares de la época (unos 4,8 millones de dólares de ahora). A mí ya sabes que siempre me pone el que va a contracorriente, el que lleva las de perder [risas]. Es mi especialidad. Y entre el público influye ese deseo que hay en todos nosotros de conseguir lo que queremos sin sufrir las consecuencias, ¿no crees? John Dillinger fue un héroe existencialista. Alguien que luchó contra el sistema e hizo lo que pudo con la mierda de la que había partido. Mi visión de Dillinger es más la de un Robin Hood de esa época. Alguien idolatrado en su momento que además supo cómo cultivar su imagen.
¿Quién fue su inspiración en este caso? Esta vez sería más un punk como Joe Strummer. Quizá. Aunque la canción que escuché durante todo el rodaje fue Nightmare, de Arti Shaw. Un tema que apliqué prácticamente a cada una de las escenas.
El rodaje, además, tuvo lugar en tierra conocida. Todo el proceso fue tan natural y a la vez tan extraño. Rodar la muerte de Dillinger dejando caer mi cabeza exactamente en el mismo lugar en el que Dillinger cayó muerto. Como actor eso no hace más que mejorar tu interpretación. Y éramos prácticamente vecinos. La granja en la que nació, en Mooresville, no está ni a tres horas de Owensboro (lugar de nacimiento de Depp en Kentucky). Sólo puedo agradecerle a Michael Mann este gran regalo que puso en mis manos. Su preocupación por el detalle nos dio los mejores lugares para rodar, donde tuvieron lugar los hechos.
Sin embargo, se ha hablado de un Depp impaciente con las manías de Mann. ¿Son muy diferentes comparadas con las de Tim Burton? Soy de los que creen que como actor siempre debes dar la mejor de tus interpretaciones, primero por ti y por tu familia. Una responsabilidad aún mayor con tu audiencia, para no aburrirla. Pero también tienes una gran responsabilidad con tu director. Y cuando trabajas por primera vez con alguien hay un periodo de ajuste. Tim, a estas alturas, más que un director, más que un realizador, más que mi hermano, es mi mejor amigo. Nos une un lazo muy fuerte, una confianza innata. Por extraño que parezca, en términos cinematográficos, no hay nada que no esté dispuesto a hacer por él.
¿Incluso si le pide que vea sus propias películas? [risas]. Sé que suena raro, pero no soy capaz de verme. He aprendido a participar en todo el proceso de promoción de la cinta, me divierten las matemáticas que hay en la producción de un filme y disfruto enormemente cuando estoy construyendo el personaje. Pero no puedo verme en la pantalla. Prefiero quedarme con el proceso artístico que con el resultado palpable y económico que es producto de ese esfuerzo.
Otro día. Otra premiere. Esta vez en Los Ángeles. La misma alfombra roja, la misma adoración, los mismo flashes y el mismo Depp ataviado con ese estilo tan suyo, jugando a ser el chico malo, aunque el chaleco roído sea de Armani, y la camisa de bucanero, de Prada. Las ganas de divertirse con su atuendo no han cambiado con su estatus, y tampoco lo ha hecho su entorno. Para alguien capaz de recaudar 140 millones de dólares en un fin de semana de estreno como hizo con el tercer Piratas del Caribe, Depp llega a sus entrevistas prácticamente solo para los estándares de Hollywood: un par de representantes del estudio, su publicista, Robin Baum, y Keenan Wyatt, ese que hace las veces de amigo y guardaespaldas. Su gesto sigue siendo sonriente y tímido, aunque lleve el mundo por montera. Una confianza que desde hace 10 años Depp atribuye al nacimiento de su primogénita, Lily Rose, de Jack, y a la compañía de la madre de sus chavales, la actriz y cantante francesa Vanessa Paradis. Con todo lo rebelde que Depp ha sido a lo largo de su carrera, en cuestión de parejas, ya fuera en los tiempos del Winona para siempre que tatuó en sus carnes en honor a Winona Ryder o en esos otros años locos junto a Kate Moss, el actor siempre ha destacado en un Hollywood promiscuo como el más monógamo de sus galanes.
Tengo que darle todo el mérito a Vanessa y a mis hijos por aguantarme. Por soportarme cada vez que me voy a un rodaje. Porque cuando uno trabaja se imbuye en lo que hace. Y en mi caso son meses de largas jornadas en la mayoría de los casos fuera de casa los que tienen que soportar".
¿Acostumbra a llevar a sus personajes a casa? Quizá algunos como el Capitán Jack o Eduardo (Manostijeras) dieron más lata. Pero no es lo normal.
¿Qué piensan sus hijos de su trabajo?
No preguntan mucho. Están acostumbrados a esta mecánica. Mi hija, Lily Rose, acaba de cumplir 10, y según ella ya puede ver mis películas, aunque yo tengo claro que hay cosas como The Libertine que no le dejaré ver hasta quetenga 60 [risas]. No lo tengo muy claro con Public enemies. Vio Eduardo Manostijeras con Jack y acabaron llorando, así que no tengo muy claro que puedan ver más por el momento. Iban a alucinar.
¿Qué es lo que ha hecho de Vanessa la mujer de su vida? Recuerdo que hace 11 años estaba en un hotel mientras rodaba en Francia La novena puerta con Polanski. Sólo vi una espalda, un cuello. Se dio la vuelta y no necesité más. Era Vanessa. Y 11 años y dos niños más tarde, ya ves. No tengo más que explicar.
Vanessa, los niños y media docena de casas alrededor del mundo, entre ellas su isla y su mansión en Francia. ¿Cómo se organizan la vida? Pasamos la mayor parte de nuestro tiempo en Los Ángeles, porque es donde los niños van al colegio. Pero Francia me ha dado el lujo de poder disfrutar de las cosas sencillas porque allí vivimos en la campiña. Nuestra vida es mucho más simple. Además, a uno le viene bien mantener cierta distancia de su propio país. Te da una nueva apreciación.
¿Y la isla?
Como todo en mi vida, las cosas vinieron dadas. Tras Piratas del Caribe, mi carrera dio un gran giro y las cosas fueron un poco más... ¿extrañas? El mundo se hizo más grande y fue como una explosión de lo más rara. Así que una vez que acabé el rodaje de La ventana secreta me fui de vacaciones con mis chavales y mi chica, y alguien me dijo eso de "Echa un vistazo ahí abajo, que están vendiendo una isla. Yera cierto. Así que fui a verla y fue todo lo que necesité. Lo siguiente fue llamar a mi manager y ya está. Ya sé que parece un lujo, pero fue el momento perfecto y para mí no es ningún exceso. Al contrario, es el único sitio donde puedo llevar una vida tranquila.
El giro que menciona Depp no parece tener freno. Su nombre mueve montañas. La esperanza de una nueva entrega de Piratas... está salpicada por una incesante cartera de trabajos insólitos que caen en sus manos. Otros los busca, como el último rodaje en el que acaba de participar, The Rum Diaries, filme en el que también trabaja como productor desde su compañía Infinitum Nihil. Han sido más de 10 años, casi 20, desde que habló de esta adaptación con Hunter S. Thompson, desde que le dio su palabra de amigo, pero The Rum Diaries ya es una realidad. Depp también acudió al rescate de otro amigo, Terry Gilliam, cuando la inesperada muerte de Heath Ledger le dejó a mitad de rodaje sin protagonista en The imaginarium of Doctor Parnassus. Junto con Jude Law y Colin Farrell, Depp completó la obra póstuma de Ledger. Y si de amistad se trata, nada como la que le une a Tim Burton completando ahora su séptimo trabajo juntos en Alicia.
El último que me viene a la mente es Robert Pattinson, pero su nombre, su carrera, siempre está en los labios de esas nuevas generaciones que quieren emularle. Eso era como cuando empezaba y me decían que era el nuevo James Dean y yo sólo podía pensar que Dean estaba muerto desde 1955 [risas]. Son etiquetas. En mi mente sólo puedo pensar que he sido muy afortunado. Las cosas han llegado cuando tenían que llegar. Nunca esculpí un plan maestro. He hecho lo que he hecho, y punto. Y he tenido la suerte de contar con gente que me ha apoyado siempre. Como Tim Burton. Por ejemplo, cuando Paramount no quería saber nada de mí para Sleepy hollow. Tim luchó por mí y eso supuso un gran giro en..., odio utilizar la palabra carrera, así que diré en mi vida. Lo que tengo es suerte de llevar tanto tiempo en escena. Y sí, las cosas han cambiado esta última década, pero yo me siento el mismo. El mayor cambio es la maravilla de haber visto crecer a mis hijos. Ellos son mi inspiración.
¿Piensa cómo habría sido su vida de haberse dedicado a la música en lugar de al cine? ¿Que si echo de menos mis días de rock and roll? Supongo que sí porque ése era mi plan. La guitarra fue mi primer amor. Desde los 15 años para mí no hubo más que guitarra y música. Pero quizá si siguiera en el mundo del rock habría perdido ese cariño. Quizá me habría aburrido del tema, aunque se me hace difícil creerlo.
¿Su próximo rodaje será 'El llanero solitario'? Estamos trabajando en ello, a la espera del guión, pero ya tengo varias ideas para Tonto. Será divertido. No me faltan ganas porque siempre he creído que uno de los mejores retratos en cine de un indio es el Chief (Will Sampson) en Alguien voló sobre el nido del cuco.
¿Y los comentarios de Gilliam de retomar el proyecto de Don Quijote?
No me ha dicho nada personalmente, y mejor así porque tal vez hay forma de volverle a dar vida a esa película, pero para mí ese proyecto ya tuvo su propósito y fue hacer Lost in La Mancha.
A estas alturas, ¿cuál es el criterio que le hace seguir actuando en lugar de retirarse a su isla? ¿Qué legado quiere dejar? No soy más que un actor, así que me es duro pensar en términos de legado. Mi único deseo es hacer algo de lo que mis hijos se sientan orgullosos. Y que siga entreteniendo a la audiencia. He tenido suerte hasta ahora, pero es una gran responsabilidad. Porque cuando hagas esto por dinero, eso se notaría y es el momento de echarte a criar malvas. Y mentalmente todavía no estoy preparado para eso.
De joven rebelde a un cautivador profesional
John Cristopher Depp
(Owensboro, Kentucky, 1963) pasó su infancia en Florida. El matrimonio de sus padres, un ingeniero y una camarera, se deshizo cuando era un adolescente. Con 17 años decidió marcharse de casa y vivir en Los Ángeles. La música rock marcaba entonces sus aspiraciones. Pero eso no le daba de comer y trabajó un tiempo como obrero.
Contactos. Su primera esposa, una maquilladora llamada Lori, le presentó a Nicolas Cage. Entablaron una buena amistad. El actor le convenció para que acudiera a un casting, y Depp se hizo con un pequeño papel en Pesadilla en Elm Street (1984). En Eduardo Manostijeras (1990) demostraría su capacidad para mimetizarse con personajes excéntricos.
Poco premiado. Depp no ha logrado todavía ningún Oscar. De sus múltiples nominaciones ha ganado un Globo de Oro. También ha tocado la guitarra con Oasis y regentó un club nocturno.

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