16 sept 2010

FC acepta el diálogo con el PRI

El presidente  Calderón aceptó la propuesta de diálogo puesta sobre la mesa hoy por el PRI en el marco de las fiestas del Bicentenario de la Independencia. "Recojo y acepto con responsabilidad y aliento las palabras de diálogo y colaboración ofrecidas por los máximos representantes del Congreso”, dijo en un discurso pronunciado durante el CC aniversario del inicio de la Independencia de México, acto organizado al pie del Ángel de la Independencia.
Los presidentes de las mesas directivas de las cámaras de senadores y Diputados, Manlio Fabio Beltrones y Jorge Carlos Ramírez Marín, aceptaron integrarse el frente común propuesto por Calderón en agosto pasado, cuya finalidad sería el reforzar el combate a la delincuencia organizada, sobre todo al narcotráfico.
El Presidente Calderón en la Ceremonia del CC Aniversario del Inicio de la Independencia de México en el Monumento a la Independencia

2010-09-16 | Discurso
Señor Ministro Guillermo Ortiz Mayagoitia, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Diputado Jorge Carlos Ramírez Marín, Presidente de la Cámara de Diputados.
Senador Manlio Fabio Beltrones Rivera, Presidente del Senado de la República.
Doctor Raúl Plascencia Villanueva, Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Distinguidos invitados especiales.
Estimados Embajadores y delegados acreditados del Cuerpo Diplomático.
Estimados servidores públicos.
Ciudadanas y ciudadanos.
Mexicanas y mexicanos que nos ven, que nos escuchan y que nos acompañan.
Amigas y amigos:
Hoy estamos reunidos para conmemorar como mexicanos la fecha más singular e importante de nuestro Calendario Cívico y, al mismo tiempo, como atinadamente ha dicho el Senador Beltrones Rivera; para cumplir con la encomienda que hace casi 200 años nos hiciera el mismísimo José María Morelos y Pavón, que en Los Sentimientos de la Nación estableciera en su Punto 23: Que se solemnice el día 16 de septiembre todos los años, como el día aniversario en que se levantó la voz de la Independencia y nuestra santa libertad comenzó, pues en ese día fue en el que se abrieron los labios de la Nación para reclamar sus derechos y empuñó la espada para ser oída, recordando siempre el mérito del gran héroe, el señor don Miguel Hidalgo y su compañero don Ignacio Allende.
En efecto, un día como hoy, pero hace 200 años exactamente, Miguel Hidalgo llamó a las mujeres y a los hombres nacidos en esta tierra a luchar por la libertad, por la Independencia y por la igualdad.
Benito Juárez diría mucho tiempo después sobre Hidalgo: Osó ensayar entre nosotros aquella máxima respetable, de que el pueblo que quiere ser libre lo será.
El Benemérito tenía razón. Y por eso 200 años después, este 16 de septiembre, evocamos a aquél de 1810, como el momento fundacional del gran país que hoy somos.
Por eso, en todo el territorio nacional hoy celebramos 200 años de ser orgullosamente mexicanos. Está grabado en el corazón de todos nosotros, porque en esta fecha Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez, y todos los que le siguieron, se atrevieron a enfrentar a todo un imperio, se atrevieron a soñar con una Nación propia para los mexicanos y a luchar, luchar hasta la muerte por ese ideal.
Decía don Miguel Hidalgo: Se trata de quitarnos este yugo haciéndonos independientes. Gran parte del pueblo se identifica con la lucha independista porque era una causa justa, una demanda legítima, necesaria, sentida.
Por eso la llama de la libertad se extendió y aunque, por desgracia, los iniciadores del Movimiento Insurgente no habrían de ver en vida el desenlace de su Gesta, otros retomaron con valentía su causa.
La lucha libertaria de José María Morelos, al morir Hidalgo, continuó no sólo con enorme genio en el terreno militar, sino en el campo fértil y generoso de las ideas, las leyes y las instituciones.
Los postulados que establecieran Los Sentimientos de la Nación y la Constitución de Apatzingán, a la que inspiraron, siguen siendo hoy la guía para los mexicanos del ahora que somos.
Decían Los Sentimientos, en su Punto 12: Que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales, que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el jornal del pobre, que mejoren sus costumbres, aleje la ignorancia, la rapiña y el hurto.
Y en el 13: Que las leyes generales comprendan a todos, sin excepción de cuerpos privilegiados; y que éstos sólo lo sean en cuanto al uso de su ministerio.
O el 14: Que para dictar una ley se discuta en el Congreso y decida a pluralidad de votos.
Y el 15: Que la esclavitud se proscriba para siempre, y lo mismo la distinción de castas, quedando todos iguales, y sólo distinguirá a un americano de otro el vicio y la virtud.
La campaña militar de Morelos incendió el Sur de la Nueva España, y a su muerte Nicolás Bravo, Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria y otros valientes recogieron la antorcha libertaria.
Finalmente, en 1821, la unión de los bandos rivales, el de Guerrero y el de Iturbide, desembocó en la anhelada consumación de la Independencia. Las diferencias y la confrontación tuvieron que ceder, atenuarse y, finalmente, confluir. Por encima de visiones particulares se impuso el alto sentimiento de unidad y el anhelo de libertad.
La guerra que el 16 de septiembre de 1810 encabezara Hidalgo, fue el parto de nuestra gran Nación. Gracias a él y a quienes le secundaron, hoy México existe. Gracias a ellos nuestra Bandera ondea gloriosa, simbolizando la Independencia y la unión fundamental de todos los mexicanos.
El Bicentenario de aquella hazaña es tiempo y espacio para reflexionar de forma madura sobre lo mucho que los mexicanos hemos forjado en los más diversos ámbitos, a lo largo de estos 200 años de vida independiente.
Durante 200 años los mexicanos hemos estado construyendo nuestra casa grande, nuestra gran Nación. Día con día, con aquellos cimientos que nos diera la Independencia, bastión de la lucha por la libertad, paso a paso, México se ha erigido como lo que es hoy: una Nación libre, una Nación republicana, una Nación democrática, un país que lucha por la equidad de sus hijos; un pueblo con historia milenaria y riquezas naturales y culturales, que son reconocidas en el mundo entero.
En estos dos siglos, han sido muchos los mexicanos valientes que lograron perseverar la soberanía nacional frente a las intervenciones extranjeras. Una a una, las grandes potencias de su tiempo quisieron aniquilarnos y dominarlos, y fracasaron.
Fueron generaciones completas de mexicanos que lograron construir instituciones como las que hoy tenemos, instituciones de República, instituciones de Federación, instituciones democráticas, instituciones que establecen y reconocen Garantías Individuales y, a la vez, primeros en el mundo, derechos sociales.
El Bicentenario, mexicanos, es clave para acercarnos a nuestra historia. Todo lo alcanzado por las generaciones que nos precedieron, en su momento parecían, casi todas ellas, aspiraciones irrealizables.
La libertad, la República, la Constitución, las Garantías Individuales, los derechos de los obreros, la propiedad para los campesinos, la salud para todos, la educación para los niños, la soberanía de la Nación sobre sus recursos naturales.
Los logros en nuestra historia han nacido del trabajo silencioso y anónimo de nuestros campesinos, de nuestros trabajadores, de nuestros soldados y marinos, de nuestros servidores públicos; de nuestros creadores, escritores, científicos, humanistas; de nuestros hombres y mujeres de empresa.
Todos ellos, todos ustedes, cada mexicana y cada mexicano que se levanta, día con día, a trabajar en su puesto, en su oficina, en su taller, en su auto, en su transporte; cada mexicano que se esfuerza por su familia es motivo del mayor orgullo.
Porque cada una de esas mexicanas, cada uno de esos mexicanos, son los que han construido la gran Nación que hoy somos y nos enorgullecemos de decirlo.
Quizás sus hazañas no aparecen como quizá debieran en los libros de historia, pero son historia, forman parte de ella porque ese esfuerzo, su genio y su imaginación construyen peldaño a peldaño esta Patria nuestra, casa de nuestros padres en trance perpetuo de edificación.
Y son esos millones de ciudadanos que nos antecedieron los que levantaron estas ciudades que hoy habitamos, los que construyeron los caminos y los puertos, las grandes obras que permiten que nuestro país marche seguro hacia el futuro.
Son ellos quienes dieron y dan vida a nuestras instituciones, quienes enseñan en nuestras escuelas, quienes atienden en nuestros hospitales, en nuestros museos; quienes trabajan en las fábricas, en las calles, en las plazas y mercados.
Son los ciudadanos que han creído en su trabajo como manera de superarse como persona, como familia y como Nación. Y por eso, hoy, además de nuestros próceres, también honramos y celebramos al más importante de nuestros héroes: el héroe colectivo, que es la mujer y el hombre, cada una y cada uno que integra al pueblo de México.
Tal como lo dijera en su tiempo Vicente Riva Palacio: Las grandes ideas, las reformas trascendentes, las redenciones de los pueblos son trabajo penosa y lentamente elaborados por una serie de generaciones, que comienzan a sentir, primero la idea, como una aspiración imposible, que la miran después, como una utopía difícil, pero no irrealizable, y que terminan por comprenderla como una necesidad ineludible.
Así, las generaciones que nos precedieron tuvieron la audacia de defender causas e impulsar proyectos que parecían utópicos e imposibles.
A lo largo de la historia, mexicanos, los mexicanos hemos enfrentado una y otra vez graves problemas, retos, obstáculos, incluso tragedias que han golpeado nuestro hogar común, pero que nunca lo han derribado, porque México tiene sólidos cimientos de unidad, de identidad y de integración, capaces de resistir cualquier adversidad.
Sí, hoy la Patria tiene nuevos desafíos. Enfrentamos, por ejemplo, el grave problema de la criminalidad, que genera desánimo y preocupación entre muchos compatriotas. Es un reto complejo, es cierto, pero también es cierto que lo estamos enfrentando y lo superaremos. Y no permitamos que la adversidad nuble la visión y oculte la grandeza de México, que oculte nuestras fortalezas, los sólidos cimientos que hemos construido, los logros que hemos alcanzado y los muchos que estamos por realizar.
No olvidemos que otros mexicanos enfrentaron también, antes que nosotros, obstáculos, penalidades, limitaciones mayores, mucho más graves que las nuestras, y salieron adelante, porque tuvieron la altura de miras, la generosidad y la valentía para reconocer el reto y para unirse frente a él.
Andrés Henestrosa así lo describe: En encrucijadas nos puso la historia. De algunas parecía que no saldríamos y salimos. Guerras intestinas, guerras nacionales, guerras contra el invasor. Esa ha sido nuestra historia. A las desventuras estamos hechos. Afrontarlas es nuestra grandeza. No rehuirlas nuestra gloria.
Como Nación tenemos la fuerza, tenemos la historia, tenemos el carácter y la firme determinación que son necesarias y a la vez suficientes para superar estos desafíos.
Nosotros somos la generación del Bicentenario. Nuestro designio histórico es lograr la Patria justa, libre y democrática que anhelaron nuestros libertadores; es luchar por ella todos los días y superar los desafíos, incluyendo el de preservar nuestra seguridad y la libertad.
Nuestro deber es reconocer los problemas, identificar con claridad y entereza al enemigo y cerrar filas para vencerle. Cerrar filas con la convicción de que nuestra causa es legítima y es necesaria; de que nuestra causa es justa y vale la pena, porque lo que está en juego es el futuro de nuestros hijos y nietos, de las generaciones de hoy y de mañana; con la convicción de que saldremos adelante y con la certeza de que en nuestra historia la Patria ha salido adelante de problemas mucho mayores y con menores recursos.
Saldremos adelante porque México es más grande, es más fuerte que sus problemas y más fuerte que sus enemigos, porque en la unidad los mexicanos hemos superado retos y penalidades.
Y con esa misma determinación debemos enfrentar el problema de la pobreza y la desigualdad, sobre la base de los logros sociales de quienes nos han antecedido. Que sigamos trabajando intensamente en abrir más oportunidades de salud, de educación y de desarrollo a todos los mexicanos.
Nuestra generación está llamada, también, a consolidar una economía fuerte, competitiva y próspera, que genere empleo digno y bien remunerado. Y podemos y debemos aprovechar el potencial de la enorme plataforma industrial, comercial y de servicios que se ha construido a lo largo de varias generaciones.
Aprovechar la fuerza, la capacidad y el talento de los trabajadores mexicanos que en el mundo han demostrado ser de los mejores; de los empresarios mexicanos que, también, han demostrado ser audaces.
Esa convicción de no rehuir, de no evitar, sino de enfrentar los problemas del tiempo, eso debe alentarnos, además de perfeccionar nuestro sistema político.
Hoy México es una Nación democrática y ello debe enorgullecernos. Aquí se ejerce la libertad sin restricción, aquí los ciudadanos decidimos libremente quien gobierna.
Es cierto. Aún persiste el reto de pasar del Sufragio Efectivo de Madero, a una democracia efectiva, donde todos los ciudadanos reconozcan en la democracia, no sólo un sistema de Gobierno, sino también un instrumento para alcanzar mejor calidad de vida.
Es momento de unirnos para conquistar un mejor destino, para construir un México más seguro, más equitativo, más democrático, más próspero y más fuerte. Sólo unidos, los mexicanos prosperamos. Esa es la gran lección de nuestra historia.
Así lo decía, también, Carlos María Bustamante, el gran cronista de los Insurgentes, cuando dijo: El tiempo hizo ver que sólo por medio de la unión podíamos conseguir el suspirado bien de la Independencia. Cuando estuvimos desunidos, sólo conseguimos destrozarnos infructuosamente.
Mexicanas y mexicanos:
Hoy, como siempre, México habrá de superar sus desafíos. México saldrá adelante con la fuerza de su gente, de las mexicanas y mexicanos que día a día siguen construyendo esta gran Nación.
Y sé que con el trabajo y la unión de todos habremos de hacer de la alada victoria que corona esta Columna de la Independencia, el presagio de nuestro gran destino. Sé que tendremos la grandeza necesaria para que los mexicanos del futuro vean en la generación del Bicentenario, la generación que enfrentó con entereza el desafío de ser sociedad basada en la legalidad y el orden. Y que, pese a los costos y los obstáculos, los mexicanos de este 10 fuimos capaces de vencer, también, la pesadumbre, el temor o la pasividad, y nos unimos para derrotar a la pobreza, y a la ignorancia, y a la insalubridad, y a la criminalidad y a la corrupción.
Sé que sabremos luchar. Por eso recojo y acepto con responsabilidad y aliento las palabras de diálogo y colaboración ofrecidas por los máximos representantes del Congreso, tanto de la Cámara de Senadores, como de la Cámara de Diputados.
Las tomo, no simplemente por ser mi más profunda convicción democrática, sino porque sé que México hoy lo necesita más que en mucho tiempo.
Mexicanas y mexicanos:
Hoy México comienza su tercer siglo. Iniciemos nosotros como mexicanos una nueva etapa en nuestra historia. Redoblemos el paso, dialoguemos y acordemos, como se ha propuesto; reforcemos lo que hemos hecho, vayamos más a prisa en lo mucho que México ha hecho bien, y donde sea necesario reiniciar comencemos nuevamente, con el aliento de darle a la Patria las condiciones que merece.
Imaginemos y seamos capaces de construir a nuestro diseño y al tamaño de la aspiración de nuestro pueblo este tercer siglo de México. Cuando comenzamos el Inicio de la Independencia, cuando celebramos el inicio de la Revolución, celebramos, sí, la parte más emotiva, la mejor descrita, la más violenta, quizá, de tales procesos revolucionarios.
Tan fuertes y violentos que quienes los iniciaron perdieron la vida en ellos, pero no es la única fase que construye pueblos y, quizá, no siempre es la única difícil. También, después de destruir el viejo orden, la parte difícil es construir un nuevo orden a la altura de los anhelos de la ciudadanía.
Hoy, en este Bicentenario, en este inicio de tercer siglo, imaginemos cómo queremos el tercer siglo de México, cómo queremos que sea nuestro país, cómo queremos que lo recuerden y conmemoren los mexicanos del 3010. Del 3110. Que seamos capaces; del 2110.
Que seamos capaces de construir ahora lo que crecerá y florecerá después, y para ello, unámonos en el aliento y en el propósito.
Hoy le decimos a nuestros próceres que ellos tenían razón y que su anhelo ha sido cumplido en el propósito fundamental, en el anhelo que el Siervo de la Nación describiera también en Los Sentimientos, de la siguiente forma: Nuestro país es libre e independiente de España y de toda otra Nación, Gobierno o Monarquía.
En este día glorioso, mexicanos, también hagamos nuestras, para hacer el México del Siglo XXI, el México del tercer siglo independiente, hagamos nuestros los pensamientos de Miguel Hidalgo, Padre de la Patria, cuando decía entonces, y nos dice hoy a cada mexicana y a cada mexicano: No necesitamos sino unirnos, si nosotros no peleamos contra nosotros mismos, la guerra está concluida y nuestros derechos a salvo. Unámonos, pues, todos los que hemos nacido en este dichoso suelo.
Festejemos con júbilo este Bicentenario, festejemos con alegría la gloria y el honor de ser mexicanos.
Qué Viva la Independencia Nacional.
Y qué Viva México

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