3 may 2011

El cádaver de Osama

La Casa Blanca decidió finalmente difundir al menos una foto del cadáver del líder terrorista Osama Bin Laden, muerto el domingo en una operación de las fuerzas especiales de Estados Unidos en Pakistán, informó el diario digital Drudge Report.
El presidente Barack Obama tomó la decisión en una reunión en la mansión presidencial para debatir sobre la conveniencia de difundir las imágenes, según el citado medio. Uno de los funcionarios presentes en el encuentro indicó a la cadena CNN que una o varias fotografías podrían divulgarse hoy a través de la CIA.
Sin embargo, Jiy Carney, vocero de la Casa Blanca, rechazó que se hayan difundido fotos del cuerpo de Osama Bin Laden, aunque recoció que se evalúa hacerlo de un momento a otro.
La nueva imágen del presunto cuerpo de Bin Laden lo muestra con una herida de bala en la cabeza , por encima de su ojo izquierdo, precisa el Drudge Report.
Señala: "La Casa Blanca pudo haber tomado esta decisión después de que algunos medios paquistaníes difundieran supuestas imágenes de los restos que resultaron ser falsas".
En una conferencia de prensa, el asesor presidencial para la lucha contra el terrorismo, John Brennan, indicó ayer que sólo habían transcurrido 24 horas y el gobierno ya había dado a conocer "mucha información".
"Queremos compartir toda la información que podamos para que Estados Unidos y el mundo puedan entender lo que ocurrió", explicó Brennan, quien, no obstante, precisó: "lo que no queremos es poner en peligro un resultado tan exitoso como el de esta operación la próxima vez que intentemos capturar a otro" dirigente terrorista.
Bin Laden murió en un tiroteo cuando el comando estadunidense entró en la residencia en la que se ocultaba en Abbottabad, un enclave acomodado en las afueras de Islamabad.
El comando recuperó el cuerpo del terrorista, que se trasladó al portaaviones estadunidense Carl Vinson, en el mar de Arabia. Allí se preparó el cuerpo según los ritos islámicos y a las 02.00 hora local del lunes en Washington (06.00 GMT), se arrojó al mar.
Ello se hizo, según el Pentágono, para evitar que la tumba de Bin Laden se convirtiera en un centro de peregrinación para extremistas, y debido a las dificultades que hubiera supuesto el encontrar un tercer país que quisiera aceptar los restos.
Antes de lanzarse el cuerpo al mar, especialistas de la CIA y del Departamento de Defensa compararon los restos con fotografías de Bin Laden para determinar con seguridad su identidad.
Pruebas de ADN contrastadas con otros miembros de la familia de Bin Laden demostraron al "99.9 por ciento" que se trataba del terrorista, según explicó ayer Brennan.
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La Casa Blanca debate si mostrar las fotos del cadáver de Bin Laden
El Gobierno cree que mostrar la imagen del líder de Al Qaeda puede resultar "incendiario".- Los talibanes dudan de la fiabilidad de las pruebas de ADN
DAVID ALANDETE | Washington 03/05/2011
La Casa Blanca debate si publicar las fotos y el vídeo del cuerpo sin vida de Osama Bin Laden que obran en su poder. Diversos legisladores norteamericanos han pedido al Ejecutivo que les dé la prueba visual definitiva de que el cuerpo que los soldados lanzaron al océano era el del terrorista saudí, líder de Al Qaeda. Hasta este momento, el Gobierno se ha limitado a decir que, después que el equipo de los Seal de la Marina matara a Bin Laden de diversos disparos, uno de ellos en la cabeza, se llevó su cuerpo y lo enterró en alta mar. Diversos miembros del Gobierno creen que la imagen de Bin Laden con un disparo en la cabeza podría darle fuelle al antiamericanismo en el mundo islámico. Jay Carney, portavoz de la Casa Blanca, ha reforzado esta idea y ha afirmado esta tarde en una rueda de prensa que la publicación de las fotos podría resultar "incendiaria".
Existen al menos tres grupos de fotos que confirmarían que Washington ha acabado con Osama Bin Laden: de la operación en Abbottabad, Pakistán; del hangar militar en Afganistán donde se llevó el cuerpo, y de la ceremonia en la que se lanzó el cuerpo al océano. "Estamos considerando si publicamos información adicional, más detalles de la operación y otro tipo de material, probablemente esas fotos", ha dicho el asesor de Barack Obama en materia antiterrorista, John Brennan. "Queremos, primero, entender qué tipo de reacción puede suscitar la publicación de ese tipo de información". Las fotos que podrían difundirse a lo largo del día de hoy mostrarían, entre otros detalles, el hangar donde fue trasladado el cadáver, según informa la BBC.
Algunos medios en EE UU, como Drudge Report dan por hecho que Obama ha decidido dar una foto bastante "gráfica". Fuentes oficiales citadas por la agencia AP han asegurado que en las imágenes se ve el rostro de Bin Laden deformado por un impacto de una bala pocos centímetros por encima de su ojo izquierdo que le destrozó parte del cráneo. El cadáver también presenta heridas de bala en su pecho. Las mismas fuentes aseguran que los militares grabaron un vídeo del supuesto entierro en el mar. Otras fuentes oficiales que recoge la cadena CNN afirman que hay alguna imagen demasiado truculenta y que, de publicarse, se seleccionarán las menos impactantes.
El presidente del Comité de Seguridad Nacional del Senado, el independiente Joe Lieberman, le ha pedido a la Casa Blanca que difunda esas fotos para disipar cualquier duda. "Mi instinto me dice que será probablemente necesario publicar esas fotos, pero respetaré cualquier decisión que tome el presidente", ha dicho Lieberman en conferencia de prensa en el Capitolio. "Por mi parte, sobre la base de cierta información que he recibido, estoy totalmente convencido de que el hombre al que se mató ayer era Osama Bin Laden".
La senadora republicana Susan Collins pidió también la difusión de esas imágenes, aunque se mostró "totalmente convencida" de que el cuerpo era el de Bin Laden, ya que las pruebas de ADN habían dado resultados coincidentes casi al 100% con muestras de diversos familiares del terrorista. "Aun así, reconozco que habrá quienes quieran crear un mito de que sigue vivo y que de algún modo erramos", dijo, también en conferencia de prensa.
Los propios talibanes, asociados de Al Qaeda en la guerra afgana, han expresado dudas de que EE UU haya matado realmente al terrorista saudí en Abbottabad. A través de su portavoz, Zabiullah Mujahid, los fundamentalistas islámicos han expresado dudas de que las pruebas de ADN sean convincentes y han pedido fotos. "Estas son noticias que nos vienen sólo de una parte, de la oficina de Obama, y los americanos no han mostrado ninguna prueba que ayude a confirmar esa información", dijo Mujahid en un correo electrónico. "Fuentes cercanas a Osama Bin Laden no han confirmado o refutado esa información".
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Consejos históricos para deshacerse del enemigo muerto

El problema se ha planteado y resuelto de diferentes maneras a lo largo de la historia

JACINTO ANTÓN 03/05/2011
¿Qué hacer con el enemigo muerto? El problema se ha planteado y resuelto de diferentes maneras desde que Aquiles se cebó con el cuerpo de Héctor, que es muy a menudo la primera reacción natural que tienes tras cargarte a alguien contra el que te las has tenido duras (el pélida luego se ablandó y lo devolvió, ajado, eso sí). Probablemente muchos en EE UU hubieran visto bien que Obama enganchara al abatido Bin Laden a un carro y lo arrastrara por, pongamos para hacerlo más homérico y ejemplar, el polvoriento Afganistán. En cambio ese hijo del desierto ha tenido un entierro de marino, qué cosa.
Deshonrar y hasta mutilar al líder enemigo caído, convertir su cráneo en copa, quedarte una mano o el pelo, ha sido habitual en la Historia -sin duda también en la prehistoria-, especialmente si el tipo había sido muy peligroso. La Biblia, siempre tan edificante, aporta numerosos ejemplos de trato poco amable con los enemigos caídos: se los echaba a los perros, previo corte del prepucio en caso de que no estuvieran circuncidados. David exhibió la cabeza de Goliath y sus armas y dio su cuerpo a las aves del cielo y los animales de la tierra, que suena poético pero es, hay que convenir, desconsiderado.
El buen trato ha quedado normalmente para los rivales que no eran excesivamente peligrosos; se puede ser elegante con el cadáver del barón Rojo, por ejemplo, un individuo en el fondo irrelevante aunque derribara muchos aviones, o con Napoleón una vez desactivado por la vía de dejarlo vegetar un buen tiempo. O con Lee, al cabo uno de los nuestros, enterrado con gran pompa en Arlington. Eliminar o escamotear el cuerpo es un recurso corriente. El cadáver de un gran enemigo suele seguir siendo peligroso; sus partidarios pueden convertir en santuario su tumba y extraer fuerza de ella, y ya no lo puedes matar dos veces. O a veces sí: a Oliver Cromwell se lo desenterró para una insólita ejecución póstuma, el cadáver fue desmembrado y la cabeza empalada, aunque una tradición sugiere que el verdadero cuerpo fue sepultado por sus partidarios en el Támesis -una tumba húmeda, como la de Osama- para evitar precisamente las vejaciones.
Lord Kitchener, se sostiene, tras bombardear su tumba en Omdurman hizo desenterrar el venerado cuerpo del mesiánico Mahdi, que les había dado tanta guerra a los británicos en Sudán, y se hizo con su cráneo un tintero. Es conocido el revuelo con el cadáver del Che Guevara: enterrado de mala manera tras su tortura y asesinato, se le cercenaron las manos para poder cotejar sus huellas dactilares con las de la policía argentina (hoy hay medios más sutiles que se habrán empleado seguramente con Bin Laden). En 1997, tras revelarse el paradero del cuerpo, fue exhumado y repatriado a Cuba con gran ceremonia, aunque hay fundadas dudas de que se trate del auténtico.
Desconocemos el destino de los cadáveres de los grandes enemigos de la antigua y práctica Roma, de la que es tan heredero EE UU: ni Aníbal -aunque se le atribuye una en Turquía-, ni Vercingetorix (ejecutado miserablemente tras pasearlo en triunfo César), ni Arminio han tenido tumbas que podamos ubicar con certeza (y que podrían haber alentado resistencias). No es casual tampoco, probablemente, que ni Zahi Hawass pueda encontrar la de Cleopatra. Los romanos tenían experiencia del impacto de un cadáver en la opinión pública como muy bien experimenta el Brutus de Shakespeare.
Con los líderes nazis se fue con mucho tiento para no convertir sus últimas moradas en lugar de peregrinación y rearme ideológico. Los cuerpos de los ejecutados tras los juicios de Nurenberg fueron incinerados y las cenizas esparcidas en el río Issar. Las de Eichmann los judíos las arrojaron al mar. El cuerpo de Rudolf Hess fue devuelto a la familia pero con la condición de enterrarlo en secreto. El caso de Hitler, como todo él, es especial. Los rusos sepultaron, después de enterrarlos y exhumarlos el SMERSH varias veces por la paranoia de Stalin, sus restos carbonizados junto a los de Eva Braun y Goebbels y su mujer (los dos últimos solo algo braseados) en un lugar cuya localización se mantuvo oculta y tras conservar algunas cosillas.
En 1970 el KGB hizo desaparecer definitivamente todos los restos -que se sepa- quemándolos y arrojando las cenizas al Elba. Hay que tener cuidado, no obstante, con el impulso inicial de maltratar el cadáver del enemigo y deshacerte de él: luego te encuentras con las dudas sobre su identificación (aunque la fotografía ha ayudado mucho) y sin trofeo. Si humillas, además, aumentas el deseo de venganza. Exhibir la presa es fundamental para que se sepa que la has cobrado (y aleccionado). Recuérdense las imágenes del Mono Jojoy de las FARC el año pasado (y que a Tiro Fijo se le dio por muerto en varias ocasiones). En el pasado, se solía llegar a una solución de compromiso: te ensañabas con el cuerpo, al que le podías hacer mil pillerías, y conservabas la cabeza, como testimonio y ejemplo. Fue lo que hicieron en el siglo IX los árabes de Ibn Rustum tras ejecutar a los vikingos que habían asaltado Sevilla: las cabezas de los jefes fueron enviadas a Bagdad preservadas en miel.
Otro líder célebre, enemigo de EE UU, por cierto, del que se conservó villanamente la cabeza, que se exhibió en ferias disecada -fue devuelta a la familia en 1984-, es el Jefe José (Kintpuash), el valeroso caudillo de los indios Modoc, ahorcado en 1873 después de perder su tribu la guerra contra los cuchillos largos. Siempre se ha intentado evitar que los restos del líder caigan en manos del enemigo. No solo por honor: luego siempre puedes decir que ha sobrevivido y un día volverá (hay que ver la que se montó con ese resistente judío llamado Jesucristo); resulta imposible vencer a una sombra. Es legendaria -y la narró el recién desaparecido Ernesto Sábato- la cabalgada de varios días de los hombres del general Lavalle, de Jujuy a Huacalera, con el cuerpo putrefacto del jefe para evitar que se hicieran con él las tropas del general Oribe: al final los fieles soldados decidieron descarnar al amado mando y transportar solo los huesos...

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