Persisten
las dudas sobre el avionazo de 2008/
Reportaje de JESUSA
CERVANTES
Revista Proceso No- 1905, 12 de mayo de 2013;
Cuando
el secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño falleció a raíz de un percance
de aviación, el gobierno mexicano clamó por la ayuda de Estados Unidos. Peritos
de ese país colaboraron durante más de un año con México, pero la
administración calderonista nunca difundió las conclusiones de los expertos.
Ahora, cuatro años y medio después del hecho, Proceso da a conocer los
resultados de esos análisis, que desmienten la conclusión oficial: El avionazo
en el que falleció Mouriño no se debió forzosamente a una turbulencia o a la
ineptitud de los pilotos.
Estudios
de autoridades estadunidenses y empresas especializadas en simulación de
accidentes aéreos concluyeron que sólo hubo 3.07% de probabilidad de que el 4
de noviembre de 2008 el Learjet 45 con matrícula XC-VMC en el que viajaban el
secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y otras ocho personas entrara
en una zona de turbulencia, en caso de que ésta haya existido.
Con
lo anterior queda en entredicho la versión de las autoridades mexicanas, según
la cual la aeronave se desplomó debido a ese fenómeno.
En
las valoraciones elaboradas a petición de México se revela incluso que la
aeronave volaba “301 mil veces por encima del nivel de riesgo para el que fue
diseñada”. También hace “una fuerte recomendación” para que el aeropuerto de la
Ciudad de México cumpla los estándares de separación entre una nave y otra
fijados por la Organización de Aviación Civil Internacional.
Además
la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos enlista en su página en
internet los cinco accidentes más importantes del mundo. Entre ellos se
encuentra el del Learjet XC-VMC, respecto del cual se considera como “causa
probable” una pérdida de control por la baja altura en que la aeronave iba
volando.
Se
explica: “Pérdida de control a baja altura y, después, impacto de la aeronave
con la tierra por el encuentro con la estela de turbulencia producida por la
nave que la precedía”.
A
raíz del accidente murieron en total 16 personas, incluyendo peatones.
Choque
de versiones
La
misma noche en que murió el hombre más cercano al entonces presidente Felipe
Calderón, tanto el secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez,
como el director del Servicio a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano
(Seneam), Agustín Arrellano, aseguraron que la caída del avión se debió a “un
accidente”, con lo que descartaron la hipótesis de un sabotaje (Proceso 1672).
El
director del Seneam afirmó que el avión “cumplió con los reportes de posición
autorizados” y que sus “altitudes y velocidades” estaban “dentro de las normas
establecidas”.
El
6 de noviembre de 2008 Téllez anunció que las dos cajas negras del Learjet se
enviaron a laboratorios especiales de Washington para que las analizaran los
peritos del estadunidense Buró Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB,
por sus siglas en inglés), organismo que ha investigado más de 2 mil
accidentes.
Cuatro
años y medio después del avionazo Proceso obtuvo esos reportes de la NTSB,
fechados el 5 de octubre de 2009, y de los estudios realizados por Air Traffic
Simulation, Inc. (ATSI), con fecha del 29 de octubre de 2009. Esta última es
una firma estadunidense encargada de realizar “simulaciones” de accidentes para
detectar la probable causa.
El
estudio fue solicitado por Aeropuertos y Servicios Auxiliares (ASA) de México e
incluye el informe solicitado al avión que iba adelante del Learjet, un Boeing
767-300 de Mexicana de Aviación. En el reporte se detalla que esta aeronave
generó una estela de turbulencia “de entre mil 700 pies y 4 mil 800 pies”, “por
lo que sería suficiente para producir una significante perturbación al
encuentro con el Learjet”.
Sin
embargo, para la elaboración de todos los análisis se pidieron también las
“capturas de pantalla” de los radares y muy destacadamente el reporte de clima,
con el fin de determinar si era posible que se generara una turbulencia
“atmosférica”. Incluso se solicitó el “reporte final del grupo de meteorología
aeronáutica”.
Lo
primero a destacar en el documento es que no registra “ningún sistema
meteorológico significativo”. Acerca de una posible inestabilidad atmosférica
se indica: “Particularmente ese día 4 de noviembre de 2008 para la Ciudad de
México fue un día prácticamente sin nubes convectivas (…) por lo que es posible
deducir que la atmósfera tenía una estabilidad vertical muy marcada”.
Sobre
las turbulencias, el mismo sistema meteorológico acepta que “no se tienen
indicios de haberse presentado turbulencias en aire claro”.
En
las conclusiones se asienta que, precisamente por la tranquilidad de la
atmósfera, la “estela de turbulencia” presuntamente generada por el Boeing pudo
no disiparse con rapidez. También se asegura que no hubo vientos que provocaran
la cercanía entre ambas aeronaves.
“Con
base en el análisis de la información meteorológica disponible, no es posible
asociar algún factor o sistema meteorológico, como tal, que haya contribuido al
desplome de la aeronave. Sin embargo, no se descarta la posibilidad de que la
misma estabilidad mencionada haya permitido una mayor permanencia de la estela
turbulenta del avión precedente. Por otro lado, el componente del viento de
cola no se considera relevante –debido a su poca intensidad– como para haber
influido en un mayor acercamiento entre las aeronaves, ya que estuvieron dentro
del mismo flujo, induciendo a ambas aeronaves a empujones similares.”
Dudas
sobre la turbulencia
El
14 de noviembre de 2008 Téllez aseguró que “el avión entró en una turbulencia”.
Justo un año después del hecho, el 4 de noviembre de 2009, las autoridades
mexicanas concluyeron que a la turbulencia se sumó la impericia del piloto y
del copiloto, además de la “fatiga” del controlador aéreo, asertos que negaron
las familias de los tripulantes y el Sindicato Nacional de Controladores de
Tránsito Aéreo (Sinacta) (Proceso 1673).
Ya
desde 2008 Raúl Campilla Gómez, secretario general del Sinacta, había dicho:
“(El Learjet) nunca tuvo una separación inferior a cuatro millas náuticas, por
lo cual la estela de la turbulencia generada por el Boeing 767-300 de Mexicana
de Aviación que lo precedía (en ruta hacia el aeropuerto capitalino) nunca lo
alcanzó”. Y en 2009 la defensa de los pilotos denunció que la acusación “estaba
hecha para proteger a las autoridades aeronáuticas” (Proceso 1722).
En
el cúmulo de documentos con los que cuenta Proceso, entre ellos el informe de
la ATSI –la empresa simuladora de accidentes contratada por ASA– del 29 de
octubre de 2009 (sólo seis días antes del informe final de las autoridades
mexicanas), se resume: “Los resultados del estudio indican que el Learjet tuvo
3.07% de probabilidad de encontrarse con el vórtice izquierdo (de la estela de
turbulencia) y que podría haber sido lo suficientemente fuerte para que la
aeronave girara en un ángulo de 166 grados en 1.5 segundos”.
Y
añade: “Este aparente bajo porcentaje, trasladado a la vida real, genera un
alto nivel de riesgo inaceptable. En este caso, esta probabilidad indica que al
momento del accidente el Learjet estaba operando a un nivel de riesgo al menos
301 mil veces más alto” que aquél “para el que fue diseñado”.
Finalmente
en el estudio de la ATSI se establece, con letras resaltadas en negro: “Por lo
tanto, la conclusión del estudio es que el encuentro con el vórtice pudo tener
un importante rol en el accidente del Learjet, pero no es la única causa válida
posible”.
La
ATSI también enuncia que “el Learjet estaba operando a una distancia por debajo
del mínimo requerido para aviones del tipo del Boeing”.
Y
dicha empresa “recomienda fuertemente hacer una evaluación a fondo, basada en
los datos históricos de la pista del radar, de la separación real de los
valores que se utilizan en la terminal aérea del Aeropuerto Internacional de la
Ciudad de México acorde con los estándares de separación que establece la
Organización de Aviación Civil Internacional”.
En
tanto la NTSB, en su documento del 5 de octubre de 2009 y que utilizó como base
el simulacro de la ATSI, los estudios atmosféricos, radares de la NASA y
radares de México, nunca asevera que se haya presentado una turbulencia
provocada por el Boeing. Dice que es “plausible o posible”; tampoco aclara si
acepta o no el reporte del Boeing donde se asienta que el avión sí generó una
turbulencia.
Textualmente
la NTSB resume: “La evidencia fáctica disponible y los cálculos de la estela
indican que es posible un encuentro del (Learjet) XC-VMC con una estela de
fuerza significativa”. Sin embargo, continúa, no se evaluó el rol que asumió el
Learjet 45 respecto de la posición y fuerza de la estela.
Entrevistado
acerca del significado del párrafo anterior, el abogado especialista en materia
aeronáutica y director del Instituto Nacional de Investigaciones Jurídico
Aeronáuticas, Pablo Casas Lías, dice que la única lectura que él puede tener de
ello es que los cálculos proporcionados sobre el Boeing de Mexicana “no los
avaló esa autoridad (la NTSB); el estudio dice que la velocidad del Learjet fue
de tal magnitud que lo perturbó y lo hizo irse en picada, lo cual la NTSB no
está avalando en los términos de este párrafo”.
Y
en cuanto al informe del Boeing, en el que se asegura que sí se generó un
vórtice o estela de turbulencia, Casas Lías dice que “los vórtices tuvieron que
tener una fuerza tan grande que tiraron el Learjet, según Boeing, pero esta
similitud es inaceptable para el nivel de riesgo que ya traía el propio Learjet,
del que, dicen los estudios, traía más de aquél para el que estaba diseñado”.
De
manera más sencilla, Casas Lías dice que lo que pudo generar el accidente no
fueron los vórtices de la turbulencia (o la fuerza de la turbulencia), “sino el
nivel de riesgo en que iba volando el Learjet”.
Además,
con todos los documentos del resultado de la investigación realizada en Estados
Unidos y a petición de México, el director del Instituto de Investigaciones
Jurídico Aeronáuticas dice que la solicitud fue “tramposa” pues la pregunta
fue: “¿Podría el encuentro con una estela de turbulencia generada por el Boeing
767-300 que le precedía haber jugado un rol en el choque del Learjet?”. Ante
esto Casas Lías asegura: “Eso fue una trampa, yo me pregunto por qué no les
proporcionaron los datos de todos los oveholes, como se dice en el argot
náutico, y que no son otra cosa que los mantenimientos”.
También
Casas Lías se pregunta por qué no se dice nada del estabilizador del Learjet,
que había sido reparado. Y aquí recuerda que en la grabación completa de la
caja negra recuperada se escucha que alguien de la cabina pregunta a los
pilotos “cómo quedó el avión”, para añadir: “Todavía le faltan algunos ajustes,
me dijeron, ¿no?”. A esto el piloto responde: “Ya, ahora ya está. Traía un
detallito pero ya quedó”, y secunda el copiloto: “Es como a todo, le meten la
mano y algo le…”.
Además,
añade, no hay evidencia científica de que se haya generado la turbulencia.
Sumado a esto, apunta, ese 3.07% de probabilidad que menciona el estudio
estadunidense es con base en un simulador. E insiste: La pregunta de México
para realizar el estudio solicitado fue tramposa.
“Con
estos informes sigo pensando que tuvo que ver algo mecánico de la aeronave, las
altitudes de vuelo que tenían al final y las distancias entre uno y otro avión.
Lo que al final dicen es que el Learjet tuvo una relativa probabilidad de haber
tenido el accidente a causa de un encuentro por un vórtice del Boeing, pero que
no valoraron los resultados ni las fuerzas de esos vórtices. Y bueno, es hora
que no se sabe la verdadera causa del accidente, incluso no han sido aclarados
tanto los aspectos técnicos como humanos”, concluye.
***
http://fredalvarez.blogspot.mx/2012/11/retrospectiva-la-caida-del-learjet45.html#more
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