Las
nietas del fotorreportero hallaron más de 86 mil imágenes y desean compartirlas
Rescatan
el valioso testimonio de una época en el acervo gráfico de Tomás Montero
A
mediados del siglo XX colaboró en publicaciones como La Nación, Revista de
Revistas, El Heraldo, El Universal y Excélsior; no obstante, su trabajo era
desconocido hasta hace cuatro años
Tomás
Montero documentó gran variedad de temas, como accidentes, cultura popular,
escuelas, ferrocarriles, moda, niños, pobreza, salud, tauromaquia, vendedores
ambulantes, oficios, teatros, arquitectura, calles de la ciudad de México y
desfiles, entre muchos más.
Mónica
Mateos-Vega
Periódico
La Jornada, Lunes
24 de junio de 2013, p. a10
A
mediados de 2009, las nietas de uno de los fotorreporteros mexicanos más
activos de mediados del siglo XX, Tomás Montero Torres, descubrieron un tesoro:
el magnífico y amplio acervo de su abuelo. Se trata de una colección de más de
86 mil imágenes que plasma la historia social, cultural y política de México
entre 1941 y 1969.
No
obstante haber sido colaborador en esa época de publicaciones importantes como
La Nación, Impacto, Mañana, Revista de América, Señal, Revista de Revistas, El
Heraldo, El Universal y Excélsior, la obra de Montero Torres permaneció hasta
hace cuatro años prácticamente desconocida.
Gracias
al entusiasmo y dedicación de sus nietas, quienes han recibido el apoyo del
Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca), el archivo del fotógrafo
comienza a ver la luz.
Se
forma de verdaderas obras de arte e invaluables testimonios de temas, como
accidentes, cultura popular, escuelas, ferrocarriles, moda, niños, pobreza,
salud, tauromaquia, vendedores ambulantes, oficios, teatros, arquitectura,
calles de la ciudad de México, desfiles, personajes de la farándula, de la
política o de las bellas artes, entre una vasta y detallada clasificación.
La
mayor parte de los negativos se encontraban muy bien resguardado en latas y
sobres, perfectamente identificados, acompañados por una caja con hemerografía,
credenciales de prensa y otros papeles personales, que, la verdad, nos han
ahorrado varias visitas a las bibliotecas para buscar información acerca de las
imágenes que estamos difundiendo, señala Martha Montero, en entrevista con La
Jornada.
También
apareció un diario de apenas 17 páginas en las que Tomás narra sus peripecias
como fotógrafo de prensa: “15 de junio de 1952. Entrevista al lic. José
Vasconcelos, por Salvador Ferret, jefe de redacción de la revista Nuevo Mundo.
12 horas, Biblioteca México. Una andanada de descolones y frases con dinamita,
fueron el recibimiento que el maestro Vasconcelos dio a nuestra presencia en su
despacho particular de la Biblioteca México. ‘No estoy para entrevistas, ni
quiero hacer declaraciones. ¿Usted qué se ha imaginado, –interpela a mi colega
Ferret– que voy a escribirle su revista? ¡No señor! Si quiere saber cómo pienso
ahí están mis libros. Léalos y después venga a entrevistarme y tome las
fotografías que guste’”.
Testigo
de una era
Montero
estudió artes plásticas en la Universidad Nacional de México. Nació en Morelia
en 1913. A los 17 años se mudó a la ciudad de México. Estudió fotografía con
Agustín Jiménez y Arturo González Ruiseco.
Fue
agente viajero y representante de publicaciones de Editorial Polis. En 1938
abrió un despacho de dibujo con su amigo Manuel Montiel Blancas. Fue en 1941
cuando entró de lleno al periodismo, año en el que trabajó con Carlos Septién
García con quien fundó la revista La Nación, del Partido Acción Nacional. En
los primeros cinco años de esa publicación, el fotógrafo realizó cerca de 300
reportajes. Murió en 1969.
Pedro
Infante grabando en su estudio, desfile con los integrantes del Escuadrón 201,
inundaciones de la ciudad de México de los años 50, fiestas tradicionales
rarámuris, el pintor Gerardo Murillo Dr. Atl pintando frente al volcán
Paricutín, Valentín Campa en la cárcel de Lecumberri, acarreados a los mítines
del presidente Miguel Alemán, son algunas de las series que conforman el
archivo Montero.
Mediante
becas del Fonca las familiares del fotógrafo han podido rescatar negativos,
estabilizarlos, reprografiarlos y conservarlos, todo con el fin de ponerlos a
disposición de investigadores que se interesen en difundir el material. Arriba
de estas líneas, inundación en la ciudad de México ca. 1952
Un
tema muy importante es el de la aviación civil, los expertos nos han dicho que
ese archivo es inédito, data de los años 40 y un poco de los 60, incluye
imágenes de todas las líneas aéreas de la época y de las personalidades que
viajaban en avión. Como mi abuelo estudió artes plásticas, hacía trabajos de
publicidad y diseño, además de la fotografía. Él hizo muchos de los logotipos
de las líneas aéreas, explica Martha.
Añade
que son cuatro nietas las que están involucradas en la difusión de este
importante acervo visual. “De niños, mi papá y mis tíos ayudaban a revelar y a
clasificar el material. Ahora hay muchas cosas que todavía no vemos porque todo
lo que tenemos son los negativos, los cuales hemos ido reprografiando. En 2010,
el Fonca nos dio una primera beca para contar cuántas imágenes conforman el
acervo. Mi abuelo dejó un engargolado donde venían clasificadas unas 18 mil.
Las
cosas que él ya no acomodó venían en latas, en rollos. Cuando terminamos de
contar todo, eran alrededor de 73 mil 500 imágenes. Tuvimos asesoría de la Fototeca
Nacional y de Fundación Cultural Televisa para aprende a catalogar y a
restaurar los negativos.
La
nieta de Tomás Montero añade que no tienen pensado donar el acervo a ninguna
institución, porque estuvo 40 años encerrado, guardado. Pensamos que lugares
como el Archivo General de la Nación o la propia Fototeca a veces no tienen
recursos, y si no hay un investigador que de verdad se interese en difundir
este material pues estaría ahí otros 40 años encerrado. Nos corresponde a
nosotras preservarlo y darlo a conocer, además, es como si estuviéramos
platicando con el abuelo, quien murió cuando yo tenía tres años.
Montero
fue contemporáneo de legendarios fotorreporteros conocidos, como los hermanos
Mayo. Me puse en contacto con don Julio, quien vive en Atlixco. Me dio fotos de
mi abuela con su esposa, de él y mi abuelo con Cantinflas, además de colegas;
me platicó que compartían el mismo dolor de tener úlceras e intercambiaban
remedios.
Luego
de la primera beca, limpiaron y digitalizaron 5 mil negativos. “Es una
barbaridad, no sabíamos en lo que nos metíamos. Con ese primer material abrimos
un blog en Internet (archivotomasmontero). El segundo año terminamos de contar
los más de 86 mil negativos –todos tienen ya número de inventario– e iniciamos
una base de datos. El propósito siempre ha sido rescatar y difundir. Si no se
conocen las fotos, de nada sirve que estabilicemos los negativos y los pasemos
a material de conservación.
“En
1949 mi abuelo participó en la primera exposición de fotografía que se presentó
en el Palacio de Bellas Artes. No obstante, en esa época todavía no se
consideraba la foto como arte. En una de las entrevistas que se hicieron a los
expositores se señala que Tomás Montero fue de los primeros en trabajar
fotografía a color.
¿Imágenes
acerca del 68? Quizás existan, pero aún no las hemos visto. Nos falta mucho
trabajo por hacer, concluye Martha.
Una
exposición con 100 fotos se presentó en 2011 en Morelia, Zamora y Guadalajara.
Las nietas del artista de la lente también han ofrecido pláticas acerca del
acervo en el Instituto Mora. Todo es apenas la punta de lanza del enorme legado
de Tomás Montero, el cual aún depara a investigadores y público en general muchas
sorpresas.
http://www.jornada.unam.mx/2013/06/24/cultura/a10n1cul
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