11 nov 2014

Renato Leduc en Sinaloa, hoy


omunicado:
Culiacán, Sin., Lunes 10 de Noviembre de 2014
No. 1208
10 Nov - Presentacion Libro Fred Alvarez 2
Estarán presentes sus compiladores Fred Álvarez; como presentadora Andrea Miranda y comentarista, Mario Trejo González
*Reúne ensayos, entrevistas y fabulillas de Renato Leduc
*La presentación será a las 18:00 horas en el Centenario y en Mazatlán el miércoles 12 a las 19:00 horas en el Museo de Arte de Mazatlán
Este martes 11 de noviembre  a las 18:00 horas,  en las instalaciones del  Centro Sinaloa de las Artes, Centenario  se presenta el libro Soy un hombre de pluma y me llamo Renato, publicado por Editorial Artes e Historia de México, es un esfuerzo de coordinación entre Fred Álvarez Palafox, y constituye un homenaje al periodista, poeta, intelectual, alburero y bohemio, Renato Leduc (1895-1986).
  Este libro será presentado por Andrea Miranda, periodista, fotógrafa y reseñista literaria, actual directora editorial de El Debate y los comentarios correrán a cargo de Mario Trejo Gonzalez, mejor conocido como Gonzalo Martré.
Andrea es líder fundadora de todos los proyectos editoriales de EL DEBATE desde hace 10 años. Dirige las 15 ediciones de los periódicos impresos La Sirena (5), La i (5) y EL DEBATE (5) en las ciudades de Los Mochis, Guasave, Guamúchil, Culiacán y Mazatlán. Su responsabilidad también incluye la dirección del portal debate.com.mx y la edición de contenidos de un amplio número de revistas..
Participante y expositora en cursos, talleres y conferencias en algunos países de Latinoamérica, Estados Unidos y México en temas de medios, fotografía y libertad de expresión.

En el libro Soy un hombre de pluma y me llamo Renato  se recuerda y honra al hombre que en muchas ocasiones, en la cantina La Jalisciense o en otras mejores o en peores, disertó sobre su pasión. En sus páginas se incluyen sus andanzas en voz de sus amigos, ensayos sobre su obra, una entrevista, además de poemas y textos periodísticos de Leduc, hombre que pasó por su tiempo con la sabia virtud de conocerlo.
La segunda presentación será en Mazatlán en el Museo de Arte de Sinaloa este miércoles 12 de noviembre a las 19:00 horas.
El volumen fue presentado por primera vez en junio del año pasado, en la cantina La Jalisciense, entre altos muros cubiertos por fotos y carteles, mientras la música de José Alfredo fluía desde algún rincón unida al tintineo de los vasos, como recuerdo al que se llamó el último bohemio de México, ya que era en la cantina, frente al último despacho de Leduc, donde recibía sus llamadas y acudía a contestar.
Fred Álvarez y Pepe Alcaraz, coordinadores del libro,  han dicho que “es un libro que faltaba por hacer sobre ese personaje entrañable. Muchos han escrito sobre su vida y obra, pero ninguno había reunido de manera tan puntual y precisa sus fabulillas inéditas ni sus crónicas periodísticas más celebradas".
Poemas y fabulillas del propio Leduc, ilustradas con fotografías que pertenecen al Archivo Tomás Montero, dan vida a las 187 páginas del libro  Soy un hombre de pluma y me llamo Renato, en el que se dan cita vates y periodistas como Humberto Musacchio, Jorge Meléndez, José Falconi, Gonzalo Martré, Higinio Chávez, Angélica Galicia, Oralba Castillo, Raúl Casamadrid, Roberto López Moreno y Vicente Quirarte.
   Mario Trejo González,escritor y periodista satírico mexicano será quien presente el libro Soy un hombre de pluma y me llamo Renato.  Su seudónimo con el que ha publicado Gonzalo Martré.
Se inició en la literatura en 1967, en el periodismo en 1976. Fue editorialista de Excélsior  durante 20 años. Fue socio fundador y segundo presidente de la Asociación Mexicana de Ciencia Ficción y Fantasía (1996-1998). Fundador de la cofradía de lectores La Tinta Indeleble. Fue argumentista por nueve años de Fantomas, La Amenaza Elegante, historieta publicada por Editorial Novaro. Actualmente, historieta de culto.
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Renato Leduc- el Jefe pluma blanca por su porte Sioux-, vivió los grandes cambios del siglo XX. La vida lo llevó a vivir e Europa en donde entabló amistades con varios escritores y pintores surrealistas; Bretó, Miró, Picasso, Dali y (Leonora) Carrington: Fue lo que quiso ser poeta y periodista, pero sobretodo el gran bohemio de México, el último, según Carlos Monsiváis. (Leduc, le contestó no la chingues Carlos, soy de barril, no de Bohemia)

Borges decía que los libros son extensión de la imaginación y la memoria. Ricardo Garibay veía en ellos una forma de felicidad. En Soy un hombre de pluma… se destaca el hecho de que Renato Leduc vivió su larga y productiva vida en el centro de este triángulo virtuoso: imaginación, memoria y felicidad. Amén de periodista, nuestro personaje fue poeta de versos clásicos y francamente albureros como podrá apreciarse en este libro. Esta mezcla que pareciera tan extravagante, no lo es tanto: tiene antecedentes en clásicos como Quevedo o Lope —en nuestro idioma— o en autores de lengua francesa como Rabelais, autor desparpajado al que Leduc tanto le debe. Nuestro recordado tlalpense escribía y hablaba con “malas palabras” porque era un hombre culto y conocía el idioma.”, José Falconi y Fred Alvarez.
Del libro “Soy un hombre de Pluma y me llamo Renato”, Ed. ISIC, 2014..
Renato Leduc es un caso realmente asombroso en la historia de la poesía mexicana. Javier Aranda Luna
 “Aunque es bien difícil dar una definición de poesía pues el vocablo significa tantas cosas, creo que es una posición ante la vida para expresar el sentimiento humano; es decir, es un género literario en que se pretende que la expresión de ese sentimiento sea musical, porque yo entiendo que una poesía sin ritmo y sin medida es apenas prosa rimada…”
Resulta curioso que un iconoclasta como Renato Leduc —un hombre que en muchos aspectos vivió a contracorriente y desafió normas, modelos, preceptos y estatutos— haya tenido una idea tan convencional de la poesía. Por fortuna, su práctica poética fue, y con mucho, más allá de esta definición. Tan más allá que la poesía de Renato Leduc tiene una característica muy singular, poco apreciada por aquellos que la han comentado: algunos de sus poemas, sospechosamente, mucho se aproximan a la crónica periodística de paródica sustancia, haciendo burla corrosiva (que para eso es la parodia, para corroer) de la educación sentimental de nuestra “distinguida sociedad” o de nuestros “ínclitos” politicastros. En ese sentido el “complejo literario” que fue Renato Leduc, debiera ser un capítulo de nuestra historia de las mentalidades, aún no escrita.
Este hombre de pluma —como él mismo se definió— que fue Renato Leduc, nació en el año 1895 —dos años antes que Carlos Pellicer y seis que José Gorostiza, dos figuras cimeras de las letras mexicanas y aun de la lengua española—; es decir, por temporalidad bien pudo pertenecer a la generación de poetas mexicanos renovadores de nuestra lírica que han pasado a la historia como Los Contemporáneos, y que entre otros afanes literarios y aún artísticos en el sentido más amplio (incluyendo el teatro, las artes plásticas, el diseño, etcétera) tuvieron el de la renovación de las formas expresivas; el vate (como se decía antaño) Renato Leduc estuvo muy distante de estos y muchos otros afanes. Sus afanes, los suyos propios, eran otros como ya se verá.
Asimismo, la poesía de Renato Leduc dista un buen trecho, yo diría que está en las antípodas, de la moderación y el tono crepuscular y melancólico que dominó a la poesía mexicana de aquellos tiempos, y que aún cultivan buena parte de nuestros líricos actuales. La pasión poética de Renato Leduc se nutrió de los vertederos de su propia riquísima y casi alucinante vida (“vida airada” —diría él): revolución y viajes, guerra mundial y toreros, cantinas y mujeres, sofisticados poetas franceses supra-realistas y poetas mexicanos del arrabal y pintores surrealistas y cafés de chinos y burdeles de diversas categorías: Renato Leduc hizo de sus poemas un espejo “en que se ve el que cambia”, como dice en memorable y breve texto mi amigo, el poeta Víctor Manuel Cárdenas.
Sin embargo, el poeta Leduc, que explícitamente reconoció como sus influencias al Arcipestre de Hita, a Góngora, a Enrique González Martínez, a López Velarde y muy señaladamente al colombiano Luis Carlos López, (nacido en Cartagena de Indias en 1883 y fallecido en 1950 en su ciudad natal; poeta conocido como el Tuerto López, por su estrabismo) si bien no fue un renovador de nuestra lírica, si fue un poeta que aportó una serie de tópicos y matices poco, muy poco cultivados en nuestra poesía.
Renato Leduc es, en el panorama de la poesía mexicana, un atípico, bizarro, extravagante; un poeta excéntrico que “puede ser incluido igualmente en el Manual del declamador sin maestro y en una antología que dé cuenta de los cambios de temperatura de nuestra lírica”, como bien apuntara el académico de la lengua Vicente Quitarte hace ya varios años (“ya llovió” —diría Renato) en el Bar Mancera de la ciudad de México con motivo de la incorporación de la obra del poeta a la colección Letras Mexicanas del Fondo de Cultura Económica·. Pero, además, Leduc es ave rara de nuestra poesía porque reunió (o amalgamó) el cultivo de formas métricas y estróficas tradicionales y clásicas en la versificación castellana con un gran sentido del humor (poco frecuente en nuestro medio), con giros idiomáticos de la cantina, la pulquería y el barrio. En otros términos: hizo uso de formas consagradas por la tradición, por la preceptiva, para emitir mensajes irreverentes y hasta francamente léperos; si bien, como él mismo señalara en repetidas ocasiones, esta su maledicencia procedía de un linaje clásico: Quevedo, Cervantes, Lope de Vega, muy siglo de oro español. “…Así descrito (diría el gran Carlos Monsiváis) la imagen de Leduc encaja sin problemas en la del bohemio, el artista marginal que descree de la disciplina y para quien el arrebato todo lo vindica.
Esto, a su pesar, fue Leduc en el espacio del reconocimiento social: el Último Bohemio, sumergido en anécdotas y en el santo olor de las malas palabras…”
“Renato Leduc fue una especie de lobo estepario que repudió la llamada vida literaria —le aburría soberanamente el ambiente de los intelectuales; prefería, y con creces, “a la gente del toro”— y, por lo mismo, no formó parte de grupos, capillas o cofradías. Inclusive en cierta ocasión aseveró que para él la poesía no había sido ni madre, ni amante, “si acaso, tía”
Parte del texto de José Falconi.
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