Acceso
a la justicia/Ana
Laura Magaloni Kerpel
Reforma, 2 de mayo de 2015
En
el primer rubro, la solución es conocida: hay que crear defensorías públicas
vigorosas y accesibles para la gente. Las comisiones de derechos humanos son
las instituciones ideales para ello. El caso de la Defensoría del Pueblo de
Colombia es un buen ejemplo a seguir. El CIDE propuso crear centros de asesoría
jurídica que evolucionen a defensorías públicas.
En
segundo término, hay que partir de la premisa que no todos los conflictos son
igualmente graves. Hay algunos que es prioritario atender. Tal es el caso de
los asuntos que tienen que ver con violencia contra mujeres. La experiencia
internacional de muchos programas de alivio a la pobreza, según Gary Haugen, ha
demostrado que tales programas fracasan si la atención a la violencia física y
sexual contra las mujeres no forma parte de dichos programas. Es prioritario no
dejar a las mujeres pobres fuera de la protección de la ley y las instituciones
legales. La posibilidad de que ellas y sus hijos prosperen depende de ello.
Finalmente,
la tercera estrategia para reducir las barreras de acceso es simplificar y
abaratar el juicio. Muchos conflictos, por sus características, no requieren de
un proceso complicado de pruebas, peritos, notificaciones, audiencias,
etcétera. Lo que hace sentido es que en una sola audiencia, frente al juez, las
dos partes expongan sus argumentos sin necesidad de que un abogado los
represente, que el juez les pregunte lo que haga falta y resuelva el asunto de
forma inmediata. Por ejemplo, el conflicto por una deuda de 10 mil pesos, el
vecino que pone recurrentemente la música a todo volumen, el señor que no ha
pagado un alquiler de 5 mil pesos, el mecánico que puso piezas usadas y las
cobró como nuevas. Para los muchísimos conflictos de una población con las
características socioeconómicas de la nuestra que involucran sumas de dinero
pequeñas o pleitos de convivencia cotidiana se requiere de un juicio rápido y
de bajo costo. A ello se refiere el informe del CIDE cuando habla de la
"justicia de barandilla". Hoy en día, este tipo de conflictos, dados
los costos del abogado y el juicio, no tienen cabida en nuestro sistema de
justicia.
La
reforma a la justicia cotidiana significa lograr que todas las personas, sin
importar su estrato social, sean verdaderas portadoras de dere- chos. Ello, si
logramos hacerlo realidad, cambiará de forma radical el orden social existente.
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