ABC
|24 de diciembre de 2015…
Este
es un artículo nada original y nada convencional, pues la respuesta que se da
como solución al terrorismo yihadista es una respuesta netamente musulmana.
Desde hace años, las víctimas del terrorismo yihadista son miles en muchas
partes del planeta. Pero el asesinato de las 129 víctimas en París el pasado 13
de noviembre parece haber hecho despertar a la humanidad un poco su conciencia,
en Oriente y en Occidente. Para esbozar esa solución al terrorismo yihadista
quisiera citar a tres personas que han sido musulmanas –Fátima Mernissi, Ayaan
Hirsi Ali y Mario Joseph (Soilaiman)– y que con sus vidas y sus ideas muestran
un camino de enorme esperanza.
Fátima
Mernissi, fallecida a los 75 años el pasado 30 de noviembre, escritora,
socióloga y profesora de nacionalidad marroquí, premio Principe de Asturias de
las Letras, tuvo la valentía de escribir sobre temas considerados tabúes en las
sociedades musulmanas, como son la interpretación del Corán y la interpretación
de los libros de tradición islámica.
Pero,
lo más importante, Fátima Mernissi ya en 1992 tuvo la intuición de poner en el
centro del debate el artículo 18 de la Carta de las Naciones Unidas en su libro
«El miedo a la modernidad. Islam y democracia», una genial inspiración que si
los estados musulmanes la hubiesen llevado gradualmente a la vida ordinaria de
sus ciudadanos hubiese evitado mucho sufrimiento, muchas muertes y destrucción.
La Carta de Naciones Unidas fue firmada en San Francisco el 26 de junio de 1945
por países musulmanes como Turquía, Irán, Líbano, Egipto, Siria y Arabia Saudí,
y posteriormente por el resto de países musulmanes. Veintitrés años después,
las palabras de Fátima Mernissi en el libro citado, desgraciadamente, se han
visto cumplidas:
«Los
Estados musulmanes que, desde la independencia, han manipulado los aparatos de
educación de masas y de propaganda no los han puesto nunca al servicio de esta
nueva idea del Estado laico, que el artículo 18 formula con tanta simplicidad».
«No solo multiplicarán las enmiendas para enmascarar cualquier conflicto entre
la Carta y su interpretación autoritaria del islam, sino que, sobre todo,
movilizarán los presupuestos nacionales para traicionar dicha Carta, prohibir
por contraria al islam la libertad de opinión que aquella proclamaba e impedir
al ciudadano familiarizarse, por medio de la participación democrática
constante y regular, con sus reglas y mecanismos».
Ayaan
Hirsi Ali, infatigable luchadora por los derechos de la mujer musulmana, nacida
en 1969 en Somalia, diputada por unos años en el Parlamento holandés y
actualmente ciudadana de Estados Unidos, ha arriesgado su vida y sigue
arriesgándola, precisamente por conseguir esa libertad de opinión en las
sociedades musulmanas que Fátima Mernissi expresa. Hirsi Ali, en su último
libro, «Reformemos el islam», hace una propuesta clarividente que supondría una
auténtica «primavera» en las sociedades musulmanas y que puede resumirse en su
afiormación de que «hay que reformar el islam para que desaparezca el
terrorismo».
Mario
Joseph (originalmente llamado Sulaiman), ciudadano indio, creció en el seno de
una familia musulmana y a los dieciocho años fue reconocido como imán. Como
experto en la doctrina islámica, dominaba los 140 capítulos del Corán, pero a
la vez descubrió en sus versos que Jesucristo era citado más de veinte veces y
que su madrem María, la única mujer mencionada en el Corán, ocupaba todo el
capítulo 19. La apasionante historia de su experiencia hacia la «libertad
interior», con el riesgo gravísimo de su propia vida, la ha descrito en el
libro «Encontré a Cristo en el Corán».
Es
muy significativo que la intuición de una mujer musulmana que muere en su fe,
la de otra mujer musulmana que llega al ateísmo y la de un varón musulmán
convertido al cristianismo converjan en que el derecho a la libertad de
pensamiento, de conciencia y de religión, concretado en el artículo 18 de la
Carta de Naciones Unidas, sea una de las claves en el futuro de las sociedades
musulmanas y, por extensión, de toda la humanidad. Además de la acción militar,
policial y económica, en la lucha contra el terrorismo yihadista se necesita
que los grupos extremistas y yihadistas no tengan la coartada de la religión
para imponer por el crimen, la violencia o la amenaza su visión totalitaria de
la existencia.
Qué
gran homenaje a las miles de víctimas del terrorismo yihadista, si las naciones
que forman el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobaran una Resolución
para que ese viejo y nítido artículo 18 de la Carta sea realmente efectivo en
las constituciones y legislaciones de todos los países miembros de las Naciones
Unidas.
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