Jorge el Guero Castañeda @JorgeGCastaneda dice que @Mzavalagc es una candidata de 6.0 o 7.0 por ciento; yo creo que es de 10, con todo respeto..; Jorge Fernández la coloca en 13%
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Las columnas políticas a 9 de Octubre de 2017Templo Mayor/ Reforma
AHORA es cuando Margarita Zavala verá qué tan sólido y sincero era el apoyo que le daban sus correligionarios, especialmente los gobernadores panistas.
AHÍ ESTÁ el caso de Francisco Domínguez, de Querétaro; Carlos Mendoza, de Baja California Sur; y Martín Orozco, de Aguascalientes. Los tres se la estaban jugando abiertamente con la ex primera dama en su intento por ser la abanderada del PAN a la Presidencia.
PERO AHORA que ya renunció a las filas albiazules, bien podría dedicarles aquella canción que dice: "¿Y qué hiciste del amor que me juraste?", pues los tres mandatarios se limitaron a lamentar su salida, se lavaron las manos y voltearon pa' otro lado.
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Bajo Reserva/El Universal
Moreno Valle y Aureoles, focos rojos
Ante la renuncia al PAN de Margarita Zavala, una de las tres firmantes de una carta en la que se exigía una elección libre y abierta del candidato presidencial del Frente Ciudadano por México, los otros dos autores de la misiva, el gobernador de Michoacán, el perredista Silvano Aureoles, y el ex gobernador de Puebla, el panista Rafael Moreno Valle, sostuvieron ayer un encuentro. Nos comentan que uno de los temas que abordaron los dos aspirantes presidenciales es que les llama la atención que en algunos sectores del PRD y de Movimiento Ciudadano se hayan prendido los focos rojos por la descomposición que el presidente del PAN, Ricardo Anaya, enfrenta dentro de su partido, la preocupación se deriva de los “puntitos” que pueda llevarse de Acción Nacional Margarita Zavala y que pueden ser capitalizados por quien hoy aparece como el puntero de todas las encuestas, el líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador.
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FRENTES Políticos
III.¿Limpieza? A unos días de que Margarita Zavala anunciara su salida de las filas del Partido Acción Nacional luego de más de tres décadas de militancia, Ricardo Anaya, líder nacional, planteó que “las prioridades del PAN son terminar con la corrupción y la impunidad, así como luchar contra los privilegios y la desigualdad”. Anaya Cortés, advirtió que quienes han cometido actos graves de corrupción deben pagar las consecuencias. Bien, nada mal, pero sería importante, que hablara de lo que ocurre al interior de su partido, para que sus dichos cobraran mayor trascendencia. Anaya afirmó que continuará con su tarea de acabar con la corrupción e impunidad de los gobiernos priistas. ¿Y si primero comienza por la casa?
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KIOSKO | Corresponsales de El Universal
Zavala desata desbandada panista
Nos platican que la renuncia de Margarita Zavala al PAN, para seguir sus aspiraciones presidenciales, generará un efecto dominó en Veracruz y Puebla, dos de los actuales bastiones políticos del blanquiazul. Así, nos comentan, reconocidas figuras de ese partido ya acarician la idea de abandonar su militancia: en Veracruz la primera podría ser la diputada local Cyntia Lobato, mientras que en Puebla, se trataría de Eduardo Rivera, ex alcalde de la capital y también suspirante a la gubernatura. Lo preocupante para las dirigencias locales, nos aseguran, es que ellos no serán los únicos y la cascada de renuncias afectaría al partido en vísperas de elecciones. Urge unidad en Acción Nacional.
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Las razones de Margarita/ Raymundo Riva Palacio
Estrictamente Personal
El Financiero
Cuando el jueves pasado Margarita Zavala anunció que al día siguiente establecería su posición sobre las versiones periodísticas que anticipaban su renuncia al PAN, llevaba 24 horas que ya lo había decidido. El miércoles tuvo una reunión en su cuarto de guerra, donde evaluaron el resultado de un encuentro en la víspera con el presidente del partido, Ricardo Anaya, donde una vez más le dijo que no habría ningún proceso interno para definir la candidatura presidencial del PAN, sino que se procesaría a través del método que establecieran dentro del Frente Ciudadano por México, el bloque opositor compuesto por el PAN –o al menos sus liderazgos–, el PRD y Movimiento Ciudadano. Con esa respuesta, de acuerdo con personas que conocen el proceso de decisión que tomó Margarita Zavala, planteó a su equipo más cercano comenzar de cero.
La reunión entre Zavala y Anaya había tenido como preámbulo la difusión de una carta, el domingo por la noche, firmada por ella, el exgobernador de Puebla, el panista Rafael Moreno Valle, y el gobernador de Michoacán, el perredista Silvano Aureoles, en donde pedían al Frente que el método de selección del candidato de esa eventual coalición electoral se diera mediante una consulta abierta a la ciudadanía. El trasfondo de esa demanda buscaba que se hiciera de lado la propuesta de tres encuestas a sus militancias, de donde quien resultara mejor evaluado fuera el candidato de unidad para 2018, para evitar que las estructuras de los partidos, en las cuales carecen de fuerza, los anularan.
Los líderes del Frente rechazaron la propuesta. A Zavala se le acababa el tiempo. “Se acercaba la fecha de vencimiento para registrar independientes y le dijeron que todavía no había decisión sobre los mecanismo”, dijo una de las personas que mejor conocen el proceso de su salida. “Lo hacían para que no se registrara y se quedara sin nada”. Anaya nunca fue receptivo. Incluso, cuando días antes de dar a conocer la carta buscaron Zavala, Moreno Valle y Aureoles que la firmara el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Anaya y el presidente de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, le pidieron a Miguel Ángel Mancera que no lo hiciera. De cualquier forma, no la iba a suscribir, pues de hacerlo habría mandado un mensaje contradictorio a su declaración que por ahora, lo único en lo que estaba concentrado era en la emergencia por el sismo del 19 de septiembre.
El diferendo entre Zavala y Anaya no había comenzado por su participación en el Frente, sino porque estaba construyendo su candidatura presidencial desde la presidencia del partido, lo que consideraban sus críticos que era una competencia desigual, y a la forma como fue tratada por los panistas cercanos al líder del partido durante meses. Esto quedó de manifiesto en el mensaje que escribió la señora Zavala el viernes a las 13:10 horas, una hora exacta antes de que Fernanda Caso, la coordinadora de su equipo de campaña, entregara la carta de renuncia en el PAN. “Llevo dos años buscando diálogo”, escribió en respuesta a Anaya, que le pidió que no renunciara. “La división del PAN es tu responsabilidad, eres el presidente del partido. Ya hablaremos”.
La oferta era retórica. La negativa de Anaya a abrir el proceso de selección del candidato la dejó con sólo dos opciones: renunciar o someterse a un proceso que, de antemano, sabría que perdería. Anaya tiene el control de todos los órganos del partido, que aprueban o rechazan las propuestas de su presidente. “Ella seguía arriba en las encuestas”, dijo la persona que siguió el proceso. “Si hubiera ido abajo, por supuesto que ni hubiese pensado en irse, pero se le hacía tremendamente injusto lo que le hacían”.
El miércoles, Zavala se reunió con su equipo más cercano para discutir las alternativas. Parecía ocioso, pero aun así lo platicó con Jorge Camacho, su coordinador de campaña; Fausto Barajas, secretario técnico del gabinete de Infraestructura del presidente Felipe Calderón y más adelante subsecretario de Comunicaciones y Transportes y dirigente de la Fundación Desarrollo Humano Sustentable, que preside el exmandatario; su vocero Fernando Morales y Caso, que es miembro de Casa sobre la Roca, la organización de corte cristiano dirigida por Rosi Orozco, quien junto con su esposo ayudó a generarle apoyos en el sector evangélico a Calderón durante su campaña presidencial.
Zavala, quien todo el tiempo mantuvo la discusión y reflexión con su esposo el expresidente y su hermano Juan Ignacio, también habló con el grupo de exgobernadores que la han respaldado desde que hizo formal su intención de buscar la candidatura, entre los que se encuentran Fernando Canales Clariond, de Nuevo León; Alberto Cárdenas, de Jalisco; Marcelo de los Santos, de San Luis Potosí; Alejandro González Alcocer y José Guadalupe Osuna, de Baja California. Era el epílogo de un proceso de semanas, donde según una de sus más cercanas, “le cerraban las puertas” por todos lados. En Guanajuato, por ejemplo, el gobernador Miguel Márquez, que había mostrado afinidad por ella, prohibió a los diputados locales ir a un evento de ella, En otros estados panistas le cancelaron visitas intempestivamente.
La última plática con Anaya el martes, de acuerdo con uno de los que conocieron todas las tribulaciones, “le dio la certeza de irse”. “Preferible perder sola, que ser víctima de una mofa y de una canallada. Y se fue”. Margarita Zavala presentó su renuncia. Buscará una candidatura independiente y a comenzar de cero.
Twitter: @rivapa
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Razones/JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ
Excelsior
La decisión de Margarita
Por un acuerdo político con Salinas de Gortari, Acción Nacional logró ganar su primera gubernatura
Quien crea que la renuncia de Margarita Zavala al PAN y su inscripción como independiente ha cerrado la disputa interna en ese partido, se equivoca. En realidad, esa lucha apenas comienza. Es verdad que Ricardo Anaya ha copado las posiciones de dirección del partido, pero también lo es que no tiene control de la mayoría de los gobernadores ni tampoco hegemoniza los grupos parlamentarios.
En la Cámara alta, más allá de los llamados senadores rebeldes (cuyo número engrosa día con día), muchos otros están a la espera del desenlace interno para hacer pública su posición, con un coordinador, Fernando Herrera, que no atina a realizar más política que trasladar las órdenes de Anaya a un grupo parlamentario que no le responde. En Diputados hay más anayistas, pero pocos con un compromiso real con el presidente del partido, muchos otros responden a sus gobernadores.
La mayoría de éstos simpatizan mucho más con Margarita que con Anaya, algunos lo han expresado públicamente, otros no, pero todos están viendo cómo evoluciona el proceso porque lo que necesitan es colocar a los suyos en las listas de diputados y senadores para el 2018 y será, entonces, cuando tomen posición pública.
Por eso no habrá renuncia masiva, le darán la lucha a los anayista dentro del propio partido, pero también del Frente. El martes pasado cuando se reunieron Anaya y Margarita, el presidente del PAN fue terminante: no habría elección abierta de candidato para el Frente y le aseguró que el candidato sería él mismo, que ya estaba acordado. Eso fue lo que detonó la ruptura. Evidentemente, ese acuerdo existe con Alejandra Barrales y con Dante Delgado, dirigentes del PRD y de MC, pero salvo en el caso de Dante ni en el PAN ni, tampoco, en el PRD existe consenso de que Anaya sea candidato presidencial y Barrales para la Ciudad de México.
Miguel Ángel Mancera ha sido enfático en apoyar un método democrático de elección. Nueva Izquierda, para la Ciudad de México, ya ha propuesto a Ricardo Monreal y hay varios otros aspirantes en puerta. Muchos de los panistas que apoyan a Margarita y a Rafael Moreno Valle creen que la situación de Anaya puede convertirse en insostenible y que se verá forzado a convocar a una elección abierta si quiere mantener el Frente, y ahí se abriría el espacio para la participación de Zavala (ya como independiente), de Moreno Valle, de Mancera y de Silvano Aureoles, entre otros porque muchos insisten en apostar más a propuestas ciudadanas. Si eso no ocurre habrá un efecto dominó de rupturas en PAN y PRD,
y habrá que ver si el Frente logra sobrevivir.
Por lo pronto, según las cifras más conservadores, Zavala, como independiente, tendría, por lo menos, un 13 por ciento de sus votos. La pregunta es qué hará con ese capital político más allá de inscribirse como independiente. Ese porcentaje muy fácilmente la convierte en factor en el 2018 para la elección, pero también en el inevitable gobierno de coalición que tendrá que construirse en el futuro.
La decisión de Margarita detona muchas de las certezas para el 2018, mismas que ya habían sido trastocadas por las consecuencias políticas de los sismos del 7 y 19 de septiembre. Nada está definido.
Pero esa renuncia ha exhibido también la catadura de algunos personajes. Lo del exgobernador de Baja California, Ernesto Ruffo es detestable y de una brutal misoginia, calificar a Margarita de pus del PAN lo exhibe. Cuando lo quiso arreglar y dijo que hablaba de los senadores rebeldes de su propio partido (sus compañeros de bancada), le fue peor. Ruffo es uno de esos personajes que no tiene la legitimidad para hablar de transparencia y alturas morales. Fue, sí, el primer gobernador de la oposición en el país, gracias a un acuerdo político que alcanzaron en 1989 el presidente Salinas con la entonces dirigencia del PAN, pero dilapidó esa gubernatura y más grave aún, su gente, incluyendo su hermano Claudio, le entregaron el control de Baja California a los Arellano Félix. Muchos priistas siguen recordando hasta el día de hoy que quien más se opuso a que se entregara aquella gubernatura a Ruffo fue Luis Donaldo Colosio, asesinado en Tijuana durante el gobierno del propio Ruffo. ¿Desde cuándo Ruffo puede presentarse como un adalid de la transparencia, altura política y moral del panismo?
Lastimosa también la actitud de López Obrador. Viendo la división de sus adversarios decidió intervenir y desde su óptica hace bien, pero esa misoginia incontrolable de Andrés Manuel, esa insistencia en llamar a Margarita Zavala (una mujer con atributos propios, se esté o no de acuerdo con ella) como “la esposa de Calderón”, es un símbolo de su desprecio por las mujeres. En esa lógica, Andrés Manuel podría ser “el esposo de Beatriz”, aunque sin duda le quedaría mejor “el papá de Andy”, su autoproclamado sucesor.
Por cierto, ese desprecio por las formas del dirigente de Morena se ha vuelto a exhibir en la conformación del comité financiero de ese partido para recabar el apoyo para los damnificados del sismo. Una de sus principales figuras del comité es nada más y nada menos que René Bejarano, que de conseguirle billetes a López Obrador sabe y sabe mucho. Todos lo vimos.
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Itinerario Político / Ricardo Alemán
Milenio
Boleta 2018, ¿la misma de 2006?
Si por un momento hacemos caso al machismo insidioso “del esposo de Beatriz”, tendremos que concluir que la boleta electoral de julio de 2018 será la misma de 2006.
Más aún, el paralelismo entre las boletas de 2006 y 2018 parece ser —en el fondo— la razón de la inquina machista mostrada por “el esposo de Beatriz” contra Margarita Zavala.
Pero vamos por partes.
Muchos recuerdan que en la elección presidencial de 2006 aparecieron en la boleta electoral los nombres de Felipe Calderón, Andrés Manuel López Obrador y Roberto Madrazo; por PAN, PRD y PRI, respectivamente.
En aquel proceso electoral todos daban por hecho la victoria del tabasqueño —salvo “un puño” que documentamos las razones por las que no ganaría AMLO—, al grado que Quico Arreola pidió a los medios respectivos el despido de los críticos de AMLO. Así el servilismo al amo.
Sin embargo, la victoria inobjetable —a pesar del supuesto fraude que nunca demostraron—, fue para Felipe Calderón, quien no solo derrotó al puntero de la contienda, al candidato del PRD, sino que mandó a un vergonzoso tercer lugar al priista Roberto Madrazo.
La anterior es la historia electoral y la boleta de 2006.
La que sigue es la hipótesis de la boleta electoral de 2018 y la historia previsible.
Y es previsible porque el propio “esposo de Beatriz” se encargó de colocar en la boleta de 2018 no a la ex panista Margarita Zavala, sino “a la esposa de Calderón”, a la que trató de ofender por tomar la decisión de renunciar al PAN para convertirse en candidata presidencial, por la vía independiente.
Lo curioso es que si hacemos caso a la insidia machista “del esposo de Beatriz”, en efecto, en la boleta presidencial de 2018 repetirán las candidaturas de AMLO, Calderón y Madrazo.
Pero resultaría aún más curioso —incluso vergonzoso— que si en 2006 “el esposo de Beatriz” fue incapaz de derrotar a Calderón, en 2018 “la esposa de Calderón” pudiera derrotar “al esposo de Beatriz”.
¿Será esa la preocupación “del esposo de Beatriz”? ¿Será ese el fondo de la inquina machista?
Hoy nadie lo sabe —salvo la conciencia “del esposo de Beatriz”—, pero el tiempo y su sabiduría se encargarán de colocar a cada cual e su sitio.
Lo que si sabemos es que en la boleta de 2018 también estará presente —en cuerpo y alma—, Roberto Madrazo, el otro tabasqueño perdedor. ¿Y por qué la hipótesis de que Madrazo estará en la boleta de 2018?
El tema no es ningún secreto. Todo aquel que haya seguido con puntualidad la sucesión presidencial mexicana sabe que, la versión moderna del priista Roberto Madrazo, es el panista Ricardo Anaya.
En efecto, la gestión de Anaya al frente el PAN es una copia en sepia del PRI de Roberto Madrazo. La dirigencia del PAN de hoy es igual de autoritaria, antidemocrática, vertical y tramposa que la dirigencia del PRI de Madrazo.
Pareciera que los ideólogos de Ricardo Anaya son los tabasqueños Madrazo y “el esposo de Beatriz”. ¿Por qué? Porque la dirigencia del PAN de Anaya no solo copió todas las malas artes, trampas, “cochupos” y artimañas de los dos tabasqueños, al grado que hoy a nadie sorprendería que en la boleta presidencial de 2018 repetirá el tramposo de Roberto Madrazo.
Y es que Anaya siguió —por nota— los pasos de Roberto Madrazo para robarse el partido, para controlar los órganos internos, para apoderarse de los spots, el dinero del partido, las voluntades y, sobre todo, para adueñarse de la candidatura presidencial del PRI.
Y no, no se trata de confundir la legítima defensa de las aspiraciones presidenciales y el uso de todos los recursos políticos legales para lograrlo, sino de cuestionar la incorporación al PAN de los peores usos y costumbres del PRI y de Morena.
Precisamente eso cuestionó Margarita Zavala, quien dibujó a Roberto Madrazo y sus malas artes, cuando habló de las complicidades, cochupos y transas cometidas por Ricardo Anaya en el PAN, para garantizar su candidatura presidencial y para asegurarse que Margarita fuera echada.
Esa era la diferencia —los modos de hacer política— entre el PRI y el PAN. En el viejo PAN se peleaban los puestos de elección popular en un entarimado parejo, en una disputa en la que todos tenían las mismas posibilidades.
Por eso —porque existía piso parejo—, en el gobierno de Fox ganó la candidatura su adversario, Felipe Calderón; por eso, en el gobierno de Calderón, ganó la candidatura su adversaria, la señora Vázquez Mota.
En efecto, veremos muchas similitudes entre las presidenciales de 2006 y 2018, pero son solo similitudes, porque aún falta saber quién será el candidato del PRI y falta saber la forma en que impactará en los electores el trauma del terremotos del 11-S.
Por lo pronto, no hay nada para nadie.
Al tiempo.
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Margarita, la ruptura de Anaya/ Pablo Hiriart
Uso De Razón
El Financiero..
La renuncia de Margarita Zavala al PAN va a cambiar el escenario rumbo a la elección presidencial.
Con esto no gana el PRI, como ha dicho Ricardo Anaya para desviar la atención del punto fundamental: su obsesión de ser candidato presidencial, antes que cuidar la unidad del partido que dirige, lo precipitó a la ruptura.
Para Anaya lo más importante es que la renuncia de Margarita “favorece al PRI”.
Es un pretexto para eludir su responsabilidad. Lo grave de la salida de Zavala no es a quién beneficia, sino que perjudica al PAN, y no por culpa de ella.
Anaya prefirió hacer acuerdos bajo la mesa con Dante Delgado y Alejandra Barrales (dos prístinos exponentes de la moralidad republicana), en lugar de lograr un pacto al interior del PAN.
Dos son las tareas del presidente de un partido: cuidar la unidad interna y ganar elecciones para impulsar proyectos.
Ambas se le vinieron al piso al PAN por la equivocada dirección de Anaya. Dividió al partido y van a perder las elecciones.
Eso de que gana el PRI con la ruptura panista, en caso de ser cierto, lo debió evitar como dirigente. Que no se le divida el partido.
Peor aún, la división la propició él, que es presidente del partido.
Cuando tenían todo para llegar a Los Pinos en una nueva oportunidad, los manejos personales de Anaya orillaron a Margarita Zavala a buscar la vía independiente.
Dice equivocadamente Anaya que con esa decisión el ganador es el PRI. Cuánta soberbia.
¿No se da cuenta de que al irse Zavala, más los que se emigrarán en los siguientes días, semanas y meses, el que pierde es el PAN?
Hay que subrayar, él tenía dos compromisos fundamentales: que no se le dividiera el PAN y ganar las elecciones.
Pues se le rompió y no va a ganar en 2018.
Corrijo: no “se le rompió”, sino que él lo fracturó al excluir a Zavala de la competencia interna.
Era la mejor posicionada para ser candidata presidencial por ese partido, y Anaya ideó una alianza 'ciudadana' para anularla.
Dentro de esa alianza también estaba, de lejos, en el primer lugar. Entonces Anaya, Dante y Barrales se pronunciaron en contra de una elección abierta a los ciudadanos para elegir al candidato presidencial.
Toda una maquinación para dejarla fuera. Así nadie aguanta, por decoro.
Perdió el PAN y el gran ganador es López Obrador. ¿No se dan cuenta?
La elección presidencial puede transformarse en una carrera parejera entre AMLO y el PRI, las dos opciones que mayor rechazo despiertan en la ciudadanía.
Y ahí quien lleva las de ganar es AMLO, porque el voto útil de los simpatizantes panistas se va con López, no con el PRI.
Los antigobiernistas enojados no votarán por el PRI, sino por AMLO, una vez que el PAN se desfonde con la ruptura provocada por Ricardo Anaya.
Ya no habrá una alternativa democrática competitiva al peligro populista de López Obrador. El PRI tiene encima la loza del desprestigio.
El PAN se partió el viernes, luego de dos años de acoso a Zavala por parte de Ricardo Anaya y su equipo. Ni diputada ni dirigente ni candidata… Y es la más aceptada por la población.
Al PRI le convenía una elección con la votación muy distribuida, a cuartos, con un polo de izquierda alternativo a López. Sólo así tenía posibilidades.
Con el PAN empequeñecido a la mitad o más, el PRI se va a quedar solo frente a López Obrador. Fatal para el país.
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HISTORIAS DE REPORTERO /Carlos Loret de Mola
EL UNIVERSAL
El pierde-pierde de Margarita y Anaya
En ruta a la sucesión presidencial, el primero en dar un manotazo en el tablero fue el presidente Peña Nieto cuando ganó la elección para gobernador en el Estado de México. El PRI salió de terapia intensiva para gritar que sería jugador en el 2018.
El segundo manotazo lo dio Ricardo Anaya cuando logró presentar el Frente Ciudadano por México, de la mano de Alejandra Barrales y Dante Delgado.
El tercero corrió a cargo de Margarita Zavala. Su renuncia al PAN vino de nuevo a reacomodar las fichas del juego político.
Tengo la impresión de que Ricardo Anaya nunca creyó que Margarita fuera capaz de salirse del partido. No era el único. Apenas hace unos días, algunos de los más cercanos a ella dudaban que fuera capaz de dar el paso: su panismo de hueso azul parecía condenarla a resistir lo que acusaba como un embate ventajista del dirigente nacional.
Margarita había perdido el rumbo y el foco, pero seguía siendo la panista mejor posicionada. Anaya había demostrado que tenía el control del partido, pero no la alcanzaba en las encuestas. Por estos tropiezos, ella no lucía como una candidata en ruta a la victoria. Y él se mostró como el que iba a quedarse con la candidatura al costo que fuera. Estiraron la liga por meses. Hasta que se reventó.
De entrada (remarco el “de entrada” porque son posiciones de arranque de una larga contienda), la separación no favorece a ninguno. Si bien Margarita Zavala recupera el discurso y la iniciativa, su posición electoral sin la estructura del PAN luce todavía más complicada. Anaya, que traía la inercia favorable del Frente y había sorteado muchas acusaciones en su contra, se estrella contra una fractura que cuestiona su legitimidad y muestra políticamente vulnerable al Frente que seguramente algo perderá en las encuestas.
La salida de Margarita no va a romper al Frente porque ella no formaba parte de él y ninguno de sus integrantes se quiere salir: las cabezas seguirán interesadas en fusionarse, buena parte de los grupos partidistas también y lo de Zavala es un movimiento nacional cuando a nivel estatal la cohesión PAN-PRD-MC es estratégica para muchos gobernadores y aspirantes a serlo.
No rompe, pues, el Frente, pero sí debilita el juego de Anaya fuera y dentro de la coalición. Hacia afuera, porque el PAN se divide y habrá que ver cuál es el costo en votos. Y hacia dentro por dos motivos: primero, porque otros panistas que aspiran a la candidatura presidencial querrán presentarse como la “tercera vía” que pueda juntar a los dos polos quebrados; y segundo, porque un PAN menos fuerte permite al PRD y a Movimiento Ciudadano cobrarle más posiciones.
Y sí, la obvia: un rival dividido es música para los oídos de López Obrador y del PRI (con cualquier aspirante, pero sobre todo si el presidente Peña termina escogiendo a José Antonio Meade, cuya cercanía con el calderonismo puede ser un imán para este grupo de cepa azul en caso de que la candidatura de Margarita no levante).
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Margarita/ Juan Ignacio Zavala
Autonomía Relativa
El Financiero
Tengo la fortuna de ser hermano de Margarita. Nacimos casi juntos, hace más de 50 años. Ella vivió, con intensidad, más de la mitad en el PAN. Nunca pensé que la vería fuera del partido. No se me ocurría la forma de que saliera. Ella era parte del activo de ese partido. Cuando ambos estábamos dentro, recordábamos lo que le decía mi madre a mi padre cuando discutían de los problemas internos: “La diferencia entre nosotros es que yo soy del PAN y tú estás en el PAN”. Margarita era del PAN. Recibió una andanada de ofensas y agresiones de los dos últimos presidentes del partido, que la llevaron a poner primero su dignidad –no su candidatura– y salir de un lugar en el que le cerraron todas las puertas para hacer política. La respuesta del presidente panista y sus esbirros retrata fielmente su pequeñez como personas.
Las valoraciones que se han hecho sobre su decisión son fundamentalmente sobre el aspecto pragmático de la misma. Puedo decir -porque me dio el privilegio de acompañarla en un tramo de su decisión- que la tomó por razones éticas, por su forma de ver la vida y la política misma. En nuestras conversaciones recordamos a Leonardo Boff, sacerdote franciscano puntal de la teología de la liberación, a quien ambos admiramos, cuando fue amenazado de excomunión y castigado con silencio. “Prefiero caminar de la mano con mi Iglesia que sólo con mi teología”. Con el tiempo, Boff salió de la Iglesia. “Existen límites intraspasables: el derecho, la dignidad y la libertad de la persona humana”, expresó en su renuncia al sacerdocio. “Hay momentos en la vida en que una persona, para ser fiel a sí misma, tiene que cambiar. Yo he cambiado. No de batalla, sino de trinchera. Dejo el ministerio presbiteral, pero no la Iglesia”. Un amigo exjesuita le dijo a Margarita: “Yo no me salí de la Compañía de Jesús, fueron ellos los que se quedaron, los que se salieron de la compañía”. La decisión de Margarita fue muy dura para ella. A quienes dicen que fue un berrinche –por supuesto, las decisiones públicas están sujetas a toda clase de interpretaciones– puedo decirles que se trató de una determinación no sólo difícil, sino dolorosa. Acostumbrados al cinismo y al pragmatismo, a ver el espectáculo de la dentellada por los puestos, no nos detenemos a sopesar una decisión ética en la política. La de Margarita lo es.
Varios analistas mencionan que su salida fue un error porque pierde automáticamente potencia electoral. Margarita lo sabe. Los escenarios que enfrenta el aspecto electoral de su decisión son claros: no se avizoran cuentas alegres en el mediano plazo; el fracaso puede estar a la vuelta de la esquina; tiene que empezar de cero; no tiene cargos que ofrecer ni cuenta con financiamiento o estructura. Ella lo sabía. Sabía también que muchos afirmarían que su decisión beneficia al PRI y a AMLO, críticas inmerecidas, pero que sin duda caerán por doquier, como de hecho está sucediendo. Así es la política. Su determinación, sin embargo, le ha dado certeza, le permite caminar con seguridad, pasando por encima de juicios y palabrería. No todo es cálculo electoral, no todo es negociación. En algunas personas también existe la consciencia y la integridad.
No todos tienen la oportunidad de agradecer públicamente las lecciones que nos dan los seres que amamos. Yo la tengo. Te abrazo, Margarita.
Twitter: @JuanIZavala
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Ardidos/ Jorge G. Castañeda
El Financiero
Amarres
Es evidente la apuesta del gobierno de Enrique Peña Nieto con Margarita Zavala de Calderón. Le quita votos al Frente, está presente en los foros y los debates, y cuestiona sistemáticamente a cualquier candidato o candidata del Frente. Lo cual no significa que allí resida la motivación profunda de Zavala Calderón, ni que sus propósitos se cumplan. Más aún, es factible que su desplante –que por cierto yo celebro, ya que el calderonismo en el PAN es lo peor que le haya sucedido– no desemboque en consecuencias contrarias al Frente que ellos desean. No descarto, para nada, que la decisión de la esposa de Felipe Calderón responda a pulsiones personales, muy legítimas, por cierto.
Primera esperanza: que Zavala Calderón no consiga las firmas necesarias para figurar en la boleta. Me han replicado en redes sociales que el hecho de que Calderón se haya opuesto con tanta virulencia a las candidaturas independientes en 2007 y 2008 muestra que su esposa es autónoma de él. No sé, pero sí creo que las condiciones para las candidaturas independientes, de Calderón, ya no presidente, y de su aliado Peña Nieto, son leoninas. No sé si a Zavala/Calderón le alcance.
Supongamos que obtenga el millón y pico de firmas necesarias, tomando en cuenta la merma inevitable del INE, aunque tanto el instituto como el tribunal trabajen para Peña. Nadie puede esperar que Zavala Calderón, sin el partido suyo y el de su marido, brille con luz propia. Es una candidata de 6.0 o 7.0 por ciento. La pregunta entonces se resume en algo muy sencillo: ¿por qué su ruptura y por qué su candidatura independiente, visto que ella y su marido las habían combatido siempre?
Hay dos hipótesis, ambas inteligentes y verosímiles. La primera es la de los ardidos: Calderón y su esposa se enojaron, debido a las trabas que les puso Ricardo Anaya para que ella fuera la candidata del PAN a la presidencia, que prefieren hacer ganar al PRI (Peña Nieto, su cómplice desde 2011) o incluso a Andrés Manuel López Obrador, que a Anaya o a otro candidato apartidista del Frente. Es la tesis de los ardidos, para la cual existe una expresión más procaz.
La segunda hipótesis es que Peña y Calderón, ante la amenaza del Frente, hayan decidido hacer causa común, pensando que, en la segunda vuelta de facto, entre AMLO y el PRI, gana el segundo. Dudo que tengan razón, pero no es absurdo el planteamiento. Hablando en plata, no queda claro lo que ganan Margarita y su marido, salvo la posible derrota de Anaya. Pero si se trata de contribuir a la victoria del PRI, con el candidato que sea, dentro del pacto de la omerta que muchos detectamos hace algunos años, la estrategia no es para nada aberrante.
La clave del asunto consiste en el arrastre de Zavala Calderón y la respuesta del Frente. Muchos piensan, con fundamentos, que si Margarita consigue las firmas, puede llegar a 7.0-8.0 por ciento del voto, y arrebatarle el triunfo a cualquier candidato o candidata del Frente. Otros creen que se va a desfondar, ya que las disidencias dentro del PAN nunca han prosperado. Anaya enfrenta una disyuntiva del diablo. Ya lo he dicho: si quiere la candidatura del Frente, es suya. Pero la mejor respuesta a Zavala/Calderón, a la comentocracia anti-Frente, y a los votantes panistas dubitativos, de que Anaya sólo quiere la candidatura del Frente para él, es declinarla, y apoyar a una opción no partidista. Hay varias…
Twitter: @JorgeGCastaneda
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Juegos de poder/LEO ZUCKERMANN
Ricardo y Margarita, el último capítulo de las divisiones del PAN
Excelsior
Anaya tiene mucha de la culpa por la renuncia de Margarita al PAN. Pero el divisionismo en ese partido trae larga cola. La crisis comenzó en el sexenio de Fox y se agudizó en el de Calderón. Ni qué decir cuando perdieron las elecciones de 2012, quedando en un penoso tercer lugar. De aquellos polvos vienen estos lodos. Lodos que ponen en peligro las probabilidades de que Acción Nacional recupere la Presidencia el año que entra. Lodos que incrementan las probabilidades de ganar de López Obrador, pero, sobre todo, del PRI.
A pesar que el PAN, por un pelito, retuvo la Presidencia en 2006, los dos grandes grupos de ese partido, el de Fox y el de Calderón, acabaron enfrentados después de la elección. El presidente del PAN era un foxista odiado por los calderonistas: Manuel Espino. Desde el día uno de su Presidencia, Espino se convirtió en un dolor de muelas para Calderón. El conflicto fue más que evidente.
En 2007, el Presidente finalmente pudo deshacerse del dirigente panista, no sin antes generar una crisis dentro del partido, imponiendo a uno de sus hombres más cercanos: Germán Martínez. Éste procedió a purgar a los no calderonistas de puestos claves, como Santiago Creel, quien dejó de ser el líder de los senadores panistas.
Martínez renunció en 2009, después de los pésimos resultados obtenidos en las elecciones intermedias de ese año. Calderón nombró a otro de sus hombres cercanos, César Nava, como interino. En 2010 hubo elecciones para nuevo dirigente nacional. Los comicios fueron pésimamente operados desde Los Pinos. El Presidente puso a jugar a Gustavo Madero y Roberto Gil, quienes se dieron hasta con la cubeta, generando más divisiones.
Ganó Madero. Después vino el proceso de elección del candidato presidencial. Calderón apoyó a Ernesto Cordero, pero la candidatura la obtuvo Josefina Vázquez Mota. Si el partido de por sí estaba partido, la elección interna dejó más divisiones. El expresidente Fox, de hecho, se fue del PAN para apoyar a Peña. Los panistas obtuvieron el tercer lugar en las elecciones de 2012. La relación de Madero con Calderón quedó rota.
Desde el día uno del sexenio de Peña fue evidente la división entre calderonistas y no calderonistas. Como Madero controlaba el partido, fueron aislando a los primeros. En ese contexto, apareció la figura de un político joven como mano derecha de Madero: Ricardo Anaya.
En 2015, Margarita Zavala anunció su intención de conseguir un lugar en las listas de candidatos plurinominales a la Cámara de Diputados. Madero la bloqueó. Fue entonces que Margarita subió las apuestas anunciando que competiría para ser candidata presidencial del PAN en 2018. Si no se podía a través de ese partido, lo haría como independiente.
Mientras tanto, Anaya crecía con fuerza. A la postre se quedaría con la dirigencia nacional del PAN y, acto seguido, defenestraría a Madero generando más divisiones.
Desde que tomó posesión como líder del partido, Ricardo se ha dedicado a controlar sus estructuras. En 2016, el PAN tuvo una excelente elección, ganando varias gubernaturas, algunas en alianza con el PRD. En la noche de esa elección, en un acto muy arriesgado, Anaya se enfrentó con el presidente del PRI, Manlio Fabio Beltrones, en un debate en la televisión. El joven le puso una zarandeada monumental al viejo lobo de mar.
Así, en poco tiempo, Anaya se despachó a dos políticos de peso: Madero y Beltrones. Nada mal para su edad y experiencia. Sin embargo, para lograr su sueño de convertirse en el siguiente candidato presidencial del PAN, tenía que sacar de la jugada a Margarita y, por ende, al expresidente Calderón. Decidió acorralarlos y aislarlos. No les abrió ni un solo espacio de diálogo. Zavala lo entendió a la perfección. Anaya nunca la dejaría pasar como candidata. Y, en el camino, el dirigente panista comenzó a armar lo que parecía una fantasía política: la alianza con el PRD y MC en 2018.
Completamente marginada del PAN, Margarita renunció el viernes a su partido. Al parecer se inscribirá como candidata independiente. Ya no tenía otra opción. Anaya había acorralado y aislado a todos los calderonistas.
La pregunta es, cuántos votos le puede quitar Zavala al PAN o, si se concreta, al frente de ese partido con el PRD y MC. Si son muchos, Anaya habría cometido un error garrafal al haber marginado a los calderonistas. Si, en cambio, Margarita se lleva pocos votos y Anaya logra posicionarse como el candidato que le puede ganar a AMLO, el joven político habría demostrado eficacia en su estrategia dura de enfrentarse a grandes pesos de la política. Rumbo a Los Pinos, se habría despachado a Madero, Beltrones, Zavala y Calderón. Sólo le quedaría en el camino nada menos que López Obrador.
Twitter: @leozuckermann
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Cisma en el PAN
Bitácora del director/PASCAL BELTRÁN DEL RÍO
Excélsior
Por una división interna, el Partido Acción Nacional se quedó sin candidato presidencial en 1976.
Esta vez, una división interna dejará al PAN con dos aspirantes a Los Pinos, lo cual, en los hechos, por lo competidos que se prevén los comicios, equivale a quedarse con ninguno.
Por el conocimiento de la política que adquirió en 33 años de militancia en el PAN, Margarita Zavala debe saber que una candidatura independiente es una empinada cuesta arriba.
No contará con la estructura partidista y tiene pocos meses para formar la propia. Incluso obtener el número de firmas requerido para aparecer en la boleta, será una hazaña, pues la ley lo vuelve muy complicado. Y luego está el tema del financiamiento, en el que los partidos con registro se llevarán la tajada del león, al menos mientras no se concrete en los hechos el ofrecimiento de renunciar a los recursos públicos para destinarlos a la reconstrucción por los sismos.
Pero la exprimera dama no tenía de otra. O, mejor dicho, no le dejó de otra el jefe nacional panista, quien tiene toda la intención de ser el candidato del Frente Ciudadano por México o, cuando menos, el del PAN.
Miente con la verdad Anaya cuando dice que Zavala se precipitó en su salida del partido porque los tiempos para decidir la candidatura presidencial del Frente se cumplen “en diciembre”. Es verdad, pero es mentira, porque Anaya bien sabe que esa candidatura la tiene reservada para él mismo.
Para Zavala, quedarse más tiempo en el PAN equivalía al cuento de aquel hombre que va cayendo de un edificio de 30 pisos y que cuando va pasando por el piso 15 se dice a sí mismo que todo va bien. Al final, ella se hubiera quedado sin la candidatura del Frente (o del PAN) y sin posibilidad de registrarse como independiente. Si Anaya realmente hubiese querido garantizar la unidad interna —que el PAN y el Frente necesitaban para ganar, como escribí aquí el viernes pasado—, tenía que haber hecho una de dos cosas: afirmar que él no sería candidato o que, como sí le interesaba la candidatura, renunciaba como jefe nacional para competir en igualdad de circunstancias con los demás panistas.
En ese sentido, el que ha hecho un servicio al PRI o a Andrés Manuel López Obrador —pues aquí hay dos grandes beneficiados momentáneos por la ruptura en el PAN— es Ricardo Anaya. Él es el jefe nacional y en él recae la responsabilidad mayor de la unidad interna.
A él le tocaba ofrecer a Zavala algún tipo de salida para no verse orillada a abandonar las filas del partido. Pudo haber establecido algún mecanismo interno de competencia en el que ninguno de los dos se viese beneficiado de entrada. Pero optó por mantener para él la ventaja y ahora no puede culpar a nadie más de la pérdida de votos que tendrán el PAN y el hipotético Frente.
Digo que el PRI y López Obrador son los ganadores de esta situación porque, desde el principio, a ambos les convenía una elección de dos. Por eso condenaron la formación del Frente.
Ahora el voto de los que no quieran ninguna de esas dos opciones se dividirá entre dos o más candidaturas y al final se dará una lucha real entre el tabasqueño y quien quiera que resulte aspirante del PRI.
La decisión de Anaya de acorralar a Zavala fortalece las posibilidades del secretario de Hacienda, José Antonio Meade, de alcanzar la candidatura del PRI. Él está en una posición inmejorable de llevarse el voto útil de los panistas que consideren indigno o inservible votar por Anaya. Meade trabajó honorablemente en el gobierno de Felipe Calderón y no debe ser mal visto por un sector del PAN pues, además, no es militante del PRI.
El cisma en el PAN es también un sismo en el Frente. No creo que alcance a hacerlo caer, pero sí dejará a sus habitantes con un daño estructural.
El PRD está en la difícil circunstancia de que no tiene de otra más que acompañar en la aventura a Acción Nacional. El terremoto del 19 de septiembre ha dejado sin mucho margen de maniobra a su mejor carta para 2018: el jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, quien, a diferencia de Anaya, no puede dedicar el 100 por ciento de su tiempo a construir su candidatura.
Así, pues, después de una distracción de casi cinco meses que representó el Frente, el país se encamina a una elección de dos, entre el PRI y Morena, tal como esos partidos querían.
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El ultimátum de Margarita/Martha Anaya
El Heraldo
La versión que corre entre los panistas es que ésta fue la última presión de Margarita –muy a tono al estilo de Calderón- para ser postulada como candidata presidencial del PAN
A los del blanquiazul no parecía espantarles gran cosa la “anunciada” renuncia de Margarita Zavala al Partido Acción Nacional para lanzarse como candidata independiente a la Presidencia de la República.
Más bien corría entre ellos la versión de que esta era la última presión de la esposa de Felipe Calderón para ser postulada por el PAN, buscando que Ricardo Anaya y equipo le pidan “reconsiderar” su salida “a petición popular”.
Esa idea se afianzaba con el paso de las horas y más cuando a las 13:36 horas apareció un tuit de Margarita que ni confirmaba ni desmentía su posible salida. Anunciaba tan sólo: “Mañana a las 14 horas haré un posicionamiento sobre la información difundida esta mañana. Hoy estoy fuera de la ciudad”.
Ernesto Ruffo se reiría ante semejante apunte. Insistiría en su declaración:
-Lo suyo es un ultimátum: “O soy yo, o me voy por mi cuenta”. Y poco le falta. No sé qué cree. No se da cuenta de que la elite que formó con su marido ya se acabó… La verdad es que sería un alivio, como si saliera la pus”.
-Según las encuestas es la más popular…
-¡Claro que no! Me sorprendería que ganara un millón de votos-, alegó el mítico senador panista, primero en alcanzar una gubernatura para el PAN.
-¿Lo ve como estrategia de Margarita?
-Todo esto es maniobra de Felipe Calderón. Hace cuac como Calderón, se mueve como Calderón, huele a Calderón…, es Calderón.
Otros panistas analizaban en los cafés y se preguntaban:
1.-¿Quiénes más se irían con Margarita si renuncia al PAN? ¿Su marido? ¿Los senadores rebeldes?
2.-¿Todavía puede ser candidata del Frente Ciudadano?
3.-¿Qué tanto influyó en todo esto la mecha corta de Calderón?
4.-La contienda (en el PAN) se cierra si ella se va. El principal damnificado sería Ricardo Anaya. Prácticamente lo sacaría de la jugada.
En cambio, Rafael Moreno Valle tendría oportunidad de avanzar. Juan Carlos Romero Hicks y Luis Ernesto Derbez podrían pasar a la primera división. O más aún, la puerta se podría abrir para el gobernador guanajuatense Miguel Márquez.
Entre los calderonistas, mientras tanto, azuzaban con declaraciones. Le echaban más leña a Anaya. Subrayaban un hecho absurdo: “Es la primera vez que se conforma un Frente para impulsar a alguien rezagado en mayor o menor medida; y a tu cuadro más fuerte (sea o no de la preferencia de muchos) lo marginas”.
Desde su punto de vista, Margarita “sí se va (del PAN) a menos que sucediera algo extraordinario”. Cosa que ven poco probable.
Y donde se encontraban en pleno estado de emergencia era en el grupo cercano a Anaya. Calificaban el momento como “delicado”.
Al medio día aún no decidían qué hacer, cómo responder al “ultimátum calderonista”. Lo único que tenían claro es que les quedaban muy pocas horas para operar.
GEMAS: Obsequio de Andrés Manuel López Obrador: “Hace bien la esposa de Calderón en rebelarse. Está mejor posicionada que Anaya y la excluyen. Chong debe hacer lo mismo: ‘lo van a cepillar’”.
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Azul era el paraíso
JAQUE MATE / Sergio Sarmiento
Reforma, 09 Oct. 2017
"Yo siento como un alivio. Haga de cuenta que como cuando uno tiene un absceso y sale la pus". Ernesto Ruffo
-Margarita Ester, no puedo seguir mintiendo. Tengo una relación con María Alejandra.
-Pero ¿cómo puedes decirme eso, Ricardo? ¿No hemos estado juntos en las buenas y las malas? ¿No me habías prometido que juntos seríamos dueños de esa hermosa casa llena de pinos? ¿No me habías dicho que no podías aceptar a esa mujer que defiende el aborto y el matrimonio entre
-No la quiero a ella, Margarita Ester, es cierto. Mucha razón tienes al decir que no tenemos nada en común. Pero me ofrece un futuro. Es rica y poderosa. Tiene un piso en Miami y dice que me ayudará a conseguir la casa de los pinos. A cambio, sólo tengo que aparecer con ella en las revistas de sociales y dejarle la casa del centro, la que está enfrente del Zócalo, que tú sabes no tengo posibilidades de conservar, pero ella sí.
-Lo que tú dices es una traición, Ricardo. ¿No te das cuenta que te engaña? Una vez que tenga lo que quiere de ti, hará lo que se le antoje. ¿No recuerdas que estuvo entre quienes le gritaron espurio a Felipe de Jesús?
-No me recuerdes eso, Margarita Ester. ¿Acaso crees que es fácil moverme en sociedad cuando todo el mundo dice a mis espaldas que eres la esposa de Calderón?
-Calla, descarado. Has estado escuchando otra vez al esposo de Beatriz. Pero cuando Felipe de Jesús te ayudó, cuando te distinguió entre los demás jóvenes, tú no dijiste nada en su contra, ¿verdad? ¿No sabes que los mismos que dicen que te van a ayudar te llaman canalla a tus espaldas? Se burlan de ti por tu ambición de poder... y por tu corte de pelo de cerillo de supermercado.
-Por eso quiero que te quedes conmigo, Margarita Ester. La gente te respeta. Tú nos ayudarás a ser más fuertes y a conseguir lo que queremos. Sé que Felipe de Jesús te quiere y su apoyo me ayudará a llegar a la casa de los pinos. Es una oportunidad que sólo viene una vez en la vida. Felipe de Jesús no puede ser mezquino, él ya estuvo ahí.
-¿Para qué me quieres contigo, si estarás con María Alejandra?
-A ella no la amo, tú lo sabes. Es sólo una aliada. No queremos que el esposo de Angélica diga quién va a vivir en la casa de los pinos. Tenemos que recuperarla. Es nuestro derecho. Nosotros somos los únicos de sangre azul. Ellos no tienen por qué estar ahí. A María Alejandra sólo la necesitamos para conseguir la casa de los pinos.
-Pero tú me dijiste que yo podía aspirar a ser la dueña de la casa, y muchos amigos quieren que lo sea. No quieren darle las llaves a un joven ambicioso como tú.
-Estoy dispuesto a que aspires a la casa, Margarita Ester, pero yo soy quien debe poner las reglas y los plazos, para que tenga tiempo de salir en tele y que la gente me conozca más.
-Basta ya, Ricardo. Te dejo. Quédate con María Alejandra.
-Pero, ¿cómo? ¿Me traicionas? ¿Olvidas que juntos podemos aspirar a un paraíso azul?
-No me engañas, Ricardo. Lo mismo que me dices, se lo juras a María Alejandra. Te ciega la ambición. Yo voy a buscar la casa de los pinos por mí misma. Y cuidado, porque cuando la tenga no te dejaré entrar.
-¿No te das cuenta, Margarita Ester, que les facilitas las cosas al esposo de Beatriz y al esposo de Angélica? No puedes hacerme eso...
Voz en off: Mañana no se pierda usted, a la misma hora, el próximo capítulo de "Azul era el paraíso".
DESBANDADA
Es lógica la desbandada de empresas que están sacando sus sedes de Cataluña. Una Cataluña independiente podría perder sus mercados no sólo en España sino en toda Europa.
@SergioSarmiento
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Del extravío panista/Jesús Silva-Herzog Márquez
Reforma, 09 Oct. 2017
El PAN ha horneado lentamente su crisis. La renuncia de una precandidata es apenas síntoma de una enfermedad que contrajo con el poder. Acción Nacional perdió rumbo cuando ganó la Presidencia. Para emplear su vocabulario: al alcanzar el poder, perdió el alma. En el gobierno, el PAN rehabilitó el corporativismo dando oxígeno a los sindicatos más sucios, se hizo cómplice de la corrupción, combatió los derechos en nombre de una guerra que restauraría la paz, contribuyó a desprestigiar al pluralismo al estrenarlo con la incompetencia. Ahora que regresa a la oposición, reniega de sí mismo.
La renuncia de Margarita Zavala al PAN significa, seguramente, el final de su carrera política. Si su precampaña anticipa la campaña que viene no hay motivo para imaginar algo distinto al desastre. Durante los meses que recorrió el país no logró exponer el argumento de su candidatura. ¿Qué méritos la respaldan? ¿Con qué orgullos se presenta? ¿Cuál es su diagnóstico del país y qué propone para remediar nuestros males? Nada logró decir que no fuera un amable lugar común. En ningún momento encontré a alguien que comentara algún evento de Margarita Zavala. Nadie que yo conozca retuvo una propuesta, una anécdota, una denuncia. Nada. Cuando algún entrevistador la cuestionaba con lo obvio, caía penosamente en el balbuceo y la incoherencia. Algo dejó en claro la precampaña: Zavala carece de inteligencia estratégica. Nunca entendió su momento, nunca preparó escalones para su ascenso. Fue incapaz de comprender a su adversario en el PAN y, por ello, no pudo confrontarlo. Zavala tenía recursos para resistir la política de Anaya. Tenía todo para ser la defensora de una tradición y no lo fue. Pudo haber convocado a los panistas para defender a su partido de quienes han decidido rentarlo. Nunca definió una posición firme frente a la coalición de partidos que, desde el primer instante, la desplazaba. Llegó a creer absurdamente que habría espacio ahí para ella. Durante meses permaneció a la mitad de la vía del tren que finalmente la arrolló. Toda una vida dentro del PAN y no consiguió dar forma a la resistencia. Sin alianzas dentro de su propio partido, Zavala fue avasallada. Quizá su error más grave fue el no percatarse del intenso resentimiento que existe en su partido contra Felipe Calderón. A ella dirigieron un odio que no merece.
Zavala no trazó una estrategia para construir su candidatura en el PAN. Tampoco procesó estratégicamente su derrota. Por eso su decisión reciente es más un desplante de orgullo que una maniobra política. Resulta extraño que para Zavala -cuya trayectoria política es propia, larga, visible y mediocre- no hubiera más opción que la candidatura presidencial. Zavala no es una improvisada. Tampoco ha sido un apéndice. Tiene décadas de notoria actividad política y se le reconoce sensibilidad y rectitud. Pero nadie podría decir que ha destacado en los ámbitos de la administración pública, de la actividad parlamentaria o de la política partidista. ¿Por qué se convenció de que la única salida digna para ella era renunciar a su partido y volverse candidata independiente? ¿No había opciones responsables y sensatas dentro de su partido? ¿No habría sido más congruente con su biografía y su ideario? Contribuir a la reelección del PRI no parece la más satisfactoria de las jubilaciones.
Si algo muestra el arranque de Margarita Zavala es el extravío histórico del PAN. Acción Nacional ha dejado de ser una institución que se cuida a sí misma como parte del patrimonio democrático de México, una institución que sabe dialogar y que puede procesar sus diferencias, una institución que piensa en el mediano plazo. Anaya y Zavala creen que no hay más horizonte que el año que entra. Anaya y Zavala coinciden en que no hay más batalla que la suya. Por el 2018, Anaya y Zavala han estado dispuestos a quemar al PAN. Anaya lo ha entregado a una coalición que desnaturaliza a Acción Nacional. El Frente corrompe al PAN porque transfiere sus órganos internos al cálculo de las maquinaciones cupulares. El Frente corrompe al PAN porque decreta una emergencia que cancela la deliberación interna y anula su pluralismo. El Frente declara la minoría de edad del PAN convirtiendo a su dirigente en tutor. Acción Nacional se entregó a las sobras de un partido moribundo y a un partido local. La renuncia al PAN de su candidata más popular no será la consecuencia más grave de este alquiler.
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El ego primero/Manuel J. Jáuregui
Reforma, 09 Oct. 2017
Así como para los médicos la regla de oro es "no hagas daño", igual se aplica a los políticos.
Un buen servidor público, como un buen médico, debe saber anteponer los intereses superiores del cuerpo público, esto es, de la sociedad, a los propios.
Servir a los demás, y no servirse de ellos, representa -o debe representar- el mandato primario.
Sólo los malos políticos, los incompetentes servidores públicos, anteponen sus intereses personales, sus ambiciones megalomaniacas, al interés general.
Tristemente, en los últimos días hemos sido testigos de DOS malos ejemplos del egoísmo, del "yoísmo" por parte de aspirantes presidenciales, en los que la obsesión personal y el interés individual se anteponen al interés colectivo, esto es, al de la sociedad.
Los casos de Margarita Z. de Calderón y Jaime Heliodoro Rodríguez simbolizan ambos el MEGAEGO desplegándose en toda su fealdad, ubicando ambos protagonistas sus muy personales ambiciones por encima de todo, de la cordura, de la razón y, por supuesto, del interés colectivo.
La Sra. de Calderón, quien bajo ninguna óptica o métrica conocida está capacitada para ser Presidenta (haber sido Diputada en una ocasión no es sello de aprobación ante la ausencia de conocimientos, experiencia y capacidad), incitada seguramente por el berrinchudo de su marido, el ex Presidente, prefiere DIVIDIR y destrozar al PAN antes que someterse a los procesos y reglas internas de este instituto, que era el de ellos, para el que trabajaron, bajo cuya sombra hicieron ambos sus carreras políticas y bajo cuyo paraguas escalaron puestos públicos.
La división por ellos causada en el contrapeso del PRI, que es el PAN, sin duda fortalece al partido tricolor rumbo a los comicios del 2018.
Hay quienes afirman que a la ex Primera Dama la alentaron en su rompimiento los priistas vía interlocución de Manlio Fabio Beltrones.
Como independiente nada logrará la Señora de Calderón, salvo restarle votos al PAN, justo los que necesita para poder salir airoso en la contienda electoral del año que entra.
Su capricho de "o soy yo o no es nadie" será el clavo en el ataúd del PAN.
El caso de Rodríguez es muy parecido: prácticamente desde que logró -con el apoyo de una sociedad urgida de cambio, una a la que ahora TRAICIONA abandonándola- convertirse en el primer Gobernador independiente de México, comenzó a fraguar su plan de lanzarse a la Presidencia.
Tanto tiempo le dedicó a esta meta personal que desatendió sus obligaciones como Gobernador, incumpliendo la mayor parte de las promesas de "cambio" que ofreció en su campaña.
En consecuencia, su gestión como Gobernador ha sido mediocre tendiendo a mala, paradójicamente demostrando con su aspiración -u obsesión presidencial- que él TAMPOCO está calificado para ser Presidente.
Tener la ambición no significa poseer el talento, la capacidad, los conocimientos, ni la mentalidad requerida para ser el líder de una nación.
Para ser líder, un verdadero líder, se requiere tener visión -no sólo ambición-, poseer y ejercer una métrica de valores, saber darle prioridad a los retos que se enfrentan, y organizar y encauzar movimientos positivos de cambio.
Suele decirse de los que yerran fuerte que "en el pecado llevan la penitencia", y como lección del destino éste parece ser el caso de AMBOS ahora candidatos presidenciales "independientes".
¡Irán el UNO CONTRA el otro!
Ambos creen -errónea y falazmente- que su "carisma" es tal ante los electores que esto los convierte en automático en rivales del LÍDER de las encuestas presidenciales, ahora fortalecido aún más por los eventos descritos, Andrés Manuel López Obrador, y que sólo ellos "lo pueden vencer".
Si no acarreara el hecho tantas consecuencias nocivas sería RISIBLE.
Ni la Señora de Calderón ni Rodríguez le quitarán un solo voto a AMLO; en todo caso, le quitarán votos al PAN o UNO AL OTRO.
Esto último en una lucha harto dispareja, pues la Señora aventaja en las encuestas a Jaime Heliodoro 7 u 8 a uno.
Lo que suba uno será en perjuicio del otro y NO de AMLO; eso sí, le ayudarán ambos al PRI, pues el voto "anti-PRI" se fragmentará aún más, de tal manera que el "voto duro" priista podría llegar a ser suficiente (con un 25 a 29 por ciento) para que gane por una nariz.
Si esto sucede será gracias a estos independientes que sobreestiman su influencia y minimizan la de los demás. La definición misma de la megalomanía.
Mal ejemplo dejan a la rastrera política mexicana estos actos de sublimación por encima de todo de la ambición individual EN CONTRA de los intereses públicos.
Ello por parte de dos protagonistas, una mayor y uno menor, de la de por sí muy desprestigiada política nacional en la que hacer daño, en lugar de evitarlo, lo propician estos dos individuos cegados totalmente por su ego.
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Independiente
TOLVANERA / Roberto Zamarripa
En algunos días oscuros, Felipe me confiaba: "Doy órdenes que no se cumplen, directrices que no se siguen. A veces me siento como en una pesadilla en donde quieres correr y no puedes mover las piernas". (Margarita Zavala. Margarita. Mi historia. Editorial Grijalbo. 2016).
Lo que por años quiso hacer Felipe Calderón pero no se atrevió lo consumó Margarita Zavala: renunciar a la militancia del PAN. La ruptura con la burocracia que dirige el PAN, cuando ésta no corresponde a la corriente que representan, ha sido una tentación permanente de Calderón.
Es un tatuaje. Cuando Calderón ingresaba al PAN, su padre Luis Calderón Vega, El Pildo, se iba. Luis Calderón rompió en 1980 con el PAN aduciendo diferencias ideológicas pues consideraba que el partido había sido cooptado por empresarios y corría el riesgo de ser engullido por el sistema político unipartidista.
Los calderonistas de Felipe se hicieron fuertes desde 1990 y consolidaron su hegemonía en 1996 con la presidencia partidista en sus manos.
En 2005 Manuel Espino, con el apoyo de Vicente Fox, arrebató la dirigencia y Calderón vio amenazada su aspiración a la Presidencia de la República; su grupo amagó con renunciar al partido. No se atrevió.
Al final, el michoacano llegó a Los Pinos. Echaron a Espino del partido. Agraviaron a muchos. Más allá de las reyertas partidistas, el calderonismo tuvo un ejercicio de gobierno con la oportunidad de cambiar al país.
El antipriista Calderón prometió que como Presidente metería a la cárcel al poblano Mario Marín pero en su gestión a nadie castigó: ni a priistas ni a corruptos panistas que florecieron de Sonora a Coyoacán. Perdonó a Romero Deschamps y se alió con Elba Esther. Desató una guerra que no controló. Muchas víctimas inocentes y más inseguridad.
En la gestión de su sucesor priista han caído, haiga sido como haiga sido, 5 ex gobernadores priistas, un panista y hasta Gordillo. Qué dolor.
El calderonismo dejó una estela, un saldo, en economía, derechos humanos, decepción política y, obvio, un juicio ciudadano en las urnas en 2012 colocando al PAN en el tercer lugar.
¿Qué quieres, Margarita? Te voy a ganar la dirigencia, pero vamos a deshacer al partido.
-No creo que me ganes. Revisa tus encuestas, estoy arriba.
-Mira, Margarita, te voy a ganar la campaña porque estoy totalmente respaldado con liderazgos y dinero. (Diálogo entre Margarita Zavala y Ricardo Anaya. Margarita. Mi Historia. Op. Cit.).
Los calderonistas perdieron el gobierno y perdieron el partido. Un lustro después no se hallaron. Margarita Zavala, despreciando al PAN, coqueteó con la posibilidad de la candidatura independiente luego del triunfo del fútil Bronco en 2015. Cuando el partido liderado por Ricardo Anaya ganó 7 de 12 gubernaturas en 2016, Zavala reclamó una contienda interna panista, con una condición: o me hacen candidata o me voy. Se fue.
Margarita Zavala es una candidata incómoda. Sería imbatible si su independencia se forjara con una auténtica distancia de las administraciones gubernamentales de este siglo, y de los abusos de los políticos, que tienen hartos a ciudadanos. Tiene que ver con la autocrítica ante el legado de un gobierno de grises del cual fue partícipe, cómplice e impulsora.
En 1990, Lech Walesa, líder de Solidaridad, ganó la Presidencia de Polonia con 75 por ciento de los votos. Derribó el muro del socialismo autoritario. Pero después de la hazaña, en su expediente apareció una mancha de colaboración con el régimen que combatía, a la vez que culminó un gobierno desastroso. Perdió la reelección en 1995. En el 2000 quiso regresar al poder como independiente. Obtuvo uno por ciento de votos.
Zavala podría crecer como una candidata de aprecio ciudadano pero carga con todas las alforjas de la decepción. A esta hora su postulación divide a opositores y cerca a independientes, favoreciendo al régimen que dice combatir.
robertozamarripa2017@gmail.c#
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"Las razones de mi renuncia"/Margarita Zavala
El Universal....
Hace dos años anuncié mi intención de buscar la Presidencia de la República. Hice todo por ser la representante del PAN
Entré al PAN porque me enseñaron a amar y a servir a México, y mi vocación de servicio la decidí llevar a cabo en la política. Las vocaciones deben asumirse de manera íntegra. Elegí al Partido Acción Nacional porque aquí encontré la lucha por la honestidad en la vida pública, la construcción del bien común y la democracia. Entre las cosas que más me llamaron la atención fue la manera de hacer política: honesta, libre y valiente.
Durante mis 33 años de vida en el PAN, lo serví con cariño, con la seguridad de que era el mejor instrumento que podíamos tener los ciudadanos para transformar al país. Pero el recorrido de los últimos años, me mostraron a un partido alejándose de los ciudadanos, sin la renovación necesaria, fuera de reglas democráticas y metido en un torbellino de intereses que no permitía la discusión democrática, ni la libertad y para caminar servía más el silencio, la resignación, el arreglo y en algunos casos hasta la cobardía.
Hace dos años anuncié mi intención de buscar la Presidencia de la República. Hice todo por ser la representante del PAN.
Durante dos años pedí un método democrático, transparente y claro, que se escuchara a la ciudadanía para tomar una decisión. La respuesta siempre fue una evasiva.
En todo ese tiempo demostré con un equipo de jóvenes que nos podíamos mantener arriba en las encuestas dentro y fuera del PAN. Y a pesar de no tener un millón y medio de spots que Ricardo utilizó para tratar de alcanzarme, no lo logró. ¿Qué hubiera pasado si los números hubieran sido al revés? ¿Si Ricardo hubiera estado adelante en las encuestas? Me hubieran pedido a mí la declinación.
Presenté varias propuestas de método, la última la semana pasada. Le dije claramente a Ricardo que yo quería ganar o perder en el PAN, y que si era esto último, le levantaría la mano. Nunca hubo disposición de competir.
Que nadie se equivoque. Mi renuncia no es la causa de la división del PAN sino su consecuencia. Es el resultado de un partido dividido por una jefatura que impide participar a quien no se suma al "proyecto" personal. Es el resultado de la división que provoca la actitud de quien debiendo ser jefe, se comporta como candidato; de quien en lugar de dirimir controversias, prefiere profundizarlas.
Además, la dirigencia concentró la interlocución con el gobierno y en consecuencia los gobernadores y alcaldes del PAN temían discrepar de la dirigencia por temor a que le quitaran los recursos que le correspondía no al PAN sino a sus gobernados. Una inadmisible injusticia con propósito de manipulación política. Miles de millones de pesos se asignaban a quienes apoyaban a Ricardo por ese solo hecho. Se trata del dinero de los mexicanos utilizado para intereses personales. Realmente una vergüenza que tiene que terminar.
Se tenía que agachar la cabeza ante el dirigente. Hubo algunos que no aceptaron. Yo nunca lo acepté. En suma, impuso en el PAN condiciones antidemocráticas que tanto criticamos en el PRI y en otros partidos.
No tiene caso abundar en los agravios. Me voy por una elemental congruencia. Tengo muchas razones para irme sin rencores. No tengo más que palabras de agradecimiento para el PAN en el que nací y crecí, en el que he pasado la mayor parte de mi vida. Me llevo al PAN en el corazón. Siempre seré panista. Los valores que encontré y aprendí en Acción Nacional me seguirán acompañando toda la vida y de esos no me separo.
Renuncio al PAN además porque la ley me obliga a hacerlo, incluso antes de conocer la forma en que se decidirá la candidatura del llamado Frente. De no hacerlo, quedaría impedida para participar en la contienda electoral.
Mi renuncia es porque no había otra alternativa. Mejor dicho: si la había, la de quienes me insistían en que lo mejor era callarme "por el bien del partido", replegarme y esperar. Una muestra más del abuso que se le pretende imponer a millones de mujeres en la política y en la vida diaria. Quiero romper el mito de que a las mujeres nos toca una "digna y elegante retirada", una sacrificada sumisión.
Lucharé con todo por ganar la Presidencia, pero por lo pronto que esta decisión ojalá sea también un punto de referencia para darle dignidad a las mujeres y que sirva para romper esquemas y sacudir a los resignados.
Al irme, doy las gracias a los panistas. Lo digo con la seguridad de que los que buscamos el bien, nos encontraremos siempre en el camino. Gracias también a mi familia. Gracias por su amor y comprensión.
Renuncio al PAN pero no a mi deber de hacer política con principios y participar en la vida pública de México.
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