10 jun 2019

El (mal) acuerdo de México con EU en las columnas políticas.

En la conferencia de prensa del presidente López Obrador, del 10 de junio de 2019, dijo que ·estuvo muy bien la delegación en Washington y fueron buenos los resultados. 
Marcelo Ebrard, rechazó que haya una parte oculta del acuerdo logrado con EU 
En conferencia de prensa mañanera, junto al Presidente el funcionario aseveró que el acuerdo logrado es migratorio y no incluye temas comerciales.

Sobre el tuit de Trump que habla de que México comprará más productos agrícolas, Ebrard aseveró que el acuerdo no contempla eso.
"Es un acuerdo migratorio, lo comercial no está aquí. No tenemos un acuerdo sobre esa naturaleza", sostuvo.
Recomiendo ver todo el posicionamiento aquí..:
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Y sobre sus críticos el C. Presidente dijo...:
"Y antier, en Tijuana también agradecí el apoyo de los medios de información en el país, porque se abrieron los espacios, hubo medios que llamaron a cerrar filas, a pesar de diferencias, porque la patria es primero.
¡Cómo no voy a agradecer eso! 
(Y agregó) Ni siquiera voy a hablar de los que, en uso de sus derechos, de sus libertades, hicieron cuestionamientos, porque no fue eso lo que prevaleció, fue más la solidaridad de los mexicanos
Aquí sus críticos, todos de primer nivel, a saber:
.¿Qué hay que festejar?
Razones/JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ..,
Excelsior
¿Qué hay que festejar?
• Qué bien que se logró que no se aplicaran los aranceles, pero la pregunta es a cambio de qué. • Nuestra política migratoria es la que le dio argumentos a Trump para las amenazas.

El triunfalismo en el acto del sábado en Tijuana es algo difícil de explicar. ¿Qué podemos festejar del acuerdo alcanzado el viernes con el gobierno de Trump? Es verdad que se canceló (hasta que a Trump se le ocurra volver a esgrimirlo con la excusa que sea) la aplicación de aranceles a las exportaciones a la Unión Americana. Pero se logró concediendo todo lo que quería Washington, incluso, como aseguró ayer Trump, con acuerdos y compromisos que no se han difundido públicamente.
El gobierno federal ha tenido en estos seis meses en el poder una política migratoria errática y equivocada. Desde el periodo de transición había cancelado los controles y las deportaciones, había abierto las puertas a las caravanas y el flujo de migrantes (primero centroamericanos y después de otros países) que estaban tratando de llegar a los Estados Unidos se tornó insostenible, no sólo en la relación con ese país, sino también para los estados de nuestras fronteras norte y sur.
La migración descontrolada era y es una bomba de tiempo. Un problema que estaba controlado y con los índices de migrantes más bajos en años, en unos pocos meses se convirtió en una crisis. Claro que Trump utiliza la migración como un lema de campaña y que magnifica una situación compleja, convirtiéndola en un desafío a la seguridad nacional y en un argumento racista y xenófobo. Pero hay que insistir en que nuestra política migratoria (o la falta de ella en realidad) es la que le dio argumentos para las amenazas, de las cuales la de los aranceles era sólo una.
El golpe fue muy bien colocado y se sumó a la decisión de las calificadoras de bajar la calificación de México, de Pemex y la CFE (y de la mano con ellas a bancos y otras empresas mexicanas, más allá de su buen desempeño) por la incertidumbre económica existente. Los aranceles en ese contexto hubieran sido demoledores para la economía nacional, más allá de que también afectara a consumidores y productores estadunidenses. La negociación llevada a cabo en Washington consistió entonces en aceptar todo para evitarlos.
La administración López Obrador, pese a que se resista a reconocerlo, adoptó la política de tercer país seguro, manteniendo en nuestro territorio a los solicitantes de asilo o residencia en Estados Unidos. Por lo pronto, México recibirá ocho mil migrantes que solicitaron asilo en Estados Unidos mientras se resuelve, cuando lo decida ese país, su situación. Al mismo tiempo, se movilizó la nueva Guardia Nacional a la frontera y se comenzó a detener las caravanas y a deportar migrantes, incluso los que ya se habían internado en México. Se cancelaron cuentas de polleros y coyotes relacionados con el tráfico de personas. También se acordó que se incrementará la compra de productos estadunidenses, sobre todo agropecuarios.
Según Trump, hay todavía más compromisos que no han sido divulgados. Pero incluso si nos basamos en lo conocido se debe reconocer que el costo pagado es muy alto. Aplicar una política migratoria y de seguridad mucho más estricta en la frontera sur era, como hemos dicho muchas veces, una exigencia de nuestra propia agenda interna. Ahora se comenzará a aplicar, pero no porque nuestro gobierno asumió que ello era necesario, sino porque se lo impusieron desde Washington.
La política de tercer país seguro, o sea que en México se queden quienes migran de otras naciones tratando de llegar a Estados Unidos, mientras allí deciden a quién recibir y a quién no, no tiene beneficio alguno y sí costos evidentes. Estamos hablando de miles de personas y familias que no quieren quedarse en México, sino llegar a Estados Unidos, que no buscan asentarse y hacerse productivos en nuestro país, sino simplemente esperar a que se les autorice a cruzar la frontera. En el camino, México tiene que darles alojamiento, comida, salud, educación, en un ambiente de tensión social y económico en las ciudades donde se asienten esos albergues, sea en el sur o en el norte, en una perspectiva de largo plazo y con una población migrante que inevitablemente crecerá con el tiempo.
Para Trump, que anunciará oficialmente el inicio de su campaña de reelección la semana próxima, es un triunfo en toda la línea, que se acrecienta con el compromiso de comprar más productos en los estados que constituyen su base social y electoral.
Qué bien que se logró que no se aplicaran los aranceles, pero la pregunta es a cambio de qué. Hemos concedido en todo y si los aranceles eran un mecanismo de chantaje, hay que reconocer que les ha funcionado. No recuerdo, desde la crisis de diciembre de 1994 y sus semanas posteriores, un momento en el que México haya estado tan vulnerable ante la Unión American#
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Lo que México concedió en Washington/ León Krauze
El Univeersal
Epicentro
Hay que tener claro lo que logró y lo que otorgó la delegación mexicana que negoció con el gobierno de Donald Trump la semana pasada. Primero, las buenas noticias. El equipo que encabezó Marcelo Ebrard consiguió el retiro temporal de la amenaza de imposición de aranceles que Trump usa como herramienta coercitiva y lo hizo antes de que los aranceles entraran en vigor. No es poca cosa. Los negociadores mexicanos también evitaron declarar a México como “tercer país seguro”, una medida en la que el gobierno estadounidense ha insistido desde hace tiempo y que tendría consecuencias gravísimas. Resistir la presión y negarse a dar un paso que además habría beneficiado a Donald Trump rumbo a la campaña presidencial del año que viene es también un logro. El precedente establecido en Washington debe ayudar a que la condición de “tercer país seguro” no esté sobre la mesa en negociaciones futuras.
Ahora, las concesiones.
Para evitar la imposición de aranceles, el gobierno mexicano aceptó tomar medidas y asumir responsabilidades sin precedentes en la agenda migratoria bilateral. En su oportunidad, el gobierno de Enrique Peña Nieto también se sumó a la agenda agresiva de Donald Trump con el “Programa Frontera Sur”. El resultado fue el maltrato de los migrantes centroamericanos, a los que México negó derechos y protección casi por sistema. Aun así, Peña Nieto nunca aceptó militarizar la frontera sur mexicana como lo ha hecho Andrés Manuel López Obrador. La presencia de miles de efectivos de la Guardia Nacional como parte del acuerdo es una concesión de gran trascendencia porque implica la adopción formal de la estrategia punitiva estadounidense dentro de territorio mexicano. Desde hace años, el gobierno de Donald Trump ha querido que México se asuma como la primera línea de defensa de América del Norte. Así lo buscó John Kelly y después Kirstjen Nielsen, los secretarios de Seguridad Interior de Trump, responsables de las medidas de castigo más desalmadas de los últimos tiempos. Hasta la semana pasada, México se había resistido a convertirse en un eslabón en esa cadena de persecución de los migrantes centroamericanos. Ahora, con miles de soldados mexicanos patrullando la frontera sur, Trump podrá presumir que finalmente ha conseguido la plena complicidad mexicana. En efecto: México se ha vuelto el muro. Se dice fácil.
El equipo mexicano también aceptó jugar un papel mayor en el programa “Remain in Mexico”, otra medida cruel que ha puesto en práctica el gobierno estadounidense en los últimos meses. Hasta la amenaza arancelaria, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador había restringido la colaboración mexicana en el proceso de recepción de inmigrantes centroamericanos que son devueltos a México para esperar aquí la respuesta a su solicitud de asilo. El gobierno mexicano también había insistido en que el programa era una imposición unilateral estadounidense. Ahora, tras el acuerdo en Washington, México no solo reconoce plenamente la validez del programa (que ha enfrentado serios desafíos legales en Estados Unidos), sino que se compromete a ampliar su aplicación del lado mexicano, recibiendo a “todos” los migrantes que Estados Unidos decida devolver, a los que proveerá “trabajo, salud y educación”. Es una concesión inmensa que tendrá repercusiones.
Para empezar, la espera en México no será de días ni de semanas para los miles de migrantes que buscan asilo en Estados Unidos. El sistema de cortes de migración estadounidense está cerca de colapsar. Hay miles de casos pendientes. Los centroamericanos que soliciten asilo tendrán que esperar meses o incluso años para ver resueltos sus peticiones. Y ese es, por mucho, el mejor escenario. Hay que decirlo con todas sus letras: México se ha comprometido a convertirse en sede semipermanente para decenas de miles de personas que vivirán en vilo, a la espera de una resolución en un sistema lento e inoperante. Además, el éxodo centroamericano se concentrará con toda seguridad en ciudades fronterizas que no están ni remotamente preparadas para ofrecerles seguridad y techo, ya no digamos servicios de salud y educación. Cualquiera que haya visto la desgracia de las caravanas migrantes que se han asentado, por ejemplo, en Tijuana conoce el calibre del riesgo. Si el gobierno federal y las administraciones municipales no hacen su tarea con diligencia, la presencia de la numerosa población centroamericana podría terminar en una pesadilla humanitaria que ni siquiera imaginamos.
Y en eso radica la principal preocupación que deja el acuerdo. Por desgracia, México se ha comprometido con Trump a poner en práctica medidas punitivas sin precedente y ha aceptado recibir a miles de potenciales refugiados sin contar con los recursos suficientes para ninguna de las dos cosas. En sentido contrario a todas las recomendaciones internacionales, el gobierno lopezobradorista recortó drásticamente el presupuesto de las agencias encargadas de proteger, procesar y hasta deportar a los migrantes centroamericanos que cruzan por México. Esas agencias ya estaban rebasadas desde antes del comienzo de la gran crisis de las caravanas. Ahora, tras las considerables concesiones que se han hecho a Estados Unidos, el desafío será muchísimo mayor. ¿Entrará en razón López Obrador y asignará los recursos necesarios al andamiaje gubernamental encargado de lidiar con la crisis migratoria o hará lo contrario, como es su costumbre? De la respuesta depende que la nueva realidad migratoria no se convierta en una tragedia capaz de complicar radicalmente el rumbo del proyecto de Andrés Manuel López Obrador y, mucho más importante, hundir en la más dolorosa miseria a cientos de miles de personas que merecen una oportunidad de una vida mejor.
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Nada que celebrar; Trump vuelve en 90 días / Salvador García Soto..,
El Universal
Serpientes y Escaleras
La imagen del presidente Andrés Manuel López Obrador con los brazos levantados en Tijuana –y detrás de él los rostros vigilantes de Morelos, Juárez, Hidalgo y Madero– parece una celebración ingenua y prematura cuando seguimos sin conocer todavía la totalidad de los acuerdos que se aceptaron en la primera negociación sobre temas migratorios con el gobierno de Estados Unidos.
Sobre todo porque lo que se anunció el viernes por la noche desde Washington no es para nada un “acuerdo definitivo”, como algunos interpretaron, sino es más bien una declaración de principios conjunta para seguir negociando, con la amenaza latente de los aranceles a los productos mexicanos que volverá en 90 días. Y hasta ahora nadie, ni en el gobierno ni en la cancillería del triunfante Marcelo Ebrard, han explicado claramente la “manzana envenenada” de un presunto acuerdo aceptado por México para “comenzar a comprar inmediatamente grandes cantidades de productos agrícolas de los grandes y patriotas agricultores estadounidenses”, según asegura en su cuenta de Twitter el presidente Donald Trump.
¿Hubo o no hubo un “acuerdo secreto” para aumentar las importaciones mexicanas de granos y productos agrícolas estadounidenses en la mesa de Washington, por fuera del Tratado de Libre Comercio y en detrimento de los productores agrícolas mexicanos? Urge que la Cancillería responda a lo que afirma Trump.
Ayer la embajadora Martha Bárcena, invitada al programa “Face The Nation”, de la CBS, no negó que el tema de aumentar las exportaciones de productos agrícolas de EU a México estuviera sobre la mesa, pero dijo que ese incremento se daría en el marco del comercio bilateral y de la ratificación del Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, el TMEC, una vez que lo apruebe el congreso estadounidense. “Con el TMEC el comercio entre los dos países va a incrementarse. ¿Esperamos que el comercio e intercambio de productos agrícolas crezca con este acuerdo comercial, sí va a crecer con los acuerdos y con la ratificación del TMEC”. ¿Entonces no hubo transacción o acuerdo firmado como parte de este trato, es lo que entiendo que me está diciendo, sólo se refiere al comercio?, insistió la periodista Margaret Brennan. “Me refiero al comercio y estoy absolutamente cierta de que el comercio en productos agrícolas se va a incrementar dramáticamente en los siguientes meses”, recalcó la embajadora mexicana.
Vistas las confusiones, las distorsiones que aún maneja Donald Trump y la desinformación que prevalece en todo este tema, ¿no hubiera sido más prudente cancelar el sábado el mitin en Tijuana y haberse reunido el presidente López Obrador con la totalidad de la delegación mexicana que estuvo en Washington? Para que le explicaran, con lujo de detalle las medidas que México aceptó tomar para frenar la migración ilegal y la entrada de centroamericanos a territorio nacional, y la forma en que, en menos de tres meses piensan sellar la complicada frontera con Guatemala y desarticular los embates de las caravanas migrantes que generaron este conflicto. Y si es factible, como también dijo la embajadora Bárcena entrevistada a la CBS, que en mes o mes y medio se note un descenso importante en los números de migrantes indocumentados que ingresan a territorio estadounidense vía la frontera con México.
Tan no son tiempos ni momentos de triunfalismo, que el sábado, en el mismo mitin en Tijuana, el presidente de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, dio la nota disonante en la celebración anticipada en la celebración que encabezó López Obrador: “Lo que es, en mi criterio, inmoral e inaceptable es el doble rasero entre la frontera norte y la del sur. Por una parte, exigimos que nos abran las puertas y por el otro sellamos el paso de centroamericanos para hacerle un oscuro favor a EU”, dijo el también ex embajador de México ante la ONU.
¿Qué otros “oscuros favores” aceptó hacer Marcelo Ebrard y la delegación mexicana a cambio de ganar apenas 90 días en una imposición de aranceles que aún pende como una guadaña sobre la economía mexicana? Porque con esa amenaza Donald Trump prácticamente arrodilló a México y a su gobierno con la aceptación de convertirse en “tercer país seguro” y aceptar a sus migrantes peticionarios de asilo, además de sellar con la Guardia Nacional la frontera sur al paso de los centroamericanos, por no hablar del acuerdo que presume en redes sociales Trump para aumentar las exportaciones agrícolas de su país al nuestro. Menos festejos y más información señor presidente.
NOTAS INDISCRETAS…
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Señor Presidente, ¡pórtese bien!/Raymundo Riva Palacio
Estrictamente Personal
El Financiero..
Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump son dos presidentes que hacen de la política un juego de símbolos para acomodar la realidad a su favor y construir consensos de gobierno. Es más exitoso López Obrador que Trump, porque no tiene de rodillas al Congreso o al Senado, ni doblada la Suprema Corte de Justicia o amedrentadas a las instituciones. Pero Trump tiene más recursos de presión porque México depende en 80 por ciento de la economía de Estados Unidos, y para Estados Unidos, aunque su aparato productivo está muy integrado con nuestro país y Canadá, romper esos puentes no significaría el Armagedón.
En esta realidad se fincó la negociación para evitar la imposición de aranceles a México partir de hoy, donde se habló de migración y seguridad, y de nuevas concesiones comerciales a Estados Unidos. Por lo que se conoce, se puede concluir que México cedió ante las presiones de Trump y entregó más de como llegó a Washington, a cambio de evitar la represalia económica. En consideración de algunas voces en México y la opinión generalizada en la prensa internacional, ajena a pasiones y manipulaciones, Trump ganó la partida porque obtuvo lo que deseaba: concesiones absolutas.
El nombre del juego fue el pragmatismo. ¿Se puede criticar a López Obrador por haber claudicado y aceptado lo que exigía Trump? Frente al escenario económico de lo que supondría una guerra comercial, no. Su decisión fue apegada a la realidad. Las asimetrías con Estados Unidos son enormes en todos los sentidos, y los principios, hoy en día en esta materia, sólo son para los discursos y las masas, sin cabida en la real politik. Como él mismo lo dijo el sábado en Tijuana, su responsabilidad es como jefe de Estado para con todo un país.
La imposición de aranceles habría significado una devaluación del peso, que según los expertos habría alcanzado 21 unidades por dólar. Esto para empezar. La disrupción en las cadenas de valor se habría afectado, y ante la respuesta mexicana de represalias recíprocas, la respuesta habría sido más aranceles. Eso lo sabe López Obrador. Cuando se reunió con Jared Kushner, yerno y asesor de Trump, en marzo, el ejemplo sobre la forma agresiva de negociar de su suegro era China, donde a cada respuesta por imposición arancelaria, respondía con más aranceles. China lo puede enfrentar –aunque perdió 30 por ciento de mercado–, pero México no.
En las negociaciones, México fue más allá de lo que acordaron el 17 de marzo entre las secretarias de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y de Seguridad Interior –ya cesada–, Kirjsten Nielsen, en Miami, cuyos detalles se revelaron en este espacio en abril. Ahí México accedió a que quienes pidieran asilo en Estados Unidos que tuvieran visas humanitarias, fueran regresados no sólo a Tijuana, como acordaron en diciembre, sino también a Mexicali y Ciudad Juárez, y que la cifra crecería hasta llegar a nueve mil por mes a finales de año, para permitir que se fuera preparando México para ese nuevo influjo de personas. La semana pasada se amplió el alcance del Acta 235 para que esperen solución sobre asilo en todos los puertos fronterizos y se aceleró el número de personas en espera; para este mes serán ocho mil, casi los nueve mil acordados para dentro de seis meses.
La reunión de Miami produjo también el entendimiento de que se instrumentarían medidas policiales y financieras para frenar la migración. Aunque el gobierno mexicano incrementó el número de deportaciones, continuó otorgando visas humanitarias y fue omiso en acciones financieras. La amenaza de los aranceles provocó que el fin de semana antepasado el Ejército empezara con redadas en Tapachula, en busca de inmigrantes indocumentados y que la Unidad de Inteligencia Financiera actuara contra presuntos responsables del tráfico humano. Para reforzar, comprometieron el envío, a partir de hoy, de seis mil miembros de la Guardia Nacional a la frontera sur. Esto significa que el 40 por ciento de la fuerza que estará en operación este mes, estará dedicada a deportar inmigrantes, y que en el mediano plazo, será el 10 por ciento el que se dedicará a esa tarea.
La delegación mexicana fue en desventaja a Washington para cabildear que Estados Unidos no impusiera los aranceles, provocado por la negligencia o incluso omisiones en cumplir con los acuerdos de Miami, lo cual debilitó la posición mexicana y los llevó a aceptar imposiciones que no habían sido antes puestas sobre la mesa, como el incremento de compras agrícolas –de productos que se encuentran en las zonas de mayor apoyo electoral de Trump- a Estados Unidos, cuyos pormenores no ha sido dados a conocer.
El secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, quien abrió el mitin en Tijuana, dijo que la gran experiencia de esta semana es que tienen que trabajar para que en el futuro estén mejor preparados para cualquier contingencia. El mensaje es importante. Hacia el interior del gobierno, el presidente López Obrador tiene que poner orden en su equipo, porque parte de las concesiones que se tuvieron que hacer fue por la falta de coordinación, o sabotajes involuntarios entre las secretarías de Gobernación, Hacienda y Relaciones Exteriores, que impidieron cumplir los acuerdos bilaterales.
La política hacia Estados Unidos debe estar alineada, porque lo que se vio es lo que vendrá. Lo escribió el domingo el presidente Trump en Twitter: “Si por alguna razón desconocida no hay (cooperación), podemos volver a nuestra posición anterior y muy lucrativa de (amenazar) con aranceles”. Dijo que no creía que será necesario. A portarse bien, entonces. O, para evitar humillaciones públicas de esta naturaleza, a dejar las improvisaciones en México y actuar con menos romanticismo e hígado, y con más profesionalismo...
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¿Qué son 6 mil guardias nacionales? | Alejandro Hope
El Universal
Plata o Plomo
Como parte del arreglo para evitar que Estados Unidos impusiera aranceles a las exportaciones mexicanas, el gobierno de la República se comprometió a desplegar 6 mil elementos de la Guardia Nacional en la región sur del país para contener flujos migratorios desde Centroamérica hacia el vecino del norte.
¿Es eso mucho o poco? ¿Qué son 6 mil guardias nacionales? Pongámoslo en perspectiva:
• Equivale a casi 10% del supuesto estado de fuerza inicial de la Guardia Nacional (61 mil elementos, integrado por 35 mil policías militares, 8 mil policías navales y 18 mil policías militares), según declaraciones del secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, o a algo menos del 5% del estado de fuerza de la corporación en 2022, si se logran las (improbables) metas de reclutamiento en los próximos tres años.
• Representa un número de elementos equivalente al que se desplegaría en promedio en 13 de las 266 coordinaciones territoriales que ha diseñado el gobierno federal. Puesto que cada coordinación territorial tendrá en promedio 469,925 habitantes, eso significa dejar sin cobertura de la Guardia Nacional a 6.1 millones de mexicanos.
• Es un caudal de tropa cuatro veces superior a los soldados, marinos y policías federales que se encuentran actualmente recibiendo su curso de inducción a la Guardia Nacional en las bases militares de Santa Lucía y San Miguel de los Jagüeyes.
• Implica un despliegue de personal casi tres veces mayor al enviado a Tijuana a principios de año y seis veces mayor que el enviado a Minatitlán tras la masacre de abril.
• Equivale al total de elementos sumados de las policías estatales de Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Campeche y Coahuila. De hecho, representa un número de elementos mayor al de 24 de 32 policías estatales en el país.
• Es un número mayor que el total de policías en las zonas metropolitanas de Guadalajara o Monterrey. Es, de hecho, un contingente de hombres armados mayor que el personal de cualquier policía municipal del país.
• Representa la tercera parte de los elementos de la Policía Federal que serán transferidos a la Guardia Nacional en una primera fase. Son algo menos que los elementos que trasladará la Marina a la nueva corporación.
• Es más personal que el utilizado en la Operación Conjunta Michoacán en 2006 (4 mil 250 elementos) o que el desplegado en Ciudad Juárez en el pico de la crisis de seguridad de esa localidad en 2010 (5 mil elementos de la Policía Federal).
• Significa una erogación presupuestal aproximada de 3 mil 600 millones de pesos por año, casi tres veces los recursos asignados al Instituto Nacional de Migración (INM) en 2019 y 170 veces más presupuesto que el dedicado este año a la Comisión Mexicana de Asistencia a Refugiados (Comar).
• Es un número casi equivalente a la tercera parte de la Patrulla Fronteriza en Estados Unidos. Por número de kilómetros de frontera a custodiar, el tamaño es similar (aproximadamente 6 elementos por kilómetro de frontera en ambos casos)
Entonces no, no es un compromiso menor del Estado mexicano enviar a 6 mil elementos de la Guardia Nacional a la frontera sur. Tal vez valga la pena hacer el gasto para aplacar al monstruo que habita en la Casa Blanca: dejo ese juicio a otros más conocedores de la materia. Pero un hecho es incontrovertible: no es poco lo cedido por México en la negociación con los vecinos.
@ahope71
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¡Y México festejó su humillación! | Diego Fernández De Cevallos
Milenio
Sin Rodeos
El gobierno de México hizo lo que tenía que hacer para evitar, por lo pronto, el injusto castigo, y lo hizo bien. Estaba atrapado, no tuvo alternativa razonable. La fuerza y arbitrariedad del yanki rebasan leyes, tratados, razones y fronteras, salvo al toparse con potencias mundiales, ante las que mide las consecuencias. En países débiles impone sus intereses, entendidos a su manera y en el contexto de su anhelada reelección.
En tales circunstancias, debemos entender que su principal problema del momento con México era —y es— el migratorio, no el arancelario. Los aranceles fueron la amenaza para conminar a nuestro gobierno a reforzar la frontera sur con miles de militares para contener la entrada tumultuaria de migrantes con ruta a Estados Unidos, además de aceptar aquí y mantener a nuestro costo a los que rechace aquel país.
Cumplida la orden y aceptada la obligación, NO PROBLEM, NO ARANCELES.
Superada la amenaza, está justificada la alegría de los mexicanos. El gobierno evitó el daño devastador de los aranceles, pero el festejo oficial en Tijuana, con clérigos invocando a Dios y a Césarmanuel —emulando los tedeum de hace siglos— tiene un tufo patriotero y manipulador, tan arcaico como la obsesión de los que quieren hacer prehistoria.
Ciertamente el Presidente deberá comerse su discurso en que abría las puertas de nuestras fronteras para los que quieran venir, de cualquier parte, a recibir amor, trabajo y bienestar. En ese tema ni el ganso grazna.
Por fortuna, el resultado de la “negociación” (orden cumplida) que se dio a conocer poco antes del mitin en Tijuana dio un giro al contenido de la invitación presidencial. Se evitó un ridículo mayor. El Presidente había convocado al pueblo “PARA DEFENDER LA DIGNIDAD NACIONAL y REFRENDAR NUESTRA AMISTAD AL PUEBLO DE ESTADOS UNIDOS”, precisamente cuando acataba las órdenes del Imperio.
Al margen de ese despropósito, debemos aplaudir la sensatez del que, humillado por el gorila, optó por el menor mal para México.
Debemos, también, reconocer su excepcional capacidad de maniobra. Armó un espectáculo en la frontera, reunió al “pueblo bueno” con los que él llama “fifís” y “minoría rapaz”, con el “hampa de la prensa” (a la que elogió) y la cúspide del poder político para escuchar discursos —muy buenos, por cierto, salvo los de los curas— y cantado el Himno Nacional frente a la Bandera, recibió las caricias del pueblo.
El que acató forzadamente las órdenes del yanki, lució como jefe de Estado, valiente y patriota, con pasaporte a la posteridad para reunirse con los Grandes de la Historia. ¡Viva México!
Pasado el circo, la maroma y el teatro, ahora todos a ver qué hacemos con la violencia, la pobreza y las demás calamidades nacionales. Con la confianza de que el Presidente tiene “otros datos” y vamos “requetebién”.
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Ni gran triunfo ni motivo de vergüenza/Enrique Quintana
El Financiero...
Coordenadas
E_Q_
La polarización que persiste en un segmento de la sociedad mexicana se ha mostrado nuevamente en las reacciones al acuerdo al que llegaron el viernes pasado México y Estados Unidos.
Los apologistas del gobierno lo caracterizan como un logro histórico en defensa de la patria y se sumaron al festejo del sábado en Tijuana. Los críticos lo caracterizan como poco menos que una traición a la patria
A mi parecer no es ninguna de las dos cosas. Permítame presentarle mis argumentos.
1. No se puede juzgar el resultado de la negociación sin el contexto en el que se dio. Si no hubiera existido la amenaza de la imposición de aranceles por parte de Trump, los parámetros de la negociación hubieran sido otros, tanto en los plazos para llegar a un arreglo como lo que México estuvo dispuesto a ofrecer.
2. Tampoco se puede entender la amenaza de Trump sin el hecho verificable de que hay una oleada creciente de centroamericanos llegando a la frontera de Estados Unidos no solo por la situación de crisis y violencia de la región, sino por la política migratoria de los primeros meses de la actual administración, que virtualmente invitaba a quienes así lo quisieran, a cruzar por nuestro territorio para llegar a la frontera de Estados Unidos.
3. Es un hecho que hubo errores de cálculo de la política migratoria cometidos por el gobierno de AMLO, y en particular por la Secretaría de Gobernación, que dieron ocasión a la reacción de Trump. Sin embargo, ya hecha la amenaza de imponer aranceles, las consecuencias económicas de la medida sobre México hubieran sido muy graves, sobre todo si se hubieran ido incrementando, como era su propuesta. El haberlo evitado, desde la perspectiva del riesgo inmediato para el país, es un éxito.
4. Sería absurdo decir que lo acordado no tiene costos para México. Desde luego que los tiene, en términos económicos, políticos y sociales. Pero en una primera instancia, la movilización de la Guardia Nacional hacia la frontera sur o la aceptación de la permanencia en México de quienes esperan una resolución a su petición de asilo en Estados Unidos resulta menos onerosa que haber enfrentado la crisis que iban a desatar los aranceles. El escenario de tasas crecientes de aranceles nos hubiera obligado a conceder lo que el gobierno de Trump pedía, pero luego de padecer en México una problemática financiera más grave.
5. El ambiente político que se configuró, hace más viable encontrar condiciones propicias para avanzar en la ratificación del T-MEC. Aunque es previsible la oposición demócrata, también es factible que la presión del sector productivo estadounidense funcione para acelerar la ratificación. Son deseables los esfuerzos de diversificación comercial, pero en el corto plazo, no podemos engañarnos, nuestra relación con EU va a ser determinante.
6. Debe haber conciencia en México de que el proceso electoral en los Estados Unidos puede tener implicaciones diversas sobre nuestro país. No será ésta la última amenaza de Trump mientras esté en la presidencia. No nos puede tomar nuevamente por sorpresa, como ocurrió en esta ocasión.
Para concluir, el acuerdo alcanzado tiene costos para México, pero, a mi parecer, menores a los que hubieran tenido los aranceles.
En ese sentido, se logró un éxito. Pero la errática política migratoria mexicana fue la que propició la amenaza de Trump.
Ojalá este gobierno aprenda de los aciertos y los errores.
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Marcelo paró un penal y el gobierno vende que ganamos la Copa /Carlos Loret de Mola
El Univeesal
Historias de Reportero
El gobierno del presidente López Obrador logró zafarse de un problema que en parte generó. Al inicio del sexenio declaró que habría puertas abiertas a los migrantes. Cuando llegaron por decenas de miles trató de cerrar esa puerta, pero ya era demasiado tarde. Donald Trump, necesitado de un motor para su campaña de reelección y de un buen distractor para las acusaciones en su contra, no dudó en servirse de la bandeja de plata que le ofreció el gobierno mexicano: lanzó la amenaza de los aranceles.
Haber desactivado esa amenaza es un éxito indudable.
Pero cuidado, se desactivó por 90 días y lo que implica en términos de política pública y uso de recursos, la fragilidad que exhibe para su cumplimiento, hace pensar que hacer un mitin de festejo es demasiado prematuro:
México acepta ser cadenero de Trump, sala de espera VIP de Estados Unidos. En lo que nuestro vecino del norte define las solicitudes de asilo (cada caso puede demorar un par de años), los migrantes esperarán en nuestro país. El presidente AMLO les ha prometido trabajo, salud y educación. Considerando que, según el discurso del propio presidente, la mitad de los mexicanos no tienen esos servicios, implicará un gasto económico enorme y una dificultad de implementación que requiere cirugía mayor en la administración pública: si ahorita faltan medicinas en los hospitales, no quiero pensar qué pasará cuando tengan la carga de además atender a decenas de miles de migrantes. Quizá tendrán que olvidarse de alguno de esos megaproyectos que lucen como un tiradero de dinero.
México acepta controlar la migración hacia Estados Unidos. Nunca lo ha logrado en la historia.
México acepta que la Guardia Nacional tome el papel de Border Patrol del Sur. Seis mil elementos dedicados a contener a los migrantes en la frontera con Guatemala. Ya no se van a dedicar a resolver el principal problema del país, la inseguridad.
Si lo quieren cumplir, es muy difícil. Si lo quieren cumplir, tienen que hacer un golpe de timón en el gobierno. Si lo quieren cumplir, el presidente se pone en riesgo de pasar a la historia como el más antiinmigrante, contra su convicción personal. Si lo quieren cumplir, es ceder ante la presión del más destacado representante del nativismo, la intolerancia y la xenofobia del siglo XXI. Si lo quieren cumplir, podría significar la derrota moral de la izquierda: a seis meses de llegar al poder, estaría militarizando la frontera sur, criminalizando la migración y aceptando las condiciones del imperio americano.
La otra es no cumplir. Y esperar a que Trump se declare insatisfecho. Porque el acuerdo del viernes tiene fecha de revisión en 90 días. Y ahí puede revivir la amenaza arancelaria.
U otra, con cualquier otro pretexto, porque de aquí a noviembre del 2020, Trump está en campaña y lo antimexicano le da votos.
Puestas las convicciones aparte, era peor el 5%.
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¿Qué sabemos del acuerdo sobre los centroamericanos?/Jorge G. Castañeda
El Financiero.
Amarres
JorgeGCastaneda
Para decidir cada quien si el acuerdo entre Trump y López Obrador es bueno o malo para el país, o quién ganó y quién perdió, me parece necesario disponer de respuestas a tres series de preguntas. Las enumeró a continuación, sin atreverme a ofrecer respuestas. No las tengo.
En primer término, es preciso saber con claridad si las declaraciones de Trump sobre capítulos del acuerdo no incluidos en el convenio se refieren a algo concreto o son puras ganas de meter cizaña. Como se ha difundido ampliamente, el sábado el mandatario estadounidense tuiteó que “México se comprometió a comprar de inmediato una gran cantidad de productos agropecuarios”. También se sabe que el secretario de Agricultura acompañó a la delegación mexicana a Washington, y que a través del sistema de Seguridad Alimentaria Mexicana, de la fusión de Liconsa y Diconsa y la resurrección de Conasupo, bajo Ignacio Ovalle, el gobierno de AMLO puede comprar alimentos de nuevo en gran escala. La embajadora de México ante la Casa Blanca se negó a negar la versión en Face the Nation el domingo, limitándose a afirmar que gracias a la desaparición de aranceles inexistentes y a la ratificación del TMEC, aumentará el comercio bilateral agropecuario.
El domingo, Trump también tuiteó que “De manera importante, algunas cosas que no fueron mencionadas en el mensaje de prensa, una en particular, fueron acordadas. Se anunciará a su debido tiempo.” ¿A qué se refiere? Según Bloomberg, ni Presidencia, ni la SRE quisieron responder a llamadas al respecto.
Segundo enigma: ¿A quiénes se aplica el programa Remain in México ampliado? Si nos atenemos a las cifras de DHS, desde el primero de enero hasta el 31 de mayo fueron detenidos aproximadamente 485 mil personas sin papeles en la frontera de México con Estados Unidos. De estos, un número determinado son mexicanos –que pueden ser deportados de inmediato–, de otros países (Cuba, Haití, Congo, etcétera) y centroamericanos. Estos últimos no pueden ser deportados de inmediato. Si viajan con niños no pueden ser detenidos más de veinte días, la mayoría solicita asilo y, en teoría, son los principales clientes del programa impuesto por Estados Unidos desde enero.
Las preguntas son obvias: El programa, ¿es aplicable a todos los detenidos que solicitan asilo, o únicamente a aquellos que entran y lo hacen a partir del lunes 10 de junio? ¿A cuántos? Circula la cifra de 97 mil solicitantes de asilo centroamericanos actualmente dentro de Estados Unidos, pero no necesariamente se encuentran todos detenidos. ¿Cuántos se encuentran en los centros de detención en la línea o cerca de la misma? Se ha mencionado la cifra de hasta 50 mil.
En otras palabras, es imperativo conocer con precisión el tamaño de la tarea que AMLO se echó a cuestas, para saber si el precio a pagar por evitar el arancel de 5 por ciento fue excesivo, justo o una ganga. Si el esquema vale para todos los que entraron a Estados Unidos desde enero, detenidos o no, solicitantes de asilo o no, se trata de un tsunami contra el cual no podremos hacer nada, mucho menos darles educación salud, alimentación y vivienda. De ser el caso, el acuerdo constituye uno de los peores errores diplomáticos de un gobierno de México desde el tratado Mclane-Ocampo.
Por último, deberemos informarnos si, al margen del entendimiento, Estados Unidos piensa acelerar y dificultar aún más su proceso de otorgamiento de asilo. Hasta ahora, nos han devuelto menos de 10 mil centroamericanos: unos sesenta diarios, en los tres puntos de ingreso (Tijuana, Mexicali y Ciudad Juárez). En parte este lento ritmo se debe a un aletargamiento deliberado de las autoridades mexicanas, en parte a la falta de personal norteamericano y a lo enredado de su procedimiento. Pero si deciden agilizarlo, y colocar a un mayor número de agentes migratorios en los centros de entrevista, la velocidad puede aumentar de manera vertiginosa. Simplemente con acortar la primera entrevista (“credible threat”) y volverla más adversa, y luego acortar la segunda (“well-founded fear”) y transformarla en un trámite proforma con un desenlace siempre negativo, las consecuencias serían desastrosas para México.
Nos volveríamos un tercer país seguro en los hechos, ya que las solicitudes de asilo a Estados Unidos serían rechazadas todas de entrada. Sólo quedaría el asilo en México: exactamente lo que el gobierno dice que no aceptó. Con las respuestas a estas preguntas, podremos tener una idea más clara de qué se negoció. Por ahora, sabemos muy poco.
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“E pur si muove” o “era peor el 5%”/FEDERICO ARREOLA
@FedericoArreola/ SDP
Negociar con un matón que nos tiene amarrados y con su pistola apuntando a nuestras cabezas, eso fue lo que se hizo
Prácticamente todos y todas los y las comentócratas escriben hoy lo mismo: México cedió demasiado en la negociación con Estados Unidos.
Pero, como dijo uno de ellos —Carlos Loret de Mola, de El Universal—,  “era peor el 5%”. 
Equivale a la frase de Galielo después de su abjuración: “E pur si muove”.
Y es que, aunque duela —“de que duele, duele muchísimo”, se lee en la Rayuela de La Jornada—, México ha evitado males mayores.
No había opción. Había que ceder en el tema migratorio a cambio de que Trump —que no la brinca sin huarache, como afirma Verónica Malo en SDP Noticias— no concretara su amenaza de imponer este mismo lunes aranceles de 5% a las mercancías mexicanas.
Se equivoca quien crea que hay otra forma de negociar con un matón que nos tiene amarrados y con su pistola apuntando a nuestra cabeza.
Era peor el 5%, no hay duda. Gracias a que se evitó, la economía mexicana no se detendrá. “Y sin embargo, se mueve”, pues. Ya es una victoria. Ganaron Andrés Manuel y Ebrard. La historia, cuando ubique a Trump en un basurero, así lo expresará.
Por cierto, así lo reconoce el pueblo de México. El AMLOVEmetrics de SDP Noticias no deja lugar a dudas:

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La dignidad intacta | Rafael Cardona
La Crónica
La frase fue rotunda y voló por los lomeríos de Tijuana como una saeta en busca del corazón de la patria: no habrá tarifas y salimos con la dignidad intacta. Lo dijo Marcelo Ebrard, héroe del mes de junio, en ambicioso corte del gajo de la epopeya.
Los débiles aplausos en el embudo de la poco espectacular manifestación tijuanense (convocada ya no se sabe con cuál propósito, pues los aranceles habían desaparecido y la nación aprestaba el acero y el bridón para formar en fila seis mil elementos civilmente marciales en la frontera del sur, dispuesta a —lo dijo Porfirio Muñoz Ledo—, hacerle un “oscuro favor” a los Estados Unidos en la contención de los migrantes), apenas compitieron con algunas incredulidades, porque reacios hubo a comulgar con eso de la dignidad nacional intocada, impoluta, virginal inmaculada y limpia como una patena, pura de toda pureza.
Las negociaciones se basaron en la conveniencia y quizá supervivencia, no en esa indefinible abstracción llamada “dignidad nacional”.
El primer escéptico en eso fue el gobierno de Estados Unidos, para quien tal concepto nada significa. Washington le puso a México varias condiciones y una pistola en la nuca, como lo hace cada y cuando se le viene en gana.
Los mexicanos satisficieron las exigencias del empistolado, y Mr. Trump bajó el revólver (cada quien se baja lo que puede), pero no le quitó las balas y ordenó revisar cómo se portan los mexicanos en un plazo de 90 días, no sin antes advertir cómo en cualquier momento sería posible aplicar los aranceles ahora suspendidos; no cancelados, sin importar ni el TLC ni el T-MEC ni el más reciente acuerdo, sin nombre, pero con discursos.
La otra duda sobre la dignidad un tanto manoseada, como si viajara en el Metro a la hora gruesa por la Estación Pino Suárez, fue de la propia señora dignidad, quizá un poco fatigada por sentir cómo se invoca su nombre en vano.
La dignidad no es cuando el otro quita el dedo del gatillo. Es cuando nadie te amenaza.
Pero los mexicanos solemos echar cohetones al viento a la menor provocación y el Señor Presidente, rodeado de evangélicos y curas oportunistas, aromatizó el evento con los botafumeiros de las iglesias evangélicas (protestantes, se les decía antaño), cuyo líder, un señor Llamado Arturo Farela, podría haber ganado un premio de oratoria en el PRI de Lauro Ortega o en la parroquia del apóstol Nassón Joaquín.
Casi tan grotesco como verlos a él y al padre Alejandro Solalinde, mover el sahumerio 4T, frente al retrato de Benito Juárez, padre del desaparecido laicismo del Estado.
Al norte fueron presurosos los señores gobernadores cuyos rostros —bajo el sol de plomo y azufre—, disimulaban un tanto la pena ajena de escuchar a Francisco Domínguez, presidente de la decorativa Conago, quien habría dejado sin palabras a Cantinflas y en un descuido hasta sin gabardina. Ramplón, obvio, básico y sin sentido, casi tan lambiscón (difícil la competencia), como el presidente del Consejo Coordinador Empresarial, don Carlos Salazar.
Pero si, en las hondonadas de Tijuana, los discursos nacionales se cubrieron de gloria, un niño recordaba a Amado Nervo:
“…Los otros eran fuertes pero nosotros no teníamos más fuerza que la de nuestro corazón…”. La reunión de Tijuana sirvió, nada más, para aprovechar la ocasión y buscar un escenario en el cual, después de tantas críticas por su fomento a la polarización y el encono entre mexicanos, el Señor Presidente pudiera hablar de gregarismo y fuerza colectiva.
A ver cuánto dura tan improvisado mensaje.
PADRÓN. En el no tan lejano enero de este año, el Partido Revolucionario Institucional inició labores de afiliación; es decir, se puso a buscar hasta por debajo de las piedras, quien quisiera formar parte de sus desguazadas estructuras.
Hasta hoy no ha quedado claro cuántos se han inscrito en el PRI; pero sin importar el número, ahora hay quienes tratan de limitar los derechos adquiridos al ingresar; porque pueden estar, pero no pueden votar en el cercano proceso de renovación del Comité Ejecutivo Nacional.
Como quien dice; ven, haz bulto, pero no hagas nada más.
Quien ha advertido, sobre este absurdo es la veracruzana Lorena Piñón, quien censura la idea de tener militantes de primera y de seguida.
Como si el bollo estuviera para hornos.
VÍCTIMAS. La mazorca se sigue desgranando.
Ahora Jaime Rochín descobija la patraña de un interés gubernamental en torno de las víctimas de la violencia nacional. Todo desmantelado al punto de no poder trabajar.
Adiós, muchachos, dijo y renunció a la Comisión de Atención a Víctimas, dejando en el aire cuatro cuartillas y un portazo.
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¡Trump arrodilla al presidente Obrador!
ITINERARIO POLÍTICO/ RICARDO ALEMÁN 
El Debatee..,
¿Cómo debemos entender la negociación y los acuerdos entre México y Estados Unidos para evitar que el vecino del norte impusiera una cuota arancelaria a las mercancías mexicanas que cruzan la frontera norte?
¿Resultó una negociación exitosa para México? ¿Se garantizó el respeto a la soberanía nacional? ¿O será que, al final, el presidente Trump arrodilló al presiente mexicano?
Una primera aproximación a lo que dicen los documentos públicos y al escenario en el que se llevaron a cabo los acuerdos –con la pistola de los aranceles en la cabeza de México--, supone que más que una negociación, la de México con Estados Unidos fue una rendición.
Por qué?
Porque con la amenaza de los aranceles, el presidente Obrador y el canciller Ebrard dejaron abierta la puerta para que el Gobierno de Trump pueda violentar la soberanía nacional; joya de la corona que históricamente defendido la izquierda mexicana que, casualmente, hoy guarda silencio.
En pocas palabras, el presidente mexicano nos llevó al peor de los mundos y, en el extremo, coquetea con incurrir en la figura de “traición a la Patria”.
Pero la peor noticia es que el candidato presidencial que recorría plazas y pueblos vociferando “que pondría a Trump en su lugar”, hoy es el presidente que abre la puerta para que el tirano del norte meta la mano en nuestro país.
En realidad vivimos uno de los peores momentos de la relación entre México y Estados Unidos; una relación de subordinación, en donde México pasó del “patio trasero” a “la cárcel trasera” del imperio del norte, además de que se confirman los peores augurios advertidos por la izquierda mexicana; una insultante y nada democrática militarización del país y de sus fronteras.
Sin embargo, mientras que México y los mexicanos viviremos los peores momentos de nuestra historia --en la relación con los vecinos del norte--, es posible que el presidente mexicano, López Obrador, esté disfrutando de los mejores momentos de su joven presidencia. ¿Por qué?
Porque como hemos dicho aquí repetidamente, el presidente mexicano colabora abiertamente a favor de la narrativa de sometimiento de México que requería, de manera urgente, el arranque de la campaña de Trump para su reelección como presidente de Estados Unidos.
Es decir, Trump iniciará en breve su periplo reeleccionista exhibiendo como trofeo de guerra a un México sometido.
Y el problema, para los mexicanos, claro, es que a partir de hoy seremos una nación con la soberanía cuestionada.
¿Por qué?
1.- Como saben, la soberanía es el derecho de un Estado Nación para ejercer sus poderes. Todo Estado tiene un territorio que es el ámbito de su soberanía.
2.- El Estado federal es el soberano en su territorio. A eso se le conoce como “soberanía nacional” y está por encima de todos los Poderes en el interior del país; por encima incluso de la autonomía de los Estados.
3.- La soberanía externa significa la no intervención de Gobiernos extranjeros en el exclusivo derecho del ejercicio del poder de un Estado en su territorio.
4.- Por tanto, cuando el Gobierno de López Obrador acepta utilizar a la Guardia Nacional para detener a los migrantes que tienen como destino cruzar la frontera con Estados Unidos, el Gobierno mexicano está aceptando que la Guardia Nacional realice funciones de policía fronteriza –una extensión de la Border Patrol, pero en el Suchiate--, al servicio del interés de Estado Unidos.
5.- También se limita la soberanía nacional en el tema de los migrantes expulsados. Es decir, el acuerdo incluye que los migrantes deberán permanecer en México el tiempo que determine Estados Unidos. Vale recordar que los migrantes son extranjeros que ingresaron de manera ilegal a México y, por tanto, deben ser expulsados conforme a las leyes mexicanas, no según el interés del Gobierno de Trump, como lo acordaron los negociadores de los dos países.
Como queda claro, el acuerdo logrado por el Gobierno de Obrador es en realidad el acuerdo de sometimiento y violación a la soberanía nacional.
Y en lugar de festejar, un Estado democrático debía iniciar un proceso de presunta “traición a la Patria” contra el Gobierno de López Obrador.
Al tiempo.
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Ganar el corazón de los norteamericanos | Leonardo Curzio
El Universal
No tengo la menor duda de que en esta coyuntura, como en todas las demás, los mexicanos debemos estar unidos ante los desafíos (incluso chantajes) del exterior. Lo que Trump ha hecho al gobierno de México es inicuo y profundamente reprobable. Ha establecido un precedente funesto al usar un golpe bajo, indigno de un socio confiable al presionar al gobierno de López Obrador con un tema comercial sabiendo que el gobierno mexicano está económicamente contra las cuerdas por las notas de las calificadoras y sus propias decisiones. Lo dijo Trump de manera poco elegante: Estados Unidos no necesita a México y México sí requiere a Estados Unidos. La estatura moral del presidente norteamericano se reduce aún más al hacer esta afirmación, ya que claramente aprovecha su fortaleza para obtener concesiones de un país más débil.
No hay nada heroico en su comportamiento y la historia se encargará de ponerlo en su lugar.
La unidad nacional tiene sentido ahora para lamentar lo que ocurre o sentir alivio porque no ocurrió lo peor, pero no puede dejar de lado la necesidad de repensar nuestra circunstancia. El evitar que nos pusieran aranceles es un éxito táctico del canciller Ebrard, que evitó pánico en los mercados, pero no puede ocultarse el hecho de que en realidad lo único que conseguimos en materia comercial es quedarnos como estábamos. Celebramos el statu quo, que por supuesto es mejor que una guerra comercial, pero no avanzamos un solo punto en algo que beneficie a México salvo sentirnos aliviados y que la amenaza no se haya cumplido. Tampoco ganamos nada para la causa de los indocumentados nuestros ni en los dreamers y menos que el gobierno de Estados Unidos se disculpara de su lenguaje estridente y ofensivo.
Necesitamos repensar una agenda constructiva de cara al futuro porque este gobierno está empezando y no puede concentrarse solamente en esquivar misiles.
Yo creo que la unidad nacional se polariza por cuestiones internas que deberíamos separar. Por supuesto no ayuda nada que el presidente siga dividiendo el país entre quienes están con él y sus adversarios. No está de más recordar que él es el presidente de todos los mexicanos incluso de sus vilipendiados conservadores. El desafío es lo suficientemente serio como para que gobierne para todos. El segundo punto es reconocer que las debilidades estructurales del país son una hipoteca para cualquier gobierno. El bandazo que en política migratoria supone pasar de una propuesta de puertas abiertas y visas de trabajo a los centroamericanos a literalmente desplegar la Guardia Nacional en la frontera sur, es muy costoso políticamente para un gobierno que había puesto como premisa fundamental el cambio de la política migratoria. No ha podido ser y lo lamento; el gobierno mexicano ha tenido que plegarse de manera pragmática a la presión norteamericana y lo ha hecho porque no tiene capacidad operativa para ofrecer una atención directa y eficaz al creciente flujo de inmigrantes y en menor medida de refugiados que llegan a nuestro país. Trabajar en el reforzamiento institucional es una prioridad nacional ineludible. Esa variante del tercer país seguro llamada provisionalmente Remain in Mexico, requiere de una pronta clarificación tanto administrativa como presupuestal. ¿Quién se va a hacer cargo de los centroamericanos que lleguen a México por ese canal, cuánto va a costar el programa?
Entiendo que con astucia diplomática se ha tratado de canalizar el flujo por distritos con jueces progresistas, pero el compromiso está ahí y además por razones humanitarias debemos ofrecer un trato digno a quienes permanezcan en nuestro territorio en esa condición y eso supone instalaciones, presupuestos y personal.
Pero el tercer punto es el más importante. Para que los aranceles no entraran en vigor se activó (y es mérito de nuestra diplomacia) una red de aliados en el sector político, empresarial e intelectual, cosa muy valiosa.
Mi opinión es que además de este elemento de contención, sigue siendo una prioridad ganarnos el corazón de los norteamericanos comunes. No me refiero a ganarnos el corazón en una lógica 14 de febrero, sino lograr revertir esa asimetría que Trump acuñó como la no necesidad de México. Es vital hacernos presentes en la vida cotidiana de los americanos a través de múltiples mecanismos que van desde la promoción de nuestras marcas hasta lo que México le ha aportado a la vida cotidiana. Requerimos una política de Estado que promueva la marca México en un sentido amplio y sistemático que fomente gradualmente hacer ver al norteamericano promedio que México sí importa como lo dijo Luis Rubio en un estudio reciente. Debemos aspirar a que, igual que un mexicano promedio convive con las marcas americanas, una norteamericana promedio debe saber positivamente que México cuenta mucho en su vida. Para una señora de clase media mexicana, por ejemplo, el tener una hija llamada Jennifer, beber refrescos de dieta en el desayuno y darles a sus hijos cereales de conocida marca o salsas de tomate azucaradas forman parte de una vida cotidiana que asume como propia y deseable. Intercalan, en su forma de hablar, expresiones en inglés porque lo consideran elegante y de buen tono. No ocurre lo mismo con una señora de Kansas que decidiera llamar a su hija Xochiquetzal o Margarita, tampoco siente que en su desayuno o vida cotidiana alguna marca mexicana le sea fundamental. Es probable que no sepa que el teléfono que usa, la pantalla en la que ve los noticieros de Fox News vociferar contra México o la camioneta en la que lleva a sus chicos a la escuela se haya fabricado en México. No lo sabe y México no se lo ha contado. Nadie lo va a contar por nosotros.
No tengo la menor duda de que el gobierno de López Obrador, como en su momento el de Peña Nieto y los que vendrán, requieren de una acción concertada y directa con sector privado y aliados exteriores para impulsar la imagen de México. Si no lo conseguimos seguiremos siendo irremediablemente el botín político de los más conservadores que han logrado articular la idea de que México no es un país confiable sino una fuente de problemas. Si no atendemos a la necesidad de ganar el corazón de esa gente tropezaremos una y otra vez con la misma piedra.
Analista político.
@leonardocurzio
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Seis meses y el país va en picada/Pablo Hiriart
El Financiero, 
Uso de Razón
PabloHiriart
López Obrador recibió un país económicamente sólido y ya no lo es.
Recibió un país que renegoció de manera soberana un Tratado de Libre Comercio con Donald Trump, y ahora nos convertimos en el patio trasero de Estados Unidos por la amenaza de aranceles.
Descompusieron México sin tener el pretexto de haber heredado una crisis y sin que el mundo atraviese por una turbulencia.
Hemos perdido la confianza de los inversionistas y todos los indicadores económicos apuntan hacia abajo.
Donald Trump le tomó la medida a López Obrador y le impuso condiciones que hasta hace poco consideraba inaceptables.
López Obrador dijo en campaña que convencería al presidente de Estados Unidos para que baje su fobia antiinmigrante, y el que convenció fue Trump a AMLO.
De acuerdo en recuperar el control de nuestra frontera sur, pero aceptar que los solicitantes de asilo en Estados Unidos esperen en México (donde no quieren estar ni trabajar) no es ser un tercer país, sino un patio trasero.
(El acuerdo alcanzado con el gobierno de EU, sin embargo, tiene aspectos positivos, que veremos mañana).
La calificadora Fitch le recortó la nota soberana a México y Moody’s la puso en perspectiva negativa.
Lo que en buen romance dijeron las calificadoras a la comunidad financiera internacional es que, si le van a prestar dinero a México, háganlo con un interés elevado porque el riesgo es alto. Ven mal el futuro económico del país.
Las fanfarrias de que vamos a crecer al 4 por ciento en el sexenio y este año al 2, nadie las cree.
Con el ritmo que traía el país, aunado al desempeño de la economía de Estados Unidos, los especialistas señalan que, sin mover un dedo, la economía de México debió haber crecido entre 3 y 3.2 por ciento en el primer trimestre.
El problema fue que sí movieron un dedo, y lo hicieron mal.
Durante el primer trimestre del año la economía estuvo bajo cero, y de manera anualizada creció 0.1 por ciento, que es igual a nada.
Por la tozudez de llevar a la práctica proyectos irracionales nos bajaron la calificación soberana, y a Petróleos Mexicanos le quitaron el grado de inversión.
Los bonos de Pemex son denominados “basura”, o “chatarra”.
¿No es momento de que el presidente López Obrador admita que está equivocado, porque vamos mal?
Pues no, no lo admite y arremetió nuevamente contra las calificadoras porque no toman en cuenta su lucha contra la corrupción.
Moody’s, que cambió la perspectiva del país a “negativa”, le respondió al Presidente que la corrupción sí es un factor considerado en los análisis, y que México se sostiene porque el gobierno anterior le dejó “una economía sólida”.
¿Cómo hicieron para transformar una economía sólida en otra que cae en picada? Ocurrencias.
Fitch explicó que Pemex registra una inversión insuficiente “en su negocio principal”, que es la extracción de crudo.
El gobierno insiste en gastarse unos 200 mil millones de pesos en la construcción de una refinería con poca viabilidad financiera, en un lugar inapropiado.
Ni siquiera pudieron poner la primera piedra en Dos Bocas por el tipo de terreno, y pretenden instalar ahí una refinería completa. ¿A qué costo va a ser? ¿Para qué?
Las calificadoras ven eso y simplemente le dicen a la comunidad financiera que no se les ocurra prestarle dinero a Pemex. Y si tienen bonos, el gobierno de México se los convirtió en basura y ya no en una inversión.
Por obsesión ideológica, el gobierno de López Obrador se niega a darle la salida que Pemex requiere: regresar a las asociaciones con empresas privadas (farmouts) y reanudar la reforma energética, pues congelaron las subastas.
¿Cuál es la fobia a la inversión extranjera? Todos los estados del país con crecimiento superior al cuatro por ciento por varios años, han mejorado las condiciones de vida de su población. Y da la 'casualidad' de que en esos estados hay fuerte inversión extranjera.
La cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional es otra necedad ideológica que alertó a los inversionistas de que México va por mal camino.
Cambiaron las reglas y se desechó un proyecto necesario, de primer nivel, con inversión privada y que se pagaba solo.
Devolvieron el dinero a los inversionistas y les tuvieron que pagar algunos miles de millones de pesos adicionales para que no demanden. Tiraron el dinero y lo siguen tirando.
En lugar del NAIM, militares van a construir y administrar un aeropuerto en Santa Lucía, sin viabilidad técnica, rechazado por las aerolíneas y todos los organismos aeronáuticos prestigiados del mundo. Va a salir más caro hacer algo chiquito y lejos que terminar Texcoco.
Esas ocurrencias han tirado la confianza.
Crece el empleo informal y cae el crecimiento del empleo formal. La industria de la construcción decrece. Las manufacturas también se contraen. El consumo privado cae. La inversión fija bruta (pública y privada) también cae. La confianza de inversionistas y consumidores va para abajo.
Hay desabasto de medicinas. Por primera vez tuvimos desabasto de gasolina (dicen que con el combate al huachicol bajó el robo de combustibles, pero las ventas formales han caído, lo que desmiente tal éxito). Se recorta el presupuesto a hospitales de especialidades. Le bajan el sueldo (de tres mil 600 pesos a mil 800) a los médicos pasantes que atienden más de dos mil comunidades de alta marginación. Le impiden viajar a los científicos sin permiso del Presidente (para ahorrar). Van a quitar los estímulos individuales del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), porque no hay dinero. Tampoco hay dinero para pagar a las enfermeras por honorarios, que trabajan por parte de las universidades en comunidades, y las corren. Despiden a personal capacitado por “austeridad republicana”. Le entregaron las decisiones en educación pública a la CNTE.
En seis meses descompusieron al país.
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Sobre el convenio/Jesús Silva-Herzog Márquez
Reforma, 10 Jun. 2019
Habríamos despertado en condición crítica. De haberse impuesto la amenaza del presidente Trump, el país estaría cayendo por la cascada del pánico. A las malas decisiones internas y a los preocupantes reportes que han llegado de todos lados, se habrían agregado esta mañana las hostilidades comerciales. Se habría activado un descrédito feroz e ingobernable. El escenario de lo inmediato habría cambiado de color. Los cautelosos no tendrían más remedio que volverse pesimistas, los pesimistas se volverían catastróficos. Por supuesto, los dogmáticos de ambos extremos seguirían fijos, cómodamente, en sus expectativas. Por eso puede decirse que se evitó el mal mayor. En condiciones en extremo complejas, se logró un acuerdo.
Vale reconocer el asomo en este capítulo de un Presidente pragmático y disciplinado. López Obrador lo fue, sin duda, en esta negociación. No se salió del libreto que se impuso, dio espacio amplísimo a los negociadores, no antagonizó con bravatas. Frente a Estados Unidos ha sido un Presidente moderado, dispuesto a escuchar y empeñado en conjurar cualquier conflicto. Sabe lo que importa la relación y la maneja con delicadeza extrema. Se deja entrever, así, un Presidente que, al reconocer los límites de su propia voluntad, podría cultivar un nuevo sentido de responsabilidad. Independientemente de los méritos del acuerdo obtenido, me parece importante registrar ese brote de cautela y orden porque puede ser una enseñanza para encarar las crisis que se avecinan.
El acuerdo firmado en Washington es caro para México. Es la proclamación oficial del patio trasero. México será la sala de espera de quienes buscan asilo en Estados Unidos. Quienes lo intenten serán retornados a México "sin demora". Y aquí deberán esperar. Frente a este compromiso, lo que México gana es blablá. Logramos insertar una alusión a la "fraternidad universal" en el texto del convenio. Estados Unidos dice que cooperará para que México y Centroamérica sean zonas de prosperidad, pero, desde luego, no se obliga ni a un centavo. Algunos dirán que no solamente es un acuerdo caro sino indigno, un convenio que convierte al País en el muro de Trump, que pone al Estado mexicano al servicio de la política migratoria de Estados Unidos. Así lo promoverá seguramente el candidato Trump, festinando su victoria sobre los mexicanos. Otros dirán que el realismo y la responsabilidad obligaban a pagar cualquier precio. Dirán que, ante la amenaza de una guerra comercial, no hay lugar para pudores nacionalistas o decoros humanitarios.
El mayor problema del acuerdo es que es incumplible. Si hoy sirve al gobierno mexicano para celebrar la operación diplomática que evitó el apocalipsis, mañana será convertido por Trump en látigo para la intimidación mañanera. El convenio es, en realidad, un dulce para la retórica trumpiana. Un documento tan impreciso que permitirá en cualquier momento reanimar la amenaza. Sin definiciones, sin compromisos concretos, sin instrumentos de medición no puede ser considerada como una herramienta confiable de cooperación. El documento que firmó el canciller Ebrard es, sin duda, un respiro. También es un instrumento que prolonga la extorsión y que, tal vez, haga más caro el siguiente episodio. ¿Qué significa incrementar "significativamente" un esfuerzo de aplicación de nuestra ley migratoria? A eso se ató México. Para decirlo técnicamente, nos comprometimos formalmente a echarle ganas. La interpretación del convenio cuelga de los humores del presidente Trump, ese hombre al que López Obrador ha llamado "visionario". Y aunque el pueblo norteamericano, como decía el Presidente en algún sermón reciente, sea noble por haber sido fundado sobre valores cristianos, dudo que alguien pueda creer en la buena fe del demagogo de la Casa Blanca. Cuando le dé la gana, el candidato Trump gritará traición. Cuando sirva a sus intereses, cuando le permita distraer la atención de la opinión pública, acusará a México de burlarse de ellos. La amenaza sigue aquí. No ha pasado una semana y el Secretario del Tesoro ya lanzó la advertencia: si México no se porta bien, impondremos aranceles. La pregunta no es si se denunciará el incumplimiento de México, sino cuándo hará Trump esa denuncia. Y qué estaremos dispuestos a darle.
http://www.reforma.com/blogs/silvaherzog/..
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 Qué triste festejar una victoria de Trump
Juegos de poder7LEO ZUCKERMANN
Excelsior...
• México cedió en materia migratoria para evitar, por el momento, los aranceles. • El país se convertiría en una especie de muro para los migrantes que van rumbo a EU.
Trump le puso una pistola en la cabeza a AMLO: si no haces lo que queremos, vamos a imponer un arancel a todas tus importaciones, lo cual tendrá terribles consecuencias para tu economía. López Obrador envió corriendo a Ebrard a aceptar prácticamente todas las condiciones del gobierno estadunidense. No habrá, por tanto, aranceles. Festejemos. ¿De veras?
No. No se puede festejar por una razón fundamental: esto no ha terminado. Por el contrario, apenas está comenzando.
Trump, de nuevo, ya se dio cuenta de la debilidad mexicana y seguirá utilizándola en el futuro. Así lo anunció en un tuit: “Ahora habrá una gran cooperación entre México y Estados Unidos, algo que no existió durante décadas. Sin embargo, si por alguna razón desconocida no existe, siempre podemos volver a nuestra posición anterior, muy rentable, de tarifas”. Más claro ni el agua. O se portan bien, y hacen lo que yo quiera, o les vamos a reventar la economía con aranceles a sus exportaciones. “¿Comprende?”.
El daño está hecho y es enorme. Mientras Trump esté en la Presidencia, el Tratado de Libre Comercio con ese país (ya sea el TLCAN vigente o el T-MEC en proceso de ratificación legislativa) no dará la certeza a los inversionistas de que los productos mexicanos entrarán libres de aranceles a Estados Unidos. Trump, invocando una oscura legislación de emergencia nacional, podrá amenazar e imponer las tarifas que se le pegue la gana. Este tipo de abuso de poder unilateral es exactamente lo contrario que se pretende al firmar un tratado internacional de comercio.
México cedió en materia migratoria para evitar, por el momento, los aranceles. Se ampliará el programa Remain in Mexico para los centroamericanos que soliciten asilo en EU. Se utilizará a la Guardia Nacional para detener a los centroamericanos en la frontera sur del país. El asunto se revisará en 90 días para ver si México está cumpliendo. De lo contrario…
Quizá este hubiera sido un buen acuerdo si, efectivamente, se hubiera logrado el compromiso de no aranceles y el respeto al libre comercio en definitiva. A cambio, México se convertiría en una especie de muro para los migrantes que van rumbo a EU. Sería el precio de mantener nuestro rentable trato comercial. Como dijera Enrique de Navarra: “París bien vale una misa”. Pero aquí no nos están entregando París. Todo lo contrario. Nos volverán a amenazar para pedirnos más y más y más…
Vieja historia de la historia mundial. Abundan los casos de cándidos que tratan de apaciguar a bullies ambiciosos. En 1938, el primer ministro del Reino Unido le entregó Checoslovaquia al dictador alemán para apaciguarlo. “Traje la paz con honor desde Alemania […] vayan a sus casas y duerman tranquilos”, declaró Chamberlain a los británicos. Días después, Winston Churchill, quien sabía perfectamente que Hitler era un bully imposible de apaciguar, utilizó una metáfora para caracterizar el acuerdo que había traído Chamberlain desde Múnich: “Pidieron una libra esterlina a punto de pistola. Cuando se las dieron, exigieron dos libras esterlinas a punto de pistola. Finalmente, el dictador consistió en tomar una libra 17 chelines y seis peniques, y el resto en promesas de buena voluntad para el futuro”. Ya sabemos cómo terminó esa historia. Nadie pudo apaciguar al bully quien, cada vez más empoderado, se lanzó a conquistar el mundo a punta de balazos.
Regreso al caso mexicano. Muchos dirán que AMLO no tenía alternativas. Si no hubiera cedido, hoy tendríamos encima aranceles del 5% a nuestras exportaciones. Quizá. Lo primero que no sabemos es si Trump los hubiera decretado. Igual y se trataba de un faroleo. Vamos a suponer, sin embargo, que sí las hubiera impuesto. Los propios intereses estadunidenses afectados las hubieran detenido: el Congreso, los gobiernos locales y los empresarios. Las Cortes habrían recibido decenas de demandas argumentando que el presidente se estaba extralimitando en sus facultades. En lo que se resolviera el fondo del asunto, algún juez habría ordenado la suspensión temporal del acto de autoridad de Trump.
Creo que hubiera sido mejor esta alternativa. México habría salvado cara. Quizá habría tenido un mayor costo económico en el corto plazo, pero no en el mediano y largo. Aquí el problema es que no se resolvió el problema de fondo. Por el contrario, se agudizó. Al ceder con un bully como Trump, AMLO demostró fragilidad. Más temprano que tarde, el bully regresará empoderado por su victoria. Como dijera Churchill en aquel discurso en el que criticó la intención de apaciguar a Hitler: “No supongamos que este es el fin […] Este es sólo el primer sorbo, el primer anticipo de una copa amarga que se nos ofrecerá año tras año”.
                Twitter: @leozuckermann
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Bitácora del director/PASCAL BELTRÁN DEL RÍO
Golpes de realidad
  Excelsior..
Hace unas semanas, cuando volvía a casa al final de la jornada, cuál fue mi sorpresa de encontrarme a un hombre acostado frente a la cochera.
Al ver las luces del auto, se levantó en sobresalto y comenzó a guardar rápidamente sus cosas. De inmediato, pensé que se trataba de un migrante.
—¿De dónde viene?— alcancé a preguntarle, cuando ya se había echado a andar por la calle oscura y desierta a esa hora de la noche.
—De Guate. Disculpe, pero ya no encontré lugar en el albergue. Por eso me ve aquí.
En 30 años de vivir en la colonia del Valle, nunca había visto algo semejante. Esa zona de la capital está muy alejada de los lugares por los que suelen transitar los migrantes en su paso por el Valle de México.
El hombre era uno de los más de 600 mil migrantes —centroamericanos, la mayoría— que han ingresado en territorio nacional este 2019, en un intento desesperado de llegar a Estados Unidos.
El éxodo se disparó en el último año y fracción, lo cual coincidió con las promesas que hizo el entonces candidato y luego Presidente electo Andrés Manuel López Obrador, en el sentido de que su gobierno no sólo no impediría la entrada de los migrantes al país, sino los dotaría de visas de trabajo. Luego de dichas declaraciones, cientos de miles cruzaron la frontera de México con Guatemala y se dirigieron hacia el norte en un flujo inusitado.
Eso provocó la molestia del presidente Donald Trump, quien, el 26 de marzo, amenazó con cerrar la frontera con México e incrementó su batalla política con la oposición demócrata, que se opone a sus planes de construir un muro fronterizo. Si su postura antiinmigrante lo llevó a la Casa Blanca, Trump está resuelto a usarla para buscar la reelección.
Esto fue rechazado por el canciller Marcelo Ebrard, quien dijo que México no negociaría bajo amenaza, sin embargo, México comenzó a dar vuelta en u y a detener a los migrantes. Era un poco tarde, pues las estaciones migratorias pronto estuvieron a reventar y se dieron numerosos casos de amotinamiento y fuga.
Así pasaron dos meses. La cifra de detenciones en la frontera sur de Estados Unidos llegó a la escandalosa cifra de 144 mil en mayo. El jueves 30, Trump elevó sus amenazas y advirtió que, si México no reducía el flujo de migrantes, impondría aranceles extraordinarios a las exportaciones mexicanas.
Contra lo que había declarado a fines de marzo, Ebrard llegó a Washington a dialogar con la pistola en la cabeza. A cambio de la no aplicación de aranceles —que debían entrar en vigor hoy lunes—, México aceptó lo que pudo haber hecho desde el principio, sin presión de por medio: aplicar sus leyes migratorias. Abandonando la postura de campaña de convertir al país en “santuario” de migrantes y de otorgar a éstos visas de trabajo, el gobierno admitió desplegar a 6 mil elementos de la Guardia Nacional en la frontera sur, y que los resultados de su nueva política sean evaluados —por Washington, desde luego— en 90 días. Además, ahora recibirá a un número mayor de solicitantes de asilo en Estados Unidos, quienes esperarán aquí el resultado de su petición.
Eso no obstó para que el presidente López Obrador festejara el sábado en Tijuana el resultado de las conversaciones.
Pero si había algo que festejar era el hecho de que México no hubiese sido víctima de las amenazas de Trump —los aranceles habrían afectado gravemente la ya empantanada economía mexicana—, pero eso fue consecuencia de decisiones propias que colocaron al país contra las cuerdas.
El episodio ha sido un duro golpe de realidad. Pero pueden venir otros, como ya han advertido las agencias calificadoras.
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No bajemos la guardia | Ricardo Monreal Ávila
El Universal
Las mexicanas y los mexicanos somos socios, colaboradores, pero, sobre todo, amigos del pueblo norteamericano. Celebramos que el presidente Trump haya elegido la prudencia y el diálogo, por encima de la confrontación y el conflicto.
Si queremos seguir avanzando hacia la construcción de una América del Norte más potente, no podemos bajar la guardia: tenemos que trabajar siempre para asegurar que los valores que han unido a nuestras naciones por tanto tiempo se respeten y trasciendan cualquier gobierno.
Hace 25 años, no podríamos haber imaginado los logros que alcanzaríamos con la unión comercial de América del Norte. Juntos hemos logrado ser un gigante. La población de la región es de casi 500 millones de personas, lo que representa 7% de la población mundial. Y en materia comercial es la región más potente del mundo: su comercio representa 28% del Producto Interno Bruto mundial. Aun y con todo esto, han existido y seguirán existiendo actos que pongan en riesgo la supervivencia de la región.
Con base en el diálogo y el entendimiento —herramientas que hasta el día de hoy nos han ayudado a esculpir la región—, debemos asegurar la continuidad de las relaciones entre los tres países. México siempre buscará evitar fricciones en su trato con EU, pero no permitirá que no se le dé un trato igualitario, porque sin nuestro país, la América del Norte que hoy conocemos no podría existir.
Reconocemos la importancia que Estados Unidos tiene para el comercio mexicano, pero no somos ingenuos, y también sabemos la relevancia que México tiene para la Unión Americana y para el mundo.
Tan solo en 2018, EU exportó a México 265 mil millones de dólares, lo que coloca a nuestro país en el primer destino de los productos estadounidenses, al representar 15% de las exportaciones totales.
Y México es especialmente importante para ciertos estados de la Unión Americana. Por ejemplo, en 2018, Texas exportó 109 mil millones de dólares a nuestro país: más que el total de las exportaciones de EU a Japón e India, combinados. Ese mismo año, California exportó a México 30.7 mil millones de dólares: más que el total de las exportaciones estadounidenses a Italia. Además, aproximadamente, cinco millones de empleos en Estados Unidos dependen de la continuidad de las buenas relaciones con México.
Nuestro país está listo para seguir transitando con EU en la construcción de América del Norte, pero también está preparado para generar nuevas alianzas que le permitan seguir creciendo comercialmente. Hemos ratificado 13 tratados internacionales con más de 50 naciones, con las cuales nuestro comercio tiene un gran margen para seguir expandiéndose.
Con todo esto en mente, fue benéfico que la imposición unilateral de los aranceles haya sido cancelada, porque de haberse llevado a cabo, ambos países hubieran resentido sus efectos. Ahora bien, sería un error asumir que una situación así no se pueda volver a repetir.
Recordemos que la interconexión de nuestra región hace que México y EU compartan no solamente intereses comerciales, sino problemas comunes, siendo la migración uno de ellos. Debemos tener presente que la migración irregular no es exclusiva de nuestra región, sino que, en épocas recientes, países de todo el mundo han enfrentado presiones migratorias que generan tensiones entre países vecinos.
Sin duda alguna, México debe ser empático ante quienes se ven obligados a migrar del sur al norte.
Nuestros vecinos del sur, además de no tener oportunidades, tienen que escapar de la violencia de sus países. Belice, Honduras y El Salvador se encuentran entre los países con las tasas de homicidio más altas del mundo y, al mismo tiempo, su PIB per cápita es de los más bajos. Si realmente se quiere que la situación migratoria cambie de manera estructural, tanto México como Estados Unidos debemos cooperar en el desarrollo de oportunidades y la disminución de la violencia en aquellos países.
Al mismo tiempo, sin ser ajeno a las causas que impulsan la migración irregular, México debe hacer valer el Estado de derecho, asegurando que la ley se cumpla siempre en beneficio de su población. Además, esta administración se dedicará a generar las condiciones necesarias para fortalecer nuestro mercado interno y así prevenir que nuestros paisanos se vean forzados a abandonar el territorio nacional para proveer sustento a sus familias.
El respeto a los derechos humanos de las personas migrantes dentro de nuestras fronteras y hacer valer la ley no son acciones excluyentes. Podemos ser solidarios y responsables al mismo tiempo. Finalmente, debemos tener claro que nuestra postura frente a la migración, o frente a cualquier política nacional, no podrá nunca ser dictada por un actor externo.
Las y los mexicanos acabamos de dar una muestra de unidad; debemos permanecer así, con la guardia arriba. Solamente de esta manera podremos asegurar que no exista posibilidad de que nuestro país pueda ser presionado. Solamente así podremos hacer valer la importancia que México tiene para la región y para el mundo.

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