21 jul 2024

Inédito; Biden se baja de la carrera presidencial.

Joe Biden baja su candidatura, respalda a Kamala Harris y Estados Unidos arranca una nueva campaña

“Creo que lo mejor para mi partido y el país es que me retire”, dijo Biden en una carta que publicó en X; minutos después, brindó su respaldo a su vicepresidenta para que encabece la fórmula presidencial de los demócratas

Rafael Mathus Ruiz

CORRESPONSAL EN EE.UU.

La Nación, 

WASHINGTON.- En una decisión histórica, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció a través de una carta su decisión de bajar su candidatura presidencial y poner fin a la última campaña de su carrera y desistir de ir en busca de la reelección luego de semanas de agobiante presión en el Partido Demócrata para que dé un paso al costado ante las crecientes preocupaciones por su vejez y el temor a una derrota ante Donald Trump.

Biden comunicó su decisión a través de una carta que publicó en la red social X desde su cuenta personal. Unos minutos después, y por la misma vía, Biden dejó su apoyo explícito a la vicepresidenta, Kamala Harris, para que sea la elegida para encabezar la fórmula presidencial de los demócratas en su lugar.

“Ha sido el mayor honor de mi vida ser su presidente. Y si bien mi intención ha sido buscar la reelección, creo que lo mejor para mi partido y el país es que me retire y me concentre únicamente en el cumplimiento de mis deberes como presidente durante el resto de mi mandato”, escribió Biden.

La decisión de Biden, de 81 años, el presidente más viejo en la historia del país, puso punto final a 24 días de presiones, peleas, discusiones internas y especulaciones en el Partido Demócrata luego del fatídico debate de Biden y Trump, que generó un daño irreparable a la candidatura del presidente. Biden llegó a ese debate con una única tarea: despejar las dudas su salud, su vitalidad, su agudeza mental y su capacidad para liderar al país otros cuatros años pese a su vejez. Debilitado, con su voz quebrada, por momentos, perdido, boquiabierto, con varios traspiés y enormes dificultades para enarbolar argumentos sólidos y coherentes para defender su gestión y responder a los ataques de Trump, Biden dejó el duelo con una tarea insospechada en el preámbulo: salvar su campaña. Nunca logró encontrarle la vuelta.

Durante semanas, Biden y su campaña ningunearon las presiones, insistieron en que el debate no había cambiado la dinámica de la campaña, y en que Biden sería el candidato de los demócratas –había ganado la primaria sin rivales y con 14 millones de votos– y tenía un camino para volver a vencer a Trump. Biden decidió levantar el perfil para cambiar su imagen.

En su primera entrevista tras el debate, con la cadena ABC, Biden mostró su obstinación al afirmar que solo tuvo “una mala noche”, y que sólo consideraría dejar la campaña si “el Todopoderoso” bajara a la Tierra y se lo pidiera. Con el correr de los días, Biden y su campaña se hundieron cada vez más. Todas las respuestas diseñadas por su equipo –entrevistas uno a uno que generaron más prensa negativa, una conferencia de prensa al cierre de la cumbre de la OTAN en la que se mostró sólido, pero llamó “vicepresidente Trump” a Kamala Harris– fueron inútiles para desterrar las dudas y blindar su candidatura, o para cambiar una narrativa ya destructiva en la prensa. Por el contrario, Biden se enterró cada vez más.

Al final de esta semana, viejos aliados en las filas demócratas como Nancy Pelosi –para muchos, la verdadera arquitecta de la operación para correr a Biden– , Chuck Schumer o su antiguo jefe y amigo, Barack Obama, desplegaron una campaña de presión agobiante en los medios al filtrar sobre sus esfuerzos para convencer a Biden de que diera un paso al costado, y la pérdida absoluta de confianza dentro del partido en que Biden podía llegar a entregar una nueva victoria ante Trump en noviembre. Muchos demócratas temían una derrota por paliza que les costara también el Congreso, dándole a Trump un virtual cheque en blanco para que hiciera y deshiciera a su antojo desde la Casa Blanca. A ellos se sumaron los grandes donantes.

El viernes último, mientras Biden se recuperaba de una nueva infección de Covid-19 en su casa en Rehobooth, Delaware, su campaña insistía que seguía en carrera, no se bajaba, e incluso difundía su agenda de eventos para esta semana. Pero su anunció parecía al caer. Mientras, Biden continuaba sufriendo una hemorragia de respaldo en el Capitolio: más congresistas y senadores pedían públicamente que Biden “pase la antorcha”. Finalmente, Biden tomó la decisión.

En su carta, Biden ponderó el “gran progreso” durante su presidencia, enumerando la recuperación de la economía, la baja en el costo de los medicamentos, la lucha contra el cambio climático y el nombramiento de Ketanji Brown Jackson, la primera jueza afroamericana en la Corte Suprema de Justicia. Biden también destacó que, bajo su liderazgo, Estados Unidos fortaleció su democracia y revitalizó y fortaleció sus alianzas globales. No hizo mención alguna de la inflación, el gran Talón de Aquiles de su presidencia.

“Estados Unidos nunca ha estado mejor posicionado para liderar que ahora”, dijo Biden.

La decisión de Biden, inédita en la historia moderna de Estados Unidos, da un vuelco insospechado hasta hace unas pocas semanas a una campaña presidencial que ya tenía aditivos inéditos, arrojando un manto de incertidumbre sobre la elección más importante en el mundo este año. Con el respaldo explícito de Biden, la vicepresidenta, Kamala Harris, se encamina a alzarse con la nominación presidencial del Partido Demócrata en la próxima Convención Nacional en Chicago, a mediados del mes próximo. Harris deberá elegir a su compañero de fórmula.

“Mi primera decisión como candidata del partido en 2020 fue elegir a Kamala Harris como mi vicepresidenta. Y ha sido la mejor decisión que he tomado”, dijo Biden en otro posteo en su cuenta personal en la red X. “Hoy, quiero ofrecer todo mi apoyo y respaldo para que Kamala sea la candidata de nuestro partido este año. Demócratas: es hora de unirse y vencer a Trump. Hagámoslo”, cerró.

El último presidente demócrata que había desistido de ir en busca de su reelección fue Lyndon B. Johnson, en 1968, el año en el que Robert Kennedy fue asesinado, y que terminó con la victoria de Richard Nixon. Pero nunca un presidente decidió dar un paso al costado en medio de la campaña presidencial, una novedad que fuerza a Estados Unidos –y al resto del mundo– a recalcular de cara a los comicios del 5 de noviembre.

Finiquitado el inédito operativo para eyectar a Biden de la pelea, los demócratas comenzaron a cubrirlo de elogios. Bill y Hillary Clinton destacaron su “extraordinaria carrera”; Pelosi dijo que era un “patriota” que puso primero a su país; Schumer dijo que además de ser un gran presidente era un “ser humano excepcional”. Y Obama lo llamó “uno de los presidentes más importantes” y “un patriota del más alto nivel”. Notablemente, Obama no brindó su respaldo formal a Harris, quien, de ser electa, será la primera mujer afroamericana hija de inmigrantes que llega a la presidencia de Estados Unidos.

El resto de las figuras demócratas comenzó a cerrar filas detrás de Harris, que se prepara para tomar las riendas de la campaña y debe tomar en los próximos días la decisión más importante: quién será su compañero de fórmula. Las especulaciones arrecian, y entre los principales candidatos aparecen el secretario de Transporte, Pete Buttigieg, el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, y el gobernador de California, Gavin Newsom, o el de Carolina del Norte, Roy Cooper.


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