11 mar 2008

El futuro de Mouriño

¿Qué hará Calderón con Mouriño?/Leo Zuckermann
Publicado en Excelsior, 11/03/2008;
Finalmente el secretario de Gobernación admitió que, ya como servidor público, había firmado contratos de la empresa de su familia con Pemex. A pregunta expresa de Joaquín López-Dóriga, Juan Camilo Mouriño aseguró que la firma de estos contratos era legal y ética. Es posible que el secretario tenga razón. Quizá sea legal y ético. Pero lo cierto es que este escándalo es un desastre político para el gobierno.
Mouriño argumenta que no violó ninguna
ley. Que no ha participado “en ningún momento de mi vida pública en los órganos de decisión de Pemex para el otorgamiento de contratos, ni éste ni ningún otro”. Como siempre ocurre con los asuntos legales, vendrá una feria de interpretaciones jurídicas para aducir si hubo o no violación a la ley. Por el momento, démosle el beneficio de la duda al secretario de Gobernación.
En cuanto al asunto ético, Mouriño argumenta que hay que ver la historia completa de la empresa familiar. “Esta no es una empresa que se hizo al amparo del poder o que ha crecido al amparo del poder”. Afirma que cuando comenzó la relación comercial de la empresa con Pemex tenían diez pipas a su servicio. Veintitrés años después sólo tienen ocho: “No hay ninguna actuación de mi parte que haya favorecido a la empresa como dolosamente se ha señalado”. Dice, además, que cuando decidió dedicarse a la política, se deshizo de las acciones de la empresa y dejó de ser su apoderado legal. Pero esto “tomó tiempo”.
Cuando hablamos de ética, hablamos de la moral, es decir de valores subjetivos que hacen que las acciones de una persona sean vistas como bondadosas o maliciosas. Cada persona, de acuerdo con sus particulares valores, hará un juicio de si las firmas de Mouriño fueron o no éticas. Una vez más, por el momento, démosle el beneficio de la duda al secretario.
Pero donde no podemos darle el beneficio de la duda a Mouriño es que sus firmas se han convertido en un dolor de cabeza para el gobierno de Calderón. Los contratos de la empresa familiar son la prueba perfecta para la narrativa de la izquierda mexicana en contra de la reforma energética y, en general, del Presidente: “El espurio y su grupo de pirruris panistas nos robaron la presidencia en contubernio con el PRI y los grandes intereses económicos del empresariado. Ahora esta alianza quiere apropiarse del petróleo que le pertenece al pueblo. Por eso van a privatizar a Pemex. Y ahí están los contratos de la empresa de Mouriño que revelan sus verdaderas intenciones”.
Los contratos son perfectos para esta narrativa. La duda ha caído sobre Mouriño. Y el escándalo ha complicado la posibilidad de una reforma energética. ¿Qué hará el Presidente al respecto?
Calderón tiene dos opciones. La primera es hundir los costos de haber nombrado a Mouriño como secretario de Gobernación. Ya no gastar más de su capital político para rescatarlo y dejar que López Obrador le gane esta partida con la eventual salida del titular de Gobernación. La segunda alternativa es gastar fichas para apuntalar a su hombre fuerte en Bucareli lo cual implica pedir favores a los medios de comunicación (para que ya no crezca tanto el escándalo) y, sobre todo, al PRI para que no se una al PRD en cuestionar al funcionario.
Después de un año entero a la deriva, la izquierda por fin encontró un flanco débil al gobierno de Calderón y, previsiblemente, van a seguir torpedeándolo. En 2005, Fox tuvo la sapiencia de hundir los costos del desafuero, dándole una importante victoria a López Obrador y dejando la lucha final para un mejor día. ¿Hará lo mismo Calderón o escalará la confrontación a fin de rescatar a su álter ego?

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