25 nov 2008

Sancionar la discriminación hacia la mujer

SESION ORDINARIA DE LA H. CAMARA DE SENADORES
CELEBRADA EL MARTES 25 DE NOVIEMBRE DE 2008.
-EL C. PRESIDENTE GONZALEZ MORFIN:
Tiene ahora la palabra la senadora Adriana González Carrillo, del grupo parlamentario del Partido Acción Nacional, para presentar proyecto de decreto por el que se reforman diversos artículos del Reglamento para el Gobierno Interior del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos.
-LA C. SENADORA ADRIANA GONZALEZ CARRILLO: Muchas gracias, presidente. Compañeras y compañeros, dedico esta iniciativa y mi solidaridad para todos y todas aquellas que sufren violencia en México y en el mundo.
A más de 20 años de la última Conferencia Mundial de la Mujer, celebrada en Nairobi, Kenia en 1985, se ha logrado impulsar la inclusión de los derechos de las mujeres en la agenda global de los derechos humanos y de manera muy importante, en la elaboración de políticas públicas y modificaciones legislativas.
Datos del Informe de Avances de los Objetivos de Desarrollo del Milenio en México, dan cuenta que la brecha entre hombres y mujeres que ingresan a la educación básica (pre-escolar, primaria y secundaria) ha disminuido notablemente, ya que en la proporción de la matricula de sexo femenino respecto de la matrícula de sexo masculino, es de 95%; mientras que en educación media superior, se observa un aumento en el registro de mujeres. Por otra parte, la proporción de mujeres asalariadas que laboran en la industria, el comercio y los servicios es casi 40%.
Sin embargo, los espacios ganados por las mujeres siguen encontrando algunas limitantes que generan desigualdad, ubicándolas en una clara situación de vulnerabilidad. Si bien su participación en la actividad económica ha cobrado mayor trascendencia, el salario que reciben por el trabajo realizado no es igual al percibido por los hombres. De acuerdo con este informe, en el año 2000, el índice de discriminación salarial hacía evidente que era necesario incrementar en cerca del 15% el salario que se les pagaba a las mujeres para lograr la igualdad salarial con los hombres.
Si bien en 2005 ese valor se reduce casi a la mitad, se sigue observando que ciertos empleos tienen índices superiores a éste, es decir que los hombres ganan más que las mujeres, como en el
caso de los funcionarios públicos y privados, comerciantes, oficinistas, obreros y artesanos.
Bajo esa lógica, las diferencias entre hombres y mujeres en los ámbitos señalados, se explican en gran parte por la persistencia de una visión limitada en torno al papel que las mujeres juegan en la sociedad. La mayoría son educadas para desempeñar tareas que "tradicionalmente" le corresponden como actividades domésticas o del hogar, a las que no se les reconoce su valor, ni les representa remuneración económica alguna. Por otro lado, en su participación en los espacios públicos persisten reglas que dificultan más el crecimiento personal y profesional en los puestos de trabajo.
Según los resultados de la Primera Encuesta Nacional sobre Discriminación 2005 en México, el 15% de los entrevistados consideran que no hay que gastar tanto en la educación de las hijas porque luego se casan; el 21% opina que las mujeres tienen menos capacidad que los hombres para ejercer cargos importantes; uno de cada tres opina que es normal que los hombres ganen más que las mujeres y uno de cada cinco considera que es natural que a las mujeres se les prohíban más cosas que a los hombres.
Precisamente, la discriminación se ha convertido en una práctica social arraigada fuertemente en la cultura de nuestro país, y que está presente en la vida pública y privada, en el funcionamiento de las instituciones y en las relaciones sociales que en esos espacios se desarrollan. De ahí que la discriminación deba entenderse como "un mecanismo de exclusión hacia personas o grupos a los que se consideran inferiores o indignos de un trato equitativo, por prejuicios sociales y culturales", tal y como lo define la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y también la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la violencia contra la Mujer, ambos instrumentos de derechos internacional ratificados por nuestro país.
Bajo esa perspectiva, es posible afirmar que las principales formas de discriminación que sufren las mujeres se dan en los más diversos ámbitos de su vida. En al ámbito laboral, además de percibir una menor remuneración económica, se enfrentan a criterios de contratación que atentan contra su dignidad, como la prueba de embarazo, o quienes son víctimas de hostigamiento sexual, a través de ataques verbales o insinuaciones, lastimando gravemente su dignidad. En el ámbito educativo, sufren de discriminación por género, es decir, que muchas veces los padres no invierten en la educación de sus hijas.
La aportación que podamos hacer las mujeres en la transformación de las instituciones y de las leyes que actualmente nos rigen es vital para promover y garantizar el ejercicio efectivo de los derechos humanos de todas, en condiciones de igualdad con los hombres.
En ese sentido, es necesario comenzar por incentivar la participación de las mujeres en las distintas tareas que realiza, respetando en todo momento su integridad, y su dignidad como persona. Sin duda, estos cambios debieran aplicarse en las labores legislativas que realizamos las 137 legisladoras y los 491 legisladores que integramos el Congreso Federal ya que muchas veces en el debate parlamentario surgen expresiones denigrantes que lejos de alimentar la discusión, la tornan ofensiva, particularmente en contra de las mujeres.
Así, el objeto de la presente iniciativa es establecer las reglas del debate parlamentario a fin de evitar la utilización de expresiones ofensivas, violentas o que busquen discriminar a las mujeres, y en el caso de que se hiciere, poder imponer un castigo ejemplar. La igualdad pasa por el reconocimiento del otro y por el respeto a su persona, lo que implica evitar toda clase de descalificaciones que la denigren. El debate político lo damos todos los legisladores, nutrido de ideas y no de cuestionamientos hacia la capacidad de las mujeres o de los hombres.
Por eso, señor presidente, estoy proponiendo esta iniciativa para reformar diversos artículos del Reglamento Interior del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, para que sea sancionado el uso del lenguaje en tribuna, que violente o atente o discrimine a las mujeres o a cualquier otro de los géneros.
La intención es que la presidencia pueda llamar la atención y pedir y solicitar al orador la disculpas debidas, que al mismo tiempo se le reduzca como sanción el 50 por ciento de su dieta mensual, por las ofensas dadas. Eso es todo, presidente. Muchas gracias. (Aplausos).
-EL C. PRESIDENTE GONZALEZ MORFIN: Muchas gracias, senadora Adriana González Carrillo. Y le pregunto si está de acuerdo en que algunas compañeras y compañeros senadores firmen su iniciativa, senadora González Carrillo. ¿Senadora, está de acuerdo? Entonces le pido a la secretaría que me ayude tomando nota. La senadora Ludivina, senador Santiago Creel, la senadora Tere Ortuño, Carlos Jiménez Macías, Juan Bueno, Humberto Andrade, César Leal, Calderón Centeno, Lety Rivera, Jaime Díaz, Rosario Ibarra de Piedra. Muchas gracias. García Zalvidea, Pepe Guadarrama, Claudia Corichi, Rubén Camarillo. Le pido a la secretaría que me ayude tomando nota. Y se turna la iniciativa a Comisiones Unidas de Reglamentos y Prácticas Parlamentarias y de Estudios Legislativos, primera, para su análisis y dictamen correspondiente.

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