Tiempos
de pruebas para el alzhéimer/Krishna Chinthapalli is Neurology Specialty Registrar at St. George’s Hospital, London.
Traducido del inglés por Carlos Manzano.
La
enfermedad de Alzheimer es con mucha diferencia la causa más común de demencia
y uno de las afecciones más temidas del mundo. En 2050, habrá 135 millones de
pacientes de alzhéimer, el triple que ahora, y las tres cuartas partes de los
casos se darán en países de renta media o baja. La tarea de predecir el
comienzo del alzhéimer –por no hablar de prevenirlo o curarlo– sigue siendo
inmensa.
Hace
más de un siglo que se descubrió la enfermedad de Alzheimer a partir de los
resultados de autopsias que revelaban unas lesiones cerebrales características
llamadas “placas amiloides”. En las personas vivas resulta más difícil de
diagnosticar. Los médicos se basan en la observación de las pérdidas de memoria
y otros déficits cognoscitivos (como, por ejemplo, en el razonamiento o en la
comprensión del lenguaje), señales de que las placas ya están presentes en el
cerebro, pero se tendría que aplicar el tratamiento antes de que se formen las
placas y años antes de que aparezcan los síntomas de demencia.
Si
los científicos tuvieran tiempo y recursos para hacer estudios longitudinales a
lo largo de muchos años, el alzhéimer podría ser más predecible. Dichos
estudios entrañarían análisis de sangre, imágenes, pruebas de memoria y pruebas
médicas, además de cuestionarios detallados sobre el estilo de vida
cumplimentados por miles de personas jóvenes y de edad mediana. Los
participantes en los estudios serían seguidos a lo largo de los decenios para
ver a cuáles se les declaraba la enfermedad y qué pruebas daban resultados positivos
antes de que se diagnosticara el alzhéimer.
En
realidad, dos famosos estudios longitudinales –el Estudio del corazón de
Framingham de Massachusetts y el Projecto Kungsholmen de Suecia– han propiciado
avances importantes en la predicción de la enfermedad. En dichos estudios se
descubrió que la memoria a corto plazo puede estar deteriorada hasta diez años
antes del diagnóstico de alzhéimer. Desde entonces se han logrado avances
importantes en la obtención de imágenes del cerebro, los análisis bioquímicos y
–lo que tal vez sea lo más importante– las pruebas genéticas.
De
hecho, el riesgo de alzhéimer se duplica, si el padre o la madre o un hermano
lo padece, probablemente por la
presencia del gen ApoE. En el caso de los europeos que heredan un tipo particular
de ApoE, llamado ε4, el riesgo se
triplica; heredar dos copias del ε4 aumenta el riesgo unas diez veces.
Pero
no es probable que las pruebas genéticas por sí solas sean un predictor
preciso, porque la mitad, más o menos, de los pacientes de alzhéimer no son
portadores del ε4 y
probablemente a la mitad de éstos no se les declarará la enfermedad. Además,
aunque los estudios internacionales de más de 70.000 personas han descubierto
más de otros veinte genes relacionados con el alzhéimer, sus efectos son mínimos.
Ahora
bien, en un estudio innovador de 2012 publicado por el New England Journal of
Medicine, se analizó una rara mutación genética que se encontró en tan sólo 500
familias de todo el mundo y a la que se debería la aparición de la enfermedad
antes de los cincuenta años de edad. En ese estudio se mostraba cuáles pruebas
podían predecir el resultado con mayor precisión decenios antes de que
comenzara a manifestarse.
En
esa investigación se descubrió que el beta-amiloide, la substancia que se junta
y forma las placas amiloides, se agota en el fluido cerebroespinal que rodea el
cerebro nada menos que 25 años antes de la aparición de la demencia. Quince
años antes de que aparezca, una observación con tomografía por emisión de
positrones reveló que el beta-amiloide estaba depositándose en placas en el
propio cerebro y las pruebas de memoria a corto plazo eran anormales diez años
antes de la aparición, como indicaban los estudios de Framingham y Kungsholmen.
Ahora
esas pruebas están pasando a formar parte de la práctica clínica y están
disponibles comercialmente. Las pruebas de memoria y otras pruebas
cognoscitivas pueden revelar si alguien tiene problemas menores con algunos
aspectos del pensamiento, afección conocida como “deterioro cognoscitivo leve”
que precede a la enfermedad de Alzheimer. El problema estriba en que las
pruebas deben correr a cargo de un neuropsicólogo experto y se tarda más de una
hora en hacerlas; además, muchas personas con deterioro cognoscitivo leve no
avanzan hacia la demencia.
La
toma de muestras del fluido cerebroespinal mediante una punción lumbar (o
“espinal”) puede predecir qué personas con deterioro cognoscitivo leve
avanzarán hacia la demencia con una precisión del 80 por ciento, pero sigue
habiendo un diagnóstico erróneo en uno de cada cinco pacientes. Las
observaciones mediante la tomografía por emisión de positrones son ligeramente
menos precisas, mientras que las observaciones de los cerebros con deterioro
cognoscitivo leve pueden revelar –con tal vez sólo el 70 por ciento de
precisión– anomalías sutiles en personas con dicho deterioro.
Así,
pues, los científicos siguen buscando una prueba predictiva precisa que sea más
barata, más rápída y menos invasora que la tomografía por emisión de positrones
o las punciones lumbares. En este año, dos pequeños estudios de análisis de
sangre parecieron predecir el alzhéimer de uno a tres años antes de que se
produjera, pero se trata de análisis complicados y que requieren el calibrado
de diez o más substancias.
Cualesquiera
que sean los métodos predictivos que los médicos utilicen a lo largo de los
próximos años, probablemente les permitirán informar a los pacientes con
deterioro cognoscitivo leve sus posibilidades de que se les declare el
alzhéimer a corto plazo. La cuestión más peliaguda es la de si podremos
predecir la enfermedad de Alzheimer con precisión en las personas con
capacidades cognoscitivas y memoria normales o predecirla con más de cinco años
de antelación.
Aun
cuando se consiga en su momento la predicción temprana del alzhéimer,
actualmente no existen medicamentos disponibles para prevenirla ni curarla
antes de que las placas amiloides destruyan la mente. Ése será nuestro próximo
gran empeño.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario