Revista
Proceso,
2035, 8 de noviembre de 2015.
Froylán
Enciso: La prohibición casi es fascismo/ARTURO RODRÍGUEZ GARCÍA
Para
Froylán Enciso, el amparo que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN)
concedió a cuatro personas, el miércoles 4, abre la puerta a la legalización de
la mariguana y otras drogas, pero aún hay una agenda enorme tanto en el ámbito
legislativo como en las políticas públicas y en las perspectivas culturales
frente al fenómeno.
El
amparo dio paso a un consenso más o menos generalizado sobre la necesidad de
llevar la legalización a debate. Esa fue una de las afirmaciones que el
presidente Enrique Peña Nieto y sus colaboradores reprodujeron de inmediato
momentos después de que los ministros votaran la resolución.
No
obstante, la incomodidad que produjo la resolución en el ámbito del Ejecutivo
quedó manifiesta cuando el mandatario llegó a decir que el consumo de mariguana
es un crimen y está penalizado, lo que se le menciona al entrevistado.
“Decir
que es un delito es absurdo y falso”, dice Enciso en alusión a las
disposiciones de la Ley General de Salud, que permite inclusive la posesión de
hasta cinco gramos de mariguana.
“Creo
que el Poder Judicial le está dando una clase de derecho constitucional al
Poder Ejecutivo, que no ha tenido la capacidad para articular una visión de
Estado sobre lo que a todas luces, tanto en la política interna como en la
internacional, es una nueva perspectiva para relacionarnos con las drogas”,
responde.
La
razón, según el investigador, es que el presidente Peña Nieto y sus
colaboradores, confunden su responsabilidad de Estado con sus prejuicios, en un
momento en que el Poder Judicial impulsa una visión más madura frente a las
drogas.
La
deuda del Estado
“La
legalización de la mariguana y otras drogas –en caso de que ocurra– no va a
darle consuelo a cientos de miles de familias que perdieron a uno de sus
miembros sin deberla ni temerla en manos del Ejército, las policías o el crimen
organizado. Tampoco va a darle fuerza a las madres de los desaparecidos, para
que continúen en su dolorosa y larga búsqueda”, anticipa el investigador.
La
idea está presente en sus diferentes trabajos: si se legaliza la droga, qué
pasa con la injusticia y la impunidad que llegó y deja la guerra.
Sinaloense,
Froylán Enciso recibirá el grado de doctor en historia el próximo 20 de
noviembre en la State University of New York at Stony Brook, con la tesis El
origen del contrabando contemporáneo de drogas. Una interpretación global desde
Sinaloa 1850-1950.
No
obstante el carácter histórico, los trabajos del también internacionalista por
El Colegio de México abordan las consecuencias de la violencia y lo que
denomina “la dislocación psicosocial” a la que en estos años se han enfrentado
cientos de miles de mexicanos víctimas de asesinatos, desapariciones,
desplazamientos…
“La
legalización de la mariguana, e incluso de otras drogas, es un paso necesario
para desarticular los vínculos corruptos en que se finca el poder de los capos
violentos y los llamados cárteles; sin embargo no es suficiente”, afirma.
“Como
ocurrió en la transición a la democracia de algunas dictaduras
latinoamericanas, necesitamos que en la transición del prohibicionismo de las
drogas a un nuevo sistema de control se logren establecer mecanismos de
justicia restaurativa, tales como comisiones de la verdad, fiscalías especiales
y fondos públicos nacionales e internacionales para la reparación de los daños
causados por eso que el gobierno llama la guerra contra las drogas”, agrega.
Cuando
se le menciona la propuesta de Vicente Fox, rechaza que el tema sea mercantil y
considera que no se trata de crear un negocio nuevo, sino políticas de
desarrollo para darle opciones a las comunidades de Michoacán, Guerrero, el
Triángulo Dorado y todas las regiones donde hay campesinos dedicados al cultivo
de plantas y sustancias ilegales.
El
mismo planteamiento tiene en relación a los jóvenes que en México se enrolaron
como ejército de los llamados cárteles.
“De
hecho la propuesta de Fox se limita al aprovechamiento para fines capitalistas
de un negocio alrededor del consumo de drogas, pero crear empresas capitalistas
que exploten la mariguana y otras sustancias es insuficiente para aliviar las
dislocaciones económicas, psicológicas y sociales de cientos de comunidades
campesinas en el país y de cientos de miles de jóvenes que forman parte del
crimen organizado”, ataja.
Se
trata de distinguir, explica, que una empresa capitalista para explotar la
mariguana, no es lo mismo que crear políticas de desarrollo integrales pensadas
respecto a las comunidades y a las necesidades de una generación de mexicanos
que no tuvo mejor opción que caer en la esfera de influencia de la delincuencia
organizada.
Prejuicios
antinarcóticos
Los
prejuicios antinarcóticos son difundidos por grupos católicos, defensores de la
familia tradicional y exadictos seguidores de los 12 pasos, el sistema de
abstinencia creado por Alcohólicos Anónimos y exportado a los numerosos grupos
de autoayuda.
Las
consideraciones anteriores son del entrevistado, quien sostiene que los
argumentos que se exponen para mantener la prohibición se aproximan al
fascismo.
Menciona,
entre otros argumentos prohibicionistas, la idea de la cancelación de la
capacidad jurídica de quienes consumen algún tipo de droga. El prejuicio es que
quien consume mariguana está en las garras de la droga, una forma de
esclavitud. Esa concepción está muy extendida, dice Enciso.
“Eso
es falso. Los consumidores de droga son ciudadanos, como cualquier otro
mexicano, que tienen derecho a acceder al placer, la salud y la justicia”,
agrega.
Pone
como ejemplo el estudio reciente de Juan Antonio de la Fuente, quien comprobó
que sólo un número muy pequeño de consumidores de mariguana (9%), llega a
desarrollar un cierto grado de adicción.
“Ante
la evidencia científica, hay quien todavía cree que los consumidores deben
perder sus derechos sociales y políticos. Eso es cerrar la puerta a la realidad
científica, un prejuicio que raya en el fascismo.” l
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