Una nueva fase en la
reforma del IOR
espués de la
introducción de leyes y normas sobre la transparencia, un paso más: la
definitiva transparencia entre las actividades financieras del Instituto y de
la clientela, como prevé el acuerdo con Italia en materia fiscal. Aumenta la
actividad de la AIF, señalizaciones e intercambio de información internacional.
El problema del balance de la Santa Sede
El trabajo de reforma de
los entes económicos de la Santa Sede sigue adelante. Es más, entra en una fase
más avanzada; en particular prosigue el trabajo de actualización y
normalización del IOR, el Instituto para las Obras de Religión, el llamado
banco vaticano. La cuestión sobre la que se está trabajando en estos días (se
está probando un sistema nuevo) es otro de los elementos de novedad
estructural.
En términos sencillos,
se trata de lo siguiente: dividir, desde el punto de vista informático, del
funcionamiento interno y de las cuentas, las actividades de inversión y de
transacciones tanto del Instituto como de la clientela. Bajo el perfil
práctico, esta diferenciación ya estaba en marcha con la introducción de las
normas de transparencia (la identidad de quienes mueven dinero ya era
verificable), pero en los próximos meses, la distinción no solo será más clara,
sino que en cierta manera será definitiva y será la base del funcionamiento del
Instituto. Se trata de un paso más debido a los acuerdos en materia de
intercambio de información fiscal que suscribió el Vaticano con Italia y
Estados Unidos.
La Convención con Italia
El tema surge claramente
en la propuesta de ley de ratificación de la Convención fiscal entre Italia y
la Santa Sede (presentada por los ministerios de la Economía, del Exterior y de
la Justicia), en el que se explica: «en el pasado, los depósitos y las inversiones
de las personas jurídicas ante los entes que ejercen actividades financieras en
la Ciudad del Vaticano se daban mediante modalidades que implicaban confusión
entre el patrimonio de la persona y los entes citados». «Tal confusión
determinaba, de hecho, la indisponibilidad de las unas que no podían ser
utilizadas sin que dichos entes hubieran ejercido un control sobre las
finalidades del empleo de los recursos. La confusión desapareció solamente a
finales de 2014, con la implementación de la normativa de actuación de la
legislación en materia financiera (el reglamento de la Autoridad de Información
Financiera, Aif, del 22 de diciembre de 2014, implementado por la ley del 8 de
octubre de 2013, n. XVIII), lunes ausente en la Ciudad del Vaticano». Como consecuencia,
concluye el documento, «solo a partir de 2015 se puede por lo tanto afirmar que
se llevó a cabo la completa separación del patrimonio de las personas jurídicas
con respecto al del ente que ejerce actividades financiarlas y, por lo tanto,
que haya relación entre el patrimonio (y los relativos frutos) poseído por la
persona jurídica y el del ente».
Las cuentas del IOR
Este cambio se sumará a
tres aspectos importantes ya puestos en acto: la progresiva redefinición de la
clientela del Instituto (miles de cuentas fueron clausuradas desde 2013 hasta
la fecha; algunas de ellas simplemente porque estaban detenidas desde hace
mucho tiempo y otras que presentaban diferentes irregularidades, como la no
correspondencia con el tipo de clientela admitida por el IOR, o porque existían
sospechas sobre sus actividades). La autoridad judicial del Vaticano fue
informada sobre algunas de estas situaciones, y, en el caso de transacciones de
la clientela a otros países, fueron informadas también las instituciones
competentes de diferentes estados involucrados. Hay que subrayar además la
introducción de prácticas de transparencia con base en las cuales el titular de
los movimientos del dinero siempre es conocido (cosa que antes no sucedía o
sucedía solo parcialmente), y también que la transparencia se ha reforzado
gracias a la publicación en línea de los balances del Instituto.
Según fuentes vaticanas,
no resultan cuentas encriptadas en el Instituto y las noticias que circularon
al respecto no son reales, así como tampoco resulta la existencia de listas
sobre ellas; sin embargo, la actividad de monitoreo y de revisión sigue
adelante. Hay que recordar que la cuestión fue afrontada desde el punto de
vista legislativo. De hecho, la ley XVIII del Vaticano, de octubre de 2013, en
materia de transparencia, vigilancia e información financiera, prohibe, entre
otras cosas, en el artículo 5, «la apertura y posesión de cuentas, de
depósitos, de carteras de ahorro o informes análogos anónimos, cifrados o a
nombre de nombres ficticios o de fantasía».
Aumentan las
señalizaciones y la vigilancia
Sin embargo, dentro del
Vaticano se reconoce, a nivel general, que las incongruencias y los puntos
débiles no han desaparecido en un día, aunque el trabajo de los últimos tres o
cuatro años ha sido determinante para llevar a cabo el cambio necesario para
afrontar viejas y nuevas cuestiones, irregularidades, la falta de transparencia
e ineficacias. En este ámbito, la actividad de la Aif prosigue; desde enero
hasta la fecha, por ejemplo, se han duplicado las señalizaciones sospechosas
con respecto al año anterior, y se han intensificado las relaciones con otras
instituciones internacionales. La documentación está por ser presentada a
Moneyval, el ente del Consejo de Europa que vigila en materia de
anti-reciclaje, transparencia y lucha contra el financiamiento al terrorismo.
Por otra parte, el nuevo curso financiero de la Santa Sede comenzó en los
últimos años justamente con las inspecciones e informes de Moneyval, que
progresivamente verificaron progresos y resistencias en el proceso de reforma.
Siempre en este ámbito, hay que señalar que la Aif comenzó a erogar las
primeras sanciones frente a determinadas situaciones, y las mismas han ido
aumentando. Un problema complejo en el nuevo curso financiero es el de ajustar
y afinar los balances consolidados de la Santa Sede, que incluyan los rubros y
las actividades de todos los entes y organismos del Vaticano. Y no han faltado
dificultades: reunir los datos y la información no ha sido del todo fácil, pues
ha habido retrasos, tramites burocráticos e incluso resistencias a estas
novedades.
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