12 jun 2017

Los pescadores que ganan con el río revuelto de Quirino

Los pescadores que ganan con el río revuelto de Quirino/ Luis Enrique Ramírez
El Debate, 12 de junio de 2017
Más de uno entre los frentes abiertos que tiene el gobernador Quirino Ordaz con diversos sectores políticos y sociales de Sinaloa no han sido por su voluntad, sino por la de grupos de interés, incluidos aquellos que «le hablan al oído».

Se sabe que hay molestia entre quienes mayormente lo apoyaron con recursos para llegar al sitio que hoy ocupa, como los empresarios Leovy Carranza y Jesús Vizcarra (el primero anda «sentido»; el segundo francamente enojado), y entre las razones principales se menciona la súbita cercanía del actual mandatario con el exgobernador Juan S. Millán.
Un rápido análisis de la escalada de errores cometidos en sus primeros meses de gobierno (no ha cumplido ni medio año) nos dará la respuesta de si ha estado bien o mal aconsejado.
Otro actor político al que conviene que Quirino viva así es, a todas luces, el exsecretario general de Gobierno Gerardo Vargas Landeros. A su decisión de abrir una oficina de campaña cuando la actual administración no tenía ni un mes de iniciada se debió el enojo de Quirino, quien equivocadamente la emprendió contra el exgobernador Mario López Valdez. Sin deberla ni temerla, Malova pagó muy cara la ambición política de quien fuera su principal colaborador.

Vargas, en tanto, si bien cerró su oficina a mediados de febrero, no ha dejado de operar un solo minuto para su proyecto hacia el 2018, sostiene toda una estructura a lo largo y ancho del estado, y algunas de esas extrañas «manifestaciones» donde cuelgan mantas contra tal o cual personaje de la vida pública tienen todo su sello. ¿O será el de Millán? En materia de trabajo sucio son estilos tan parecidos... 
Por el contrario, obsérvese, no es para nada el estilo de Quirino Ordaz. Si en campaña se negó sistemáticamente a emplear recursos propios de la «guerra negra» para combatir a sus contrincantes, ¿por qué habría de hacerlo ahora?
Al final de cuentas, «son disparos al aire» que no hacen sino exponer la perversidad de sus autores, incluidos los que dan la cara por ellos, como es el caso de Salomón Monárrez o Gabriel Campos, el suegro de Frank Córdova.
El afectado aquí es Quirino Ordaz, a quien este tipo de «ruido» no le hace ningún bien; al contrario, le resta aliados y lo deja cada día más a expensas de los intereses de un grupúsculo que, al encerrarlo en una burbuja, no le permite ver la realidad y, por tanto, le impide llevar a cabo un buen gobierno. 
El lunes pasado se cumplió un año de la elección de Ordaz Coppel como gobernador. Si tomamos en cuenta que desde ese momento tomó, de facto, las riendas del estado, ya se gastó 12 de los 58 meses que tendrá al frente del poder. ¿En qué? Le dejamos las evaluaciones al amable lector.
Cabe destacar que Quirino fue un gobernador electo por demás activo. Esos siete meses de transición no se mantuvo quieto: recorrió todas las dependencias del Gobierno del Estado, visitó municipios, viajó a la Ciudad de México, a las cámaras legislativas, a Los Pinos...
De esta manera, recibió la administración con un diagnóstico llevado a cabo por él y su equipo. De allí la incredulidad cuando declara que «no estaba enterado» de temas como el financiero y el de seguridad.
A los autores de murmullos y golpes pretendidamente mediáticos, cuya intención es que sean adjudicados al gobernador, no está de más recordarles que las divisiones debilitan, más que a su blanco, al estado. Pierde Sinaloa, perdemos todos.

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