9 oct 2018

La salud de AMLO, de nuevo

Bajo Reserva /El Universal.., 8 de octubre de 2018
La salud de AMLO
Una de las cosas a las que el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, deberá acostumbrarse es que ahora su salud es un tema de interés para todo el país. El fin de semana comenzaron a circular en redes sociales imágenes de don Andrés en las que se aseguraba que había acudido al Instituto Nacional de Cardiología. Ayer, el mandatario electo confirmó la visita que realizó el pasado 2 de octubre a dicha institución médica para una revisión de rutina, de la que, asegura, salió sin mayor novedad. No hubo más comentarios al respecto, pero nos dicen que es posible que, una vez que asuma el cargo, opte por atenderse en los servicios públicos de salud. Los presidentes de la República, como comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas, solían recibir 

atención médica en el Centro Hospitalario del Estado Mayor Presidencial, sin embargo, ante la desaparición de este órgano técnico militar, el nuevo presidente decidirá quién se hará cargo de dar seguimiento a su estado de salud.
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Confidencial/ElFinanciero.., 9 de octubre de 2018.
Aunque el fin de semana circularon fotografías en las que se veía a Andrés Manuel López Obrador saliendo del Instituto Nacional de Cardiología, ayer, en entrevista, dijo que sólo fue a visitar a unos amigos y que está “muy bien”. Visitar amigos –en plural– en un hospital, sólo a los médicos. Lo bueno es que se encuentra bien. Otras versiones señalan que acudió a un chequeo de rutina...
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La salud de AMLO: Reforma debería leer a El Universal… y Mancera regala un periódico a Monreal/FEDERICO ARREOLA
SDP, @FedericoArreola, lun 08 oct 2018

Las revisiones médicas cada tanto tiempo a la edad de AMLO, como a la edad del autor de esta columna, son necesarias; el presidente electo, por fortuna, está bien, en condiciones para hacer su trabajo
Foto propiedad de: @hexaquark
“El arte de la medicina consiste en entretener al paciente mientras la naturaleza cura la enfermedad”. ¿Voltaire?
Se verá si a m&m el tiro no les sale por la culata
Templo Mayor, columna de Reforma, hace hoy lunes una pregunta que a sus redactores quizá les pareció tan atrevida como noticiosa y, por lo mismo, interesante: la de que sería bueno saber si el pasado 2 de octubre el presidente electo López Obrador estuvo o no en el Instituto Nacional de Cardiología.
El Universal, anoche, dio la respuesta: el propio Andrés Manuel confirmó que visitó ese hospital público para un chequeo de rutina.
Este lunes, la columna política de El Universal, Bajo Reserva, da más información acerca de la revisión médica de la que AMLO salió sin novedad.
Las personas de la edad de Andrés Manuel y un poco menores, como es mi caso, con frecuencia debemos acudir al médico para saber si los años de vida no nos han maltratado demasiado. 
La verdad sea dicha, yo sí tengo mis broncas, pero no es mi salud la importante para el buen destino de la República...
En 2013, si no recuerdo mal, Andrés Manuel tuvo un problema cardiaco, que por fortuna superó.
Ahora, el presidente electo está en condiciones de salud óptimas para el desempeño de su cargo.
Los editores del diario Reforma, propiedad de Alejandro Junco de la Vega, lo sabrían y no andarían realizando preguntas bobas si se tomaran la molestia de leer a la competencia, en este caso a El Universal, el periódico de Juan Francisco Ealy, líder en ventas de papel y en visitas de internet.
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El secreto, le quemaron nervios del cuello a AMLO/Carlos Loret de Mola
El Universal..., 9 de octubre de 2018
Se ha hablado de su infarto y sus problemas del corazón, de los neurólogos de Miami que han viajado sistemáticamente a México para tratarlo, pero poco se ha dicho de una condición que aqueja al presidente electo Andrés Manuel López Obrador y que pone en riesgo su movilidad: según fuentes cercanas al mandatario electo, le tuvieron que quemar los nervios del cuello para esconder una grave dolencia en las cervicales, que son las vértebras que están en la base del cráneo y que envuelven para proteger a la médula espinal.
De acuerdo con los mismos informantes del primer círculo de AMLO, durante los últimos años el presidente López Obrador ha tenido mucho dolor de espalda y por eso en muchos de los mítines se le ha visto en una pésima postura, encorvado.
El año pasado, cuando era dirigente nacional de Morena, antes incluso de las precampañas, la condición se puso tan crítica que obligaba a una intervención quirúrgica que lo mandaría a reposo durante varias semanas. Los tiempos políticos se impusieron y el líder decidió no operarse: optó por que le quemaran los nervios en la zona de la nuca para dejar de sentir el dolor. Así, el problema no quedó solucionado de fondo, pero se escondió para que el presidente AMLO no lo sintiera.
En México, desgraciadamente, no existe la cultura de transparentar el estado de salud de los presidentes. En otras naciones forma parte de la información que se da a conocer durante las campañas e incluso es materia de debate. En nuestro país se ha ocultado siempre.
A consecuencia de ello, la condición médica del presidente entrante ha estado rodeada de incertidumbre.
Él ha dicho que está bien. En campaña reveló que toma “un coctel de pastillas”. No dio más detalles. También durante la contienda electoral los periodistas Raymundo Riva Palacio y Pablo Hiriart revelaron que un grupo de eminencias, doctores cubanos de Miami, viajaba regularmente a nuestro país para atender a López Obrador desde hace años. Fue un escándalo al que se reaccionó más con enojo que con transparencia desde el “cuarto de guerra” del tabasqueño. En diciembre de 2013 se dio a conocer que había sufrido un infarto que mermó su fuerza temporalmente y de no haber sido por El Universal este fin de semana, nadie se entera de que el 2 de octubre acudió al Instituto Nacional de Cardiología. El periódico publicó que el propio presidente electo contestó que fue una revisión de rutina.
El presidente entrante se ha planteado romper muchos moldes. Ojalá quiebre de una vez por todas la cortina negra que, por herencia de un sistema priista que buscó proyectar a los presidentes como figuras imbatibles que no se enferman ni toman vacaciones, esconde el estado de salud de los mandatarios que a mi gusto es una información que por derecho deben saber los ciudadanos.
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AMLO, con graves problemas de salud/Pablo Hiriart
Uso de Razón
El Financiero,18 de mayo de 2018..
Con el respeto que se merece, Andrés Manuel López Obrador tiene la obligación de ser sincero y presentarse a un examen médico, pues tal vez sea presidente de México y no está en condiciones de salud para desempeñar el cargo.
Su daño al corazón y a la columna vertebral son severos, al grado de que es tratado, en su domicilio, por un staff médico que encabeza un neurocirujano, el doctor Félix Dolorit, uno de los más reconocidos y cotizados del mundo, estrella del Hospital Comunitario en Larkin, ubicado en la zona más exclusiva del sur de Florida, en el South Beach de Miami.
Es una buena noticia que AMLO esté en buenas manos, pues su salud y su persona merecen respeto y cuidado. Incluso él le recomendó al presidente Peña Nieto, de mala fe, que renunciara al cargo cuando le extirparon un tumor (que no resultó maligno) en la tiroides, en 2014.
Como ven, López Obrador no se atiende en el IMSS, como dice que deben hacer todos los políticos, funcionarios, el presidente y los ex presidentes de la República.
Raymundo Riva Palacio dio a conocer el miércoles, en su columna Estrictamente Personal, que Dolorit viaja cada 15 días a México a tratar a López Obrador de su padecimiento. Unos 150 viajes hasta ahora, afirma el columnista.
Hoy en El Financiero me permito presentar la fotografía de López Obrador, acompañado del neurólogo Dolorit (a su lado, de bigotes) y el equipo de médicos cubanos que lo atiende, delante de un formidable cuadro de Diego Rivera.
Qué bueno que AMLO tenga recursos para que Félix Dolorit lo venga a inyectar y a observar a México cada dos semanas, pues se trata –quizá– del mejor neurocirujano del mundo, especializado en el tratamiento de enfermedades de la columna asociadas al cerebro.
Entre otras cosas, López Obrador tiene un grave padecimiento en la columna vertebral. Por ello viene Dolorit desde Miami, cada 15 días, a medicarlo e inyectarlo contra el dolor, en su casa de la delegación Tlalpan.
Ya estaba prevista la intervención quirúrgica a López Obrador, pero el dirigente de Morena decidió esperar a que pasaran las elecciones en el Estado de México. Después la volvió a posponer, en espera de que termine el actual proceso electoral.
La operación indicada por el neurocirujano Dolorit a AMLO consiste en un costoso e innovador procedimiento de cirugía de columna, a través de un separador de vértebras que evita el dolor crónico e incluye un dispositivo de silicón y titanio llamado Wellex, desarrollado y producido en Suiza.
El tratamiento que aplica el doctor Dolorit –y que lo ha convertido en uno de los especialistas más prestigiados y cotizados del mundo–, consiste en aplicar agujas de electromiografía, agujas para biopsias y un kit de drogas de última generación.
De hecho, Dolorit es CEO de International Medical Distributors Inc., que vende implantes para cirugía de la columna vertebral en diversas partes del mundo.
Fue presidente de la Asociación de Neurología de Cuba, antes de emigrar a Florida, Estados Unidos.
A raíz de su relación con AMLO, abrió en México una distribuidora que tiene su oficina de contacto en la colonia Roma, a nombre de Importadora Médica DOLPER S.A. de C.V.
Los médicos que trabajan con él en nuestro país tienen el Centro de Especialidades Médico Cubanas.
El especialista neurológico de Miami y el team de médicos fueron contratados por AMLO luego de que sufrió un infarto en 2013. No es para menos. Sus lesiones son severas. Tanto, que el país tiene derecho a conocerlas.
Como tiene derecho a conocer también qué tan ciertas son las secuelas de males al corazón de López Obrador.
En estos días se ha comentado –aunque él lo negó–, que el candidato presidencial habría tenido desvanecimientos que, según el cardiólogo que dio la información, se llama “lipotimia por falla cardiaca”.
Lipotimia es pérdida de conocimiento por deficiente riego sanguíneo.
Este último tema es una incógnita, y debería despejarse con toda claridad. Lo que es irrefutable es su daño a la columna atendido por uno de los principales neurólogos del mundo.
Independientemente de las diferencias ideológicas, hay que preguntarse si puede gobernar al país una persona con ese estado de salud.
¿A qué nos arriesgamos nosotros?
¿A qué se arriesga él?
Una sana decisión sería dedicar sus recursos económicos a seguirse atendiendo con el staff médico que encabeza el neurocirujano Dolorit, y no aspirar al estrés de una presidencia que no podrá ejercer, o lo hará drogado.
Y que, de ganar, se vería obligado a atenderse en el Seguro Social.
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La salud de Andrés/Raymundo Riva Palacio
Estrictamente Personal...
El Financiero...
En los últimos días han circulado en las redes sociales preguntas sobre la salud de Andrés Manuel López Obrador. No es un tema que le guste en absoluto y cada vez que se le menciona a sus cercanos, la reacción es descalificadora. En diciembre pasado, el entonces precandidato del PRI, José Antonio Meade, propuso que se sometieran todos los aspirantes a la presidencia a pruebas de salud física y mental; López Obrador rechazó de inmediato. “Es un asunto muy banal -dijo- el país tiene graves problemas”. El tema no es intrascendente, sino fundamental. Cuando se vota por un candidato, se le entrega un mandato para que tome decisiones en nombre suyo. Por tanto, se da esa confianza a una persona y espera que termine su periodo en el cargo y no que sea alguien más, a quien no escogió, quien lo concluya.
La salud en una persona que va a dirigir un país es tomada con seriedad en muchas naciones. Los demócratas se cimbraron cuando las cámaras tomaron durante la campaña presidencial a Hillary Clinton desvaneciéndose al subir a su vehículo. Boris Yeltsin ocultó su alcoholismo durante su campaña presidencial, con una serie de presiones a la prensa rusa para que no hablaran de ese tema, enfermedad que le provocó problemas en el mundo. El presidente Franklin D. Roosevelt murió en la Casa Blanca durante su cuarto mandato, que buscó a sabiendas de que tenía una enfermedad del corazón avanzada e hipertensión. “La gente tiene el derecho a saber si el candidato tiene una razón para creer que puede morir durante su gestión”, declaró a la CNN, en 2016, George Annas, presidente del Departamento de Salud, Bioética y Derechos Humanos de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston.
El tema de la salud de López Obrador es relevante ante la fuerte posibilidad de que sea presidente de México. Su salud no es óptima, sobre todo después de que fuera intervenido de emergencia por un infarto en diciembre de 2013, que lo tuvo prácticamente muerto sobre la plancha del quirófano. A los políticos en general no les gusta revelar su estado de salud, y López Obrador está muy lejos de ser la excepción. “También le contesto -refutó a Meade en diciembre- soy hipertenso. Me tengo que tomar unas pastillas, un cóctel de pastillas diarias para que no me aumente la presión y que yo no me enoje”.
Durante y tras su intervención quirúrgica, los asuntos de Morena, como las protestas en la Cámara de Diputados en contra de la reforma energética, quedaron en manos de su hijo Andrés, con lo cual toda la fuerza de la izquierda social se evaporó sin su liderazgo. En la operación le colocaron un stent, que es un dispositivo que se utiliza para tratar los bloqueos significativos en las arterias del corazón. La obstrucción de las arterias puede desencadenar problemas cardiacos, como es la hipertensión.
Este padecimiento ha sido motivo de preocupación desde que tuvo el doble infarto en 2013, que lo llevó a contratar a un grupo de médicos cubanos, que viven en Miami, encabezados por el neurocirujano Félix Dolorit, quien trabaja en el Hospital Comunitario en Larkin, en el condado Miami-Dade, que es un especialista reconocido mundialmente en el tratamiento de enfermedades de la columna vertebral, de la cual también padece.
Desde diciembre de 2013, el doctor Dolorit ha viajado regularmente a México para revisar a López Obrador, con frecuencias que han llegado a ser, incluso, quincenales. En total han sido poco más de 150 viajes realizados por el especialista cubano-estadounidense, quien lo atiende junto con el equipo de médicos que vigilan la salud del candidato presidencial en su propio domicilio, en la delegación Tlalpan. El trabajo constante de los médicos en México los llevó a fundar, como un negocio paralelo, el Centro de Especialidades Médico Cubanas, que se encuentra en la colonia Roma.
La discusión pública sobre la salud de un gobernante o un candidato es pertinente. En junio de 2014, López Obrador se refirió a la salud del presidente Enrique Peña Nieto, quien dos meses antes había sido intervenido quirúrgicamente para retirarle un nódulo tiroideo benigno. “Existe el rumor de que Peña Nieto está enfermo”, escribió López Obrador en su cuenta de Twitter, el 5 de junio de ese año. “Ni lo creo ni lo deseo. Pero es una buena salida para su renuncia por su evidente incapacidad”. El candidato presidencial jugaba con la salud y las palabras en aquél entonces, pero al debatir públicamente sobre un tema de salud pública, abría la puerta para que la suya propia formara parte del debate nacional.
Los problemas en su columna vertebral son dolorosos y pueden llegarlo a tener incapacitado por algunos días, como cuando al presidente Vicente Fox lo intervinieron, en 2003, para corregirle una hernia discal. La hipertensión es diferente, aunque, con una dieta saludable, evitar el uso nocivo del alcohol, no fumar, hacer ejercicio en forma regular y gestionar el estrés de una forma saludable, los riesgos de esa enfermedad llamada 'asesina silenciosa' se pueden controlar y minimizar.
Discutir la salud de los candidatos presidenciales no es una superficialidad, como lo ha señalado López Obrador, aparentemente el menos saludable de la quinteta de aspirantes, y el que tiene más posibilidades de triunfar. Sería útil que todos los candidatos mostraran sus certificados de salud para que los conozcan los votantes. Con esa transparencia aportarían información adicional al elector quien, de cualquier forma, votará por quien desee sobre la base de sus propias consideraciones y a sabiendas de lo que puede esperar.

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