9 nov 2019

AMLO perdió la calma y se desbordó contra sus aliados..


El C. Presidente convocó la tarde del jueves 7 de noviembre en Palacio Nacional a los diputados federales y senadores de Morena para evaluar avances de la agenda legislativa.
Fueron convocados también legisladores aliados como PES, PT e incluso el PVEM, nueva adquisición de la 4T.
"Es una reunión para la revisión de la agenda legislativa, que normalmente tenemos dos o tres veces al año con el Presidente, antes de iniciar las sesiones y en el trayecto del periodo de sesiones", indicó Ricardo Monreal, coordinador de los senadores de Morena.
Los primero en llegar fueron los representantes del PES;  Tatiana Clouthier indicó que desconocía el motivo de la reunión, pues sólo fue convocada.
Incluso rechazó que se un llamado del Presidente para darles línea, pues la línea es que no hay línea.
Al final el Presidente salió molestó incluso sin despedirse,  entre chiflidos de los inconformes.
Y es que los trato de corruptos....habráse visto!
¿Imagínense si se hubiera transmitido ese “dialogo circular”  tipo mañanera?
Francisco Garfias en Excelsior y Salvador García Soto en El Universal, comentan lo que ocurrió la tarde del jueves en Palacio Nacional..
ARSENAL/Francisco Garfias /
Excélsior, 9 de noviembre de 2019
El peor momento de la 4T
Violencia y falta de crecimiento son dos tenazas que amenazan los objetivos del actual gobierno.
Andrés Manuel López Obrador ya da señales de desesperación. Vive su peor momento desde que llegó a la presidencia de la República aquel primero de diciembre del 2018. Los problemas lo rebasan. Violencia y crecimiento son dos tenazas que amenazan los objetivos de la cuarta transformación. La recesión económica nos amenaza y el dos mil diecinueve se perfila como el año más violento en la historia de México, desde que se llevan estadísticas.
Las señales de mejora no se asoman por ningún lado, aunque el Presidente diga que tiene otros datos.
Su frustración la desquitó Andrés Manuel el pasado jueves con diputados y senadores de la coalición Juntos Haremos Historia que acudieron a una cita a Palacio Nacional.
Testigos de ese encuentro nos aseguran que el anfitrión perdió el control luego de que algunos legisladores de la coalición le reclamaron en voz alta que los recursos prometidos no han llegado a sus representados.
“Los que dicen eso son conservadores y corruptos”, reviró, molesto, según testimonios de legisladores con los que hablamos.
El Presidente no toleró reclamo. Abruptamente abandonó la reunión, escoltado por Ricardo Monreal y Mario Delgado, entre chiflidos de los inconformes, según los testimonios.
Nos aseguran que Alfonso Ramírez Cuellar, presidente de la Comisión de Presupuesto en San Lázaro, quiso hablar en el cónclave. No le hizo caso.
A otro legislador que hacia una llamada por celular en voz baja se le acercó el personal de seguridad con una orden terminante “apague el celular o lo sacamos. No le falte al respeto al Presidente” le dijeron.
Otro legislador narró: “nos citó unos días antes para pedirnos que no se le mueva una coma al presupuesto, pero antes comenzó a dar su letanía de cómo va la cuarta transformación, a repetir que todo va muy bien. Lo mismo de siempre”.
Hay muchos diputados que no están conformes. Levantan la voz por la falta de recursos. “Están mal. Yo he recorrido el país muchas más veces que ustedes”, reviró el primer mandatario, antes de dejarse llevar por la intolerancia.
*Los agarraron con las manos en la masa y ni así lo admiten. Su incongruencia es notoria. En la Cámara de Diputados, los morenos y sus rémoras perdieron la votación que pretende otorgar facultades a la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) para congelar cuentas de sospechosos de operaciones con recursos de procedencia ilícita o de financiar el terrorismo y aplicar la extinción de dominio.
La reserva presentada contra la llamada “Ley Nieto”, para evitar ese empoderamiento, fue presentada, paradójicamente, por la diputada de morena Lidia García Anaya. La reserva fue aprobada por dos votos, pero van a a repetir la votación el martes próximo.
En el senado los cacharon en la movida para imponer a Rosario Piedra Ibarra, obradorista incondicional, en la CNDH. Otro capricho del Ejecutivo Federal.
Hay videos de la votación en urna transparente y tuits de Ricardo Monreal que confirman que votaron 116 senadores y que Piedra Ibarra no alcanzo la mayoría calificada de 77 votos.
Pero en el senado se les cayó el sistema y sustrajeron dos votos para que la citada mayoría quedara en 76 y la candidata del presidente se impusiera.
No hay duda de la afinidad de Rosario Piedra Ibarra hacia el Presidente. Revisamos su cuenta de Twitter y encontramos mensajes como el siguiente: “No sabemos cuándo habrá otro Andrés Manuel. No desaprovechemos esta oportunidad de hacer historia”.
Rosario acompaña su mensaje con un promocional de su campaña para ser diputada federal por morena en 2018, en la que aparece abrazada con el actual Presidente. Va otro: “El 1º de julio los mexicanos vencimos el fraude. ¡Viva Andrés Manuel! ¡Viva Morena!
Una de las condiciones primordiales para que la CNDH cumpla su función a cabalidad es la autonomía. La 4T se adueñó de la Comisión....
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Columna SERPIENTES Y ESCALERAS/Salvador García Soto /
 El Universal, 9 de noviembre de 2019
El ánimo del Presidente
Las últimas dos o tres semanas, a partir del fallido operativo de Culiacán, los que están más cerca del inquilino del Palacio Nacional confirman un cambio notorio e inocultable en el ánimo presidencial que se siente crispado.
A las crisis de seguridad que se han sucedido una tras otra desde el 17 de octubre, empezando con la vergonzosa liberación de Ovidio Guzmán, la masacre en Sonora de 9 mormones, niños y mujeres de nacionalidad estadounidense junto con otros hechos graves de violencia como los 10 ejecutados en Ciudad Juárez, se añaden los jaloneos y confrontaciones por la discusión del presupuesto federal 2020 al interior de las bancadas de Morena en el Congreso y el duro impacto del crecimiento 0 reportado por el Inegi y el estancamiento de la economía nacional; todo eso ha afectado y alterado el estado de ánimo del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Hay incluso quien comenta que, con sus gentes de más confianza, el mismo Presidente que públicamente repite como mantra “vamos muy bien”, ha aceptado que se acerca al primer año de su gobierno con una situación y un panorama que nunca visualizó en su proyecto de la Cuarta Transformación. “No imaginé nunca que el primer año fuera a ser así”, ha dicho en corto el mandatario.
Y aunque públicamente López Obrador explica y justifica la turbulencia que está marcando los primeros doce meses de su administración, como el efecto de “un cambio de régimen, no de gobierno” y una transformación —la cuarta en vida de la República, según el discurso oficial— que busca erradicar la corrupción y la impunidad y que trastoca intereses y privilegios de grupos y provoca inconformidades, en privado el Jefe del Ejecutivo se reconoce insatisfecho con la forma en que camina su proyecto.
Un reflejo de ese ánimo alterado que por estos días trae el Presidente, se observa en las varias confrontaciones y diferencias que ha tenido con distintos sectores dentro y fuera de su gobierno. Desde el enfrentamiento con un sector cupular del Ejército que lo desafió públicamente, al grado que lo hicieron hablar de un posible “golpe de Estado” que después intentó corregir y alejar, hasta la confrontación abierta y sin sentido contra la prensa y los medios de comunicación a los que cuestionó y descalificó por criticar y cuestionar la actuación de su gabinete de seguridad, reprochándoles que “muerden la mano del que les quitó el bozal”, pasando también por una ríspida reunión el jueves pasado con los diputados de la bancada oficialista en San Lázaro, a los que López Obrador llamó “corruptos” en una reunión en la que el Presidente salió en medio de rechiflas de legisladores del PES, cuando los diputados de la mayoría de Morena y sus aliados le reprocharon la eliminación de rubros del presupuesto 2020 que dejan a los legisladores federales sin recursos para “bajar a sus distritos” mientras que a su pupilo y operador Gabriel García le da “manga ancha” para mover los recursos federales en todo el país.
Y si a todo eso sumamos la presión real que ha comenzado a ejercer la Casa Blanca y la mayoría republicana del Senado de los Estados Unidos para que le violencia criminal de los cárteles de la droga en México sea clasificada como “terrorismo” y con ello se abra la puerta a la intervención legal de las agencias de seguridad estadounidenses para combatir al narcotráfico y a sus violentos capos y sicarios en el territorio mexicano, es claro que aún en el político que muchos consideran el más astuto, completo y hasta taimado, el efecto de tanta presión terminará teniendo un efecto como el que por estos días se ve en el presidente mexicano.
El choque con diputados oficialistas
El último episodio en el que afloró el ánimo molesto del Presidente ocurrió apenas el jueves por la tarde en Palacio Nacional. El Presidente recibía a las bancadas de Morena y sus aliados en la Cámara de Diputados para escuchar sus posiciones sobre la discusión del Presupuesto de Egresos federal de 2020. Los legisladores llegaron encabezados por el coordinador Mario Delgado y lo que se planeó como un encuentro de diálogo y entendimiento, terminó con una imagen que confirma el ambiente de crispación que se vive en estos momentos en la 4T: López Obrador abandonando el salón sin despedirse, enojado, mientras un grupo de legisladores del PT y del PES, dos bancadas aliadas, le lanzaban chiflidos de rechazo desde el Salón Tesorería de la sede presidencial.
Versiones de varios diputados asistentes proporcionadas a esta columna, afirman que el encuentro, que no duró ni una hora, se tensó cuando los diputados oficialistas, en su mayoría petistas y de Encuentro Social, pero también algunos de Morena, comenzaron a quejarse de que se hubieran eliminado del paquete presupuestal todos los conceptos y partidas que permitían a los diputados federales hacer labor de gestión y “bajar recursos y programas federales” en sus distritos, porque todos esos conceptos fueron erróneamente considerados como “moches”, cuando se trataba de presupuesto que terminaba beneficiando a los ciudadanos por la vía de sus diputados. Al Presidente no le gustó el tono del reclamo, que se agudizó cuando algunos legisladores se quejaron de que mientras a los congresistas se les escamoteaban y negaban los recursos para hacer trabajo social, al coordinador de los Programas Federales de la Presidencia, Gabriel García, se le daba “manga ancha” en el manejo del presupuesto con sus “súper delegados” y sus coordinadores regionales de los “servidores de la Nación”.
Lo que más irritó al Presidente fue cuando un par de legisladores del PES lo interrumpieron en su mensaje para reclamarle a voz en cuello que lo que imperaba en el presupuesto federal del próximo año eran criterios de “clientelismo” a través de los programas sociales, le reprochó uno, mientras el otro diputado de plano aseguró que los apoyos para el campo nacional eran una “mentira”. Fue entonces cuando López Obrador perdió la calma y lanzó la primer pregunta a los diputados del oficialismo: “¿Será que aquí hay corruptos?”, preguntó el mandatario, ante lo cual surgieron los primeros chiflidos. Y entonces el Presidente arremetió: “Hay algunos que se están volviendo conservadores, y créanme, no les conviene”.
Para ese momento, el coordinador morenista, Mario Delgado, intentaba acallar las expresiones de inconformidad en las bancadas oficiales, pero los reclamos se habían desatado. López Obrador insistía en que la 4T debe estar a la altura de otras transformaciones que le antecedieron en el país y hablaba de establecer en la Constitución los derechos a los apoyos sociales de los sectores más vulnerables del país. Pero hubo un momento en que la tensión entre el Presidente y varios diputados se volvió evidente en el murmullo que se escuchaba cada vez más fuerte mientras el mandatario trataba de explicarles a los legisladores. Hasta que de plano AMLO perdió la paciencia y se levantó del presidium para retirarse sin una despedida, mientras atrás sonaban las rechiflas de algunos grupos petistas y del PES, en algo que deja claro que los ánimos están alterados no sólo en la casa presidencial sino también entre sus aliados.
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SACAPUNTAS/El Heraldo de México
Regaño presidencial
Nos cuentan que el presidente López Obrador regañó a los diputados de Morena, PT y PES, durante su reunión con ellos el jueves pasado. Dicen que reclamó las resistencias a aprobar, en sus términos, el paquete económico, y cuestionó si entre ellos había “algunos corruptos”, y a otros por estarse “volviendo conservadores”. Y al final, nos comentan salió sin despedirse.
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ESTRICTAMENTE PERSONAL/Raymundo Riva Palacio
 El Financiero, 15 de noviembre de 2019
Cuando le gritaron mentiroso al Presidente
El Presidente está muy molesto, pero no sólo con sus adversarios, sino con sus diputados y senadores. Este miércoles, en una reunión de gabinete en Palacio Nacional, invitó al coordinador de Morena en el Congreso, Mario Delgado, para decirle que no estaban entendiendo que el presupuesto era estratégico y tenían que aprobarlo como lo había enviado la Secretaría de Hacienda.
Delgado les transmitió el mensaje poco después. Esa instrucción es consecuencia de una atropellada reunión que tuvo días antes el presidente Andrés Manuel López Obrador con diputados y senadores de su coalición, donde afloraron diferencias de fondo en materia presupuestal, que provocó un choque violento, donde les respondió igual o más alto, antes de terminarla abrupta y groseramente.
Esto último sucedió el jueves de la semana pasada, según tres personas que reconstruyeron esa reunión. El Presidente convocó a las bancadas de Morena, el PT y Encuentro Social del Congreso y el Senado, al Salón de la Tesorería en Palacio Nacional, para hablar sobre el presupuesto.
Había inquietudes entre los legisladores sobre el acceso a los recursos, que López Obrador quiso atajar. Estuvo flanqueado por Delgado y el líder de la bancada en el Senado, Ricardo Monreal, aunque no participaron en una discusión, que fue subiendo de tono.
Al encuentro asistieron alrededor de 230 legisladores –de un universo cercano a los 340–, y transcurría sin sobresaltos, hasta que un diputado le preguntó sobre los recursos al campo.
Ese sector queda muy afectado en el presupuesto para el próximo año, porque cerca del 50% de los programas de apoyo fueron cancelados, lo que ha generado muchas protestas en varias partes del país, y el bloqueo desde hace varios días de la Cámara de Diputados. Ayúdenos, fue la petición directa que le hizo a López Obrador.
La respuesta fue “no se va a poder”, de acuerdo con la reconstrucción del encuentro. Entonces, López Obrador, quien ya no está distinguiendo entre sus diferentes audiencias, repitió lo que dice en todos lados, “eso ya se acabó” y “ya no hay moches”, el eufemismo acuñado en la prensa de la Ciudad de México para describir las comisiones que cobraban algunos diputados a municipios, tanto para que pudieran recibir de manera más expedita su presupuesto, o para que les ayudaran a gestionar más recursos.
La palabra moches, fraseada por el Presidente como un señalamiento a ellos, e interpretado por varios como una acusación en su contra, encendió los ánimos inmediatamente y comenzaron a increparlo. “Pensaban que iban a darles dinero y se pelaron con él”, recordó una de las fuentes consultadas. “Iban por lana y salieron trasquilados”, ironizó.
Pero el momento se tensó, dijeron las personas que reconstruyeron el encuentro, y estalló el clamor. De entre las sillas salieron gritos de “mentiroso” y “corrupto”, a lo cual López Obrador respondía en los mismos términos beligerantes.
“Hubo mucho barullo”, dijo una de las fuentes. “Los gritos eran entre ellos”. Las otras fuentes que narraron esa reunión, dijeron que los gritos no eran entre legisladores, sino directamente contra el Presidente. Cuando menos 20 diputados del PT, Encuentro Social y en menor número Morena, vinculados al campo, participaron en el intercambio de gritos con el Presidente.
Fue un momento que no se recuerda haya sucedido antes, donde legisladores del partido en el poder reclamaran airada y violentamente al Presidente. Tampoco se había visto que un presidente fuera tan agresivo con sus bancadas y se enfrascara en acusaciones sin argumentación.
El encuentro terminó de manera intempestiva, cuando López Obrador, sin decir palabra alguna a nadie, se levantó de su silla y se salió del Salón de la Tesorería sin concluir la reunión ni despedirse de nadie, incluidos en este desdén Delgado y Monreal.
El resultado de ese atropellado encuentro no fue el esperado por el Presidente. Las protestas de las organizaciones campesinas se agudizaron, sitiando la Cámara de Diputados e impidiéndoles sesionar, alterando todo el proceso legislativo, no únicamente el presupuesto.
La inconformidad nace de fuertes recortes presupuestales, al reducirse el apoyo al campo, de 65 mil 435 millones de pesos en 2019, a 19 mil 182 millones para 2020, lo que significa una reducción de casi 20%. (mucho más!)
Según el Consejo Nacional Agropecuario, afecta a todo el país. El Programa de Concurrencia con las Entidades Federativas, por ejemplo, bajó de dos mil millones de pesos antes de 2019, a cero.
El diésel marino sufrió una mayor rebaja, con lo que los pescadores, ya afectados severamente este año, padecerán más el próximo. Los agricultores ya no tendrán apoyos para la comercialización, que afecta principalmente a los estados con mayor producción de granos.
El presupuesto desprotege la comercialización, la sanidad y calidad agroalimentaria, la ganadería y la investigación, de acuerdo con el Consejo Nacional Agropecuario. Protege a los más necesitados del campo, a través de los programas sociales, los precios de garantía y créditos ganaderos a la palabra, que representan un gasto de 20 mil millones de pesos.
Es decir, se atenderá a la agricultura de autoconsumo, pero no a la comercial. Es correcto el apoyo a la primera, pero sin los apoyos a la segunda, la producción sufrirá una caída, porque los recursos a los más necesitados no son productivos y alentarán, inopinadamente, una precarización del campo.
Al Presidente, por la posición mantenida en los últimos días, esa realidad le tiene sin cuidado. Él quiere su presupuesto para apoyar a Pemex y sus programas políticamente clientelares a costa del resto del aparato productivo.

Sus choques con los legisladores mostraron que tampoco es refractario ante las críticas de los suyos, pero como sucede con todas sus cosas, la única palabra que vale y se impone es la de él, aunque siga dinamitando sus alianzas políticas.

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