30 jun 2013

Oportunistas, caudillos y aficionados hundieron al PAN/Alvaro Delgado


 Oportunistas, caudillos y aficionados hundieron al PAN/Alvaro Delgado
Revista Proceso # 1913, 30 de junio de 2013

Durante décadas el PAN presumió de ser el partido de la “leal oposición”, pero conforme adquirió fuerza comenzó a evidenciar su debilidad intrínseca pues en rigor nunca se preparó para gobernar, según el investigador Carlos Arriola, quien conoce de cerca la historia del panismo. A partir de 2000, dice, el partido se llenó de oportunistas, como Vicente Fox, un candidato caudillesco que encarnó los valores opuestos a los de Manuel Gómez Morin, el fundador de Acción Nacional. Su crítica coincide con el diagnóstico de la Comisión de Reflexión del Partido Acción Nacional: “No hemos sabido convertir nuestra doctrina en políticas públicas y programa de gobierno… Ya no somos el partido del cambio”.
 “La lógica del poder y el dinero le está ganando a la lógica del bien común”, sentencia el diagnóstico autocrítico de la Comisión de Reflexión del Partido Acción Nacional (PAN) integrada tras la derrota de la elección de 2009, antesala del colapso que sobrevino el año pasado.
 Y describe:
 La lucha por el poder es la prioridad.

En el comportamiento de los panistas no aplica la fuerza de las ideas, sino la fuerza del interés, la nómina y el poder.
Se ha olvidado la mística del partido.
No ha habido congruencia entre la democracia exigida y las prácticas del partido.
Perdimos el valor de la ciudadanía, hasta en la integración del IFE.
Falta trabajo y compromiso personal de los militantes.
Se perdió la responsabilidad ética ante el juicio ciudadano.
Y sigue: “No hemos sabido convertir nuestra doctrina en políticas públicas y programa de gobierno… Ya no somos el partido del cambio”.
En el apartado “Impunidad por razones de índole política”, el diagnóstico obtenido por Proceso y que hasta ahora sigue mantenido en secreto por la cúpula del PAN, es contundente:
Se han tolerado los actos de corrupción de militantes y funcionarios panistas.
No se sanciona a miembros que hablan mal de funcionarios del partido y de sus dirigentes hacia afuera.
Aplicación discrecional de estatutos y reglamentos.
No hay castigo para militantes y funcionarios que trabajan para el contrario.
Esta evaluación del PAN y sus propuestas de solución elaboradas por una comisión de 10 panistas encabezados por José Luis Coindreau, fue desdeñada por las facciones dominantes y la degradación fue extendiéndose hasta la grotesca disputa por las chequeras del grupo parlamentario en el Senado que protagonizan los incondicionales de Gustavo Madero y de Felipe Calderón.
 Este conflicto grupal, que se perfila como el peor en su historia de 74 años, forma parte del olvido no sólo metafórico sino literal de Manuel Gómez Morin –su fundador y referente ético– y su herencia ideológica, porque la cúpula omite hasta conmemorar las efemérides de su natalicio, el 27 de febrero de 1897, y de su muerte, el 19 de abril de 1972.
 El desprecio a Gómez Morin llega a extremos ridículos: En Batopilas, Chihuahua, su lugar de nacimiento, se han cometido fraudes electorales en el PAN –con muertos que votan– que han quedado impunes, y en Guanajuato se recuerda al prócer no por sus ideas sino por la panista “Asociación de Taxistas Gómez Morin”, ejemplo del clientelismo blanquiazul.
 La honradez, la democracia interna y hasta la deliberación han sido liquidadas también en el PAN, porque la estrategia de los grupos no es vencer con argumentos sino con el sabotaje al quórum, como ocurre en la Asamblea Nacional, el Consejo Nacional y el Comité Ejecutivo Nacional, los máximos órganos de dirección del partido, en ese orden.
 El pleito grupal en curso, por el dinero público que reparte el Senado, ha llegado ya a la barandilla y sólo falta que los contendientes, detrás de los que se encuentran Calderón y Madero, crucen puñetazos.
Víctima de sus mitos
Tal descomposición no sorprende a Carlos Arriola, catedrático de El Colegio de México, del que fue secretario general, y autor de numerosas obras sobre ese partido: “El PAN es víctima de sus propios mitos y de sus propias mentiras”, afirma.
Autor de Cómo gobierna el PAN y El miedo a gobernar, la verdadera historia del PAN, su libro más reciente (2009), Arriola explica que Gómez Morin difundió una visión maniquea que prevaleció hasta 2000, cuando se inicia con Fox el ciclo de gobierno que terminó con Calderón.
“Hubo una actitud maniquea que duró 61 años: Un partido formado por ciudadanos puros, honrados, eficaces, todo lo que se quiera, y por el otro lado un PRI corrupto, interesado sólo en el poder y el dinero. Las dos imágenes son totalmente falsas. La verdadera dimensión y estatura de un partido se da al llegar al poder, porque en la oposición es relativamente fácil mantener esos valores.”
El PAN, explica, no sólo tuvo siempre una “debilidad intrínseca” para gobernar, sino que se llenó de oportunistas a partir de que ganó la Presidencia de la República en 2000.
“La gran tragedia del PAN es que no se preparó para gobernar”, afirma Arriola, quien militó en el partido y fue líder juvenil en Jalisco, y afirma que Ernesto Cordero, el depuesto coordinador de los senadores, y Jorge Luis Preciado, su sucesor, son sólo oportunistas aficionados de la política.
“Buena parte de la gente que ahora se está peleando surgió de esta corriente de oportunistas –hay que llamarlos por su nombre– y es el caso muy claro de Cordero y de Preciado. Pero no son profesionales de la política, son simples aficionados.”
 Desde 1947, recuerda, Daniel Cosío Villegas anticipó en su ensayo “La crisis de México” lo que le pasaría a Acción Nacional de llegar al gobierno: “Él escribió que el PAN, de llegar al poder, se desplomaría porque no tiene ni los programas ni los hombres capaces de gobernar al país. Fue profético, con una gran sensibilidad percibió la debilidad intrínseca del PAN, un partido de cuadros con gente distinguida en sus localidades, pero sin políticos profesionales. Esa fue la gran tragedia del PAN, que no preparó ni se preparó para gobernar”.
 Arriola reconoce que la gran contribución del PAN a la normalidad democrática del país es la formación de ciudadanos, pero jamás se preparó para gobernar:
 “Entonces, claro, a la hora que llega al poder, primero tiene el problema de la debilidad intrínseca. Fox, en cierta manera, tenía razón: no había muchos panistas capaces de gobernar, claro que lo hizo por meter a sus amigos, que eran igual de incapaces.”
 Otro problema que tuvo el PAN, agrega, es que registró la “entrada masiva” de simpatizantes que formó una élite gubernamental que sólo buscaba dinero y poder. “Eso no tendría nada de malo, pero hay algo fundamental: Todos son aficionados, no profesionales de la política”.
 Sobre los principios del PAN, Arriola afirma que funcionaron mientras fue oposición, pero no en el ejercicio de gobierno, en los tres niveles, pero además, en 2000 “accede al poder con un candidato caudillesco, todo lo contrario a la idea de Gómez Morin”.
 Arriola, autor también de Ensayos sobre el PAN y Los empresarios y el Estado 1970-1982, recuerda que Gómez Morin y Efraín González Luna, el otro pilar de la fundación del PAN, se opusieron a apoyar en las elecciones de 1940 a Juan Andrew Almazán, justamente por su carácter caudillesco.
 “Fox llega al poder no como panista y no llama a los panistas a gobernar al principio de su sexenio. Es decir, revistió todas las características de un caudillo y fue una de las cosas contra las que luchó Gómez Morin”.
 El experto aclara también que la situación por la que atraviesa el PAN no comenzó con la debacle electoral de 2012: “La crisis no es por la derrota, porque el PRI fue derrotado y no entró en una crisis parecida. La crisis viene desde antes y se debe a la debilidad de los principios”.
 Explica: “Hicieron principios éticos y morales, muy respetables, pero no propios de la actividad política. Es lo que decía Cosío Villegas: No tienen ni los programas ni los hombres, y los programas y los principios de doctrina no tenían nada que ver con el ejercicio de la política y, lo que es más grave, no tenían que ver con los problemas reales de México” .

Las motivaciones de los panistas, según él, eran religiosas o empresariales, pero no propiamente políticas, y por eso fracasaron. “Se desplomaron solos, porque hablaban de un país que no existía, de problemas locales que los pretendían nacionales, daban palos de ciego los dos presidentes, mientras todos los arribistas, todos los oportunistas estaban en la administración pública enriqueciéndose”.
 El bien hipócrita
La decadencia del PAN la había advertido Juan José Rodríguez Prats en 2007, cuando estaba en curso la imposición de Germán Martínez Cázares como presidente, candidato único al cargo apoyado con todo el aparato gubernamental encabezado por Calderón.
“¡Si el PAN traiciona sus tesis y olvida su tradición sería mandar el mensaje de que, desde 1939, todo fue una farsa!”, decía el exsenador y exdiputado federal, quien advertía que si ese partido se sometía a Calderón, se convertirá en lo que Gómez Morin definió como “el bien hipócrita”.
“El PAN está en una encrucijada: Se asume como un partido político independiente del gobierno o nos convertimos en el PRI”, insistía, pero esta “infidelidad” a la tradición panista sería peor, porque de ella no podrían esperarse bienes.
“En su ensayo ‘1915’, Gómez Morin habla del bien hipócrita, que es peor que el mal mismo. Él decía que contra el mal se está prevenido. O sea, el mal era el PRI y contra ese mal estás prevenido, pero del bien esperas bienes y el PAN no es consecuente con eso.”
–Esa imputación es durísima…
–Te lo dice Gómez Morin: El bien hipócrita es peor que el mal y, entonces el PAN resulta peor, porque el PRI era un mal necesario y el PAN, si llega a traicionar sus principios, es el bien hipócrita.
 Calderón no sólo impuso a Martínez, quien renunció al cargo tras la debacle de 2009, sino que impuso también a César Nava, contraviniendo lo que Gómez Morin postulaba:
 “Un partido –dijo en 1945– tiene el derecho de llevar sus programas y sus hombres al gobierno, pero ese mismo gobierno, en el momento de llegar a serlo, deja de ser partido para ser la representación de la nación, y no tiene derecho de utilizar los recursos del poder, que son de aquélla, para el sostenimiento del partido, ni tiene derecho de utilizar la estructura jurídica y administrativa para coaccionar voluntades en pro del partido.”
 Pero el desdén de panistas por la herencia de Gómez Morin quedó evidenciada no sólo durante el sexenio de Calderón, sino con Fox, quien desde 1992 planteó mandar “de vacaciones” a la doctrina del PAN. Además de imponerse como candidato presidencial único, ese partido solapó el ilegal financiamiento de su campaña.
 En 2003, cuando estaba en auge el escándalo por el financiamiento a través de los Amigos de Fox, Mauricio Gómez Morin, uno de los hijos del fundador, calificó de “profundamente inmoral” ese comportamiento.
 “Es una traición insolente a los fundadores de Acción Nacional. Se me hace un golpe terrible al propio partido”, dijo en entrevista publicada en La Crónica de Hoy del 11 de agosto de ese año. “Acción Nacional no es ya lo que fue en años pasados. Está muy alejado de su origen, de su esencia.”
 Fox quiso darse un barniz de doctrina panista cuando, a 15 meses de iniciado su gobierno, en febrero de 2002, trasladó los restos de Gómez Morin a la Rotonda de las Personas Ilustres, junto con el luchador de izquierda Heberto Castillo y el priista Jesús Reyes Heroles.
 Pero, aunque no intervino tanto en la vida interna del PAN como Calderón, Fox no honró el propósito de Gómez Morin de cambiar a México a fondo y no sólo sustituir hombres.
 “Un simple cambio de personas de nada serviría, aun podría hacer más grave la situación si no está acompañado de ese resuelto propósito de revisión total”, proclamó en 1939, cuando criticaba al régimen de Lázaro Cárdenas.
 Y luego, tras participar en la primera elección presidencial, en 1940, planteó: “Nuestro propósito no es el de ganar una elección, sino el de luchar por una verdadera transformación de México… Hay que dar la batalla sin otro interés, sin resentimientos y sin malicia, sin apetito y sin odio, sin otro compromiso que deliberar en la verdad, resolver en conciencia y acatar con lealtad la decisión a que lleguemos por los caminos que libremente hemos aceptado. No olvidemos que nuestro deber es permanente, no lucha de un día, sino brega de eternidad”.
Diego, el árbitro
Carlos Arriola minimiza las expresiones de panistas como los exgobernadores Ernesto Ruffo, Carlos Medina, Alberto Cárdenas y Fernando Canales Clariond, de “volver a los principios”, y los define como “un coro de iglesia”.
“Estamos a casi 100 años de la fundación del PAN y todavía siguen hablando de volver a los principios, pero son principios éticos y morales que poco tienen que ver con la política y que poco tienen que ver con el país, con sus problemas”, puntualiza.
 Aclara también que “Gómez Morin no era un santo” y cita lo que éste escribió en 1918: “Me planteo lanzarme como profeta del nuevo mundo, alumbrado por el sol de la Unión Soviética, cuya organización, tendencias y procedimientos me han cautivado, o dedicarme a ser rico, navegando en los negocios con bandera de pendejo, la única que salva en este oficio”.
 Apunta: “Gómez Morin se hizo enormemente rico. Hay que desmitificarlo un poco”.
 –Pero ni siquiera esos principios éticos y morales son respetados por los panistas.
 –¡No, porque no son operativos en la vida real de todos los días de la política! ¡Carecen de sentido!
 Estos principios, explica, están pensados en función de la doctrina social de la iglesia, pero no sirven para generar bienestar económico colectivo, limitar las ganancias del capital o distribuir el ingreso.
 El PAN ha evidenciado ya sus limitaciones: “Estas personitas que están en conflicto son realmente muy menores y son una decepción para la política, para el país y para el PAN, que es la primera víctima de sus propias mentiras”.
 Arriola aclara que no es antipanista y que en todo caso se ha “quedado corto” al analizar las limitaciones del PAN para gobernar y la falta de oficio político de la mayoría de los panistas, a excepción de Diego Fernández de Cevallos, a quien identifica como “el último que les queda de arbitraje” a los panistas.
 –Hay quienes lo ven no como árbitro, sino como presidente del PAN.
 –¡No, no! Diego es muy inteligente como para buscar la presidencia del PAN. No, sus posibilidades de arbitraje y de salvar al PAN están en mantenerse fuera de la lucha por un puesto en el partido. En el momento en que él dijera que va por la presidencia del PAN, no tendría posibilidades de resolver el conflicto. Y si lo hace, sería una tontería.
 –¿Cree que Josefina Vázquez Mota tenga posibilidades para la presidencia del PAN?
 –También es muy pequeña, muy menor. Realmente no tiene la estatura para dirigir al partido.
 El académico tampoco le ve posibilidades al exgobernador Juan Carlos Romero Hicks y, sin atreverse a identificar a uno que pudiera presidir al PAN, lamenta que no haya líderes. “No tienen una figura importante. Ninguna. Esa es una tragedia. No hay líderes por una ramplonería intelectual pavorosa. Puras figuras políticas menores”.
 –¿Incluyendo a Madero?
 –Incluyendo a Madero, sí. Ese es un hombre todavía más limitado que su tío abuelo, don Francisco.
 –¿Qué futuro tiene el PAN?
 –El otro día platicaba con Rafael Segovia y él decía que veía a punto de deshacerse al PAN y de cambiar a otro partido, como el Partido Popular en España que también es fruto de una división de la derecha. Yo no estoy tan seguro. Creo que puede dividirse y que un grupo cree otro partido. Pero, bien que mal, va a subsistir.

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