26 feb 2007

Armas para Venezuela

Un reportaje de Simón Romero para el periódico The New York Times: Venezuela Spending on Arms Soars to World’s Top Ranks* , publicado este domingo 25 de febrero señala que el gasto de Venezuela en armas ha crecido hasta llegar a $4,3000 millones de dólares a lo largo de los últimos dos años, con lo que se convierte en el mayor comprador de armas en América Latina y, lo que es más, se coloca delante de otros grandes compradores en mercados internacionales de armas, como Pakistán e Irán.
La fuente del reportaje es un informe de The Defense Intelligence Agency (DIA) área de inteligencia del Departamento de la Defensa emitido el mes de enero, quien estima que las compras de armas por parte de Venezuela, a lo largo de los últimos dos años, en $4,300 millones, lo cual equivale a más de los $3,000 millones que gastó Pakistán y los $1,700 millones de Irán en el mismo periodo.
El teniente general Michael D. Maples, director del DIA en una reciente reunión ante la Cámara de Representantes dirigió la atención hacia ''los planes de Chávez por neutralizar la influencia de Estados Unidos a lo largo de todo el hemisferio'', contrastando a Chávez con la ''izquierda reformista'', ejemplificada por la presidente de Chile, Michelle Bachelet, agrega el reportaje
Y como es de esperarse la escalada en el gasto en armas ha generado pues severas críticas por parte de la administración Bush, la cual dice que la acumulación es un problema con potencial desestabilizador en Sudamérica y que es mucho más de lo que haría falta tan sólo para la defensa interna.
Ahora, quizás tambien preocupe a Washington que el mayor vendedor de armas a Venezuela sea Rusia. En 2005, Venezuela firmó contratos millonarios con los rusos para la adquisición de aviones caza tipo Sukhoi, helicópteros de transporte y de combate, así como rifles de asalto. Aunado a lo anterior, están los planes para abrir la primera fábrica de rifles Kalashnikov en América Latina, enfocada a la producción de los rifles de diseño ruso en la ciudad de Maracay.
La información publicada en The New York Times, de alguna manera esta confirmada por la misma agencia de prensa rusa RIA Novosti. Un cable fechado en Moscú el 10 de febrero señala que las exportaciones de armas rusas en 2006 sumaron unos 6 mil millones de dólares, y uno de los compradores rusos además de Argelia, China, Republica Checa e Irak (con intermediación de Polonia), Bangladesh e Indonesia es Venezuela. ("pequeños lotes de helicópteros han sido adquiridos por Sudán, México y Burkina Faso", dice el comunicado).
Agrega la nota informativa que Rusia ha cerrado con Venezuela dos paquetes de acuerdos por 3 mil millones de dólares; compró 24 cazas multifuncionales SU-30MKV, 38 helicópteros de distintos tipos, 100 mil fusiles de asalto AK-103 y las plantas de producción de fusiles y de cartuchos."
Empero, más allá de Rusia, Venezuela también está considerando una empresa conjunta con Irán - concretamente con el presidente Mahmud Ahmadinejad- su aliado más cercano fuera de América Latina, para construir una aeronave patrulla que sería pilotada mediante un control remoto.
El general Raúl Isaías Baduel, ministro de la Defensa de Venezuela, declaró ante reporteros en fecha reciente que el proyecto enfocado a la construcción de la aeronave podría ser usado para apuntalar la vigilancia fronteriza y combatir la destrucción del ambiente en Venezuela. Aunado a lo anterior, Venezuela está fortaleciendo sus vínculos militares con Cuba, enviando oficiales y soldados allá para que reciban entrenamiento.
Oficiales de las Fuerzas Armadas y el gobierno de Venezuela afirman que las adquisiciones de armas, aviones caza y helicópteros de combate, se debe a que Venezuela debe fortalecer sus defensas para contrarrestar una potencial agresión militar de E UU:
''Estados Unidos ha intentado paralizar nuestro poderío aéreo'', dijo, en una entrevista, el General Alberto Muller Rojas, uno de los integrantes del gabinete general del presidente Hugo Chávez, citando un reciente esfuerzo por parte de la administración Bush enfocado a impedir que Venezuela adquiera refacciones para aviones F-16, comprados en los años 80. ''Nos estamos sintiendo amenazados y como cualquier nación soberana, estamos tomando medidas para reforzar nuestra defensa territorial''.
Ahora bien, la reorganización de la estrategia militar de Venezuela, incluye la creación de una enorme fuerza de reservistas civiles y ayuda militar a sus aliados regionales, como Bolivia, ha formado parte de una relación en constante deterioro con EE UU:
Empero, la administración Bush ha negado en repetidas ocasiones que tenga plan alguno para atacar Venezuela, que es una de las mayores fuentes de petróleo. Sin embargo, persiste cierta desconfianza hacia ese tipo de declaraciones luego que la Administración apoyara tácitamente un golpe militar que, en el 2002, removió brevemente a Chávez del poder.
Críticas internas:
La escalada en el gasto en armas no sólo le ha generado severas críticas en EE UU sino queya desató un debate dentro de Venezuela, además de que la inquietud ha crecido entre sus vecinos, y es que las compras de armas podrían poner de cabeza los balances regionales de poder o dar origen a un nuevo tráfico ilícito de armas a lo largo de las porosas fronteras de Venezuela.
Agrega el reportaje de Simón Romero, que José Sarney, el ex presidente de Brasil y uno de los senadores de mayor prominencia, provocó un revuelo esta semana cuando citaron sus palabras en el diario brasileño O Globo, al tiempo que describía la forma de gobierno de Venezuela como ''populismo militar'' y ''un regreso a los años 50'', cuando Venezuela estaba gobernada por el caudillo militar Marcos Pérez Jiménez. ''Venezuela está comprando armas que no constituyen una amenaza para EE UU, pero que desequilibran las fuerzas dentro del continente'', dijo Sarney, al tiempo que subrayo: "No podemos permitir que Venezuela se convierta en una potencia militar''.
Con todo, funcionarios del gobierno del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, han dudado en criticar públicamente las adquisiciones de armas por parte de Venezuela. Ese tema aún es delicado luego que la empresa brasileña Embrear perdiera un trato para vender aeronaves militares a Venezuela, debido a que los aviones incluyen tecnología estadounidense.
Detractores de las compras de armas afirman que éstas se están llevando a cabo con escasa participación o discusión por parte de la Asamblea Nacional, que le permite gobernar por decreto.
El reportaje del Times, recoge la voz de Ricardo Sucre, politólogo por la Universidad Central de Venezuela, quien dijo que la falta de transparencia había acrecentado la inquietud de que Chávez pudiera estar armando a porciones del ejército, a la nueva reserva civil y a partidarios como el Frente Francisco Miranda (una organización civil compuesta por jóvenes formados en Cuba leales a Chávez), que serían leales a él en caso de producirse fracturas dentro de las fuerzas armadas.
El informe de International Crisis Group
Aunado a eso, un reciente estudio difundido el 22 de febrero por el International Crisis Group señala que las tendencias autocráticas del presidente Chávez, sitúan a su país en ''riesgo serio'' de caer en un conflicto interno, que se vería agravado si disminuyeran los ingresos del sector petrolero.
Crisis Group -ONG-, dedicada al análisis de conflictos en todo el mundo dice que Chávez continúa polarizando a la sociedad venezolana, al tiempo que desmonta los mecanismos de control del sistema democrático.
El informe explica (
http://www.crisisgroup.org) que, después de ocho años en el poder, el dirigente venezolano tiene que afrontar la creciente frustración social por la alta criminalidad que vive el país, la ineficacia del Gobierno y la corrupción, y el distanciamiento de las distintas facciones políticas.
Hace hincapié en que, con el disfraz de la democracia ''directa'' o ''participativa'', Chávez está debilitando progresivamente los mecanismos de control del sistema político.
''El régimen chavista no es todavía una dictadura, pero muestra fuertes tendencias autocráticas'', asegura el responsable del International Crisis Group para la región de Colombia y los Andes, Markus Schultze-Kraft. ''Todos los niveles del poder están en manos de Chávez, y sólo en sus manos'', recalca este analista.
El informe denuncia que instituciones clave, como la Fiscalía General, el Tribunal Supremo, el Consejo Electoral y también las Fuerzas Armadas han ido cayendo bajo el dominio exclusivo del presidente y sus más leales seguidores y que oficiales militares ocupan puestos tradicionalmente reservados a civiles.
Alude también a los programas sociales denominados ''misiones'', que están permitiendo a Chávez ganar apoyos entre los más pobres, así como al creciente control de la economía, no limitado al sector petrolero, y a la presión cada vez mayor sobre los medios de comunicación y las ONG críticas con su gestión.
El informe tambien muestra preocupación por la proliferación de grupos armados, como los colectivos chavistas de Caracas y el Frente Francisco Miranda, pero también la Guardia de Reserva Nacional y Territorial creada por Chávez, independiente del estamento militar.
Y lo más grave es que según el International Crisis Group, algunos de estos grupos pueden acabar convertidos en mafias criminales.
Todo ello coincide de alguna manera con el informe presentado en Washington DC por Christopher Langton, director de la publicación The Military Balance que anualmente publica el Instituto Internacional para Estudios Estratégicos.
El informe 2007
http://www.iiss.org/publications/the-military-balance señala que "hay informes de que (Venezuela también) estaba entregando fusiles AK-103 a las fuerzas armadas bolivianas"
En la rueda de prensa, Langton no señaló la fuente de esos informes (ahora sabemos que son del Pentágono), pero dijo que esa afirmación se basaba en las condiciones políticas de Venezuela y Bolivia, la aspiración de Chávez de consolidar su "revolución bolivariana" .
*The NYT; February 25, 2007
Venezuela Spending on Arms Soars to World’s Top Ranks
By SIMON ROMERO
CARACAS, VENEZUELA, Feb. 24 — Venezuela’s arms spending has climbed to more than $4 billion in the past two years, transforming the nation into Latin America’s largest weapons buyer and placing it ahead of other major purchasers in international arms markets like Pakistan and Iran.
Venezuelan military and government officials here say the arms acquisitions, which include dozens of fighter jets and attack helicopters and 100,000 Kalashnikov assault rifles, are needed to circumvent a ban by the United States on sales of American weapons to the country.
They also argue that Venezuela must strengthen its defenses to counter potential military aggression from the United States.
“The United States has tried to paralyze our air power,” Gen. Alberto Muller Rojas, a member of President Higo Chávez’s general staff, said in an interview, citing a recent effort by the Bush administration to prevent Venezuela from acquiring replacement parts for American F-16s bought in the 1980s. “We are feeling threatened and like any sovereign nation we are taking steps to strengthen our territorial defense,” he said.
This retooling of Venezuela’s military strategy, which includes creation of a large civilian reserve force and military assistance to regional allies like Bolivia, has been part of a steadily deteriorating political relationship with the United States.
The Bush administration has repeatedly denied that it has any plans to attack Venezuela, one of the largest sources of oil for the United States. But distrust of such statements persists here after the administration tacitly supported a coup that briefly removed Mr. Chávez from office in 2002.
Venezuela’s escalation of arms spending, up 12.5 percent in 2006, has brought harsh criticism from the Bush administration, which says the buildup is a potentially destabilizing problem in South America and is far more than what would be needed for domestic defense alone.
The spending has also touched off a fierce debate domestically about whether the country needs to be spending billions of dollars on imported weapons when poverty and a surging homicide rate remain glaring problems. Meanwhile, concern has increased among Venezuela’s neighbors that its arms purchases could upend regional power balances or lead to a new illicit trade in arms across Venezuela’s porous borders.
José Sarney, the former Brazilian president and a leading senator, caused a stir this week when he was quoted in the newspaper O Globo as describing Venezuela’s form of government as “military populism” and “a return to the 1950s,” when Venezuela was governed by the army strongman Marcos Pérez Jiménez.
“Venezuela is buying arms that are not a threat to the United States but which unbalance forces within the continent,” Mr. Sarney said. “We cannot let Venezuela become a military power.”
Still, officials in the administration of President Luis inácio Lula da Silva of Brazil have been hesitant to publicly criticize Venezuela’s arms purchases.
The issue remains delicate after the Brazilian company Embraer lost a deal to sell military aircraft to Venezuela because the planes included American technology.
After turning unsuccessfully to Brazil and Spain for military aircraft, Venezuela has become one of the largest customers of Russia’s arms industry.
Since 2005, Venezuela has signed contracts with Russia for 24 Sukhoi fighter jets, 50 transport and attack helicopters, and 100,000 assault rifles. Venezuela also has plans to open Latin America’s first Kalashnikov factory, to produce the Russian-designed rifles in the city of Maracay.
A report in January by the Pentagon’s Defense Intelligencia Agencia, pegged Venezuela’s arms purchases in the past two years at $4.3 billion, ahead of Pakistan’s $3 billion and Iran’s $1.7 billion in that period.
In a statement before the House Intelligence Committee, Lt. Gen. Michael D. Maples, the director of the Defense Intelligence Agency, called attention to Mr. Chávez’s “agenda to neutralize U.S. influence throughout the hemisphere,” contrasting Mr. Chávez with the “reformist left” exemplified by President Michelle Bachelet of Chile.
Beyond Russia, Venezuela is also considering a venture with Iran, its closest ally outside Latin America, to build a remotely piloted patrol aircraft. Gen. Raúl Isaías Baduel, the Venezuelan defense minister, recently told reporters that the project to build 20 of the aircraft could be used to bolster border surveillance and combat environmental destruction in Venezuela. Venezuela is also strengthening military ties with Cuba, sending officers and soldiers there for training.
Supporters of the arms buildup contend that under Mr. Chávez, who has been in power for eight years, Venezuela has spent proportionately less on its military in relation to the size of its economy than the United States or than other South American countries like Chile and Colombia.
In 2004, the last year for which comparative data were immediately available and before Venezuela’s arms buildup intensified, overall defense spending by Venezuela, including arms contracts, was about $1.3 billion and accounted for about 1.4 percent of gross domestic product, compared with 4 percent in the United States and 3.8 percent in Colombia, according to the Stockholm International Peace Research Institute, which tracks military spending.
Doubts persist as to how powerful Venezuela’s armed forces have become in a regional context, even as they acquire new weapons. Military experts here say pilots in the air force still need training to start flying their new Russian fighters. And in terms of troop strength, Venezuela’s 34,000-soldier active-duty army still lags behind the armies of Argentina and Brazil, with about 41,400 and 200,000 members respectively, according to GlobalSegurity.org , a Web site that compiles data on military topics.
Pro-Chávez analysts also say the president is less adventurous in relation to military policy outside Venezuela than predecessors like Luis Herrera Campíns, who supported Argentina in the Falklands War in 1982 to detract attention from a decline in oil revenue and climbing inflation.
But critics of the arms purchases say they are being made with little participation from or discussion with the National Assembly, which recently allowed Mr. Chávez to govern by decree for 18 months.
Ricardo Sucre, a political scientist at the Central University of Venezuela, said that the lack of transparency of the weapons contracts had heightened concern that Mr. Chávez could be arming parts of the army, the new civilian reserve and partisans like the Frente Francisco de Miranda, a pro-Chávez political group, that would be loyal to him in the event of fractures within the armed forces.
General Muller Rojas, the president’s military adviser, said concern about the arms purchases was overblown, pointing to reports that Venezuela was considering an acquisition of nine diesel-powered submarines from Russia for about $3 billion.
He said the navy had “aspirations” for more submarines, but that no “concrete plan” for such a large contract had been developed.
“We simply have an interest in maintaining peace and stability,” General Muller Rojas said, describing the Caribbean as a crucial to its military influence. “We have no intent of using the Venezuelan armed forces to repress human rights.”

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