TEPJF, otra vez en entredicho/Editorial
EL UNIVERSA, L14 de agosto de 2007
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), tan cuestionado por el conflicto postelectoral del 2006, enfrenta ahora un escándalo en el que se entremezclan faldas, presiones políticas, y millones de pesos producto de un presunto caso de corrupción, cuestiones que deben aclararse a cabalidad, no sólo por la salud del órgano, sino de la democracia en el país, que depende de este árbitro para transparentar los procesos políticos en el país.
En esta versión mexicana del episodio que costó la salida de Paul Wolfowitz de la dirección del Banco Mundial, el presidente del TEPJF, Flavio Galván Rivera, encumbró a una amiga suya, Norma Inés Aguilar León, como coordinadora general de asesores —cargo que ahora sabemos que no existe en el organigrama judicial— con un sueldo de 156 mil 489 pesos mensuales, sólo por debajo de lo que reciben los magistrados de la sala superior.
Además de que obtuvo prestaciones no propias de su cargo, la dama en cuestión fue acusada de pretender una comisión de cinco millones de pesos por la adquisición de un inmueble para la sala regional en el Distrito Federal y otras oficinas administrativas del tribunal.
Para colmo, también se han reportado gastos suntuosos, desmedidos en adquisiciones de mobiliario y prestaciones durante la presidencia de Galván; además su hermano Gregorio fue designado secretario general de acuerdos del TEPJF.
Al conocerse el escándalo, el resto de magistrados no ayudaron mucho a desmarcarse de las ilegalidades, pues en una candorosa operación de control de daños, estuvieron de acuerdo en que Galván dejara la presidencia del TEPJF, no así su sillón de juez. ¿Se pretendió engañar a la ciudadanía con este relevo “por motivos de salud”? Esperamos como sociedad que no.
Buena parte del éxito del tribunal radica en la confianza que el público le dispense, y que ha sido gravemente dañada por los excesos de su ahora ex presidente y por la falta de controles administrativos. No es posible que instituciones con tanto peso en la vida nacional puedan ser manejadas discrecionalmente, sin que haya manera de advertirlo hasta que se presentan, como en este caso, intereses en conflicto.
El tribunal debe recobrar su prestancia y mostrar a la ciudadanía que está integrado por hombres y mujeres cabales.
Justo uno de los puntos más delicados de las elecciones federales del año pasado fue precisamente la actuación del tribunal al que le tocó calificar la elección presidencial, y que logró librar, no sin cuestionamientos, las fuertes marejadas de la polarización social y política que acompañó al proceso postelectoral.
No podemos permitir que dentro de dos años, en las elecciones intermedias del sexenio, y menos aún, en las presidenciales de 2012, que le toca calificar a los actuales magistrados, el TEPJF llegue sin gota de credibilidad.
Además de que hay que fortalecer los controles del Poder Judicial, deben aclararse sin sombra de duda las acciones del magistrado Galván y, en su caso, proceder a las sanciones que la ley prevea. La democracia del país está en juego.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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