13 ago 2007

¡Good Bye Mister Karl Rove!


Se va Karl Rove de la Casa Blanca.
El principal estratega político del presidente George W. Bush lo abandona justo le queda un año y medio en el cargo.
La inesperada dimisión viene a engrosar el número de bajas en el entorno del presidente, que está viendo cómo poco a poco algunos de sus principales asesores han ido tomando distancia conforme avanza su segundo mandato.
Me siento agradecido de ser un testigo de la historia. Ha sido la alegría y el honor de mi vida", dijo Rove en el jardín de la Casa Blanca al hacer el anuncio, mientras el presidente lo observaba con rostro adusto.
"Considero a Karl Rove un querido amigo", señaló Bush.
Dijo que había decidido abandonar su cargo luego que el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Joshua Bolten, dijo que si altos asesores del presidente se quedaban luego del Día del Trabajo de este año -el 3 de septiembre-, estarían obligados a quedarse hasta el final de la presidencia, en enero del 2009.
"Obviamente es una gran pérdida para nosotros", dijo Dana Perino, la subsecretaria de prensa de la Casa Blanca.

"Es un gran colega, un buen amigo, una mente brillante. Se le extrañará mucho, pero sabemos que no se marcharía si no estuviera seguro de que es el momento adecuado para darle más tiempo a su familia, a su esposa Darby y a su hijo. Seguirá siendo uno de los amigos más grandes del presidente".
Y en efecto, desde que los demócratas ganaron el control del Congreso en noviembre del 20006, han decidio renunciar: Donald Rumsfeld, secretario de Defensa, quién diseñó la estrategia militar para intervenir en Afganistán y en Irak tras los atentados del 11-S. Bush le conservó en el puesto tras su reelección, pero el 8 de diciembre de 2006 se veía obligado a aceptar su renuncia, tras la victoria de los demócratas en las legislativas.
Le siguió John Bolton, nombrado como embajador ante la ONU en agosto de 2005, tras ocupar el segundo cargo de mayor rango en el Departamento de Estado. En la sede del organismo en Nueva York estuvo hasta diciembre de 2006, donde se mostró muy activo frente a la amenaza nuclear iraní, la solución de la crisis en Darfur o la reforma del organismo. Bolton presentó su dimisión cuando vio que la renovación de su mandato no sería posible con un Congreso dominado por los demócratas.
Han renunciado por diferentes motivos, Dan Bartlett, exasesor de la Casa Blanca; el director de presupuesto Rob Portman, la abogada de la Casa Blanca Harriet Miers, la directora de asuntos políticos Sara Taylor, el consejero adjunto en seguridad nacional J.D. Crouch y Meghan O'Sullivan, otra asesora adjunta en seguridad nacional que trabajó en Irak.
Antes renunciaron:
Colin Powell. Quién dimitió el 15 de noviembre de 2004 como secretario de Estado, dos semanas después de la reelección de George Bush. Su principal cometido fue recabar apoyo internacional para invadir Irak. Y con este propósito se presentó ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con supuestas pruebas de que el régimen de Sadam Husein estaba en condiciones de desarrollar armas de destrucción masiva. Nunca se encontraron las armas y Powell tampoco llegó a creerse todo lo que dijo.
Paul Wolfowitz. Fue número dos del Pentágono en el primer mandato de la Administración de Bush, y tras su reelección pasó a ser la mano derecha de Condoleezza Rice en el Departamento de Estado. En junio del 2005 fue designado presidente del Banco Mundial a propuesta del presidente Bush. Era el primer signo de apertura de la Casa Blanca. Wolfowitz se vio obligado a dimitir hace dos meses por el escándalo que rodeó al incremento de sueldo de su novia, una funcionaria del organismo.
Andrew Card. Era el jefe de Gabinete de George Bush y estaba al frente del grupo de asesores de la Casa Blanca para Irak. El 28 de marzo de 2006 se anunciaba su dimisión. Le superaron todos los problemas que rodearon tres años ante la invasión del país árabe y llegó a aconsejar en varias ocasiones al presidente de Estados Unidos que destituyera a Donald Rumsfeld como secretario de Defensa, para así empezar a cambiar el rumbo en Irak.
Con excepción del vicepresidente Dick Cheney - y quizás Condi Rice-, no hay otro personaje del entorno de Bush que haya tenido el peso político de Rove. Rove no se propone hacer campaña por candidato alguno en las elecciones presidenciales del 2008, dijo Tony Snow, secretario de prensa de la Casa Blanca.
Durante meses, Rove estuvo bajo el escrutinio de un fiscal federal tras filtrarse el nombre de una agente encubierta de la CIA, pero nunca ha sido acusado de delito alguno.
En una controversia más reciente, Rove, citando "el privilegio del poder ejecutivo", se negó a prestar testimonio ante el Congreso acerca del despido de varios fiscales federales.
Perfil de Karl Rove:Tiene 56 años de edad, nacido en Denver, Colorado) en diciembre de 1950, alguién más dice que es de Utah, donde hizo sus estudios.
En las últimas elecciones manipuló tres factores invencibles: el patriotismo; el terror, y (una novedad): la exaltación religiosa.
Fue él quien salvó del alcoholismo al presidente al descubrir la voz del "verdadero" Dios, protestante y fundamentalista.
Y en buena parte ha sido el artífice de los triunfo de Bush.
Se le conoce como el cerebro de Bush y el "maestro del ataque político".
Conoció a Bush antes del Día de Acción de Gracias de 1973, cuando trabajaba para Bush padre en el Comité Nacional Republicano. Bush tenía entonces 27 años, sólo cinco años mayor que Rove, y han sido desde entonces una insólita pareja, pero más que so han sido socios y aliados políticos desde hace más de 30 años.
Rove ha sido después de Condi Rice quien ha mantenido una comunicación diaria continua con el presidente Bush desde las seis de la mañana hasta la noche.
Desde un año antes de las elecciones del 2004 organizó al núcleo duro en la sede de la campaña, en Arlington y reunió entre otros -según el recuento de The New York Times- a Dan Bartlett, director de Comunicación de la Casa Blanca; Ed Gillespie, presidente del Partido; Ken Mehlman, jefe de la campaña de reelección; Matthew Dowd y Mark McKinnon, especialistas en campañas electorales y medios; Karen Hughes, ex asesora de Bush y llamada con urgencia para reforzar al equipo, y Mary Matalin, asesora de Bush padre y de Cheney.
Fue pues el hombre clave que construyó la nueva red republicana y garantizó que el 2 de noviembre del 2004, hubiera un millón de voluntarios trabajando en la campaña y una potente organización local en cada uno de los 29,000 distritos electorales de los 17 Estados en donde se decidio la elección.
La joya de su corona: la Coalición Cristiana. No es casual que el presidente haya endurecido su mensaje sobre las bodas entre homosexuales y la investigación con células madre.
Según Larry Sabato, analista político de la Universidad de Virginia, "Bush no habría tenido la más mínima oportunidad de ganar" de no haber sido por Rove.
Es famoso por su estilo despiadado en su pugna con rivales.
¡Good Bye Mister Rove!

El País le dedica el editorial del martes 14 de agosto:
Solitaria Casa BlancaEl anuncio de la retirada a final de mes de Karl Rove, el más estrecho colaborador político del presidente George W. Bush, es un nuevo y serio revés para el inquilino de la Casa Blanca y encoge aún más la menguante nómina de incondicionales que acompañó a Bush en su victoria electoral del año 2000. En relativamente poco tiempo han abandonado el puente de mando del barco republicano personajes que, como Donald Rumsfeld, Colin Powell o Paul Wolfowitz, han estado en el epicentro de controvertidas y trascendentales decisiones políticas.
A la postre importa poco si Rove se va para estar más con su familia, como ha dicho angélicamente al The Wall Street Journal, o porque la estrella del mayor estratega político de Bush, que brilló cegadoramente cuando consiguió la reelección del presidente en 2004, se ha ido apagando y complicándose su futuro inmediato. En los últimos tiempos, Rove se ha visto implicado en escándalos políticos que han minado su credibilidad. El más importante es el caso Plame, en el que ha tenido que testificar varias veces ante un gran jurado por la filtración del nombre de la agente de la CIA después de que su marido criticara el uso por la Casa Blanca del espionaje antes de la guerra de Irak. Este mismo mes, el propio Bush, invocando el privilegio ejecutivo, ha impedido que su consejero áulico, que le acompaña en la Casa Blanca desde 2001, compareciera ante el comité judicial del Senado en relación con los nueve fiscales federales destituidos el año pasado por el ministro de Justicia Alberto Gonzales, otro fiel a ultranza en el ojo del huracán.
El desguace de la compañía estable de George W. Bush tiene una lectura más allá de los nombres que van desvaneciéndose del entorno presidencial. Tiene que ver con el huracán Katrina, con Irak, con Guantánamo, con el amiguismo político o el radicalismo y la incompetencia que han orientado muchas decisiones de la Casa Blanca.
El caso de Rove, en este contexto, es especialmente importante porque él ha sido la materia gris conservadora detrás del sueño republicano, compartido con Bush, para hacerse con el poder en EE UU y mantenerlo durante una generación. Ese sueño parece haber llegado a su final. El creciente aislamiento de la Casa Blanca, acentuado tras la victoria demócrata en el Congreso el año pasado, anticipa tiempos más que inciertos ante las presidenciales de 2008. Unas elecciones a las que los conservadores acudirán desprovistos de todo hechizo.

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