Discurso del Presidente Calderón -y de Issac Chertorivsky- en la reunión con los 300 líderes de México; viernes, 21 de Septiembre de 2007;
Muy buenas tardes, queridas amigas, queridos amigos.
Me da muchísimo gusto compartir con ustedes este almuerzo a invitación de Jorge y de Raúl Ferráez, de Líderes Mexicanos.
Es un gran gusto el poder estar con ustedes en esta presentación, en esta reunión, en esta convocatoria que la Revista Líderes hace con 300 de las mexicanas y los mexicanos más influyentes en la vida nacional.
Me da gusto además observar el fortalecimiento de este proyecto editorial, que como ya explicaba Jorge aquí, tuve la oportunidad de conocer hace una década y media.
Pienso que siempre las ideas y las experiencias de mexicanas y mexicanos destacados que ofrece esta revista de manera muy original, marcan ejemplos, testimonios y vivencias para seguir en nuestra generación.
Es un honor también ver en cada una y en cada uno de ustedes, mujeres y hombres que han brillado con luz propia en la empresa, en la economía, en la política, en el arte, en la cultura, en el deporte.
Mexicanas y mexicanos que han demostrado cualidades de dirección, de conducción, de liderazgo, las cuales se ejercen además en beneficio de México.
Señalaba también Jorge en su mensaje, que una de las características que ha encontrado en aquellas y aquellos a quienes entrevistan, es el tener un sueño, una visión.
Y quizá lo que yo pueda reflexionar este viernes, tiene que ver con esto. Estoy convencido que la clave, no sólo de ser líder o pretenderlo, la clave de vivir con sentido en este mundo es creer, es creer en algo, es creer en algo intensamente, ser capaz de soñar, ser capaz de imaginarlo, creer en algo firmemente.
Creer en algo implica también tener la fuerza para sostenerlo, no sólo la fuerza, sino la congruencia vital, escasa en nuestro tiempo, de ser coherente entre lo que se piensa y lo que se dice y todavía más escasa y quizá especie en extinción, la congruencia entre lo que se piensa y lo que se hace.
Ortega y Gasset, hace ya muchísimos años, aportó al análisis nuestro el estudio de la historia en base a generaciones y mencionaba que la historia se escribe, precisamente, no en una masa uniforme, impersonal, sino más bien en la cadencia que se siguen unas generaciones a otras, que cada generación era una minoría selecta y su muchedumbre lanzada a la existencia con una trayectoria vital determinada.
Yo no sé si esta lista de 300, ó de 500, ó de 100, ó de 20, ó de 10, sea una lista adecuada, quizás ni somos todos los que estamos ni están todos los que son, no lo sé.
Lo que sí creo, lo que sí sé, es que cada una y cada uno de ustedes tiene algo qué hacer, que cada una y cada uno de nosotros tuvo más oportunidad en este México quebrado por el dolor de la injusticia y la desigualdad.
Tuvo mucho más posibilidades que cualquier otro, tuvo más posibilidades que una niña que ni siquiera llegó a los dos años de edad en la montaña de Guerrero.
Tuvo más oportunidades que un tarahumara en la Barranca del Cobre, tuvo más oportunidades que una joven en las orillas de Chimalhuacán que ha sido prostituida a sus 13 años en La Merced en la Ciudad de México.
Tuvo más oportunidades de ser y de hacer, y este México tiene más que exigirle a ustedes que a esa niña que está en La Merced, tiene más que exigirle a ustedes que hemos tenido oportunidades de aprender, vivir y de ser, que a esos jóvenes que están en la montaña alta de Guerrero o de Oaxaca o de la Barranca del Cobre.
Tiene más que exigirnos, que a los que están ahora levantando su puesto ambulante en uno de los ejes de la Ciudad de México, tiene más que exigirnos a nosotros, que a quienes están levantando ahora una cosecha que no les dejará ni para comer los próximos dos meses.
Pienso que esta minoría selecta, esta élite tiene una responsabilidad enorme con su generación y con nuestro tiempo; pienso que esta minoría selecta que a final de cuentas marca cadencias en una generación, tiene mucho más que hacer que los demás.
Y lo que nos decía Ortega y Gasset es que estas generaciones eran como ejecutores de una larga sinfonía, ni más ni menos que la sinfonía de la historia, y hay momentos en que hay generaciones que se pierden, se hunden, se callan, se opacan en la mediocridad, se opacan en el miedo, en el temor, en la desesperanza, en la inercia.
Hay generaciones y sus minorías selectas que nunca se asumen corresponsables de su tiempo, y entonces, como una sinfonía mal ejecutada, como una terrible distorsión, como un colectivo desafinamiento que rompe la continuidad de la música, que hace un estruendo, un chirrido ofensivo incluso a quien escucha, lo que era una larga sinfonía; entonces la historia y la continuidad del hombre se pierden.
Cuántas veces en nuestro México se ha roto nuestro tiempo, cuántas veces hemos perdido, cuántas crisis económicas en nuestro México reciente han mandado a más de la mitad de los mexicanos a la miseria otra vez.
Cuántas fortunas se han construido sobre la sangre y sobre el dolor de esa mitad de mexicanos.
Y más atrás, cuántas batallas hemos perdido, cuánto territorio, cuánta mediocridad hemos aportado entre todos para hacer de este país enorme, bendito por sus recursos naturales, por su historia, por su identidad, uno más entre el ciento de países que pueden hacerlo, pero que no lo han hecho.
Pero a veces también, amigas y amigos, hay momentos de lucidez, de esplendor, en que esa minoría, esa minoría selecta, ese pequeñito grupo de empresarios, de intelectuales, así llamados; ese pequeño grupo de periodistas y de deportistas y de artistas y de políticos y de servidores públicos y de trabajadores, hace a un lado la gran tentación humana de quedarse sentado a la orilla del camino, hace a un lado la gran tentación humana de quedarse simplemente a descansar los fines de semana, hace a un lado la gran tentación humana de poner a salvo el pellejo y no hacer absolutamente nada que nos comprometa, hace a un lado las grandes tentaciones humanas de ser igual que siempre, y de apostarle un poco más a trascender y a pensar en algo distinto.
Y entonces es cuando esas minorías selectas y sus muchedumbres que la siguen transforman la historia y entonces la sinfonía se ejecuta distinto y entonces la música del tiempo y la historia del hombre es verdaderamente trascendente, entonces estamos hablando de una cosa absolutamente distinta a cualquier especie.
Eso es, entonces, lo que yo entiendo cuando verdaderamente existen y se ejercen verdaderamente los liderazgos, es cuanto implica el ser líder, el ser capaz de trascender, el ser capaz de creer y cuando entre los que creen que hay alguien que es congruente y cuando el que es congruente es no sólo entre lo que piensa y lo que dice y lo que guarda, sino entre lo que piensa y lo que hace, y cuando el que es congruente es capaz de sacrificar y de mover, y cuando el que piensa, cree y hace lo que es congruente, es capaz de escapar a lo que los demás dicen, es capaz de ser, como dice Eliot, el fugitivo.
El fugitivo, porque según él, en un mundo de fugitivos el que toma la dirección contraria parece ser el que huye.
Cuando alguien es capaz de ser fugitivo en un mundo que huye, es entonces cuando verdaderamente pueden escribirse las cosas completamente distintas.
Hay ciertos mandamientos que Gandhi heredaba a la gente de su tiempo, yo citaría quizás sólo tres de los siete que nos ha dejado:
Cuáles son los pecados de la humanidad, los vitales; cuáles son los pecados capitales, los siete que nos dejan a ustedes y a mí, las responsabilidades que nos toca vivir y acompañar.
Son acaso los tradicionales, los de la vieja filosofía tomista, los del Éxodo, quizás estos pueden quedar ahí, reflexiones propias.
Pero pecados nuestros verdaderamente son: uno, hacer política sin principios; hacer comercio sin moral, hacer oración sin sacrificio, hay muchos otros.
Pero a quienes tienen la responsabilidad de estar enfrente de otros que los ven y que los siguen, no pueden fallar.
Amigas y amigos:
Allá afuera, hay un México, ciento cinco y pico millones de mexicanos esperando a ver a qué horas hay una fuerza nacional capaz de entenderse y hablar.
Hay un liderazgo, una minoría selecta en la cultura, en la economía, en la empresa, en la política, en el deporte, capaz de mover a este país en una dirección distinta al lamento eterno, que nos han enseñado a ser.
Una minoría capaz de creer que México puede ser distinto del México del ya merito, y del ahí se va, y de que tienen la culpa los gringos, o tienen la culpa los empresarios, o tienen la culpa los políticos, o tienen la culpa otros.
Un México distinto al que se queda quieto, callado, resignado; un México distinto al que se acobarda frente al que tiene una AK-47 y hace lo que se le da la gana porque los 105 restantes, los 105 millones simple y sencillamente no están en la menor disposición de arriesgar absolutamente nada.
Un México distinto al de la oruga docta que pontifica y se sube allá a su torre de marfil y que tarde o temprano queda convertida en pedestal de imbéciles.
Un México distinto verdaderamente al que nos enseñó a agacharnos, a resignarnos, a esperar, a criticar y a ver a qué hora pasa una cosa como por arte de magia, como por milagro, como por resignación plena que vierte a las divinidades nuestras tan poderosas, el cambio de la historia.
El cambio de la historia, amigos, es responsabilidad absolutamente nuestra, es responsabilidad de los millones de mexicanos que somos, sí, pero especialmente quienes han sido marcados por un privilegio o por una especialidad.
Quienes han sido llamados por sus compañeros, por sus amigos, que por estos jóvenes entusiastas y audaces como los que dirigen la Revista Líderes, quienes han sido llamados líderes de México.
A mi lo que me queda de reflexión es simplemente, primero, un sentimiento de gratitud por esta reunión, por este ejercicio verdaderamente estimulador que han hecho los Ferráez durante muchos años.
Segundo. Un compromiso, un compromiso de no quedarse ni callado ni sentado ni atemorizado ni paralizado.
Tercero. Una convocatoria, una convocatoria a si de líderes se trata, amigas y amigos, más vale ser y no parecer, más vale como decía Herrera y Lazo: servir y no brillar, más vale ser vivientes y no supervivientes de la historia nacional, porque la nuestra no es comedia, ni tragedia, sino drama, un drama intenso que tiene muchos espectadores, pero muy pocos protagonistas de verdad.
Y finalmente, una invitación a creer, a creer en algo, a creer firmemente en algo que heredar a los que nos suceden, a creer en México, es lo único que tenemos y a final de cuentas, lo único grande que podemos heredar.
Y si al final del camino, a pesar de la adversidad, a pesar del viento en contra, a pesar del escepticismo que nos hace dormir sin soñar, es posible entonces, transformar la historia en el momento que nos ha tocado vivir, entonces, estar tranquilos en consciencia plena ante quien verdaderamente puede juzgar sin hacer drama.
En pocas palabras amigos, yo los invito a ser lo que se dice que somos, a soñar con fuerza, a creer en lo que soñamos, a ser congruente entre lo que soñamos, decimos y hacemos y, sobre todo, a creer y a creer firmemente en México, a transformarlo, a hacerlo, a transformarlo con audacia, con fuerza, a ser capaces de responder y de rebasar los límites de lo humanamente esperable, los límites de lo conservador, de lo sensato, de lo prudente; a transformar a nuestro país en el México que queremos, un México fuerte y seguro de sí mismo.
Un México limpio, un México ganador, un México competitivo, un México justo, en el México que verdaderamente está llamado a ser, el México que será si los líderes mexicanos son capaces de responder a tal título que hoy, gracias a la benevolencia de los hermanos Ferráez, nos ha sido concedido.
Así que, amigas y amigos, transformemos a México y entonces sí nos llamaremos líderes del país.
Gracias.
Palabras de Isaac Chertorivsky Presidente de Casa Estrategia y miembro del Consejo Editorial de la Revista Líderes Mexicanos.
Ciudadano Presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa.
Secretarios de Estado, gobernadores, líderes mexicanos, muy queridos Raúl y Jorge Ferráez.
Hace unos días con mi amigo Raúl Ferráez desayunaba y me comentó que él y Jorge habían decidido que diera unas palabras en nombre de los 300 líderes en esta comida.
La verdad mi primera reacción fue, y yo por qué. Lo acepté definitivamente por el enorme cariño y respeto que les tengo a Raúl y Jorge, a quien debemos reconocer su gran profesionalismo y don de gentes, ya que desde hace 16 años en su revista presentan vivencias, experiencias, anécdotas y hablan positivo.
Estaba comentando haya en la mesa que hace muchos años yo tengo un amigo que se dedica a la prensa que me decía: si no es mala noticia, no es noticia.
Y los Ferráez han hecho que las vivencias sean compartibles y eso que hay reconocerles, a ellos mi cariño y mi amistad y por qué no les damos un aplauso porque luego nos vamos y no los vamos a reconocer.
Yo me llamo Chertorivsky, mexicano de un apellido bien largo, con este apellido ya hay cuatro generaciones nacidas en México: una, dos, unos descansan y las niñas corren, cuatro generaciones, mis abuelos llegaron de Ucrania en los 20, llegaron sin nada traían un chomovar y sólo buscaban una oportunidad, aquí la tuvieron.
Mi padre nació en la Ciudad de México, mi mamá en Pachuca, Hidalgo, qué buen trabajo han hecho en el sur, verdad. Yo recuerdo, Presidente, en 1989 tuvimos la oportunidad de ir a la Unión Soviética a conocerla, todavía era la Unión Soviética.
Salomón tenía 14 años, Rita tenía 11, al regreso en un desayuno en la casa los llevaba a la escuela de la mano y de repente Rita me dice: oye, papá, qué suerte tuvimos que los abuelos vinieran a México.
No tienen idea ustedes del privilegio de vivir en México.
Mi familia no fue de recursos grandes, mi madre partió hace tres semanas de Atlixco, su departamento rentado, 59 años estuvo ahí y algunos amigos me decían: aquí, sí aquí vivimos siempre, en el departamento rentado del edificio dos que hizo Abraham Zabludovsky, en el cuatro vivía Jacobo y sus papás y sus sobrinos, eran un chorro en un departamento de 130 metros cuadrados. Mi papá tenía su tienda en Correo Mayor, se iba y regresaba en metro, antes en camión, porque no había metro, hasta el 67.
En ese entorno crecí, pero cuando era joven tomé algunas decisiones en mi vida, pensar en grande, chin, no quería ser comerciante, era una friega y no quería vivir en Atlixco, a pesar de que es padrísimo, ahora la Condesa está de moda, pero.
Segundo. Tomé otra decisión, ser agradecido, quien algún día me dio la mano, nunca, nunca la traicioné.
Tercero. Tomé la decisión de saber hacer amigos, es un privilegio de la vida saber hacer amigos.
Y cuatro. Dije en esta vida hay que tomar decisiones y ser valiente.
Y una de las grandes decisiones que tuve que tomar, porque fueron siempre intensas, ahorita les platicaba a la Secretaria, a Juan Camilo, es cómo escogí carrera, eran épocas donde, yo quería ser líder, me fui y dije, si estudio administración en la UNAM tengo chamba de gerente, si termino soy líder.
Y esa fue la decisión estratégica de haber estudiado administración en la UNAM, y como dato curioso llego con mi mamá y le digo: mamá ya me inscribí a la carrera de licenciado en administración, en la Facultad de Comercio de la UNAM, veo a mi mamá así con unos ojos de tristeza y me dice: que hubiera querido que estudiar medicina, ingeniería, abogado o algo más importante, es que tu papá ha sido comerciante toda la vida, pero le dije es que la Facultad de Comercio no va a ser comerciante, cuando acabe me van a contratar de gerente de algo.
Y aquí lo tengo escrito, que no me lo van a creer, pero cuando entré a la carrera aprendí otra cosa muy importante, Enrique Borja y Aarón Padilla, aunque no lo crean, yo soy bastante menor que ellos, fueron mis compañeros de clase, Presidente.
O sea, imagínense ustedes para un muchacho de la calle de Atlixco, su papá comerciante, que los ídolos del fútbol en ese país venían a estudiar conmigo, porque tenían que jugar fútbol, entonces yo les tenía que soplar, no.
Y, luego me platicó un día Aarón y Enrique que venían mucho a comer a mi casa y quizá no tanto por estudiar, sino porque mi hermana les gustaba.
Pero bueno, perdón Presidente, me dijeron que tenía que ser serio en esto.
Pero sí aprendí algo de Enrique y Aarón, eran muy buenos amigos, eran gente buena y ese era un equipo de amigos, y Enrique Borja, toda la vida, imagínense ustedes, nos sentábamos a lado en la clase en la UNAM hace 40 años y ellos eran los ídolos.
Yo, todos preguntaban quién es el que estaba "Cherto": es Enrique Borja y Aarón Padilla, "El Gansito", pero Enrique y Aarón me enseñaron una cosa.
Todo mundo decía Enrique no sabe jugar fútbol, metía 30 goles en cada una de las temporadas, buen amigo, le servían y sabía concretar. Aprendí lo que era trabajo en equipo. A ellos les debo que sepa yo lo que es trabajar en equipo.
Vale la pena comentar que yo me sentía líder y de repente un día, en 1968 mi papá en su tienda lee un periódico, Últimas Noticias y dice: Agitador de nacionalidad rusa detenido en Coapa.
Mi papá desde su tienda le habla a mi mamá y le dice: a mi no sé por qué me late que el detenido es tu hijo.
Entonces, tengo el orgullo que fui el primer alumno de la Facultad de Comercio y Administración, bastante apolítica, que fue detenido en el 68 y el privilegio que me mandaron a Gobernación por el apellido. Soy mexicano, cuatro generaciones.
Y así empezó este líder que quería ser gerente de algo y desde 1980 empecé a entender cuando fui Vicepresidente Ejecutivo de una compañía que se llama Bacardí, entender lo que era el management o lo que era la administración, y llegué a un triángulo que era muy importante en materia de administración que yo tuve.
Uno. Tenía que cubrir ventas y dividendos para los accionistas; punto uno, dales un buen dividendo, porque tenía que haber un balance.
Dos. Los mejores sueldos, las mejores prestaciones y el mejor clima de trabajo.
Yo tengo el orgullo que ahí le pusieron CIMA, Bruno me mandó una carta hace poco y me dice: en los 14 años ó 15 que fuiste presidente, en todas las encuestas de nosotros Bacardí siempre ocupó el primer lugar en todas las áreas de clima de trabajo.
Cuidé a mi gente como nadie.
Y la tercera. Era ser buen ciudadano, una compañía tenía que pagar honestamente sus impuestos y por el otro lado participar con compromiso con el país.
De ahí decisiones que uno toma como presidente de Compañía, yo vendía alcohol y sin que nadie nos pidiera yo incluí en cada mensaje de la compañía un mensaje de educación: "Bacardí no combina con el volante, la calidad es responsabilidad de Bacardí Compañía", "La cantidad es responsabilidad de usted", etcétera, dedicaba el 30 ó 40 por ciento los mensajes a la educación, porque sabía que teníamos un compromiso y una responsabilidad. No vendíamos nada ilícito, pero también teníamos que educar.
Y de ahí en paralelo, pues mi vida, Presidente, fui Presidente del Consejo Nacional de la Publicidad y lo primero que dije es: "Vamos a jalar parejo"; fui Presiente de la Fundación de Investigaciones Sociales que hizo la exposición de 30: "Esplendores de 30 siglos en Nueva York".
Fundamos Con México, Con México es un grupo de las 46 empresas más grandes, fui el primer presidente del consejo durante cinco años, soy Presidente de la Fundación UNAM, entre otras cosas rescatamos, ayudamos al prestigio de esa gran institución y bueno, casi 80 mil alumnos en estos seis años, que he sido presidente, han sido becados.
En fin, aprendí que había que aportar algo más que vender, cobrar, dar utilidades y cuidar a mi gente, y ese algo más era ser agradecido, ser buen amigo, cuidar el país.
Ahora, hablando de liderazgo, hace casi dos décadas yo encontré un anónimo que lo quiero traer hoy a la mesa, Presidente, un anónimo que decía los 10 Mandamientos Paradójicos del Liderazgo, lo voy a leer, porque en este grupo todos son líderes, todos son importantes, todos son de prestigio y todos son fuertes, pero esto lo encontré y cada que lo leía decía. Sigue Isaac:
Las personas no son razonables, son ilógicas y egocéntricas, ama a la gente, confía en ellas de cualquier manera.
Si haces el bien, la gente te acusará de egoísmo y motivos escondidos, haz el bien de cualquier manera; si tienes éxito ganarás falsos amigos y verdaderos enemigos, ten éxito de cualquier manera.
El bien que hagas hoy será olvidado mañana, haz el bien de cualquier manera; la honestidad y la franqueza te hacen vulnerables, sé honesto y franco de cualquier manera.
Los más grandes hombres, con las más grandes ideas, pueden ser aplastados por los hombres más pequeños, con las mentes más pequeñas, piensa en grande de cualquier manera.
La gente simpatiza con los débiles, pero sólo sigue a los fuertes, pelea por algunos débiles de cualquier manera.
Lo que nos lleva años construir, puede ser destruido de la noche a la mañana, construye de cualquier manera; la gente realmente necesita ayuda, pero puede que te ataque si lo ayudas, ayuda a la gente de cualquier manera.
Dale al mundo lo mejor de ti, a lo mejor te patearán los dientes, dale al mundo lo mejor que tengas de cualquier manera.
Y ese fue el decálogo que empezó a regir mi vida, por eso los invito hoy a que demos por nuestra Patria, por nuestro México lo mejor de nosotros mismos.
Hoy muchos de nosotros tenemos el privilegio de conocer al Presidente Calderón; Presidente, usted reúne las cualidades que necesita el líder de este país, porque hoy tenemos un Presidente que es un hombre de Estado.
Presidente, usted reúne la inteligencia y la firmeza, es un hombre sensible, excelente ser humano, un Presidente que es un hombre de familia, un Presidente que ha sido valiente y que siempre ha remado contra corriente.
Un Presidente de principios y valores, que ha empezado a conducir el país hacia el progreso, que ha permitido que se rompa el letargo del Poder Legislativo, 10 años de inmovilidad, sí, Presidente los tiempos son nuevos, por eso los invito a todos ustedes a cerrar filas y sumar fuerzas, a dejar a un lado los intereses individuales para anteponer los intereses de la Nación, y así a jalar parejo.
No seamos un país de egoístas, esta elección estuvo dura, a Ugalde le tocó calificar medio punto de diferencia, seamos un país de hombres y mujeres comprometidos con el progreso, sólo si hay progreso se puede combatir la pobreza, por eso invito a todos los que estamos acá, que todos tenemos algún grado de influencia, que nos unamos al Presidente Felipe Calderón.
Hay diferencias, pero debe de haber un objetivo único y común que es México, y estoy seguro que con el Presidente Calderón el país va al progreso, porque necesitamos progreso para todos, sí, Presidente, con usted estoy convencido que habrá progreso en paz.
Gracias.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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