19 oct 2007

Carlos Castillo Peraza

Ceremonia post mórtem
Medalla Belisario Domínguez a Carlos Castillo; 18de Octubre de 2007
SESIÓN SOLEMNE DE LA H. CÁMARA DE SENADORES, CELEBRADA EL JUEVES 18 DE OCTUBRE DE 2007.
PRESIDENCIA DEL CIUDADANO SENADORSANTIAGO CREEL MIRANDA
-EL C. PRESIDENTE SANTIAGO CREEL MIRANDA: (11:55 horas) Solicito a la Secretaría informe a la Asamblea el resultado del cómputo de asistencia de las señoras y señores senadores, para conocer si existe el quórum reglamentario.
-EL C. SECRETARIO RENAN CLEOMINIO ZOREDA NOVELO: Honorable Asamblea, de acuerdo al sistema electrónico de asistencia, informo que se encuentran presentes 101 senadores ciudadanos senadores.
En consecuencia hay quórum, señor presidente.
-EL C. PRESIDENTE CREEL MIRANDA: Se abre la Sesión Solemne del Senado de la República convocada para la entrega de la Medalla de Honor Belisario Domínguez.
Solicito a la Secretaría dé lectura a las comisiones de cortesía que han sido designadas para recibir y acompañar a nuestros distinguidos invitados a esta Sesión Solemne.
-EL C. SECRETARIO ZOREDA NOVELO: Doy lectura a las comisiones protocolarias de esta Sesión Solemne:
Para recibir al Ciudadano Presidente de la República se designa al senador José González Morfín, al senador Fernando Baeza Meléndez, al senador Francisco Agundis Arias, al senador Ernesto Saro Boardman.
Para recibir al Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación al senador Alejandro González Alcocer, al senador Pedro Joaquín Coldwell, al senador Arturo Escobar y Vega, y al senador Luis Walton Aburto.Para recibir al Gobernador del Estado de Chiapas al senador Adrián Rivera Pérez, al senador Adolfo Toledo Infanzón, al senador Manuel Velasco Coello y al senador José Luis Lobato Campos.
Para recibir a la familia del galardonado a la senadora Gabriela Ruiz del Rincón, a la senadora Rosario Green Macías y a la senadora Ludivina Menchaca Castellanos.
Servido, señor presidente.
-EL C. PRESIDENTE CREEL MIRANDA: Muchas gracias, señor secretario.
En consecuencia esta presidencia solicita a las comisiones designadas acudan a las puertas de este recinto a fin de cumplir con su cometido. En tanto se declara un breve receso.
(Las comisiones cumplen.)(RECESO)
-EL C. SECRETARIO ZOREDA NOVELO: Se reanuda la Sesión Solemne. Les solicito a los señores senadores ocupar sus lugares.
Sentados, por favor.
-EL C. PRESIDENTE CREEL MIRANDA: Con fundamento en el artículo 100 de la Ley Orgánica del Congreso General, y el artículo 4 del Decreto que crea la Medalla de Honor Belisario Domínguez del Senado de la República, damos inicio el día de hoy a la Sesión Solemne a fin de realizar la entrega de este galardón y de su diploma correspondiente.
-EL C. SECRETARIO ZOREDA NOVELO: Se les solicita ponerse de pie a efecto de rendir los honores de ordenanza.
(Todos de pie)(HONORES DE ORDENANZA)
Sírvanse tomar asiento.
-EL C. PRESIDENTE CREEL MIRANDA: Damos la bienvenida al Licenciado Felipe Calderón Hinojosa, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos; al Ministro Guillermo Ortiz Mayagoitia, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; al Diputado Cristian Castaño Contreras, Vicepresidente de la Cámara de Diputados; al Licenciado Juan Sabines Guerrero, Gobernador del Estado de Chiapas; a la familia del galardonado, quienes recibirán la Medalla de Honor Belisario Domínguez, señora Julieta López Morales, señor Carlos Castillo López, señor Julio Castillo López.
Agradezco igualmente la presencia de las señoras y señores diputados federales; de los distinguidos miembros del Poder Ejecutivo Federal, aquí presentes; de los representantes de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial del Estado de Chiapas; y del Presidente Municipal de Comitán, Chiapas. Asimismo, agradezco la presencia de los distinguidos representantes de las instituciones académicas y de diversos escritores e intelectuales de nuestro país que el día de hoy nos acompañan.
Reconozco y agradezco igualmente la presencia de las distinguidas ciudadanas y ciudadanos que con anterioridad recibieron la Medalla de Honor Belisario Domínguez, y que nos acompañan en esta ocasión. Todos honran con su presencia al Senado de la República.
Solicito a la Secretaría proceda a pasar la lista de honor.
-EL C. SECRETARIO ZOREDA NOVELO: Con respeto, se solicita a los presentes ponerse de pie. (Todos de pie) “Senador Belisario Domínguez”.

-EL C. PRESIDENTE CREEL MIRANDA: ¡Murió por la patria en defensa de la libertad!
-EL C. SECRETARIO ZOREDA NOVELO: Sírvanse tomar asiento.
-EL C. PRESIDENTE CREEL MIRANDA: Solicito a la Secretaría dé lectura a la histórica proclama del Doctor y Senador Belisario Domínguez, correspondiente a la Vigésima Séptima Legislatura de éste Senado de la República.
-EL C. SECRETARIO ZOREDA NOVELO: Procedo a dar lectura al texto del discurso del senador Belisario Domínguez:
Señor Presidente del Senado: Por tratarse de un asunto urgentísimo para la salud de la Patria, me veo obligado a prescindir de las fórmulas acostumbradas y suplicar a usted se sirva dar principio a esta sesión tomando conocimiento de este pliego y dándolo a conocer en seguida a los señores Senadores. Insisto, señor Presidente, en que este asunto debe ser conocido por el Senado en este mismo momento, porque dentro de pocas horas lo conocerá el público y urge que el Senado lo conozca antes que nadie.
SEÑORES SENADORES: Todos vosotros habéis leído con profundo interés el informe presentado por don Victoriano Huerta ante el Congreso de la Unión el 16 del presente. Indudablemente, señores Senadores, lo mismo que a mí, os ha llenado de indignación el cúmulo de falsedades que encierra ese documento. ¿A quién se pretende engañar, señores? ¿Al Congreso de la Unión? No, señores, todos sus miembros son hombres ilustrados que se ocupan de política, que están al corriente de los sucesos del país y que no pueden ser engañados sobre el particular. Se pretende engañar a la Nación Mexicana, a esta noble Patria que confiando en V. Honradez y en vuestro valor, ha puesto en vuestras manos sus más caros intereses. ¿Qué debe hacer en este caso la Representación Nacional? Corresponder a la confianza con que la Patria la ha honrado, decirle la verdad y no dejarla caer en el abismo que se abre a sus pies.
La verdad es ésta: Durante el gobierno de don Victoriano Huerta, no solamente no se ha hecho nada en bien de la pacificación del país, sino que la situación actual de la república es infinitamente peor que antes: La Revolución se ha extendido en casi todos los Estados: Muchas Naciones, antes buenas amigas de México, rehúsanse a reconocer su gobierno, por ilegal; nuestra moneda encuéntrase despreciada en el extranjero; nuestro crédito en agonía; la prensa entera de la República amordazada o cobardemente vendida al gobierno y ocultando sistemáticamente la verdad; nuestros campos abandonados; muchos pueblos arrasados y por último, el hambre y la miseria en todas sus formas amenazan extenderse rápidamente en toda la superficie de nuestra infortunada Patria.
¿A qué se debe tan triste situación?
Primero y antes que todo, a que el pueblo mexicano no pueda resignarse a tener por Presidente de la República a don Victoriano Huerta, al soldado que se amparó del poder por medio de la traición y cuyo primer acto al subir a la Presidencia fue asesinar cobardemente al Presidente y Vicepresidente legalmente elegidos por el voto popular, habiendo sido el primero de éstos quien colmó de ascensos, honores y distinciones a don Victoriano Huerta, y habiendo sido él igualmente a quien don Victoriano Huerta juró públicamente lealtad y fidelidad inquebrantable. Y segundo, se debe esta triste situación a los medios que don Victoriano Huerta se ha propuesto emplear para conseguir la pacificación. Esos medios ya sabéis cuáles han sido: Únicamente muerte y exterminio para todos los hombres, familias y pueblos que no simpaticen con su gobierno.
La paz se hará, cueste lo que cueste, ha dicho don Victoriano Huerta. ¿Habéis profundizado, señores Senadores, lo que significan esas palabras en el criterio egoísta y feroz de don Victoriano Huerta? Esas palabras significan que don Victoriano Huerta está dispuesto a derramar toda la sangre mexicana, a cubrir de cadáveres todo el Territorio Nacional, a convertir en una inmensa ruina toda la extensión de nuestra patria, con tal que él no abandone la Presidencia ni derrame una sola de su propia sangre.
En su loco afán por conservar la Presidencia, don Victoriano Huerta está cometiendo otra infamia: Está provocando con el pueblo de los Estados Unidos de América un conflicto internacional en el que, si llegara a resolverse por las armas irían estoicamente a dar y a encontrar la muerte todos los mexicanos sobrevivientes a las amenazas de don Victoriano Huerta; todos, menos don Victoriano Huerta ni don Aureliano Blanquet, porque esos desgraciados están manchados con el estigma de la traición, y el pueblo y el ejército los repudiarían llegado el caso.
Esa es en resumen la triste realidad. Para los espíritus débiles parece que nuestra ruina es inevitable, porque don Victoriano Huerta se ha adueñado tanto del poder, que para asegurar el triunfo de su candidatura a la Presidencia de la República en la parodia de elecciones anunciadas para el 26 de octubre próximo, no ha vacilado en violar la soberanía de la mayor parte de los Estados quitando a los Gobernadores constitucionales o imponiendo Gobernadores militares que se encargarán de burlar a los pueblos por medio de farsas ridículas y criminales.
Sin embargo, señores, un supremo esfuerzo puede salvarlo todo. Cumpla con su deber la Representación Nacional y la Patria está salvada y volverá a florecer más grande y más unida y más hermosa que nunca. La representación Nacional debe deponer de la Presidencia de la República a don Victoriano Huerta, por ser él contra quien protestan con mucha razón, todos nuestros hermanos alzados en armas y de consiguiente por ser él quien menos puede llevar a efecto la pacificación, supremo anhelo de todos los mexicanos.
Me diréis, señores, que la tentativa es peligrosa, porque don Victoriano Huerta es un soldado sanguinario y feroz que asesina sin vacilación ni escrúpulo a todo aquél que le sirve de obstáculo: ¡No importa, señores! La Patria os exige que cumpláis con vuestro deber aún con el peligro y aún con la seguridad de perder la existencia. Si en vuestra ansiedad de volver a ver reinar la paz en la República os habéis equivocado, habéis creído las palabras falaces de un hombre que os ofreció pacificar a la Nación en dos meses, y le habéis nombrado Presidente de la República, hoy que veis claramente que este hombre es un impostor inepto y malvado, que lleva a la Patria con toda velocidad hacia la ruina. ¿Dejaréis por temor a la muerte que continúe en el poder?
Penetrad en vosotros mismos, señores, y resolved esta pregunta: ¿qué se diría de la tripulación de un gran navío que en la más violenta tempestad y en un mar proceloso nombrara piloto a un carnicero que sin ningún conocimiento náutico navegara por primera vez y no tuviera más recomendación que la de haber traicionado y asesinado al Capitán del barco?
Vuestro deber es imprescindible, señores, y la Patria espera de vosotros que sabréis cumplirla.
Cumpliendo ese primer deber, será fácil a la Representación Nacional cumplir los otros que de él se derivan, solicitándose en seguida de todos los jefes revolucionarios que cese toda hostilidad y nombren sus delegados para que de común acuerdo elijan al Presidente que deba convocar a elecciones presidenciales y cuidar que éstas se efectúen con toda legalidad.
El mundo está pendiente de vosotros, señores miembros del Congreso Nacional mexicano, y la Patria espera que la honréis ante el mundo evitándole la vergüenza de tener por Primer Mandatario a un traidor y asesino.
FIRMA SENADOR DOCTOR BELISARIO DOMÍNGUEZ POR EL ESTADO DE CHIAPAS.
"Nota: Urge que el pueblo mexicano conozca este discurso para que apoye a la Representación Nacional; y no pudiendo disponer de ninguna imprenta, recomiendo a todo el que lo lea que saque cinco o más copias, insertando también esta nota y las distribuya a sus amigos y conocidos de la capital y de los Estados. ¡Ojalá hubiera un impresor honrado y sin miedo!" Septiembre 29, de 1913
-Es cuanto, señor presidente. (Aplausos)
-EL C. PRESIDENTE CREEL MIRANDA: Muchas gracias, senador Secretario.Ahora se concede el uso de la palabra al Senador Humberto Aguilar Coronado, a nombre de la Cámara de Senadores.
-EL C. SENADOR MARCO HUMBERTO AGUILAR CORONADO: Licenciado Felipe Calderón Hinojosa, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos; Ministro Guillermo Ortiz Mayagoitia, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; Licenciado Juan Sabines Guerrero, Gobernador Constitucional del Estado de Chiapas; Senador Santiago Creel Mirando, Presidente del Senado de la República; Diputado Cristian Castaño Contreras, Vicepresidente de la Cámara de Diputados; Julieta, Carlos y Julio, su esposa e hijos de nuestro querido Carlos Castillo Peraza; señoras y señores legisladores; señoras y señores:
La política entendida como obligación debida, asumida como responsabilidad de servicio al ser humano, a todos, de cualquier clase y credo, en cualquier lugar, entendida como servicio al semejante, pero fundamentalmente como entrega y comprensión para él diferente.La política entendida como riesgo, como peligro, como sacrificio al que indefectiblemente había que enfrentar; la política entendida como verbo y la actividad política como verbo encarnado, y como democracia en acción. Por eso Carlos escribió, y estoy seguro que más que comunicando estaba rezando el credo personal en que fundaba su actividad política.
Decía: “Asumo mi responsabilidad y corro mi propio riesgo, pongo la parte que de acuerdo con mi conciencia estimo que me toca, hago públicos mi convicción y mi compromiso. No puedo, al menos por ahora, hacer mucho más, no me hubiera perdonado hacer ni un poco menos”.
Al leer estas líneas, al recordar a Carlos me sorprenden mis propios sentimientos, no me embarga la profunda tristeza de septiembre de 2000 cuando la muerte, como siempre, llegó prematura. No me invade el vacío que dejó su ausencia física, lo extraño, sí, como lo extrañamos todos los que tuvimos la oportunidad de acompañarlo en alguna…(SIGUE 2ª PARTE.)...todos los que tuvimos la oportunidad de acompañarlo en alguna etapa de su vida. Pero hoy lo que siento es un profundo y auténtico orgullo por Carlos, por contarme entre los que compartimos sus reflexiones, sus anhelos, sus batallas y sus conquistas.
El mismo Carlos Castillo nos enseñó a enfrentar con entereza la muerte del ser querido, a no dejarnos vencer por la desesperación y a entender que la vida y la muerte tienen sentido.
“Hay un jardinero al que ninguna fruta se le cae verde y ninguna se le pudre en la rama”, dijo alguna vez en ocasión de la muerte de un amigo.
Carlos dejó una herencia enorme. Fue un profundo creyente y su fe marcó la pauta con la que rigió su vida. Por eso fue un político honesto que nunca ocupó un cargo ni asumió una responsabilidad, si desde ella no podía llevar a la praxis su doctrina debida.
Carlos hablaba con palabras y hablaba con acciones. Carlos encarnaba su fe y por eso era un hombre de servicio. Fue un profundo demócrata y su convicción marcó la pauta que rigió su vida desde todas las trincheras posibles, el periodismo, la militancia y la dirigencia partidista, el Congreso de la Unión y las candidaturas que enfrentaban caudillismos, luchó por la instauración de un México democrático.
Por eso fue el político del diálogo y de la tolerancia, de los acuerdos políticos honestos y constructores de bienes públicos. Siempre llevó con orgullo la conciencia de que las reformas construidas también desde la oposición eran servicio para México.
Carlos Castillo tuvo durante toda su vida una idea clara y una meta fija. Había que construir para México bien común. Había que diseñar herramientas que acabaran con la marginación y con la lacerante desigualdad. Había que humanizar la economía y dejar de divinizar al mercado con su lógica consumista y sus millones de pobres. Había que desterrar para siempre el presidencialismo, meta constitucional y establecer las bases del estado democrático de derecho. Había que acabar con la cultura de la guerra, con la lógica del todo o nada para construir la lógica de la política. Es decir, la lógica de la complementariedad deliberadamente buscada, la del diálogo, de los consensos, de los acuerdos.
Carlos tuvo la visión, entendió su tiempo y al hacerlo entendió su destino, el bien público primordial, aquél sin el cual sería imposible la generación del resto de los bienes públicos, es justamente la política. La política entendida como herramienta para la generación de bienes por medio del orden vinculante que se crea por el diálogo, el debate e incluso la polémica.
Sabía que la vida en sociedad, los intereses legítimos chocan entre sí y que en ello se manifiesta, permanentemente, la lógica de la guerra, la del triunfo de los más fuertes, de los mejor pertrechados o de los más inescrupulosos.
Entendió que en ese sustrato estaba cimentado el edificio autoritario en el que se había convertido el estado mexicano y consagró su vida a la construcción de una nueva patria. De una patria ordenada, pero ordenada por un derecho legítimamente creado y voluntariamente aceptado por la población. De una patria generosa, pero generosa porque supo darse a instituciones que sirvieran a las necesidades de la gente y que pusieran en el centro del desarrollo integral, precisamente, al ser humano.
Entendió que su misión era poner en el centro de la vida nacional la lógica de la política. En medio de la cultura de la guerra, de la lógica del todo o nada, de la divinización del hombre fuerte y de la única voz, planteó la pregunta que se convirtió en su motivo.
Sobre este humus guerrero, agresivo, sangriento, ¿cómo puede florecer la planta dialogal, razonable, comprensiva y constructiva de la política?
Consagró su vida a una utopía, pero muy lejana a la isla solitaria e irrealizable de moro. La de Carlos era menos la invención de un futuro que salvara al presente, producto de los silogismos de la razón que se aleja de la realidad hasta construir las más odiosas tiranías; y era mucho más, mucho más la convicción de que estamos obligados a buscar el porvenir posible por medio de una acción responsable en el hoy.
Supo que la trampa de nuestro tiempo eran los extremos, que con sus purezas y sus lógicas impecables, construían sociedades inhumanas, crueles, déspotas, autoritarias, implacables en la lógica del todo o nada y, por lo tanto, las más grandes enemigas del hombre y de su humanidad.
Decía él: “Los extremos, por razones diferentes, olvidaron al hombre y lo han esclavizado, encarcelado, matado, hambreado, humillado, empobrecido y vulnerado a decenas de millones de seres humanos”.
Son esos seres humanos los que de Siberia a la sierra de Puebla, se Sarajevo a Ometepec, se Somalia a Ciudad Nezahualcóyotl, de Palestina a los Cárpatos, de la Sierra Tarahumara a Calcuta, no quieren más caudillos ni vanguardias, no quieren redentores terrestres, no quieren que nadie venga a hacerles lo que se supone que es su bien sin preguntárselo a ellos mismos y sin respetarlos. Quieren, sí, ser autores de su presente y de su futuro. Quieren ser tomados en cuenta en las decisiones que tienen que ver con ellos. Quieren distribución equitativa del tener, de las oportunidades de saber y de los ámbitos de poder. Quieren, decía: “democracia”.
La respuesta, su respuesta, se convirtió en una demanda, en una propuesta para México, en una convicción íntima, profunda y motivadora: La Democracia. Democracia entendida como institucionalización del diálogo que sea capaz de generar bienes públicos, como vigencia del estado de derecho, como tarea del bien común nacional e internacional, como organización razonable de libertades en la seguridad y en la paz.
Democracia en donde la derrota no envilece y la victoria no diviniza. En donde perder no humilla. Obedecer no rebaja. Ganar no ensoberbece. Y mandar no enferma.
Carlos nos enseñó con su ejemplo de vida, con su entereza y con su convicción a creer en la democracia, a mirarla siempre como una oportunidad y no como un peligro, a no tener al gobierno de muchos ni a sus instituciones, a confiar en la opinión pública y a someternos a su juicio a arriesgarnos a ser demócratas.
Señoras y señores legisladores; señoras y señores:
Hoy asistimos a una plenamente republicana, en donde uno de los poderes del Estado Nacional decide condecorar a Carlos Castillo Peraza con la Medalla “Belisario Domínguez”.
Estoy seguro que Carlos sabe que no solo lo homenajeamos a él. Estoy convencido que sabe que lo que realmente estamos honrando es su causa. Hoy se privilegia y se hace honor a la política y a la democracia en este Senado de la República.
La decisión que tomamos fue producto de opiniones rectas, planteadas con honestidad y con valentía por todos los que tuvieron interés y derecho a hacerlo, aunque algunos tuvieran que disentir.
La medalla es un símbolo. El verdadero homenaje a Carlos Castillo Peraza, es la vida diaria de esta Cámara, del Congreso de la Unión, de este país que erradicó el presidencialismo extremo y puso en el centro de la vida política al pluralismo, en donde todos cabemos y todos tenemos algo que decir, un interés que defender y un espacio público para hacerlo.
Carlos también se preguntó: ¿Cuál es el acontecimiento del tamaño necesario y suficiente para suscitar un cambio radical? ¿Cómo suscitarlo? ¿Quién podría hacerlo?
El senador Belisario Domínguez se atrevió a provocar uno de esos acontecimientos, sabiendo que la vida le iba en juego tomó su destino en sus manos y pronunció los discursos de septiembre de 1913. Alzó la voz por la democracia y por la legitimidad del gobierno mexicano, preparando la bala del 7 de octubre de aquél año en que murió por la patria en defensa de la libertad. Ese fue uno, radical, de los muchos acontecimientos que prepararon el futuro que esperaba Carlos. La lucha del pueblo mexicano por la democracia fue larga, fue sangrienta, estuvo plagada de traiciones y retrocesos, pero lo logramos. Conquistamos la victoria cultural de la democracia para México y somos nosotros los que ahora debemos construir nuestra nueva utopía.
Castillo Peraza, junto con muchos hombres y mujeres de todas las convicciones que habitan en México, con personajes de la talla de Heberto Castillo y de Reyes Heroles, imaginó la transición a la democracia mexicana y puso su corazón, su inteligencia y sus manos a la obra.
Supo que tras la crisis política del 88, se requería de todo el esfuerzo, de toda la imaginación y la voluntad y de enormes dosis de generosidad para construir el escenario donde fueran factibles los cambios estructurales que demandaba México.
Hoy lo recordamos como uno de los grandes ideólogos de la transición mexicana; como un hombre sin cuyas ideas y vocación de hacer política podríamos haber escrito otra historia, una historia con fuego, con sangre, con lágrimas, con dolor. Y Carlos Castillo Pereza se propuso evitar el dolor hasta el límite de sus capacidades.
Combatió con igual entereza al poder corrompido y corruptor que a la posición ideológica incorrupta y pura porque descubrió que el diálogo entre ellas era imposible y que en esa falta dialéctica asoma sus fauces una sociedad intolerante, radical, presta a la sangre y a la rapiña, y ese no era el porvenir que Carlos imaginaba posible.
Defendió la lógica de la oposición dispuesta a ser política y corrió el riesgo de ser señalado por los perfeccionistas y por los maniqueos, por los falsos profetas del ideal sin tacha, porque supo que en la vida del hombre, del hombre real, el valor está en el bien posible, en el resultado tangible que sólo se construye en el entendimiento y en el diálogo.
Para Carlos Castillo Pereza la legitimidad y autenticidad de la representación política y de la dignidad del Poder Legislativo, eran elementos indispensables para la construcción del espacio público, del espacio donde la palabra adquiriera la resonancia suficiente para ser motor de cambios, para producir transformaciones y generar los bienes posibles; lo que nadie puede regatear, los que están al alcance de la conciencia honesta y de la convicción de servicio.
El México que Carlos creyó posible ha fincado sus reales en nuestro suelo, las luchas de Carlos son un bien que se concretó. Sigue nuestra responsabilidad, sigue la construcción del México posible.
Necesitamos una democracia fuerte y eficaz que ahuyente cualquier tentación de retroceso autoritario, necesitamos un estado de derecho que erradique la cultura de la ilegalidad y que fomente más la transparencia y la rendición de cuentas; necesitamos un México que se inserte exitosamente en la mundialización.
La agenda es amplia, el reto es enorme, pero si Belisario Domínguez con su valor y con su muerte; si Carlos Castillo Pereza con su convicción y con su vida fueron capaces de detonar algunos de los acontecimientos que nos dieron democracia, a nosotros nos corresponde en la pluralidad, en el respeto, en el diálogo razonable, y en el amor a México provocar el acontecimiento que nos de una patria ordenada, un país confiado en sí mismo, en sus fortalezas y en sus virtudes; una país con vocación de triunfo en donde sea posible construir una vida más digna para todos. Muchas gracias. (Aplausos).
-EL C. PRESIDENTE CREEL MIRANDA: licenciado Felipe Calderón Hinojosa, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, con fundamento en el artículo 100 de la Ley Orgánica del Congreso General, y en el acuerdo del pleno del Senado de la República, aprobado en esta Sesión Solemne, solicito a usted, señor presidente, entregue la Medalla Belisario Domínguez a la señora Julieta López Morales, esposa de nuestro galardonado, Carlos Castillo Peraza, y le haga entrega del diploma que lo acredita como miembro de la Orden Mexicana de esta presea. (Se entrega la Medalla de Honor Belisario Domínguez)
-EL C. SECRETARIO ZOREDA NOVELO: Se solicita a todos ponerse de pie. (Todos de pie). (Aplausos). Sírvanse tomar asiento.
-EL C. PRESIDENTE CREEL MIRANDA: Ahora tiene la palabra el licenciado Julio Castillo López, hijo del señor Carlos Castillo Peraza, que hará uso de nuestra tribuna aquí en el Senado de la República.
-EL C. LICENCIADO JULIO CASTILLO LOPEZ: Señor Presidente Felipe Calderón, agradezco mucho su presencia, es un honor contar con usted, presidente Santiago Creel, de los senadores, muchísimas gracias por todo; a toda la Mesa Directiva, al vicepresidente de la Cámara de Diputados, Cristian Castaño y al Ministro Presidente, Guillermo Ortiz Mayagoitia, muchas gracias.
También me gustaría mucho agradecer a la Comisión de la Medalla Belisario Domínguez, que es en donde se llevó acabo ese debate.
Es para mí un honor estar en la tribuna más importante de nuestro país, a nombre de mi familia y en representación de mi padre, también es un honor poder estar con todos ustedes y agradecer a cada uno de los senadores que hicieron posible este momento.
Hoy nos encontramos aquí personas de diferentes ideologías y formas de entender la política, pero con el fin común de hacer de México un lugar mejor para todos, y es por eso que podemos ser copartícipes de la unidad de nuestro país.
Mi padre hizo de la amistad un pilar del entendimiento, y hoy en todo el recinto me siento rodeado de viejos amigos, amigos de todo y en todos lados, amigos que vinieron desde lejos a la ceremonia, y amigos ausentes a los que siempre se les recuerda. Mi padre decía que sin espíritu de diálogo, de búsqueda común de la verdad política, el hombre entra en un laberinto, no sabe de donde parte, ni a donde llega.
Belisario Domínguez fue un valiente legislador que por pensar diferente jugó con la muerte. Mi padre, plasmando ideas, siempre en vida logró cambiar un poco las cosas.
Mi padre tuvo muchos oficios a lo largo de su vida, fue escritor, político, periodista, profesor, conferencista. Escribió textos de gran trascendencia en los que logró plasmar las ideas que ayudaron a hacer de nuestro país un lugar más justo y democrático para todos.
También tenía un sentido crítico del porvenir impresionante, en sus textos se pueden encontrar temas como la Globalización y la Mundialización de los que se seguirá hablando un buen tiempo. En realidad sus escritos estaban llenos de ideas, ideas para alcanzar el porvenir posible del que tanto hablaba.
En periódicos, revistas, en discurso y en tribuna, defendió sus conceptos, y aunque tenía extremos inalcanzables, casi siempre se llegaron a acuerdos que se convirtieron en hechos.
En su última faceta, cuanto tuvo un programa de televisión, todos podemos apreciar su capacidad argumentativa y de diálogo, puedo decir que mi papá se dedicaba a hacer ideas, ideas que primero plasmó en palabras y después llevó acabo en la política.
Creo que el reconocimiento se le entrega por eso, y en realidad es un orgullo. Creo que un país que reconoce las ideas, es un país que está en buenas manos. La riqueza está en la diversidad que nos une, a fin de cuentas.
No me resta más que agradecer a todas las personas presentes que hicieron esto posible. Yo puedo decir con mucho orgullo que el país que vio nacer a mi padre es muy distinto al que nos dejó al morir. Espero que todos hagamos lo propio para seguir con ese camino. Muchísimas gracias. (Aplausos).
-EL C. PRESIDENTE CREEL MIRANDA: La Mesa Directiva, en nombre del Senado de la República le solicita que, puestos de pie, guardemos un minuto de silencio a fin de honrar la memoria de los miembros de la Orden Mexicana de la Medalla Belisario Domínguez, que han fallecido. (Todos de pie guardan un minuto de silencio))
-EL C. SECRETARIO ZOREDA NOVELO: Sírvanse tomar asiento.
-EL C. PRESIDENTE CREEL MIRANDA: A nombre del Senado de la República, deseo expresar nuestro agradecimiento al ciudadano Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, al licenciado Felipe Calderón Hinojosa;
Al Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al Ministro Guillermo Ortiz Mayagoitia;
Y al Vicepresidente de la Cámara de Diputados, Diputado Cristian Castaño Contreras, así como a todos nuestros distinguidos invitados, por su asistencia a esta Sesión Solemne.
Una vez que se rindan los honores al Titular del Poder Ejecutivo, se solicita al Presidente de los Estados Unidos Mexicanos; a la señora Julieta López Morales, esposa de nuestro galardonado, Carlos Castillo Peraza; al Ministro Guillermo Ortiz Mayagoitia; al Diputado Cristian Castaño Contreras, y al licenciado Juan Sabines Guerrero, se trasladen al Muro de Honor de la Medalla “Belisario Domínguez”, a fin de develar el nombre del galardonado.
Asimismo, se solicita a nuestros invitados nos acompañen al Patio Central para las guardias de honor ante la Estatua del Senador Belisario Domínguez.
-EL C. SECRETARIO ZOREDA NOVELO: Se les solicita ponerse de pie a fin de entonar el Himno Nacional.
(Todos de pie)
-EL C. PRESIDENTE CREEL MIRANDA: Se levanta la sesión. (Aplausos).
(Se levantó la sesión a las 12:50 horas)

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