26 feb 2008

Sí a Kosovo, ¿no a Palestina?

Sí a Kosovo, ¿no a Palestina?/Por John V. Whitbeck, experto en derecho internacional y asesor del equipo palestino en las negociaciones con Israel. Autor de El mundo según Whitbeck
Publicado en LA VANGUARDIA, 26/02/2008;
Kosovo acaba de proclamar su declaración unilateral de independencia. Estados Unidos y la mayoría de los países de la Unión Europea (con la señalada excepción de España) se apresuran -haciendo imprudentemente caso omiso del derecho internacional- a ampliar el reconocimiento diplomático a este “nuevo país”.
Las consecuencias de tal precedente se han debatido profusamente en relación con otras infortunadas áreas de otros países soberanos reconocidos internacionalmente donde existen intensos movimientos separatistas que ponen en práctica un precario pero efectivo autogobierno, como Abjasia, Osetia del Sur, Transnistria, Nagorno-Karabaj, la república Srpska, la república turca del norte de Chipre y el Kurdistán iraquí. Una consecuencia potencialmente constructiva no ha sido, aún, objeto de debate.
La impaciencia estadounidense y europea en cercenar una parte de un país miembro de laUE (que había sido universalmente reconocido, incluso por ellos, como parte integrante del territorio soberano de tal Estado) por la razón, al parecer, de que el 90% de los habitantes de esta parte del territorio del Estado respaldan la separación, contrasta con la ilimitada paciencia de EE. UU. y la UE para acabar con la beligerante ocupación - de 40 años de duración- de Cisjordania y de la franja de Gaza (ninguna parte de las cuales es reconocida por ningún país como territorio soberano de Israel, y con relación a cuya cuestión Israel únicamente ha “proclamado” su soberanía en una minúscula parte, el Jerusalén Este ocupado). Todos los residentes legales de Cisjordania y Gaza aspiran a la libertad, como lo han hecho durante más de cuarenta años. Y, por hacerlo, son castigados, sancionados, asediados, humillados y - día tras día- muertos a manos de quienes dicen basarse en elevados criterios éticos y morales.
A ojos estadounidenses y europeos, una declaración de independencia kosovar de la soberanía serbia debe ser objeto de reconocimiento aunque Serbia no acceda. Pero su actitud fue radicalmente distinta cuando Palestina declaró la independencia de la ocupación israelí el 15 de noviembre de 1988. Entonces EE. UU. y la UE brillaron llamativamente por su ausencia, mientras más de cien países reconocieron el nuevo Estado de Palestina y su falta de reconocimiento convirtió tal declaración de independencia en un acto “simbólico” a sus propios ojos y - lamentablemente- a ojos de la mayoría de los palestinos y de otros ciudadanos de otros países.
Para EE. UU. y la UE, toda independencia palestina debe ser negociada directamente - sobre una base bilateral extremadamente desigual- entre el poder ocupante y el pueblo ocupado, con la anuencia además del ocupante. Para EE. UU. y la UE, los derechos y aspiraciones de un pueblo ocupado que lleva a sus espaldas tanto sufrimiento y maltrato - así como el derecho internacional- no son importantes.
Para EE. UU. y la UE, no cabe concebir que los albanokosovares, tras gozar de casi nueve años de régimen administrativo de la ONU y protección de la OTAN, puedan esperar más el advenimiento de su libertad, en tanto los palestinos, tras soportar más de cuarenta años de ocupación israelí, pueden esperar indefinidamente…
El precedente de Kosovo ofrece al liderazgo palestino con sede en Ramala una ocasión de oro para actualizar la agenda y restablecer su empañada reputación a ojos de su propio pueblo. Si este liderazgo cree realmente que “una solución digna basada en la existencia de dos estados” sigue siendo posible, ahora es el momento ideal para reafirmar la existencia legal del Estado de Palestina de forma clara y explícita en la totalidad del 22% del mandato de la ONU sobre Palestina (la Palestina histórica) que no fue conquistado y ocupado por Israel hasta 1967, y apelar a todos los países que no reconocieron el Estado de Palestina en 1988 - en especial, EE.UU. y la UE- a hacerlo ahora.
Naturalmente, para impedir que Estados Unidos y la UE tomen tal iniciativa a broma deberían darse consecuencias importantes y explícitas en caso de proceder de tal modo. Tales consecuencias serían el final de la ilusión de la “solución de los dos estados”.
Los líderes palestinos dejarían bien claro que, si EE. UU. y la UE, tras reconocer un segundo Estado albanés en el territorio soberano de un país de la ONU, no reconocen un Estado palestino en una minúscula parte de la patria palestina ocupada, disolverán la “Autoridad Palestina” (que, legalmente, debería haber dejado de existir en 1999, al término del “periodo provisional” de cinco años según los acuerdos de Oslo), de modo que el pueblo palestino en adelante perseguirá la justicia y la libertad mediante la democracia, con la persecución continuada y no violenta de los derechos plenos de la ciudadanía en un único Estado binacional, libre de discriminación por causa de raza y religión y con iguales derechos para todos los habitantes del actual territorio palestino/ israelí, como en cualquier auténtica democracia.
Los líderes palestinos han soportado la hipocresía occidental ejerciendo el papel de bobos crédulos durante demasiado tiempo. Es hora de apostar fuerte, de forma constructiva, y sacudir a la “comunidad internacional” para que pare mientes, sencillamente, en el hecho de que el pueblo palestino no soportará injusticias intolerables y maltrato durante más tiempo.

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