30 mar 2008

Las Flores del mal, reseña


Dice Bloom que "La fortaleza primordial de Baudelaire no radica en su espiritualidad. Es el poseedor de un ingenio catastrófico, es el genio de la visión alucinada, y su poder retórico es superado sólo por el de precursor demiurgíco Víctor Hugo, que provocaba en Baudelire una especie de locura resentida."
Agrega que T. S. Eliot lo exoneró de todos los cargos de romanticismo, rebautizó al poéta como pecador original y neoclásico y llegó al punto de declarr que el bardo de Lesbos era un segundo Goethe. "
El poeta maldito/Enric Castelló, reseña de Las Flores del mal de Jordi Llovet
Publicado en La Vanguardia, 0/03/2008
Baudelaire, retratat per Etienne Carjat
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Charles Baudelaire siempre será el poeta maldito de la historia de la literatura. Esta etiqueta la mereció por su tormentosa vida pero, sobretodo, por su torturada obra poética en verso y en prosa. Su lírica escandalizó a la moral francesa de mediados del siglo XIX e inauguró la figura del escritor fatalista. El traductor y catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada Jordi Llovet acaba de publicar una traducción al catalán de Las flores del mal, el legado literario más importante del poeta francés.
Baudelaire es una figura clave de la literatura universal.
En primer lugar, porqué implica una rotura con la poesía de su tiempo. Ofrece una síntesis del romanticismo y funda el simbolismo, donde se conjugan la evocación, lo onírico y hasta lo místico. Poetas como Mallarmé o Verlaine –también malditos– adoptaron esta postura artística y filosófica que tiende a renegar de la realidad y lleva al poeta a buscar refugio fuera de ella. Jordi Llovet dice que fue Baudelaire, junto a su amigo Théophile Gautier (a quien dedicó Las flores del mal) y Gustave Flaubert, quienes advirtieron que la burguesía de su tiempo –que había de abanderar los ideales revolucionarios– estaba corrompida y cabía repudiarla.
Modernidad y urbanidad

En segundo lugar, podemos afirmar que Baudelaire inaugura la lírica moderna. Su obra está vinculada a la urbanidad. Circular entre sus versos, especialmente entre aquellos recogidos en los Cuadros parisinos, es caminar por un Paris bohemio y canalla de la mano de un poeta con el corazón maltrecho, quien se ve como un albatros atrapado por unos pescadores que lo hieren y se burlan de él en la cubierta del barco. Humillado, el poeta se encuentra en un exilio constante, "sus alas de gigante no le dejan caminar".
Tuvo una vida corta. Me da la impresión que fue alguien que quiso vivir intensamente. Pero seguramente su personalidad fue más allá del estereotipo que protagonizó: parece ser que pintó casas, le gustaba bailar y era amigo de excentricidades de diversa índole (dicen que tenía un murciélago en una jaula encima en la mesa donde escribía). Fue adicto al vino, al opio y al hachís. Según dice Llovet, era partidario de cualquier tipo de borrachera para ver hasta donde podía llevarle, qué podía dar de sí. Al final lo encontró: murió con 46 años a causa de una combinación de problemas relacionados con enfermedades venéreas, el alcohol y las drogas.
Drama vital
El poeta nació en 1821 en la calle Hautefeuille, entre los bulevares de Saint-Michel y Saint-Germain (en la casa donde actualmente tiene la sede la editorial Hachette). Ya desde su juventud se relacionó con Gautier y Balzac en los cenáculos literarios de Paris. Se enamoró primero de Sara, también llamada Louchette, una joven prostituta del barrio latino que le transmitió la sífilis, y más tarde de Jeanne Duval, una mulata con quien se relacionó a lo largo de su vida y a quién cedió todas sus pertenencias.
Los problemas de salud, dinero y amor le sirvieron de gasolina poética. Intentó suicidarse a los 26 años (de un cuchillazo) tras dejar la siguiente nota: "Me mato porque encuentro el tedio de ir a dormir y el tedio de levantarme insoportables. Me mato porque soy inútil para los demás y peligroso para mi mismo".
Baudelaire tradujo al francés a Edgar Allan Poe. Del escritor romántico estadounidense se quedó con muchas cosas como, por ejemplo, con los ambientes nocturnos (Oh noche, amable noche), los paisajes húmedos de neblinas y un estilo prosístico que influyó en su estilo lírico. Si la estética gótica contemporánea tuviera que buscar entre sus raíces literarias, las encontraría en autores como Lord Byron, Mary Shelley, Víctor Hugo y Baudelaire. Por los versos de este corren neblinas en cielos grises, gatos convertidos en señales y símbolos y mares de melancolía ante una música con la que vibran "pasiones de un barco en pena".
Edición definitiva
Aunque ya existía una buena traducción de Xavier Benguerel de la obra, este volumen es importante porque recoge todos los poemas de la segunda edición, más veintidós composiciones añadidas por Baudelaire, las seis piezas censuradas de la primera edición y los catorce poemas añadidos en la póstuma tercera edición. Por lo tanto, podemos decir que se trata de la edición completa, en versión bilingüe, cuidadosamente anotada, prologada y acompañada de una detallada cronología: un excepcional trabajo editorial. En castellano cabe destacar la reciente edición de Nórdica libros, ilustrada por Louis Joos.
En su prólogo, Llovet indica que Baudelaire tuvo poca influencia en la literatura catalana, amarada de un noucentisme muy correcto y burgués, que desdeñaba la bohemia. El teórico de la literatura indica que Carner, Riba, Foix, Josep Pla o Josep Maria de Sagarra hablan de Baudelaire en su obra crítica, pero son más comunes las actitudes distantes y escépticas que las alabanzas. Para Llovet, "el peso de los postulados estéticos de la Renaixença catalana, del nacionalismo, del pensamiento político conservador, del auge de la burguesía catalana cuando en Francia era motivo de mofa (desde Flaubert!) y quizás, especialmente, del cristianismo más devoto y bienpensante parece haber sido un obstáculo demasiado grande para que la poesía catalana del siglo XX (…) se hiciera eco del verdadero fondo trasgresor que posee la poesía de Baudelaire".
Fitxa de lectura
Las flores del mal
Charles Baudelaire
Edición bilingüe de Carmen Morales y Claude Dubois
Ilustrada por Louis Joos
Nórdica Libros. Madrid
175 páginas

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