11 ago 2008

Los "narcosubmarinos"


Historia de los “narcosubmarinos”
Édgar Téllez, reportero
Publicado en la revista Proceso (http://www.proceso.com.mx/), 10 de agosto de 2008;
BOGOTÁ.- El tráfico ilegal de drogas mediante el uso de semisumergibles –o narcosubmarinos, como se les ha comenzado a llamar en México– se convertirá en un “dolor de cabeza” para América Latina, “porque ahora van con coca, pero no tardarán en perfeccionar el método para llevar de regreso armas y dinero en efectivo”.
La declaración corresponde al general en retiro y exdirector de la policía de Colombia Luis Enrique Montenegro, quien la externó en enero último durante una reunión que tuvo en privado con mandos de la Policía Federal Preventiva (PFP) mexicana asignados a los estados de Sinaloa y Aguascalientes.
En el encuentro, realizado en Culiacán, la capital sinaloense, le preguntaron a Montenegro acerca de los antecedentes y particularidades del tráfico de cocaína en “submarinos”.
El exjefe policiaco, quien desempeñó un papel protagónico en las guerras contra los cárteles de la droga de Medellín y Cali en la década anterior, comentó que el primer caso del empleo de una nave como éstas data del 22 de mayo de 1993.
Entonces, una patrulla de la Armada Nacional de Colombia decomisó en la Isla de Providencia –al norte del archipiélago de San Andrés, no lejos de las costas de Nicaragua– un artefacto sumergible cuando era remolcado por una pequeña embarcación. Si bien no transportaba droga, el episodio alertó a las autoridades colombianas.
Estos aparatos, explicó Montenegro, se convirtieron en una alternativa a las lanchas go fast (de alta velocidad), que “están en desuso porque muchas han caído en manos de las autoridades en altamar. Por esta razón, a comienzos de los noventa los mafiosos inventaron los semisumergibles para transportar grandes cantidades de cocaína de una forma más segura”.
El militar asegura que la idea de construir esos artefactos nació en Colombia a mediados de los noventa por iniciativa de un ingeniero ruso amigo del narcotraficante Félix Chitiva, quien trabajó al lado de los principales capos colombianos del narcotráfico, entre ellos Pablo Escobar Gaviria y los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela.
Luego de una ascendente carrera delincuencial, Chitiva fue detenido y condenado a 30 años de cárcel en Estados Unidos, de los cuales cumplió menos de 10 porque llegó a un acuerdo con las autoridades judiciales estadunidenses: delatar a sus socios y revelar sus rutas a cambio de la reducción de la pena.
El pasado 16 de junio Chitiva fue entrevistado en la W Radio de la cadena Caracol. El narcotraficante declaró a la radioemisora que su amigo ruso concibió el proyecto de construir semisumergibles para el transporte de cocaína. Dijo que la idea le pareció tan buena que presentó a su amigo con los capos Miguel Ángel y Víctor Manuel Mejía Múnera, Los Mellizos, quienes de inmediato adquirieron la tecnología necesaria para fabricar este tipo de naves, las cuales tenían que estar habilitadas para burlar los radares y contar con la mayor autonomía posible para llegar a las costas mexicanas.
“Esta gente siempre pensaba en grande –relató Chitiva–, por lo que hizo sumergibles con capacidad para desplazar más de 10 toneladas”.
Proliferación y decomisos
Entre 1993 y 1999 las autoridades colombianas decomisaron varias de estas unidades –casi una por año– en la costa atlántica nacional. En 2000, la policía localizó una bodega ubicada entre los municipios de Facatativa y Madrid, departamento de Cundinamarca, donde estaba siendo fabricado un semisumergible enorme. La tecnología usada era rusa y podía desplazar 200 toneladas de carga.
El entonces director de la oficina de la DEA –la agencia antidrogas de Estados Unidos– en Colombia, Leo Arreguín, dijo que en 32 años de carrera nunca había visto algo semejante.
Para evitar más confiscaciones, los traficantes trasladaron el uso de esas naves a la costa del Pacífico, sobre todo en las localidades de Buenaventura y Tumaco, dominios de los capos del norte del Valle y, en particular, del poderoso narcotraficante y empresario naviero Jorge Eliécer Asprilla, El Negro, quien fue extraditado a Estados Unidos en noviembre de 2000.
Mediante labores de inteligencia la Armada colombiana descubrió la estrategia de los narcos y logró decomisar cinco unidades, tres de las cuales estaban en etapa de alistamiento y dos en tránsito, pero sin narcóticos.
La guerra contra los semisumergibles se intensificó en 2007, cuando las autoridades colombianas incautaron nueve naves y detuvieron a 25 personas. En total, los aparatos transportaban siete toneladas de cocaína.
De acuerdo con reportes de la Armada, en lo que va de 2008 ha interceptado cuatro semisumergibles de gran capacidad. La operación más reciente se efectuó el 16 de junio a 60 millas al norte de Tumaco, cuando oficiales colombianos alertaron al guardacostas estadunidense USS Mcinerney en torno a la presencia de una nave sospechosa, que finalmente fue capturada. En ésta viajaban cuatro tripulantes, quienes al verse copados abrieron las válvulas de la nave –que cargaba nueve toneladas de cocaína– y la hundieron.
Las autoridades de Colombia prevén que la creciente intercepción de semisumergibles como éstos no desanimará a los narcotraficantes, que continuarán usándolos.
Semisumergibles, no “submarinos”

Las personas detenidas durante los operativos de detención han aportado información que le permitió a la Armada elaborar un documento de inteligencia –al que el reportero tuvo acceso– en el que se detallan las características de estos aparatos, a los que se denomina “semisumergibles”.
El documento señala que “casi todos estos artefactos semisumergibles tienen una autonomía de 500 a 800 millas náuticas, por lo que deben reaprovisionarse de combustible en varias ocasiones para llegar hasta las costas de México, donde los esperan los enlaces del cártel de Sinaloa. Además, como deben cruzar el Canal de Panamá, se ha detectado que utilizan barcos que a cambio de dinero los remolcan hasta llegar a mar abierto”.
“En este tipo de artefactos –explica el documento– se emplea pintura gris o azul oscuro con el fin de mimetizarlos en el mar; ofrecen una mínima sección transversal, lo que impide que sean descubiertos con facilidad por unidades de superficie mediante el empleo de radares. Para un avión de patrullaje marítimo es difícil su localización, ya que no tiene radares con capacidad para ubicar a estas naves”.
El informe de la Armada concluye que a estos aparatos de ninguna manera puede llamárseles submarinos. “Los artefactos encontrados no son submarinos (…) son semisumergibles. El submarino es un tipo especial de buque, capaz de navegar bajo el agua y por la superficie gracias a un sistema de flotabilidad variable. El semisumergible es un artefacto que no permite un hundimiento total y se mimetiza por estar a flor de agua; por tal razón no tiene una autonomía como la del submarino. Es construido artesanalmente con fibra de vidrio y su costo oscila entre 1 y 1.5 millones de dólares”.
El 15 de julio último, la Armada mexicana capturó uno de estos aparatos, que transportaba seis toneladas de cocaína enviadas desde Colombia. La embarcación, de 10 metros de eslora, fue construida con fibra de vidrio y madera. Además, estaba dotada de un motor diesel de seis cilindros y de un localizador GPS para la navegación

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