3 dic 2008

Carlos Abascal, un hombre decente

Tres opiniones sobre él, de Granados Chapa, Sergio Sarmiento y Germán Martínez en Reforma.
Columna PLAZA PÚBLICA /Miguel Ángel Granados Chapa
Carlos AbascalPublicado en Reforma (www.reforma.com) a 3 diciembre 2008;
Porque sus designios son inescrutables, Dios no atendió los ruegos que por la salud de Carlos Abascal Carranza se elevaron en la Eucaristía celebrada con ese propósito apenas el sábado pasado, y en cambio decidió acogerlo ayer por la mañana. Con la muerte del ex secretario de Gobernación concluye un capítulo de la historia del conservadurismo mexicano, no la historia misma de la extrema derecha, que ha levantado cabeza y aparece boyante en no pocos territorios de la vida pública, de la que estuvo al margen por décadas.
Quizá porque tardó en ingresar a la política pública, Abascal no pudo consolidar un liderazgo para el que parecía vocado, por herencia y convicción, pero en su hora postrera confirmó su vocación integrista, la actitud que resume en una sola conducta la religión y la política. El miércoles pasado, al recibir el doctorado honoris causa que le confirió la Universidad Anáhuac, de los Legionarios de Cristo, reiteró su compromiso con el servicio público y con Dios, una convicción que practicó durante su breve tránsito por el gobierno, como secretario del Trabajo y de Gobernación en el sexenio pasado.


El ahora extinto político se formó al lado de su padre, Salvador Abascal Infante, uno de los fundadores de la Unión Nacional Sinarquista, un austero propagandista cristiano, mitad monje, mitad soldado, que después de trabajar para la editorial Jus (propiedad del fundador del PAN, Manuel Gómez Morín) estableció su propia editorial, cuyo nombre resumía la índole de su credo católico, Tradición. En ambas empresas trabajó de muchacho Carlos Abascal, antes de ingresar en la Afianzadora Insurgentes, donde sirvió la mayor parte de su vida.
Se graduó en la Escuela Libre Derecho, y escribió su tesis profesional en la línea del tradicionalismo antiliberal, que desde el siglo XIX veía en la democracia un engendro de la masonería. "La democracia es el camino que han escogido las fuerzas internacionales de la subversión", dijo entonces. Afirmó también que "por la impotencia de la mayoría para distinguir con acierto entre lo que favorece y lo que daña al bien común, las bases fundamentales de una sociedad no deben ser fijadas mediante el voto universal, porque los votos no deben contarse, sino pesarse".
Como director general de la mencionada empresa afianzadora, la representó ante la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), de cuyo consejo directivo fue presidente de 1995 a 1997. Allí lanzó su iniciativa de Nueva Cultura Laboral, que era una denominación modernizada de la vieja tesis que proclama la conciliación de las clases en oposición a la lucha de clases del marxismo. Su posición fue bien acogida por el gobierno priista y por dirigentes sindicales como Fidel Velázquez, a cuya inclinación patronal esa tesis servía de espléndida justificación.
Vicente Fox designó a Abascal secretario del Trabajo, como clara señal de que si en los regímenes priistas la autoridad laboral se asumía como tutora de los derechos de los trabajadores, la orientación iba a ser la contraria en un gobierno, según la definición presidencial, "de empresarios para empresarios". Tanto en ese cargo como a su paso por Bucareli, Abascal hacía ostentación de su piedad. Al comenzar las juntas de trabajo con sus colaboradores, rezaba y hacía rezar una oración escrita por el Papa Clemente XI. Y hacía frecuentes invocaciones a la Virgen de Guadalupe. No tuvo empacho, siendo ya el responsable de la política nacional, en asistir a la beatificación de los mártires cristeros, hace tres años, siendo que la Ley de Asociaciones Religiosas, que Gobernación administra, limita el derecho de los funcionarios creyentes a asistir con ese carácter a actos rituales públicos.
Aunque no fue público que desde su función diera pasos en tal sentido, Abascal sostenía que la libertad de conciencia definida por la Constitución corresponde a un ámbito menor que la libertad religiosa, cuyo establecimiento era deseable. Al clausurar en enero de 2006 el Foro Ético Mundial, organizado por agrupaciones civiles afines a Acción Nacional, se manifestó por "recuperar con absoluta libertad de credo la religión como el espacio que propicie la vinculación, la revinculación del ser humano con su destino trascendente, para que le dé sentido a los valores éticos que han de comprometer su existencia".
Si bien no abjuró nunca de sus ideas contrarias a la democracia liberal ("el relativismo democrático se convierte en nihilismo", sostuvo), Abascal fue más pragmático que doctrinario en su ejercicio como servidor público. Le correspondió dar el apoyo del gobierno federal, obtenido mediante chantaje, a Ulises Ruiz, el gobernador de Oaxaca puesto en jaque por una vasta porción de sus gobernados. Y no fue ajeno a las posiciones del Consejo Coordinador Empresarial que con su propaganda influyó en la elección de 2006.
Concluida su estancia en Bucareli, Manuel Espino lo reclutó para la dirección panista, como secretario general adjunto a cargo del Distrito Federal. No pudo aplicar toda su energía a esa responsabilidad porque lo agredió un cáncer en el estómago que lo postró en las semanas recientes. Todavía pudo leer su tesis al recibir el doctorado honorario de la Anáhuac, pero ya no asistir a la misa en que el sábado se oró por su salud. El presidente Calderón y su esposa se aprestaban a participar en esa ceremonia y al enterarse de que Abascal no acudiría al templo de La esperanza de María, lo visitaron en su casa. Fue una despedida.
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Columna JAQUE MATE / Sergio Sarmiento
El toleranteReforma, 3 diciembre 2008
"Aceptemos que una de las reglas de la democracia es la tolerancia y la pluralidad".
Carlos Abascal
Nadie podría haber acusado a Carlos Abascal de ser políticamente correcto. Sus declaraciones le generaron muchas veces cuestionamientos, burlas e insultos de las clases intelectuales.
Abascal era hijo de Salvador Abascal Infante, fundador de la Unión Nacional Sinarquista, que se oponía a la educación socialista impulsada por Lázaro Cárdenas. Trabajó de mensajero en Aseguradora Insurgentes y ascendió hasta ocupar la dirección general de la empresa. Desde la presidencia de la Coparmex, llegó a un acuerdo con el líder sindical Fidel Velázquez para construir una nueva cultura laboral en el país. Cuando Vicente Fox lo nombró secretario del Trabajo, se le acusó de ser intransigente, derechista y católico.
En diciembre del 2000, cuando nombró a sus principales colaboradores en la Secretaría del Trabajo, se le cuestionó por haber encomendado a los trabajadores de México a la Virgen de Guadalupe. El 15 de marzo del 2001, Día Internacional de la Mujer, su subsecretario Rafael Estrada leyó un discurso firmado por él que decía: "En las estructuras políticas, públicas y económicas, el reto de la mujer será aportar su genio femenino en su desempeño y no masculinizándose... Una verdadera promoción de la mujer exige de la sociedad una revalorización y un reconocimiento particular de las tareas maternas y familiares". Estas palabras fueron interpretadas como un intento, que él negó, por excluir a la mujer del mundo laboral.
Una nueva andanada de cuestionamientos provocó en abril del 2001 la revelación de que había protestado ante la escuela de su hija Luz, de tercer año de secundaria, por la asignación de Aura de Carlos Fuentes como material de lectura. El párrafo que objetaba decía: "Felipe, caes sobre el cuerpo desnudo de Aura, sobre sus brazos abiertos, extendidos de un extremo al otro de la cama, igual que el Cristo negro que cuelga del muro de su faldón de seda escarlata, sus rodillas abiertas, su costado herido, su corona de brezos montada sobre la peluca negra, enmarañada, entreverada con lentejuela de plata. Aura se abrirá como un altar...". La directora de la escuela, el Instituto Félix de Jesús Rougier, levantó un acta administrativa a la maestra, Georgina Rábago, por "ir contra los valores éticos y morales del colegio". La profesora dejó de presentarse a clases e inició un juicio laboral contra la escuela.
Lejos de esconderse de los medios, Abascal dio la cara en presentaciones públicas y entrevistas. "Tacharme de inquisidor y de censor, cuando yo estoy dando muestra de esta apertura y de esta búsqueda de unidad en lo esencial, simplemente es injusto", le dijo a Reforma en una entrevista publicada el 19 de abril. Sobre su protesta por la asignación de Aura como lectura a su hija, señaló simplemente: "Actué como padre de familia".
Había buenas razones para pensar que este hombre acusado de intransigente sería un pésimo secretario del Trabajo. Yo mismo sugerí que lo mejor para el gobierno de Fox era pedirle la renuncia. Pero Abascal sorprendió a propios y extraños. Se involucró personalmente en las negociaciones laborales y con frecuencia convenció a los patrones de ofrecer un poco más. Los salarios contractuales aumentaron en términos reales, a pesar del estancamiento económico de los tres primeros años de gobierno de Fox, y las huelgas se redujeron a un mínimo. Con los sindicatos negoció una reforma laboral que se ha quedado desde entonces en la congeladora del Congreso.
Fox lo nombró secretario de Gobernación el 2 de junio de 2005, cuando Santiago Creel dejó el cargo para buscar la Presidencia de la República. Una vez más Abascal sorprendió por privilegiar el diálogo ante la fuerza. En el conflicto de Oaxaca de 2006, por ejemplo, fue siempre la voz que recomendaba cautela y diálogo ante quienes exigían el uso de la fuerza pública para liberar la ciudad.
Abascal y yo proveníamos de dos mundos distintos: él, del sinarquismo y el catolicismo; yo, del socialismo agnóstico del exilio español. Cuando estalló el escándalo sobre Aura publiqué, el 4 de mayo de 2001, un artículo titulado "Libro inmoral" en que planteaba que el texto que había que prohibir por sus pasajes obscenos era la Biblia y procedí a citar varios pasajes para demostrarlo. El propio Abascal me diría después que se había sentido personalmente herido por mi texto.
Hoy reconozco que Abascal nos dio a todos una lección. Al final fue más abierto y tolerante que muchos de quienes lo criticamos. Sí, es verdad, que nuestras ideas eran diferentes, pero la tolerancia se debe tener precisamente ante quienes piensan distinto que nosotros.
Renovaciones
Ha sido valiente el senador priista Manlio Fabio Beltrones al promover una iniciativa que permitiría a las emisoras de radio y televisión renovar sus concesiones sin necesidad de una nueva licitación, como exige la Suprema Corte. Nadie va a invertir en el largo plazo en estas concesiones si hay que licitar por ellas constantemente. En ningún país del mundo se obliga a la licitación permanente por las emisoras, ni ninguna otra concesión en México tiene este requisito. Yo reconozco mi interés de parte, ya que colaboro con empresas de radio y televisión, pero es absurdo que tengamos un sistema que castiga la inversión de largo plazo.
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Ciudadano fiel/Germán MartínezReforma, 3 de diciembre de 2008;
Henri Bergson decía que sólo era libre el hombre que era obediente al deber. Carlos Abascal fue, justamente por eso, un hombre libre, porque abrazó a cabalidad su fe personal, su credo religioso y su convicción política.
Era inquebrantable. Valiente. Uno de esos leones indomables de la ética de la responsabilidad. Siempre se hizo cargo de las consecuencias que provocaba su manera de entender el mundo. Y ése fue su principal valor. Por eso va a ser recordado: por su inalterable congruencia entre lo que pensaba, decía y hacía.
Por sus venas corrió esa sangre limpia y desprendida que hace tiempo hizo florecer, sobre todo en la provincia mexicana, a la Unión Nacional Sinarquista, esa organización de devotos de la patria, que su primera afirmación era "apoyamos el bien venga de donde venga".
No capituló frente a sus adversarios, ni negoció principios. Y siempre dialogó con todos. No se dejó atrapar por las modas, los discursos de ocasión, ni las frases efímeras. Tenía temple porque tenía templo, es decir, raíz y lugar donde poner los pies en esta tierra para mirar el porvenir trascendente.
Sabía ser autoridad y supo respetar a la autoridad. Creía que la virtud creaba comunidad, y que la comunidad sólo se edificaba desde la virtud personal. Mandando aconsejaba, estimulaba, alentaba; y, al mismo tiempo, en la obediencia siempre fue generoso.
En el partido siempre fue puntual y claro en sus objetivos. Tenía un exquisito trato humano. Es de Carlos Abascal la última reforma a los Estatutos Generales de Acción Nacional, donde el partido se acerca más a los ciudadanos, se crea un órgano interno para elegir a nuestros candidatos y se fortalece al Comité Nacional.
En la Fundación Rafael Preciado Hernández, animó la formación y la capacitación de todos los militantes en valores cívicos irrenunciables, porque sabía que la política sin valores, la política sin encarnación de la idea, sólo es un teatro de apetitos de poder.
No gesticuló. No simuló. Y estoy seguro que nunca mintió. Fue un hombre vertical. Siempre defendió la vida y a todas sus manifestaciones. No ocultó su enfado contra el aborto o la eutanasia. Enfermo y ya sin una esperanza médica tocó las puertas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para tomar personalmente la cruzada de afirmar la dignidad humana del ser humano antes de nacer.
Lo visité los últimos días de su vida, en el hospital y en su casa. Quería enterarse, con detalle, de todo. Le preocupaba el quehacer del gobierno, el destino del partido y quiénes nos representarían, como candidatos, en las próximas elecciones.
En una de esas visitas me dijo que el poder no era para administrar el patrimonio de México, sino para transformar el rostro de México. Que la ética no debe estar divorciada de la ley. Y que la política no debe perder, nunca, su sentido humano.
Fue estoico en el final. Gallardo, inalterablemente sereno. No temía a la muerte, como aquellos espartanos de la antigüedad que sabían que su muerte llenaría de gloria a su ciudad. Así, la ausencia de Carlos Abascal llena de orgullo al Partido Acción Nacional por su ejemplo y lo compromete a nunca olvidar el alma y la frente limpia de ese ciudadano fiel.
Carlos Abascal nos deja a los panistas una enseñanza vital, una lección de vida de responsabilidad social ejemplar, y de defensa pacífica de la creencia. Nos obliga siempre, como alguna vez me lo dijo, a "ser y estar firmes...".
El autor es presidente del Partido Acción Nacional
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