4 dic 2008

¿Pero qué necesidad?


¡Cuidado señores políticos no le busquen chichis a las culebras!
Este asunto de debatir la pena de muerte no tiene razón de ser.
¡Cuidado! Quizás no se dan cuenta pero están invocando a un fantasma que ya fue exorcizado.
Lo de la pena de muerte esun capitulo cerrado.
Hay que decir que costo bastante trabajo abolirla en la Constitucción; la pena capital aunque no se aplicó desde los años 60 era latente.
¡Y el paso que dimos no debe tener retorno!
Pero bueno entiendo, hay elecciones federales en 2009 y al parecer el tema da votos.
No es casual que el asunto lo haya planteada desde hace tiempo un partido político: el PVEM, y ahora lo retoma el gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, del PRI, y lo secuandan varios legisladores de ese instituto político.
En serio. No vaya ser como sucedió en Filipinas que habiendo abolido la pena de muerte en 1987, la volvieron a implantar en 1993 debido a presiones de la comunidad filipina-japonesa, y fue para casos particularmente graves como el secuestro.
Tuvieron que pasar 13 años para que la Presidenta Gloria Macapagal Arroyo firmara en definitiva la abolición lo que significaba que las condenas a muerte de más de 1, 200 detenidos fueron automáticamente conmutadas y transformadas en cadena perpetua.
Recordemos que por muchos años la pena de muerte en México estuvo latente, aunque no se aplicara. Erá un fantasma que rondaba. El artículo 22 de la Constitución señalaba hasta hace tres años que la pena de muerte “sólo podrá imponerse al traidor a la patria en guerra extranjera, al parricida, al homicida con alevosía, premeditación y ventaja, al incendiario, al plagiario, al salteador de caminos, al pirata y a los reos de delitos graves del orden militar”.
¡Es decir a mucha gente!
Si algo hizo bueno el presidente Vicente Fox -atendiendo las recomendaciones del excanciller Jorge Castañeda, y tal como lo marcan os acuerdos internacionales- fue enviar una iniciativa de ley en materia de Derechos Humanos, donde de entrada se pedía se suprimiera de manera definitiva la pena de muerte. Par que dejarla latente
Y dejénme decir que tardo en aprobarse; la iniciativa estuvo varios meses en comisiones del Senado.
Ahora se entiende que el clima de violencia es imparable y muchas encuestas dan un buen porcetante de gente que esta de acuerdo con que se aplique sobreretodo a los secuestradores.
Hace cuatro años en la marcha cuidadana del 27 de junio de 2004, un grupo de ciudadanos portaban pancatas, banderines y camisetas pidiendo la aplicación de la pena de muerte para los secuestradores: "muerto el perro se acabo la rabia", rezaba uno de los carteles.
Lo dije entnce y lo repito de nuevo. Esta exigencia "ciudadana" es peligrosa, la percepción de inseguridad que existe en el país en este momento no debe traducirse en medidas autoritarias que después todos deploremos
El paso que hemos dado hacia la democracia, el respeto a las libertades y la observancia del derecho no debe tener retorno.
Además el asunto de la pena de muerte puede partidizarse y ser punta de lanza de algunos políticos, como lo sucedió e un momento en las Filipinas. ¿O no?
México es un país democrático y una democracia que se precie de serlo debe rechazar contundentemente la pena de muerte. ¡Punto!
Permitir la pena de muerte en un sistema democrático es tanto como retroceder en la historia.
Hace unos años un estudio de The New York Times reveló que en diez de los doce Estados de la Unión que aplican la pena de muerte, el índice de homicidios fue superior al de los Estados que no la aplican. Lo que demuestra que la pena de muerte no reduce la criminalidad: sólo elimina a los criminales.
Cuidado señores no le busquen...porque puede encontrar.
Como dice Juan Gabriel ¿pero qué necesidad?
PD: La pena de muerte en Jamaica:
El parlamento de Jamaica decidió hace una semana conservar en su Constitución la pena de muerte, y lo hizo en un momento en que el país caribeño hace frente a una oleada de delitos violentos. Jamaica tiene una de las tasas de homicidios más elevadas del mundo.
Y claro ese país no ha ejecutado a nadie en 20 años, pero la pena capital se encuentra en las leyes aunque los últimos gobiernos del Partido Nacional Popular se han negado a emitir órdenes para aplicarla.
Hace unos días el Partido Laborista -que ascendió al poder el año pasado-, buscó reunir apoyo para reanudar las ejecuciones. Cuando se les preguntó si se debía mantener la pena de muerte, 34 integrantes del parlamento respondieron que sí y 15 que no. Hubo 10 ausencias.
***
Recomiendo el artículo de Leo Zuckerman en su columna Juegos de poder que se publica en Excélsior de hoy;
Argumentos en contra de la pena de muerte I
Humberto Moreira, gobernador de Coahuila, sabe leer bien las encuestas. La gente está preocupada y enojada por el aumento de la criminalidad. Se siente amenazada y agraviada por delitos como el secuestro y el homicidio. Quiere soluciones rápidas y piensa que la pena capital para los secuestradores podría ser una de ellas. Por eso, la legislatura de Coahuila, con el evidente apoyo del gobernador, envió al Congreso federal una iniciativa de reforma a la Constitución para restaurar en México la pena de muerte. Esto con el fin de aplicarla en Coahuila a los secuestradores que asesinen a sus víctimas.
Esta decisión ha puesto sobre la mesa el tema de la pena capital. Considero que este asunto, lejos de desecharlo de un plumazo aduciendo que es inconstitucional o inmoral, debe debatirse con mucha seriedad. Al fin y al cabo, la mayoría de los mexicanos está a favor de ella. La Encuesta Nacional de Parametría de febrero de 2008 “muestra que los delitos para los que la población cree que la pena de muerte debe ser aplicada son los secuestros (60%), homicidios (64%) y violaciones (68%)”. No sorprende, entonces, que haya políticos que prometan la reinstauración de la pena de muerte. Ven en ello una oportunidad electoral de quedar bien con la mayoría de la población. Por ello quienes estamos en contra de la pena capital debemos debatir y convencer a aquellos que sí creen que podría ser una solución a los altos niveles de criminalidad existentes en el país.
Es en este sentido que a continuación presento algunos argumentos en contra de la pena de muerte. No son de carácter jurídico, religioso o ético. Tienen que ver, estrictamente, con la efectividad real de esta pena para bajar los índices delictivos, sobre todo en aquellos que agravian más a la sociedad como son el secuestro y el homicidio.
La evidencia empírica demuestra que la pena de muerte no intimida a los criminales. Si así fuera, en los lugares donde existe, habría menos delitos que en los sitios donde está prohibida. De hecho, ocurre lo contrario.
En 1976 se restituyó la pena capital en Estados Unidos. Las ejecuciones de criminales pasaron de cero a un poco menos de 60 por año en 1996. Y la tasa anual de homicidios por 100 mil habitantes no cambió en esos 20 años. En ese país, en 2004, la media anual de asesinatos en estados donde existe la pena de muerte era de 5.71 por 100 mil habitantes, mientras que, en estados libres de la pena capital, el porcentaje era tan sólo de 4.02 por 100 mil habitantes. En 2007, el promedio anual de asesinatos donde existía la pena capital era de 5.5 por 100 mil habitantes mientras que en las entidades donde no existe la pena de muerte había caído a 3.3, de acuerdo con el Death Penalty Information Center.
En Canadá, según datos de la secretaria general de Amnistía Internacional, “en 2003, 27 años después de la abolición de la pena de muerte, el índice de asesinatos había caído 44% desde los niveles de 1975 (antes de que se suprimiese la pena capital)”. De acuerdo con un reporte del Consejo Europeo, “en Lituania ningún criminal ha sido ejecutado desde 1996 y el número de asesinatos ha caído consistentemente. En Georgia la pena capital fue abolida en 1997 y desde entonces ha habido un declive impresionante en el número de homicidios intencionales”. Finalmente, un estudio de las Naciones Unidas de 1998 no deja dudas al respecto: “No hay pruebas científicas de que las ejecuciones tienen un efecto disuasivo más que la cadena perpetua”.
En suma, la evidencia de distintos países demuestra la ineficacia de la pena de muerte: no sirve como elemento disuasivo para los criminales potenciales. Este es un primer argumento en contra de este castigo. Pero hay más. Mañana, en este mismo espacio, los presentaré

1 comentario:

Alejandro Coria G dijo...

Mi muy estimado Fred:

Este asunto de la pena de muerte, que parecía asunto superado, no deja de ser preocupante porque mucha gente se ha enganchado nuevamente dado que no encuentra respuestas satisfactorias a su indignación, aunque un poco influyen los medios de comunicación y algunas agrupaciones que insisten en penalizar sólo el secuestro.
Yo estoy totalmente en contra, pero quiero manifestarlo simplemente de otro modo.
En mi medio, con mis familiares, lo que preocupa son los asaltos en el micro, los robos en casa habitación, la pérdida del empleo.
Insistamos, sin embargo, en gritar que la muerte no da soluciones ni aplaca la venganza social.
Un abrazo.

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