6 mar 2009

Los cambios en Los Pinos

Columna PLAZA PÚBLICA /Miguel Ángel Granados Chapa
Reajuste desde Los Pinos
Publicado en Reforma, 4 marzo 2009
Un año permaneció en su cargo Sergio Vela desde que la renuncia de su principal colaboradora, la doctora Carmen Quintanilla, dejó en claro las deficiencias de la presidencia del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. En cambio, Luis Téllez se va apenas unas semanas después de que quedaron abiertas al público las disputas del secretario con Héctor Osuna, presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones, y su ex subsecretaria Purificación Carpinteyro. La causa es la diferencia de los públicos y los intereses que atendían ambos ahora ex funcionarios del gobierno federal.
Téllez estaba destinado a una función distinta de la que finalmente ocupó en la administración de Felipe Calderón. Javier Lozano, que había presidido la Cofetel, sería el secretario de Comunicaciones y Transportes. Pero los gigantes de la telefonía y la televisión, que lo conocían bien y disponen de poder de veto, impidieron su designación. De ese modo llegó Téllez al colosal conjunto realizado a mitad del siglo pasado por Carlos Lazo. Pero el área de telecomunicaciones que le corresponde estaba ya ocupada por la Comisión federal respectiva, representante de intereses diversos a los suyos. De modo que estratégicamente el secretario integró su personal con miras a minar, de diversas maneras, la estructura y funcionamiento de la Cofetel.
Eligió para ello como subsecretario y director de Asuntos Jurídicos a dos personas que pugnaban en tribunales por permanecer en la Cofetel, cuyos nombramientos expidió Vicente Fox y objetó el Senado. Durante los años en que coincidieron su papel de altos funcionarios de la SCT y de litigantes en causa propia fueron un valladar de la SCT ante la casa a la que pretendían permanecer. Finalmente lo lograron y actualmente Rafael del Villar y Gonzalo Martínez Pous son "los hombres de Téllez" en la Comisión, opuestos a las decisiones de los tres consejeros restantes: Héctor Osuna, Ernesto Gil Elorduy y José Luis Peralta.
El año pasado se produjo un episodio típico de la pésima relación entre Téllez y Osuna, en torno a un juicio de amparo iniciado por Telcel en su permanente disputa referida a tarifas por servicios que presta a sus competidores. Téllez ignoró un mandato judicial a favor de Telcel porque por maniobras burocráticas organizadas por Osuna el aviso llegó a donde no debía llegar por lo que el secretario materialmente no lo conocía aunque formalmente debió respetarlo. En medio de una tormenta de referencias telefónicas dijo estar harto del pleito con Osuna y sugirió con una expresión vulgar (habitual en España pero soez a oídos mexicanos) lo que debería hacerse con éste.
Calderón evidentemente tomó partido por Osuna. En septiembre pasado impuso a Téllez como subsecretaria a Purificación Carpinteyro que, alentada por la designación presidencial, creyó posible actuar sin subordinarse al secretario hasta que en enero pasado el Presidente tuvo que aceptar su renuncia, favoreciendo a Téllez. Pero pronto, ahora, Calderón cobró ese momento de triunfo del secretario, del que pudo disfrutar poco, pues enseguida se conocieron las grabaciones que muestran a un Téllez irritable y grosero, utilizando el nombre del Presidente: si éste no está de acuerdo, dice en una de las conversaciones, pues que me quite.
Ya lo quitó Calderón. Obviamente con su renuncia no se allanan sino al contrario se erizan más las zonas de disputa entre dos de los mayores poderes fácticos (de hecho) del país. Televisa y Telmex. Éste ha sido colocado en una posición que ni siquiera el magnate más poderoso de México, Carlos Slim, su dueño, ha impedido que prevalezca: cada día tiene en su contra mayor presión en las varias actividades telefónicas, y cada día se retrasa la modificación a su título de concesión para ofrecer el servicio de televisión, con lo cual queda en desventaja frente a quienes ya dan a su clientela internet, televisión y telefonía.
Acaso influyó en la decisión de Calderón el hecho de que su secretario de Comunicaciones llevara como Marcial Maciel, por más de dos años, una vida doble. Es decir que simultáneamente a su vida matrimonial mantuvo una relación extraconyugal. Esa conducta suele ser mal vista en Acción Nacional, por convicciones profundas o por hipocresía, como lo ha padecido Santiago Creel, que estuvo en ese caso.
Su sucesor, Juan Molinar Horcasitas, además de las instrucciones que recibió ayer en Los Pinos, tiene la implícita de restaurar los equilibrios en la industria o imponer el desequilibrio. Algo que a los panistas de antaño encolerizaba a veces y en otras los divertía, el carácter de milusos de un funcionario es ya una práctica común en aquel partido de oposición convertido al poder: Molinar ha sido funcionario del IFE, consejero electoral, subsecretario de desarrollo político de Gobernación, diputado federal, director del IMSS. O sea que encarna el dicho de que aprendiz de todo es oficial de nada. Sus malas pulgas, adicionalmente, pueden servir para mostrar su personalidad pero no para conciliar los descomunales intereses que se enfrentan en su terreno. Como es hombre inteligente y entrenado para el análisis político, sin embargo, es deseable que deje atrás sus enojos y devuelva la paz al ámbito de las telecomunicaciones.
Dos asuntos de carácter penal no deben concluir tras la renuncia de Téllez: nunca se ha descubierto a un practicante de espionaje telefónico, ni se había acusado penalmente a nadie por delitos cometidos en su desempeño.
Cajón de Sastre
Una de las primeras tareas a que deberá enfrentarse el nuevo secretario de Comunicaciones es la controversia constitucional iniciada por la Cámara de Diputados a causa del reglamento interior de la SCT, que confiere al titular poderes indelegables en materias tan delicadas como la emisión y refrendo de concesiones en materia de telecomunicaciones y de radio y televisión. Si permanece el punto de vista presidencial Juan Molinar coadyuvará con la Consejería Jurídica de la Presidencia a procurar que el reglamento se mantenga tal cual fue emitido. Pero si el haber "escogido a Osuna", que acaso determinó la salida de Téllez, supone un cambio de la posición presidencial hasta podría haber un allanamiento ante la Corte, y publicar un nuevo reglamento que dedique más que un párrafo a la Cofetel y le dé un nuevo lugar en la estructura de la SCT.
Correo electrónico: miguelangel@granadoschapa.com
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Columna JAQUE MATE /Sergio Sarmiento
Téllez fuera
Reforma, 4 marzo 2009
"El chantaje se ha vuelto respetable". Robert G. Menzies
"Ya no estamos en los tiempos de Fox". Luis Téllez aparentemente le dijo esto hace algunos meses a un funcionario del gobierno panista que se negaba a aceptar una instrucción suya. A esto, el funcionario respondió: "Tampoco en los de Salinas".
Quizá este intercambio nos revele por qué Téllez no podía permanecer ya en el gabinete. El hasta ayer secretario de Comunicaciones y Transportes, quien se desesperaba ante los "traidores" que no aceptaban sus instrucciones, era visto por los funcionarios panistas como una simple herencia de los viejos tiempos del PRI.
El presidente Felipe Calderón hizo lo posible por sostener a Téllez. En la disputa que éste sostuvo con Purificación Carpinteyro, quien ocupó brevemente una Subsecretaría de Comunicaciones tras ser nombrada directamente por el Presidente, Carpinteyro fue derrotada y tuvo que renunciar. Además fue sometida a una acusación penal por la SCT y a una investigación sobre los gastos realizados durante su periodo como titular de Correos de México.
Cuando las conversaciones telefónicas de Téllez empezaron a salir a la luz pública, el Presidente quiso aguantar el escándalo. La afirmación de que el secretario estaba siendo chantajeado por alguna persona no identificada que exigía su renuncia hacía muy difícil deshacerse de él. Un gobierno que cede a una presión de este tipo difícilmente logrará mantener su independencia.
Al final, sin embargo, la posición del secretario se volvió insostenible. Su expresión "Me cae que extraño los tiempos del PRI", grabada en una conversación telefónica, lo alejaba definitivamente de los panistas que colaboran con el Presidente. Sus descalificaciones de distintos funcionarios y políticos complicaban su permanencia en un puesto en que la negociación es indispensable. La expectativa de que se divulgaran nuevas grabaciones en las que aparentemente ofrecía una mayor colección de expresiones despectivas de personajes de la vida pública hacía su presencia en el gabinete una bomba de tiempo.
El presidente Calderón decidió no lanzar a Téllez al vacío y lo nombró asesor para la situación económica y las políticas públicas. Téllez, un hombre de gran inteligencia y amplia experiencia en estos campos, tendría mucho que aportar al Presidente si éste estuviera dispuesto a escucharlo. Queda, sin embargo, la impresión de que su permanencia en el equipo tiene más que ver con una decisión de no ceder completamente al chantaje que al aprovechamiento de sus talentos.
El reemplazo de Téllez en la SCT es Juan Molinar Horcasitas, un político sin experiencia en el campo de las comunicaciones y transportes pero que se ha ganado la confianza del Presidente como operador político desde hace años. Molinar, quien saltó a la palestra pública como consejero del Instituto Federal Electoral en los años noventa, logró en este sexenio importantes avances en la espinosa tarea de racionalizar el régimen de pensiones del Seguro Social sin provocar una confrontación con el combativo sindicato de la institución. Por otra parte, si bien se trata de un panista de relativo nuevo cuño, Molinar "garantiza... lealtad", como lo señaló ayer el presidente del PAN, Germán Martínez Cázares.
Molinar, sin embargo, se hace cargo de la cartera de comunicaciones y transportes en un momento sumamente complicado. La SCT está tratando de forzar una mayor competencia en telefonía ante la resistencia de Telmex y Telcel, que reclaman que se reconozcan las inversiones que han hecho a lo largo de los años. Las decisiones de la Suprema Corte de Justicia han dejado el mercado de la radiodifusión lleno de huecos técnicos y jurídicos. La radio necesita digitalizarse, pero no logra un acuerdo sobre el estándar que adoptará. Nuevas frecuencias están a punto de licitarse y muchas más deben ser renovadas. Las empresas de televisión de cable han empezado a dar servicio de telefonía, pero se impide a Telmex ofrecer televisión de paga que pueda competir con Televisa. Un ambicioso programa de infraestructura, esperanza del gobierno para promover una recuperación económica, tiene que aplicarse en un momento de enorme escasez de crédito. Proyectos de vital importancia, como el de punta Colonet, están detenidos en medio de la incertidumbre económica.
El gran miedo es que Molinar llegue al cargo a aprender y transcurra un tiempo demasiado largo para que empiece a ejercer un liderazgo. Si el nuevo secretario tiene que tomar un curso intensivo en comunicaciones y transportes, el sexenio habrá terminado antes de que empiece realmente a ejercer sus labores sustantivas.
Sáizar dentro
El presidente Calderón anunció también ayer que Sergio Vela deja la presidencia de Conaculta, quizá hastiado ya del martilleo constante al que diversos grupos lo han sometido. Se hace cargo de la política cultural del gobierno Consuelo Sáizar, una mujer brillante que proviene de círculos progresistas pero que se ha ganado el respeto ya de dos gobiernos panistas desde el Fondo de Cultura Económica. El cambio se había rumorado durante meses, pero al parecer el Presidente se resistía a ceder a las presiones de los grupos que querían la cabeza de Vela. Habrá que ver si Sáizar puede seguir haciendo gala de sus dotes como conciliadora en un puesto que requiere más sensibilidad política que la propia Secretaría de Gobernación.
Página en internet:
www.sergiosarmiento.com

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