16 may 2009

Columna Serpientes y Escalera

Columna Serpientes y Escaleras/ Salvador García Soto
El Universal, 16 de mayo de 2009
Es el “jefe de jefes”, señores
Dos estampas en esta semana dejaron muy claro quién sigue siendo el político con más poder dentro del viejo sistema aún vivo en México
Dos estampas en esta semana dejaron muy claro quién sigue siendo el político con más poder dentro del viejo sistema aún vivo en México. Carlos Salinas de Gortari no sólo confirmó que es el ex presidente que más influencia y presencia mantiene en la política mexicana; también corroboró —con sus acciones
y las acciones que le atribuyen— que no sólo se mantiene activo en su papel de “jefe político” del PRI, sino que se mueve y opera incluso en otros partidos, incluido el gobernante PAN.
Aunque no se haya dicho nada nuevo sobre él, de las ya conocidas y recurrentes historias de corrupción de su sexenio y los turbios negocios de su hermano Raúl, entre el libro casi escatológico de Carlos Ahumada y las declaraciones de su antecesor Miguel de la Madrid, aun con todas las imprecisiones, incoherencias y fantasías que pueda haber en ambos testimonios, hay una línea común: Salinas como el gran titiritero, el operador mayor del añejo sistema que mantuvo por siete décadas el PRI y que sigue vigente porque no han podido o no han querido desmantelarlo ni Vicente Fox ni Felipe Calderón.
La mayoría de las aseveraciones del desacreditado Ahumada ya eran conocidas sobre el papel que jugó Salinas en los videoescándalos; algunas incluso suenan difíciles de creer para quienes conocen la forma de operar del ex presidente y dudan, por ejemplo, de la veracidad de los 400 millones que, dice el empresario, le ofreció el ex mandatario, y de la presunta negociación con Fox para la liberación de Raúl.
Pero eso no quita el valor confirmatorio que tiene el texto expiatorio de Ahumada sobre el tamaño, la vigencia y el alcance de las redes políticas que mantiene el polémico ex presidente.
Más que el texto de Ahumada, que acaso sirvió para el escándalo mediático de tres días, para que el autor y la editorial hicieran negocio y vendieran un buen número de libros o para la satisfacción de López Obrador, que probó su cacareada teoría del “complot” —que tampoco lo exime de los tratos financieros que tuvo con el argentino, ni de los colaboradores corruptos de los que se rodeó en el GDF—, lo que vino a probar el “maximato político” de Salinas fue lo que dijo De la Madrid.
Buena o mala, reconocida o no por algunos medios y periodistas, ética o dudosa la autorización que tuvo del entrevistado para difundirla, la entrevista de Carmen Aristegui tuvo ante todo el valor de la oportunidad. Aunque no fue realizada para difundirse en los medios, sino para un libro que pretendía recopilar testimonios más bien históricos sobre temas y personajes polémicos, el trabajo de Aristegui dio en el punto y en el momento, y eso nadie, ni los mezquinos del periodismo, lo puede negar.
¿Habló como habló De la Madrid porque creyó que el libro que tardaría en publicarse podía ser algo así como su testimonio histórico? ¿Dijo lo que dijo porque pensó que quizá cuando eso se hiciera público a él ya no podrían reclamárselo los aludidos? ¿Se dejó llevar por la hábil periodista que lo va llevando en la entrevista y le arranca afirmaciones comprometedoras? Como haya sido, su voz quedó registrada y sus comentarios, si bien imprecisos y poco abundantes en detalles y elementos que los sostengan, son contundentes sobre sus dos acusaciones principales a los hermanos Salinas: corrupción y negocios con el narcotráfico.
Si después Emilio Gamboa trató de hacer un control de daños y junto con otros miembros de la cúpula priísta convenció a don Miguel de recular; si pesó en la vergonzosa retractación de un ex presidente, que no puede sostener ni su palabra, la amenaza directa que le mandó Salinas de revelar también información sobre los negocios turbios y el enriquecimiento de su hijo incómodo Federico, eso ya es otro asunto.
El valor de la entrevista difundida por Carmen, de las declaraciones puntuales —que no quiere decir plenamente sustentadas— de De la Madrid,
y de su posterior y humillante retractación pública es incuestionable: exhibió quién manda en el viejo sistema que se resiste a morir ante la incapacidad de los presidentes panistas para desmantelarlo. Y mostró que, como dice ese corrido que habla de la impunidad hecha leyenda, es el “jefe de jefe, señores, desde arriba nomás me divierto, pues me gusta que así se confundan”.
NOTAS INDISCRETAS... El lunes próximo puede estallar un pleito entre el gobierno de Marcelo Ebrard y la ALDF. Y es que después de haber intentado hacerlo de manera “consensuada” y haber recibido a cambio la negativa y cerrazón de los asambleístas, el GDF aplicará un recorte de 4.9% al presupuesto del órgano
legislativo para ajustar las finanzas de la ciudad al momento de crisis. Desde marzo, la ALDF, junto con otros poderes y órganos autónomos de la ciudad, recibió la notificación de Ebrard y de su secretario de Finanzas, Mario Delgado, para que hicieran de motu proprio el ajuste presupuestal mencionado que, se les dijo, era obligado ante el recorte y la caída en las partidas federales que recibe el DF y que ya es de 22%. Pero la respuesta fue un rotundo “no” de la Comisión de Gobierno que encabeza, todavía, Víctor Hugo Círigo. Vinieron entonces los jaloneos y las amenazas de “golpe” a Círigo. Pero lo que será real e inmediato es que a partir del lunes la administración de Ebrard aplicará el ajuste y la confrontación podría llegar incluso a una controversia en la Corte. Agárrese… Los tres confirman que fue una “comida de amigos” y que la charla fue “larga y cordial”. A Max Cortázar se le vio irse el miércoles, a eso de las cinco, del Marriot de Polanco en su Suburban, a Óscar Argüelles en su Pontiac rojo, y a David López se le vio alejarse caminando hacia donde lo esperaba su chofer. Eso sí, de lo que hablaron ninguno quiso hablar… Poco se supo, parte por la protección de datos y parte por la discreción en los medios, pero los apellidos del niño de 21 meses que murió en Houston por la epidemia de influenza y que fue la segunda víctima de esa enfermedad en EU eran muy conocidos en el mundo empresarial mexicano… Todo indica que el candidato priísta al gobierno de Nuevo León, Rodrigo Medina, se fue a meter a la boca del lobo cuando aceptó ir a un debate con su contrincante del PAN, Fernando Elizondo, organizado por un conocido diario regio. El ganador del debate iba a ser declarado por los 191 consejeros de esa casa editorial; el problema es que cerca de 85% de esos consejeros que calificaron el desempeño de los candidatos en el debate militan o tienen nexos con el PAN, y que el dueño del diario es concuño del abanderado panista. ¿Y quién cree que ganó?... Se baten los dados. Escalera y cerramos semana.

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