17 may 2009

Revista Proceso 1698

Muerte de dos expresidentes
JENARO VILLAMIL
Revista Proceso (
www.proceso.com.mx), 1698, 17 de mayo de 2009;
El cruce de cartas y declaraciones entre los expresidentes Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari no sólo alimenta el morbo en la clase política y la opinión pública. En el fondo revelan las patologías de los hombres del poder, en este caso, la megalomanía y la senilidad. Después del escándalo propiciado por la difusión de su entrevista con Carmen Aristegui, De la Madrid quedó en calidad de cadáver viviente. Su eventual contrincante, acostumbrado al escándalo, seguramente regresará a un retiro que, esta vez, huele a definitivo. En cuanto al partido de ambos, el PRI, recibió un fuerte impacto en la línea de flotación.
En menos de cinco meses, el nombre de Carlos Salinas de Gortari ha salido a relucir no como el gran modernizador y artífice de la recuperación electoral del PRI, sino como un expresidente que presuntamente se robó la mitad de la partida secreta, como el autor intelectual de los videoescándalos difundidos en marzo de 2004 en Televisa y, a partir del miércoles 13, como cómplice de la corrupción de sus hermanos Raúl y Enrique, ambos señalados por sus presuntos vínculos con el narcotráfico.
“Me siento decepcionado, me equivoqué”, admitió Miguel de la Madrid Hurtado al referirse a su sucesor Carlos Salinas de Gortari durante la entrevista difundida por la periodista Carmen Aristegui la mañana del miércoles 13 de mayo.
“En aquel momento no tenía yo elementos de juicio sobre la moralidad de los Salinas. Me di cuenta después que es conveniente que los presidentes estén mejor informados de la moralidad de sus colaboradores”, abundó quien estuvo en Los Pinos de 1982 a 1988 y fue promotor de la Renovación Moral de la Sociedad.
–¿Desde cuándo Raúl Salinas tenía vínculos con el narcotráfico? –preguntó Aristegui.
–Yo creo que, sobre todo, a partir del gobierno de su hermano –respondió De la Madrid.
Sus palabras provocaron un terremoto al interior del PRI. Beatriz Paredes, la dirigente del partido, decidió que no había que terciar en esta polémica “entre particulares”, aunque se tratara de dos exmandatarios, ambos del Revolucionario Institucional, mientras Manlio Fabio Beltrones, dirigente de los senadores priistas, le recriminó a Emilio Gamboa las palabras del exjefe de ambos.
Salinas comenzó a operar. Hasta ese momento, el expresidente había logrado que acusadores como Luis Téllez se desdijeran o esquivar las respuestas al libro de Carlos Ahumada, Derecho de réplica, puesto en circulación recientemente. Pero ante el escándalo provocado por las confesiones de su antecesor, Carlos Salinas y sus principales colaboradores optaron por distribuir dos cartas que sellaron el silencio forzoso de De la Madrid.
La primera lleva la rúbrica del propio De la Madrid. En ella afirma que “actualmente me encuentro convaleciendo de un estado de salud que no me permite procesar adecuadamente diálogos o cuestionamientos… por lo que dejo en claro que después de haber escuchado la entrevista con la señora Aristegui, mis respuestas carecen de validez y exactitud”.
Horas antes de que se distribuyera “a la opinión pública” este comunicado, De la Madrid recibió en su domicilio de Coyoacán la visita de su exsecretario privado, Emilio Gamboa Patrón, quien lo “convenció” para que se retractara de sus dichos.
Al filo de las 22 horas del mismo miércoles 13, Carlos Salinas de Gortari distribuyó en todos los medios una carta dirigida a Carmen Aristegui, a quien acusa “de abusar de la confianza del expresidente (De la Madrid) al exponerlo en su delicada circunstancia”.
Salinas de Gortari expresa “dolor e indignación” por las palabras de Miguel de la Madrid, pero señala que sus afirmaciones “confirman su desfavorable situación de salud y la limitación de sus capacidades”.
Dónde están las incoherencias
Citando a “familiares y amigos cercanos”, Salinas de Gortari dictamina que desde hace varios meses De la Madrid “está somnoliento en las reuniones y casi no conversa con sus allegados. Al principio supusieron que se trataba de lo que se conoce como ‘senilidad prematura’, cuyos síntomas principales son pérdida de la memoria y confusión, provocados por el envejecimiento de las funciones de un tejido específico, en este caso, partes del cerebro”.
Salinas sigue relatando las afecciones pulmonares de De la Madrid y concluye con “lo publicado en los medios”: “Se trata de un mal degenerativo y avanzado, por lo que estiman que la oxigenación insuficiente ha provocado la pérdida de un tercio de su función cerebral”.
Al revisar el contenido de ambas misivas, en especial la de Salinas de Gortari, Manuel Bartlett caracteriza esta maniobra como “espeluznante”, “horrorosa”, “truculenta”. Es “la quintaesencia del salinismo”.
“¡Es un asesinato! Es un crimen. Ya mataron en vida a Miguel de la Madrid, ya lo declararon loco e idiota, pero lo quieren hacer aparecer como si fuera un suicidio. ¿En qué cabeza cabe esta truculencia?”, argumenta Bartlett.
En entrevista con Proceso, el antiguo adversario de Carlos Salinas de Gortari y colaborador cercano de De la Madrid revisa los últimos escándalos que han vinculado al expresidente, sus negociaciones con Vicente Fox, los videoescándalos de Ahumada, la alianza con el calderonismo para la privatización energética, y advierte:
“No es un asunto personal, de que me cae mal Salinas o que estoy resentido porque me arrebató la Presidencia. Eso no es cierto. A mí nadie me arrebató la Presidencia. La decisión la tomó Miguel de la Madrid porque sintió que él iba a continuar con su modelo. No. Mi diferencia es ideológica porque Salinas tiene sus tentáculos metidos en el partido”.
–¿Usted cree que es un idiota Miguel de la Madrid? –se le cuestiona.
–Vamos a tomar la tesis de su propia carta. De la Madrid dice que no tenía capacidad de discernir. Él dice que esas preguntas no las entendió nunca. Luego, hay que leer la entrevista de hora y media y yo quiero que me diga alguien si no hay un hilo conductor, una línea racional, de principio a fin.
“Tendría que salir con incoherencias, pero no hay ninguna incoherencia. Pero llegar al extremo de hacerlo firmar en donde él se reconoce como un débil mental, eso sí, es verdaderamente en extremo espeluznante”.
Téllez y la partida secreta
Una circunstancia muy similar ocurrió el 12 de febrero último. También en el noticiario radiofónico de MVS, Carmen Aristegui difundió una grabación en la cual se escuchaba al entonces secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, afirmar que Salinas de Gortari “se robó la mitad de la cuenta secreta”.
El exsecretario de Energía en el sexenio de Ernesto Zedillo también afirmó que tanto Carlos Salinas como su esposa Ana Paula Girard Rivero, al igual que el expresidente José López Portillo “creen que el país no les agradece lo que hicieron por México”.
“López Portillo destrozó al país y Salinas también”, afirmó Téllez.
Al difundirlas, Aristegui aclaró que se trataba de una conversación grabada en noviembre de 2006, poco antes de que iniciara el gobierno de Felipe Calderón. Diana Pando, presunta compañera sentimental de Téllez, fue quien entregó a la conductora de Primera Emisión la grabación; incluso afirmó que ese material la conocía el propio Salinas de Gortari.
El mismo día de que se difundieron sus palabras, Téllez convocó a una conferencia de prensa en un hotel cercano al World Trade Center. Leyó un comunicado de una cuartilla. Reconoció que la grabación era real, que hizo esas afirmaciones ante un grupo de amigos en el marco de una comida casual. “Lo dije de manera indebida ya que carecía de sustento alguno”, justificó.
Y remató: “Nunca tuve ni he tenido evidencia alguna sobre acciones ilícitas del expresidente Carlos Salinas de Gortari”.
Un día después se difundieron otras grabaciones privadas de Luis Téllez, protagonista en ese momento de una agria disputa con la exsubsecretaria de Comunicaciones, Purificación Carpinteyro. Téllez en esas grabaciones despotricó contra la Cofetel, contra Carpinteyro y contra varios colaboradores de Felipe Calderón. “Me cae que extraño al PRI”, afirmó.
En varios medios circularon otras intercepciones telefónicas de Luis Téllez. A principios de marzo, por ejemplo, circuló en el Senado de la República un anónimo contra el entonces funcionario en el que se reseñaban otra batería de grabaciones contra él.
En uno de los párrafos se leyó:
“El que se va a poner furioso es Emilio Gamboa. ¿Te acuerdas de tu larga llamada en donde dices que las estaciones de radio él las regaló a los amigos de Salinas y de los negocios que hizo cuando fue secretario?”
Insostenible ante el escándalo y los 45 litigios jurídicos detonados en el sector de telecomunicaciones, Téllez fue removido de la SCT y ahora dirige la Bolsa Mexicana de Valores.
Sin embargo, el tema de la “partida secreta” volvió a ser mencionado en la entrevista de Aristegui con Miguel de la Madrid.
–¿Usted cree que se robó la mitad de la partida secreta? –le preguntó la periodista.
–Sí, es posible.
–¿O completa?
–No.
–¿Pero la mitad sí?
–Sí.
–¿Y sí lo hizo Salinas?
–Sí.
–¿Y cómo puede un presidente robarse la partida secreta?
–Pues porque es secreta…
–¿Y sí lo hizo Salinas?
–Sí.
–En términos prácticos, ¿cómo se usa la partida secreta?, ¿cómo está en el escritorio de un presidente?, ¿y cómo un presidente como Salinas puede robar la mitad de la partida secreta? ¿Hacen cheques?
–Sí, y porque no había justificación de lo que se erogaba de esa partida. Por eso se llamaba secreta.
La partida secreta formaba parte del rubro de Programa de Erogaciones Contingentes en el Ramo 23 del Presupuesto de Egresos de la Federación. Tanto Carlos Salinas como Ernesto Zedillo, quien la desapareció a la mitad de su sexenio, dispusieron de 12 mil 500 millones de pesos de esta partida. El 84%, 10 mil millones de pesos correspondió al sexenio de Salinas.
Videoescándalos, Salinas y Fox
El jueves 7, al cumplirse dos años de su salida de la cárcel, comenzó a distribuirse el libro de Carlos Ahumada, Derecho de réplica. La revelación más importante del excontratista de los gobiernos del PRD y del PAN en el Distrito Federal es el relato de sus encuentros con Carlos Salinas, su abogado Juan Collado, el entonces líder de los senadores del PAN, Diego Fernández de Cevallos, para planificar la difusión de los videos, a cambio de que le entregaran 400 millones de pesos, “los cuales nunca me pagaron”.
En la página 153 del libro, Ahumada sostiene: “sí, Salinas fue el cerebro de los videoescándalos. Yo fui el de los videos, él fue el del escándalo. En cuanto a Diego Fernández de Cevallos, él fue el coordinador.”
“Para ultimar la estrategia, Salinas le habló a Bernardo Gómez, vicepresidente de Televisa. Presencié la llamada”, afirma Ahumada.
Páginas después, el también empresario futbolero sostiene que “para Salinas, en lo personal y para su familia, concretamente para su hermano Raúl, fue uno de los mejores negocios que pudieron haber hecho en su vida, por un hecho que para muchos pasó inadvertido. Carlos Salinas me confió que una de las cuestiones que había negociado con el presidente Fox a cambio de los videos, a través de Diego Fernández de Cevallos, era la exoneración de todos los cargos, inclusive del homicidio, que mantenían en ese momento a Raúl en la cárcel, además de la devolución por parte de la Procuraduría General de la República de todos sus bienes, incluyendo dos millones de dólares congelados por la PGR. Y así sucedió finalmente”.
Las afirmaciones de Ahumada han sido desacreditadas por personajes y periodistas cercanos al entorno salinista, por Fernández de Cevallos, pero la sospecha de una transacción con el gobierno de Fox no se ha diluido.
Raúl Salinas fue liberado el 14 de junio de 2005, tras garantizar el pago de una fianza de 2.9 millones de dólares. Tras 10 años de encarcelamiento tenía pendiente un juicio por enriquecimiento ilícito.
El entonces vocero de Vicente Fox, Rubén Aguilar, desdeñó las preguntas que sugerían una componenda política entre Carlos Salinas y Vicente Fox. Negó que la liberación del “hermano incómodo” fuera resultado de “negociaciones políticas”.
A cuatro años de distancia, Manuel Bartlett explica que “el pleito de Salinas con Zedillo hace que se vincule con Fox. Porque Fox, que es un analfabeta ideológico, no tenía ninguna contradicción con el modelo de Salinas. Fox, a final de cuentas comparte la visión empresarial y los intereses de Salinas y de Zedillo”.
–¿Cómo se logró colar Salinas con un gobierno no priista como el de Fox? –se le pregunta a Bartlett.
–Eran lo mismo. Fox conserva el mismo aparato financiero. Son los mismos que se formaron en el Banco de México. Esto hace que Salinas pretenda seguir siendo el jefe político de este país y aprovecha la torpeza y la ignorancia de los hombres de la alternancia. Se asocia con Fox.
–¿Cómo considera usted las revelaciones del libro de Carlos Ahumada? ¿Algo se salió del guión de Carlos Salinas?
–Podría ser romántico decirlo, pero la verdad termina por imponerse. No todo se puede esconder todo el tiempo. ¿Hay algo en el libro de Ahumada que no esté en el ambiente de la opinión pública? No, pero él acusa con claridad y señala que le dieron dinero por instrucciones de Salinas, el capo, ligado a Fox.
“El presidente Fox violó todas las reglas, hizo que el estado de derecho no sirviera para nada. Esa asociación es crimen organizado. Ahí está el elemento mafioso de todo esto.”
La megalomanía de Salinas y Calderón
Para Manuel Bartlett, la gran voluntad de poder de Salinas, más allá de su sexenio y más allá de signo partidista, es el resultado “de su megalomanía”.
Dice: “Salinas reconstruye el capitalismo mexicano. En esta revolución tecnocrática, con las crisis, las privatizaciones, cambia de manos el dinero en México. Entonces, Salinas establece una relación muy estrecha con la nueva gente del dinero.”
–¿No hay disputa entonces aunque el gobierno sea del PRI o del PAN?
–No es una disputa entre modelos distintos, por eso el gran capo es Salinas. Esta voluntad de mantenerse en el poder en México como lo está haciendo y lo seguirá haciendo tiene un efecto político: mantener al PRI asociado a los grandes intereses que representan el PAN y Calderón. Es la destrucción del PRI.
“Salinas es el que mantiene al PRI sumergido. ¿Quiénes están ahí? Es el mismo grupo salinista: Beatriz Paredes, Manlio Fabio Beltrones, el heredero de Fernando Gutiérrez Barrios que en su momento fue una pieza de Salinas para realizar ciertas tareas, Emilio Gamboa.
“Insisto: no es que Salinas me caiga mal. El problema es que esa voluntad, esa megalomanía de él, exitosa hasta hoy, trae como resultado el sometimiento del PRI a los intereses de ellos”.
La influencia del poder de Carlos Salinas se ha dejado sentir al interior del PRI y del gobierno de Felipe Calderón en los últimos dos años. El proyecto de “normalización” de su presencia pública ha ido viento en popa. Asiste a los encuentros de Televisa, empresa que mantuvo un silencio absoluto en sus noticiarios frente al escándalo de esta semana.
El exmandatario asiste como invitado especial a las bodas y eventos políticos de sus amigos y excolaboradores, lo mismo al tercer informe de gobierno del mexiquense Enrique Peña Nieto, en septiembre de 2008, que a la boda en el templo de Las Vizcaínas en la Ciudad de México, de la hija de Manlio Fabio Beltrones, el 30 de junio del mismo año. Influye como gran artífice de las alianzas entre los grupos priistas que buscan la candidatura presidencial para 2012, en particular entre Beatriz Paredes, Manlio Fabio Beltrones y Enrique Peña Nieto (Proceso, 693). Incluso, dejó correr el rumor, en octubre de 2008, de que buscaría la nominación del PRI a la candidatura a gobernador en Nuevo León.
Sus alabanzas y apoyos al gobierno de Vicente Fox ya quedaron atrás. Se dedica a apuntalar al gobierno de Felipe Calderón, en especial, desde el proyecto de reforma energética.
En mayo de 2008, al presentar su libro La década perdida Salinas afirmó que con Calderón Hinojosa se “están introduciendo las reformas que eran indispensables”.
El 31 de julio de 2008, en Chihuahua, Salinas insistió que el gobierno panista “ha logrado realzar el proceso de reformas en nuestro país y el éxito que ha tenido en construir consensos en el ámbito legislativo para lograrlas”. Su gobierno no forma parte de “la década perdida” de los gobiernos de Zedillo y de Fox.
Ante esta condescendencia, el gobierno de Calderón ha evitado cualquier crítica o señalamiento directo a la figura de Carlos Salinas. El “gobierno de las manos limpias”, ante las acusaciones expresadas por Miguel de la Madrid guardó silencio. Los senadores Ricardo Monreal y Santiago Creel, del PT y del PAN, exigieron que la PGR investigara a Salinas de Gortari.
Sin embargo, la dependencia encabezada por Eduardo Medina Mora, mencionado por Carlos Ahumada como parte de la trama de los videoescándalos, afirmó que las declaraciones de Miguel de la Madrid eran “meras consideraciones personales de un ciudadano”.
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Ego herido... y amenazador
CARLOS ACOSTA CóRDOVA
Revista Proceso (
www.proceso.com.mx), 1698, 17 de mayo de 2009;
Ator de Los gastos secretos del Presidente. Caja negra del presupuesto nacional (1996), el legislador perredista Pablo Gómez documenta que en los seis años del gobierno de Salinas la partida secreta ascendió a 845 millones 671 mil dólares, al cambio promedio de cada año.
En ese libro –que elaboró con datos concretos del Presupuesto de Egresos de la Federación de varios años, a los que tuvo acceso como diputado entonces– refiere que dicha partida se utilizó para “entregar dinero a cuenta de favores o premios de desempeño por actividades políticas y la creación de un fondo personal o familiar del presidente”.
En enero del año pasado, escribió en La Palestra, un órgano informativo de los senadores del PRD, que de aquella cantidad Raúl Salinas de Gortari pudo haber depositado en Suiza los polémicos 105 millones de dólares que presuntamente el hermano incómodo reunió de un grupo de empresarios, entre los que estaban Ricardo Salinas Pliego, Carlos Peralta, Adrián Sada González, Carlos Hank Rhon y Roberto González Barrera, El Maseco, entre otros.
Pero no es una suposición de Pablo Gómez. El propio Raúl Salinas se encargó de decir que ese dinero era de su hermano Carlos quien –acusó desde la cárcel– constantemente se lo reclamaba.
En efecto, el 10 de octubre de 2000, en el noticiario nocturno de Joaquín López Dóriga, se difundió una conversación entre los hermanos Adriana y Raúl Salinas. Éste se hallaba fúrico, pues días antes se transmitió una entrevista que el propio López Dóriga y Héctor Aguilar Camín le hicieron a Carlos Salinas, en la que el expresidente dijo sentirse muy lastimado por las conductas de su hermano, sus negocios “poco claros” y la existencia, que según él desconocía, de cientos de millones de dólares depositados en bancos del extranjero.
Estalló en ira Raúl, al teléfono con Adriana. Se sintió atacado y traicionado por su hermano el expresidente. No sólo reveló que los pasaportes falsos los sacó de Gobernación por instrucciones del propio Carlos, sino que amenazó con aclarar que gran parte de esos fondos eran del erario; insinuó que Carlos mismo fue el intermediario y dijo que le parecía “una cobardía gigantesca” que Carlos le enviara a la cárcel mensajes con Juan José (Salinas Pasalagua, hijo de Raúl) “de que le manden dinero porque es de él.”
Dos de las líneas de investigación de la PGR sobre los dineros de Raúl en Suiza señalaban que esos recursos provenían de la partida secreta que manejó Carlos Salinas como presidente o que eran producto de pagos realizados por empresarios favorecidos con la privatización de empresas públicas.
Otro de los especialistas en el tema de la partida secreta es Sergio Aguayo, investigador de El Colegio de México. En un texto de 1997 sostiene que el uso personal de la partida secreta explica “algunos enigmas sobre el estilo de vida de los expresidentes”.
Dice: “Por ejemplo, sabemos que Carlos Salinas de Gortari lleva un nivel de vida muy alto, que le permite viajar por el mundo y tener una cómoda existencia en Dublín, Irlanda. ¿Cuál es el origen de su fortuna? De acuerdo con cifras oficiales, cuando fue presidente de la República, tenía un salario equivalente a 60 mil dólares al año (estimaciones para 1992). Se trata de minucias a la luz de lo que tenía a su disposición con la partida secreta: los 858 millones de dólares que gastó durante su sexenio significan que desde que entró y hasta que salió pudo gastar diariamente 390 mil dólares”.
Salinas siempre ha negado un uso personal y discrecional de la partida secreta. Inclusive, en el prólogo de la cuarta edición de su libro México, un paso difícil a la modernidad, reconoció que ese fondo se utilizaba para apoyar a “partidos políticos, dirigentes, empresarios, sindicatos, organizaciones rurales, intelectuales, organizaciones religiosas y medios de comunicación, entre muchos otros, incluidas personas que realizaban otras tareas que se consideraban también necesarias”.
Precisamente por el secretismo en el uso de esos recursos, la falta de vigilancia y supervisión de los mismos ha sido difícil documentar quiénes se beneficiaron de la partida secreta, si bien con el tiempo han ido conociéndose casos concretos como, por ejemplo, el de Héctor Aguilar Camín y la revista Nexos, que fue apoyada por Salinas con cerca de 3.5 millones de pesos, por distintos servicios a la Presidencia.
Recursos de esa partida se destinaron, también, para apoyar personalmente a exmilitantes de organizaciones políticas de izquierda –antiguos críticos del sistema–, con el fin de cooptarlos. De hecho, muchos de los programas específicos del Pronasol, la estrategia salinista de combate a la pobreza, fueron dirigidos y ejecutados por personajes de probada capacidad para manipular masas y que alguna vez militaron en la izquierda. Había de todo en Solidaridad: exguerrilleros, excomunistas, extrotskistas, exmaoístas...
Revisiones a las cuentas públicas hechas por legisladores dieron cuenta, en distintos momentos, que recursos de la partida secreta fueron a parar a manos de secretarios de Estado, subsecretarios, empresarios, procuradores, familiares del propio presidente Salinas.
Para éstos últimos, los beneficios también llegaban en especie, como relató Proceso (943) la última semana de noviembre de 1994, en el ocaso del gobierno salinista:
“Al mediodía (del lunes 21), una despreocupada aparición de autos de lujo, blindados, para familiares y amigos del presidente Salinas. Como la agenda presidencial de ese día era ‘privada’, pocos reporteros se aparecieron temprano por la sala de prensa de Los Pinos. Tres de los que siempre están allí detectaron frente a la puerta número uno de la residencia oficial tres autos Volkswagen Jetta VRG, GLX, sin placas: uno negro, otro azul metálico y el tercero gris.
“Enrique Ramírez, en El Día del martes 22, describió sus características: ‘Asientos de piel, rines deportivos, quemacocos, alerón trasero, calaveras entintadas, sin placas, con el emblema de la Automotriz Lindavista. También: ‘Y sí, al acercarse se nota. Vidrios, portezuelas, los postes, cofres y cajuela con blindaje. Bueno, hasta los neumáticos: si les pega un balazo, no importa, el coche sigue rodando con el rin’, según les dijeron los empleados de la agencia que llevaron los autos hasta Los Pinos.
“Y respondieron a todo: la Presidencia de la República pidió unos 60 autos similares; cada uno cuesta como 90 millones (de viejos pesos) en agencia, pero por el blindaje un porcentaje más. En los permisos provisionales para circular, se apreciaba el nombre de sus propietarios, según la nota de Ramírez: Adriana Salinas de Yáñez (el negro), Enrique Salinas de Gortari (el gris) y Francisco Vázquez Alanís (el azul).
“En la Dirección de Comunicación Social ni cuenta se dieron. Se preocuparon más por dar a conocer un informe de autoevaluación en el que se habla de un cabal cumplimiento de los compromisos contraídos por el presidente Salinas.”
El principal beneficiario
Pocas dudas hay de que el gran beneficiario de la partida secreta fue el propio Salinas. Principalmente por las imputaciones directas de su hermano Raúl –en la famosa conversación telefónica con Adriana, desde la cárcel, pero también por lo que aseguró la semana pasada el expresidente Miguel de la Madrid.
Pero incluso antes de éste, Luis Téllez ya había dado cuenta de ello. En febrero pasado se difundieron conversaciones personales del entonces secretario de Comunicaciones y Transportes –hoy presidente de la Bolsa Mexicana de Valores–, en las que asegura que “Salinas se robó la mitad de la partida secreta”.
Y es relevante que lo haya dicho Téllez, pues durante 10 años –por los distintos cargos que tuvo en las secretarías de Programación y Presupuesto y de Hacienda y Crédito Público– estuvo metido en las entrañas del sector financiero.
Como director general de Planeación Hacendaria debía allegarse y manejar información de gran relevancia en el desempeño económico del gobierno y del país. Él lideraba la operación de todo el sistema de movimiento de fondos del gobierno federal; llevaba el registro de las cuentas corrientes de depósito, en dinero y valores, y de todas las operaciones crediticias de las dependencias federales; operaba el sistema de información hacendaria de los estados y municipios, y también todo el sistema de información económica, financiera y hacendaria de la Secretaría, en el que incorporaba la información sobre las principales variables financieras y hacendarias del gobierno federal, del Departamento del Distrito Federal y de las empresas paraestatales. (Proceso 1571)
Sin embargo, lo dicho por su hermano Raúl, por De la Madrid y por Téllez, más lo que en el tiempo se ha conocido por indagatorias judiciales y legislativas, no le impiden a Carlos Salinas de Gortari rechazar las imputaciones públicas de que usó para beneficio personal la partida secreta.
Pero en este tema, a Salinas se le cree lo mismo que a Luis Echeverría –porque se justifican igual– cuando dice que no tuvo responsabilidad alguna en la matanza de estudiantes, en los trágicos sucesos de 1968 y 1971.
Es decir: Nada. l
Que Miguel no se haga...
ROSALíA VERGARA
Revista Proceso (
www.proceso.com.mx), 1698, 17 de mayo de 2009;
Porque lo conoce como pocos, Porfirio Muñoz Ledo asegura que el expresidente Miguel de la Madrid sí supo lo que decía en la entrevista con Carmen Aristegui, pero aporta un elemento adicional: la relación del narco con el gobierno se inició precisamente en el sexenio de De la Madrid y se consolidó en el de Salinas. Y expone: con todo el respeto por Miguel, pero él sí sabía quiénes eran los Salinas.
Los primeros acercamientos del narcotráfico con el gobierno fueron durante la administración de Miguel de la Madrid Hurtado, pero fue en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari cuando, a través de Raúl –su “hermano incómodo”–, los lazos se afianzaron, sostiene Porfirio Muñoz Ledo.
Testigo de casi medio siglo de la historia política nacional, Muñoz Ledo explica: en el sexenio de De la Madrid (1982-1988) se iniciaron los contactos con narcotraficantes a través de instancias de poder como la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS).
En esa época, admite, él militaba en el PRI. Y aclara que entre 1979 y 1985 fue representante de México ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Renunció al partido en 1988, luego de que la cúpula priista, incluido el presidente De la Madrid, se inclinó por Carlos Salinas como candidato a la Presidencia de la República.
Eso motivó que él y Cuauhtémoc Cárdenas, los otros dos aspirantes, quedaran fuera. Esa situación los llevó a salirse del partido. Y, juntos, organizaron el Frente Democrático Nacional (FDN) que al año siguiente se transformó en el PRD.
Conoce los entretelones de la historia que hoy enfrentan a Salinas de Gortari con De la Madrid Hurtado a causa de la entrevista a este exmandatario divulgada por Carmen Aristegui en su programa radiofónico Primera Emisión el miércoles 13.
Dice: “Cuando Salinas llega al poder, los hermanos (Carlos, pero sobre todo Raúl Salinas) aprovecharon los primeros contactos para tejer relaciones de complicidad” con el narco.
Y cuestiona: “¿Sabía o no Miguel de la Madrid que su más cercano colaborador era partidario de relaciones de complicidad con el narcotráfico?” Él mismo responde: “Supongo que lo sabía”.
En entrevista con Proceso, Muñoz Ledo menciona dos claves históricas que reflejan, dice, la forma en que la narcopolítica extendía sus tentáculos hacia las esferas policiacas de la época: el asesinato del periodista Manuel Buendía, el 30 de mayo de 1984, y la ejecución del agente encubierto de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), Enrique Camarena, y su piloto Alfredo Zavala, el 9 de febrero de 1985. Ambos hechos ocurrieron en el sexenio de De la Madrid.
Los narco-ochenta
Las respuestas que dio el expresidente De la Madrid a la conductora de Primera Emisión en torno a los vínculos de Raúl Salinas con el narcotráfico son contundentes.
De la Madrid afirmó que los contactos comenzaron “desde que llegó al poder su hermano (Carlos)”; que Raúl “conseguía contratos en el gobierno, se contrataba con los narcotraficantes”; incluso deslizó que el asesinato de Enrique Salinas de Gortari –cuyo cuerpo fue encontrado el 7 de diciembre de 2004 en Huixquilucan, Estado de México– “a lo mejor estuvo ligado al narcotráfico”.
Sobre este aspecto, el entrevistado de Aristegui agregó: “Cuando se supo que Enrique hizo depósitos en Francia y que (las autoridades de ese país) habían investigado que éstos tenían vínculos con narcotraficantes, Enrique se asustó y retiró el dinero”.
El jueves 14 De la Madrid reculó, presionado por los priistas Francisco Rojas, Emilio Gamboa y Ramón Aguirre Velázquez, según el embajador Muñoz Ledo. Esa versión la publicaron también La Jornada y la revista electrónica Reporte Índigo.
Muñoz Ledo insiste: Desde 1982, con todo y crisis económica, el país comenzó a tener problemas reales con el narco.
El 15 de mayo de 1984, Jack Anderson publicó en su columna Carousel en The Washington Post que De la Madrid había depositado “un mínimo de 162 millones de dólares” en bancos extranjeros. Citó como fuentes los “informes secretos de inteligencia” o “datos de la CIA y la Agencia Nacional de Seguridad”. Ese día el entonces mandatario debía reunirse con su homólogo estadunidense Ronald Reagan. La edición del rotativo, el segundo más influyente del vecino país, no circuló en México.
Así mismo, mediante una carta enviada desde la embajada de México al Departamento de Estado, el gobierno mexicano calificó como “injurioso” y calumnioso el artículo de Anderson y solicitó una declaración oficial para “que se deje constancia de que no existen los supuestos informes a que alude el señor Anderson”.
El gobierno de Estados Unidos respondió de manera diplomática. Anderson dejó de publicar notas alusivas a la corrupción gubernamental mexicana. Aquí, la prensa oficial no hizo eco de los señalamientos del periodista, pero sí del deslinde gubernamental.
El periodista Joaquín López Dóriga publicó en su columna En Privado de Novedades la forma en la cual De la Madrid y sus colaboradores –uno de ellos era Gamboa Patrón– armaron la estrategia de las aclaraciones.
Quince días después de la información publicada por Anderson, el 30 de mayo, fue asesinado Manuel Buendía, quien había escrito por esos días en su columna Red Privada de Excélsior un artículo sobre las conexiones de narcos con políticos. Fue ejecutado por la espalda en el estacionamiento del edificio donde tenía sus oficinas.
El director de la DFS, José Antonio Zorrilla, y Rafael Ávila Moro, nieto del expresidente Manuel Ávila Camacho y quien se desempeñaba como agente en esa dependencia, fueron culpados del homicidio. En febrero pasado ambos lograron un amparo y fueron liberados.
Muñoz Ledo, actual candidato a diputado federal por el PT, también recuerda el asesinato del agente de la DEA, Enrique Kiki Camarena. Rafael Caro Quintero y sus pistoleros, dice, lo secuestraron, torturaron y asesinaron después del decomiso de montañas de mariguana en el rancho El Búfalo, ubicado en Jiménez, Chihuahua, realizado en diciembre de 1984. La droga, los plantíos y el rancho pertenecían a Caro Quintero y a Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto.
Después de ese operativo Camarena desapareció. Su cuerpo fue localizado en Michoacán en febrero de 2005. Las autoridades señalaron como autor intelectual del crimen a Caro Quintero. Lo detuvieron en Costa Rica junto con algunos de sus pistoleros. Todos portaban credenciales que los identificaban como agentes de la DFS; tenían la firma de José Antonio Zorrilla, director de esa dependencia.
Días después también agarraron a Don Neto y hundió a Caro Quintero. Estados Unidos comenzó a presionar a las autoridades mexicanas sobre los vínculos del narco con la clase política; también demandaban justicia por la muerte del agente de la DEA y su piloto. Poco a poco cayeron otros capos de la droga, como Miguel Ángel Félix Gallardo, quien había sido consejero del desaparecido Banco Mexicano Somex.
Asentado en Chihuahua, desde ese cargo Félix Gallardo arreglaba sus asuntos con Armando Beteta, hermano de Mario Ramón Beteta, quien fue director de Pemex en el sexenio de De la Madrid. En su edición del 15 de abril de 2005 este semanario aludió a una fotografía en la que Félix Gallardo aparece en la boda de un familiar del exgobernador de Sinaloa, Leopoldo Sánchez Celis.
Por esas fechas también fueron detenidos los capos Manuel Salcido, El Cochiloco; Juan José Esparragoza, El Azul, y el hondureño José Ramón Mata Ballesteros.
“Los verdaderos padrinos se ubican, seguramente, en las esferas políticas. Unos son los que usan las armas y realizan el trabajo pesado y otros los que utilizan la inteligencia a nivel ejecutivo. El presidente De la Madrid puede estar vacilante acerca de remover a sus aliados políticos con posibles vínculos con el mercado ilícito de las drogas”, aseguró la DEA al reportero Fernando Ortega Pizarro (Proceso 441).
Verdades a medias
Muñoz Ledo no exime a De la Madrid de su responsabilidad por haberse inclinado por Salinas como su sucesor presidencial. Cita a la periodista Martha Anaya, quien incluyó una entrevista del expresidente en su libro 1988: El año que calló el sistema, en la cual De la Madrid asegura que “Salinas era un buen candidato”. Pero hoy, dice Muñoz Ledo, De la Madrid lo llama criminal.
Sigue el entrevistado: “De la Madrid no nos dice que esa decisión hundió al país. Él no asume la responsabilidad de la línea ideológica que promovió con esta elección. Que no venga ahora, con todo respeto por Miguel, con que no sabía a dónde iba a llevar el país Salinas.
“¿A poco no sabía los manejos económicos de la familia Salinas? Si eran famosos… El padre, Raúl (Salinas Lozano), fue funcionario… ¿A poco no conocía la catadura moral de la familia? Perdón que lo diga, pero él sabía a qué grupo se estaba favoreciendo.”
En la entrevista con Aristegui, De la Madrid confesó que se sentía “muy decepcionado” porque se había equivocado al elegir a Salinas como sucesor, pero “en ese momento no tenía elementos de juicio sobre la moralidad de los Salinas de Gortari”.
Muñoz Ledo se exalta y da palmadas al escritorio al tocar ese punto. “Miguel sí sabía quiénes eran los Salinas. Miguel decidió impulsar a Salinas, por encima de Manuel Bartlett, a quien creía rebelde; de Alfredo del Mazo, a quien consideraba blando; y sobre su amigo Sergio García Ramírez, entre otros, por razones ideológicas, por conveniencia personal y por una línea clara del Fondo Monetario Internacional”, sostiene.
Por eso, señala que en la entrevista con Aristegui el expresidente dijo verdades “a medias”, pues criticó a su sucesor por corrupto e inmoral, lo acusó incluso de criminal o de haber pactado con narcotraficantes a través de su hermano Raúl, “pero nunca descalifica su actuación como gobernante en aspectos económicos, políticos y sociales”.
Hace 20 años, Muñoz Ledo y Cárdenas rompieron con el PRI por la designación de Salinas como candidato del partido a la Presidencia de la República. Salinas llegó al poder después de unas cuestionadas elecciones presidenciales. Sus opositores del FDN fundaron el PRD en 1989. Durante el sexenio salinista, el mandatario les cobró la factura con la muerte de alrededor de 600 militantes perredistas, incluyendo a Xavier Ovando, cercano colaborador de Cárdenas y asesinado cuatro días antes de la elección presidencial de 1988.
El espaldarazo de De la Madrid a Salinas es porque le debía “favores”, asegura Muñoz Ledo. Desde entonces, dice, el candidato ya era turbio; y De la Madrid era su cómplice. “Es sabido que el grupo de Salinas fue el que orientó y manipuló la sucesión presidencial que favoreció a De la Madrid”, asegura Muñoz Ledo.
Por eso, en marzo de 1982 –agrega–, José López Portillo le confesó que tenía problemas con De la Madrid porque, “dijo literalmente: ‘Creo que le han ocupado la voluntad el calvito (Salinas) y el francés (José Córdoba Montoya)’”.
Insiste: De la Madrid sabía que estos personajes “eran verdaderos conspiradores y se aprovechó de ellos”. Así, dice, consideró a Salinas una persona leal, eficaz y que representaba el conjunto de intereses que querían favorecer la apertura económica, de corte neoliberal.
Según el cofundador del PRD, De la Madrid nunca se deslinda del aspecto ideológico ni de la orientación económica ni política del gobierno de su sucesor Salinas. Actúa así porque, afirma, no quiere pasar a la historia como promotor de la corrupción.
“El apoyo a Salinas fue un arreglo económico, era parte de su compromiso con Estados Unidos. Fue el gran drama de una generación. Está en el libro llamado La disputa por la nación, de Rolando Cordera y Carlos Tello”, dice.
La conexión con Ahumada
De acuerdo con su análisis, las confesiones del expresidente se conectan con las revelaciones hechas por Carlos Ahumada, quien, en su libro Derecho de réplica, escribió sobre la forma en la cual Salinas negoció con Vicente Fox en 2004 los videoescándalos a cambio de la liberación de su hermano Raúl, preso durante el sexenio de Ernesto Zedillo.
En el capítulo dedicado a Salinas, referente a sus viajes a Londres, Ahumada narra que el propio exmandatario le contó lo anterior. Raúl fue liberado en junio de 2005 y le devolvieron sus bienes decomisados por la PGR. Ahumada menciona también como intermediarios del foxismo al entonces senador Diego Fernández de Cevallos y al extinto subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos.
Pero Muñoz Ledo cuenta otra historia. Dice que la complicidad entre Salinas y Fox se afianzó en Bruselas, el 13 de mayo de 2002; él lo supo porque en ese momento fungía como embajador de México para la Unión Europea.
Relata: La reunión sí se realizó e incluso la Presidencia emitió un boletín de deslinde. La noche del 15 de mayo de ese año, Fox explicó: “No hay nada oficial al respecto, nada absolutamente de encargos. Fue un encuentro casual con el señor…”
Un día después, el entonces senador Diego Fernández de Cevallos y el entonces diputado Felipe Calderón advirtieron que ese encuentro “no pudo ser banal”. Con el tiempo, se volvió “una casualidad lamentable”, puntualiza Muñoz Ledo.
Pero esa noche, de acuerdo con testimonios recabados por el embajador, “hablaron de la liberación de Raúl”. Y agrega: “Jorgito Castañeda es parte de la conspiración, él fue quien acercó a Salinas con Fox.”
Por eso, exige que si los dichos de De la Madrid son ciertos, es necesario crear una fiscalía para investigar a los hermanos Salinas y a Fox. “Calderón está obligado a abrir la cloaca; de lo contrario se va a hundir en ella... Estamos hablando de cosas muy graves. En otros países por eso llega a caer un gobierno”, afirma.
Además, pide reabrir el expediente del caso Colosio, asesinado en Lomas Taurinas, Tijuana, el 23 de marzo de 1994. “Ahí trataron de hundir todo. Luis sabía muchas cosas y lo que trascendió, y de alguna manera me consta porque Luis quería buscarme, es que fue asesinado porque no quiso aliarse al narco”, señala Muñoz Ledo.
Sostiene que como legislador participó en la comisión creada en el Senado para investigar este asunto y se percató de que “hubo una coalición de fuerzas del gobierno y de narcos. (A Colosio) lo agarraron en pinza”.
“Miguel debe decirnos si conocía los orígenes patógenos de Salinas desde que, siendo un niño de cinco años, mató a su sirvienta con un rifle y salió gritando: ‘Soy un héroe, soy un héroe, la maté de un solo tiro’. ¿Por qué lo eligió? Miguel no actuó por debilidad frente al clan Salinas, sino por ideología.”
Todo esto es “producto de las complicidades entre el gobierno y el narco, aunque la línea criminal de la que habló Miguel de la Madrid sí la representan los hermanos Salinas de Gortari”, remata Muñoz Ledo. l

Así pensaba y así hablaba
ÁLVARO DELGADO
Revista Proceso (
www.proceso.com.mx), 1698, 17 de mayo de 2009;
Hace un cuarto de siglo, Miguel de la Madrid criticaba con dureza a su antecesor en la Presidencia, José López Portillo, por haber desbarrado en una entrevista con Carlos Loret de Mola, publicada en el libro El Juicio. Entre otras cosas, López Portillo afirmó que la responsabilidad de la deuda pública no le correspondía a él, “sino al pueblo de México”. Así –relató años después De la Madrid–, “consideré la posibilidad de sugerirle que se desdijera, pero luego pensé que eso sería contraproducente”. Y ahora el exmandatario se hizo caso a sí mismo: se desdijo y se calló.
El juicio, un libro del político y periodista Carlos Loret de Mola elaborado con base en dos entrevistas con José López Portillo, generó un escándalo político en 1984, a dos años de iniciado el gobierno de Miguel de la Madrid, quien juzgó que ese trabajo sólo sirvió “para terminar de hundir la imagen” de su antecesor.
De la Madrid cuenta ese episodio en Cambio de rumbo, un grueso volumen de memorias que elaboró, en 2004, auxiliado por Alejandra Lajous, y que sin embargo también arroja luz sobre sí mismo:
“Las afirmaciones de López Portillo, que significan su defensa ante las decisiones tomadas durante su sexenio, se han revertido contra él; han tenido un efecto de bumerán. Cabe imaginar la reacción del lector cuando López Portillo afirma que la responsabilidad de la deuda pública no le corresponde a él, sino al pueblo de México…”
Apunta: “En el fondo, el libro revela una ingenuidad extraordinaria de parte del expresidente, quien no midió la diferencia entre expresar sus opiniones ante amigos o excolaboradores, y hacerlo ante un periodista que, por profesión, lógicamente las publicará”.
Ante la polémica que concitó el libro de Loret de Mola, De la Madrid cuenta que López Portillo lo consultó, “por medio de cientos de mensajeros”, sobre lo que debía hacer:
“Yo estuve reflexionando al respecto. Consideré la posibilidad de sugerirle que se desdijera, pero luego pensé que eso sería contraproducente, pues Loret argumentaría que las opiniones de López Portillo eran verídicas, lo que a la postre sólo serviría para aumentar la polémica. Así que le mandé decir que, en mi opinión, lo mejor que podía hacer era callarse, pues se iba a venir una reacción muy fuerte en su contra, por lo que había que evitar echarle más leña al fuego.”
Un cuarto de siglo después de lo que recomendó a López Portillo, y una vez que se generó un escándalo por acusar a Carlos Salinas y a sus hermanos de conductas criminales, De la Madrid se hizo caso a sí mismo: Se desdijo y se calló.
Reputado como político prudente en extremo, el expresidente tuvo un momento de arrojo al declarar a la periodista Carmen Aristegui que se arrepentía también de haber designado a Salinas como su sucesor. Pero él mismo hizo transitoria su audacia.

“¿Frío? Mentira”
La personalidad plomiza de De la Madrid se despliega, también, en dos largas entrevistas con Regino Díaz Redondo, publicadas en Excélsior, en cinco y cuatro partes respectivamente: La primera al cumplir tres años de su gobierno, en diciembre de 1985, y la segunda a una semana de concluir su mandato, en 1988.
Zalamero, Díaz Redondo no escatima elogios para encumbrar a De la Madrid, exhibido su auténtico talante por las antipopulares medidas ante la crisis económica y su pasmo ante los terremotos de 1985:
¿Frío?, mentira, no confundir la frialdad con la seriedad (…) Escucha con una gran paciencia a su interlocutor. Es un presidente que escucha. Afable, directo; la dialéctica del hombre de leyes le permite emitir opiniones enriquecidas por sus conocimientos profundos de la Constitución y de la historia nacionales.
Inclusive, en la última de las cinco partes de la entrevista, publicada el 5 de diciembre de 1985, Regino cabeceó a ocho columnas: “Soy frío de cabeza y caliente de corazón: el presidente”, pero esa declaración no aparece por ninguna parte.
–Un presidente sereno, de pensamiento profundo, no tiene derecho a irritarse, a confundirse ni a tomar decisiones livianas… Pero, ¿alguna vez se irrita?
–Sí, mucho, pero me aguanto.
–¿Con quiénes no se entiende?
–Con los tiesos y los fríos… A veces me dicen: pobre de este presidente que le tocó una época muy difícil… Pero yo creo que es también un reto especial, que me estimula a utilizar mayor talento, imaginación, voluntad y actividad.
–Señor presidente, se dice que no llega usted a las gentes con entusiasmo, que está demasiado tieso, demasiado lejos cuando dialoga con ellas.
–Con la gente normal me entiendo muy fácil y ella conmigo.
–¿Lo deprime alguna cosa?
–Depresión propiamente no, a veces, al final de ciertos días, sí hay cansancio, pero depresión no, afortunadamente no.
–¿Qué hace el presidente de México cuando descansa, si es que descansa alguna vez?
–Sí descanso. Sí descanso y me doy tiempo para descansar, y me obligo para tener tiempo para descansar; porque el descanso es indispensable en términos de salud y en términos de serenidad.
La charla alcanza los días de los terremotos y los “errores” por la expropiación de terrenos, pero no sobre la parálisis del gobierno.
–A raíz del sismo ha cambiado la mentalidad de la gente. ¿Cree que pueda estar en peligro el sistema político actual o que, cuando menos, haya una gran irritación contra el gobierno?
–No lo creo. Yo no veo en la mayoría del pueblo de México un deseo de cambio fundamental de nuestra estructura política.
Sobre la relación con los medios de comunicación, De la Madrid la califica de “compleja y difícil”, y le molesta “que se anteponga el sensacionalismo a la ponderación”.
Eso es fundamentalmente lo que me molesta. Y eso no implica de mi parte hostilidad hacia la prensa. Sé que es un fenómeno hasta cierto punto natural, del cual los propios periodistas siempre, cuando menos los periodistas profesionales, están en guardia, y usted siempre me lo ha dicho, que tienen que estar en guardia contra esa tendencia. Y además es un fenómeno, como le digo, mundial.
–¿Cómo clasificaría o dividiría a la prensa nacional?
–Perdóneme que no le responda a la pregunta. Creo que es de los juicios que un presidente debe reservarse para sí mismo.
Después de hablar de su familia –“la célula fundamental de la sociedad”–, De la Madrid diserta sobre libros y autores.
–¿Puede citarme algunos autores?
–Lo que pasa es que si doy una lista pecaría por defecto u olvido. Pero… en la literatura mexicana, por lo pronto, me gustan mucho las novelas de Martín Luis Guzmán, de Agustín Yáñez, de Carlos Fuentes, de Luis Spota, de Juan Rulfo. Le repito: He leído tanto que es difícil hacer una lista, porque es enorme e interminable.
–¿Tiene preferencia por algún autor extranjero?
–A los clásicos los trato de leer de vez en cuando; a los griegos, a los romanos, a los españoles, a los ingleses, a las grandes figuras. Lo clásico por eso es clásico. Porque es de valor permanente, eterno, porque habla de la naturaleza humana que, al fin y al cabo, es una constante en el tiempo; me gustan también los modernos: Borges, García Márquez, Vargas Llosa.
–¿Qué es lo que más le gusta de la vida y qué hubiese preferido ser de no haber sido presidente de la República?
–A mí de la vida me gustan muchas cosas. Creo que es una oportunidad ilimitada de tener experiencias; la que he tenido me ha gustado. Si tuviera oportunidad de repetirla, la repetiría; y si no hubiese tenido esta oportunidad, me hubiera gustado seguir en el servicio público, en alguna posición, o también en actividades de tipo académico.
–¿Duerme usted bien?
–Normalmente sí.
–¿Cuántas horas?
–De seis a siete, y obviamente sí hay veces que tarda más en llegar el sueño o se acaba más pronto cuando hay problemas especiales. En esta última época que me ha tocado, de los terremotos, sí le confieso que me bajó el buen sueño que normalmente tengo.
–¿No toma usted pastillas para dormir?
–Prefiero una cerveza.
Contento con Salinas
Regino volvió a entrevistar a De la Madrid en noviembre de 1988, a unos días de entregar a Salinas el cargo, y nota que “no ha perdido el tono, el énfasis, la convicción”. Anota: “El diálogo fluido, relajante. El presidente está sereno, son las siete de la tarde, su semblante está fresco, no hay asomo de cansancio. Sí, a veces hace notar asuntos que parecen afectarlo, emocionarlo, responsabilizarlo.”
–Para empezar, y romper un poco el hielo, yo quisiera preguntarle, ¿cuál ha sido el momento más agradable y cuál el más desagradable de su gobierno?
–El más desagradable lo recuerdo con facilidad. Yo creo que fueron los momentos alrededor de los terremotos de septiembre de 1985. Fueron momentos muy dramáticos; fueron momentos en que, sobre todo en los primeros tiempos, yo tenía un sentimiento de impotencia, de no poder responder con rapidez, con la agilidad deseada, al gran problema. Momentos agradables muchos, Regino…
–¿De qué se arrepiente durante su sexenio? ¿Qué es lo que no ha hecho?
–Es una pregunta bien difícil, Regino. Quizá sea muy presuntuoso de mi parte decirle que en lo básico no estoy arrepentido. Habrá algún detalle. Habrá una cuestión secundaria. Yo me esforcé mucho por tomar las mejores decisiones y ejecutar de la mejor manera esas decisiones mediante acciones. Probablemente sí me arrepiento de que hubo lapsos en donde yo me restringía de tener una actividad social más amplia, de quedarme, digamos, los fines de semana en mi casa, viendo papeles, dejando de ver amigos. Creo que ahí probablemente se me pasó la mano.
–¿Pero cómo dejó el país y cómo lo deja?
–Mire, lo tomé en grandes dificultades y ahora lo dejo con dificultades. La diferencia es la agudeza de los problemas…
–¿A usted no le sorprendieron los resultados del 6 de julio?
–Sí me sorprendieron, porque yo tenía la impresión de que el partido de la Revolución iba a tener una votación menor, pero no tanto.
–¿Y usted está conforme con la forma en que se realizó la selección del candidato a la Presidencia, del ahora presidente electo?
–Yo creo que sí. Responde a nuestra cultura política, responde a la etapa actual del desarrollo político mexicano. El resultado a mí me pareció bueno, y a un proceso se le califica por el resultado. Yo estoy muy contento de que haya sido electo Carlos Salinas de Gortari. En consecuencia, el proceso fue idóneo.
Regino le pregunta sobre las protestas del Frente Democrático Nacional, particularmente la interpelación que le hizo Porfirio Muñoz Ledo en su último informe de gobierno.
–¿Qué sintió usted como ser humano, ya no como presidente, qué sintió como ser humano en ese momento?
–Lástima.
–¿Lástima por quién?
–Por ellos. Lástima de que no entendieron la gran oportunidad que se nos está ofreciendo a todos los mexicanos de mejorar nuestra vida democrática.
–¿Fue un momento de nerviosismo para usted? ¿Estuvo usted inquieto?
–No, yo soy muy autocontrolado y mientras más es la presión, más me controlo. Es una reacción temperamental quizás.
En otra parte de la entrevista, De la Madrid vuelve sobre su temperamento y su deber como presidente de la República. “El país lo trae uno metido todo el día, y a veces toda la noche”.
–¿Sintió a veces ganas de zarandear a alguien por incomprensión?
–Sí, muchas veces, y me las aguanté.
–¿Y hasta qué punto el aguantarse no contribuye a excitar o a debilitar –como usted quiera– su pasión y sus nervios, y entonces tener menos capacidad de maniobra, en vez de gritar aunque sea a solas?
–Creo más en la persuasión que en la violencia. Y opino que un presidente de México, sobre todo, está obligado a propiciar la paz y la concordia. Y que se tiene uno que aguantar los corajes, y que se tiene que aguantar uno las intemperancias. Porque está uno sirviendo a la nación.
“A mí se me dice que soy muy sereno, que soy muy tranquilo. No es cierto. Soy muy nervioso, muy intranquilo, preocupón; pero me aguanto.”
Hombre de fobias –“sí tengo: odio la mentira, odio la deshonestidad”–, De la Madrid hizo un compromiso: “Me he fijado el firme propósito de no volver a aspirar a puestos de dirección política ni a ser muy activo en la política, salvo que en un momento dado hubiera un partido de oposición que ganara el poder: Me volvería furibundo oposicionista”.
Tal cual.
“Por supuesto que dijo lo que quería decir”
ALEJANDRO CABALLERO
Revista Proceso (
www.proceso.com.mx), 1698, 17 de mayo de 2009;
La burda forma en que los operadores salinistas obligaron a Miguel de la Madrid a desacreditarse es, vista desde afuera, sólo otra muestra de las añejas complicidades en la élite política y aun en los medios de comunicación. Pero considerados los hechos desde la perspectiva de la periodista que generó ese momento mediático en que un expresidente rompió el pacto de silencio, la persistencia del autoritarismo en México se revela con toda su fuerza y su miseria.
Carmen Aristegui dice tener la certeza de que Carlos Salinas de Gortari operó la retractación del expresidente Miguel de la Madrid sobre las acusaciones en contra de su familia.
Considera también que Salinas hizo valer su poder ante el duopolio (Televisa y TV Azteca) para que sus canales no difundieran el contenido de la conversación de la periodista con el exmandatario.
Y aún más, Aristegui se pregunta por qué entre la fecha que realizó la entrevista (15 de abril) y su difusión (12 de mayo) se dejó correr el rumor, “sobre todo en la prensa internacional, de que De la Madrid había muerto o estaba a punto de morir”. Ella misma responde: “Quizás alguien decidió que había que declarar su incapacidad física lo antes posible”.
A pregunta expresa, Aristegui detalla que la conversación sostenida con De la Madrid se concertó hasta el segundo intento, en la casa del expresidente, específicamente en su despacho privado, y que duró una hora con 29 minutos, más una sesión fotográfica de 20 minutos.
Dice que el expresidente no le pidió un cuestionario previo, que se le explicó “suficientemente” que la entrevista era para un libro cuyo tema es la transición mexicana a la democracia, y que el objetivo de ese proyecto editorial es entrevistar a todos los expresidentes, incluido Salinas de Gortari. A él ya se le envió la solicitud y, a pesar de lo ocurrido, Aristegui considera que existen “buenas expectativas de que se concrete” la entrevista.
“Estrictamente profesional”
La conversación con Carmen Aristegui tuvo lugar el viernes 15 por la tarde.
–¿Cómo calificarías tu entrevista a De la Madrid? ¿Jaloneada? ¿Ríspida? ¿Amable?
–Como una entrevista estrictamente profesional. Nos recibió con amabilidad, con ánimo de conversar. Estuvimos hora y media frente a frente, con grabadora en la mesa. Se concertó la entrevista para hablar largo y en ningún momento sentí que estuviera incómodo, que estuviera inconforme con el tono y contenido de la conversación. Yo sentí que era un expresidente que quería conversar y decir lo que dijo. De hecho, debo reconocer que en algún punto me sorprendió su transparencia, su apertura, porque como sabemos De la Madrid no es un personaje que se haya caracterizado por sus declaraciones tronantes.
“Para mí fue realmente una gran experiencia tener enfrente a un expresidente de la República que estaba rompiendo la regla de oro del sistema político mexicano al hablar como hablaba de su sucesor, señalando la palabra corrupción, señalando vínculos con el narcotráfico, señalando la inmoralidad del sexenio de Salinas. Eso es algo en la historia de México que no habíamos visto.
–¿La entrevista se interrumpió en algún momento?
–La charla de casi hora y media se realizó sin ninguna interrupción. No tuvo ninguna asistencia de oxígeno ni de ningún otro tipo. Entonces, todo lo que tengo yo de referencia de esa entrevista es una conversación con la anuencia del entrevistado, con pleno conocimiento de lo que estaba diciendo y con pleno conocimiento de que estaba frente a una periodista que, efectivamente, lo invitó a participar en un proyecto editorial, pero también sabía de mi trabajo en la radio y la televisión, de tal suerte que no creo que haya cometido una falta ética al haber adelantado la divulgación de esta entrevista en mi programa de radio, porque tuve la deferencia, que resultó precaución, sin que así fuera planeado, de avisarle un día antes de que difundiría partes de la entrevista por la radio.
–¿En algún momento de la entrevista te hizo algún comentario, sorprendido por las revelaciones que te estaba haciendo? ¿Te comentó: “cuídame”? ¿Te dijo “no vayas a ser tan dura”? ¿Ese tipo de comentarios que luego suelen hacer los políticos cuando aparentemente no miden la trascendencia de lo que están declarando?
–No hubo un solo comentario en ese sentido. La entrevista fue cordial, amable, muy pronto llegamos a los temas centrales y no hubo de su parte ningún titubeo, algún signo de arrepentimiento. Yo vi a un hombre sereno, pausado, reflexivo, diciendo lo que quería decir. Incluso pudo haberse dado esa situación que mencionas en la sesión de fotos, donde el asunto era mucho más ligero, porque ya había acabado la entrevista, y no se dio ningún comentario en el sentido que dices.
“Si él hubiera sentido que dijo lo que no quería, o hubiera sentido que se dio una presión indebida o se sintió acorralado, o bien que lo llevé a un territorio al que no quería llegar, pudo haberme dicho ‘oiga, no estoy muy cierto de lo que le acabo de decir, permítame revisar lo que dije’. Y no me pidió la versión por escrito de la entrevista, no me pidió cuestionario previo, no solicitó revisar el texto.
“Entonces, yo digo que el expresidente estaba en una situación de ejercicio de su libertad, rompiendo la regla de oro del sistema político mexicano. Por eso el tamaño de la reacción, por eso estamos ante este retrato de una élite política que se alínea para mantener vigente, si es que aún puede, el pacto de impunidad que ha prevalecido en México a lo largo de muchos años.”
–De acuerdo con tu experiencia periodística, ¿el entrevistado se comporta igual en términos de lo que te quiere decir para una entrevista de radio que para una entrevista que va a ser parte de un libro?
–Es probable que no. Cuando solicitas una entrevista de radio es para un asunto coyuntural, candente, de reacción inmediata, y para un libro buscas más que el personaje se salga de la coyuntura. Pero para el caso que nos ocupa, estaba enfrente de alguien que fue quien fue, que es un ente potencialmente noticioso por su calidad de expresidente y al que le avisé que usaría parte de la entrevista para mi programa de radio, y del que no recibí una negativa.
El no, el sí y el siempre no
En partes de la entrevista que le hizo Carmen Aristegui, las respuestas de Miguel de la Madrid son monosilábicas. Al preguntarle a la periodista su opinión sobre los comentarios de que ella indujo algunas respuestas, responde:
–Es verdad que yo, al ver que el expresidente está dispuesto a hablar, doy un giro a mi propio proyecto de entrevista. Uno, cuando hace una entrevista, tiene un proyecto de la misma. Y yo tenía una expectativa relativamente moderada sobre esta entrevista porque De la Madrid no es precisamente el gran declarante de la historia, siempre ha sido muy cauteloso y muy mesurado, de tal manera que mi entrevista imaginada tenía en principio otros ángulos de abordaje.
“Cuando yo empecé a escuchar un talante distinto al que yo esperaba, cambié de inmediato mi entrevista y me dirigí a otros territorios que me llevaron a elaborar yo misma preguntas cerradas para obtener un sí o un no. Eso no me parece que sea en demérito de la entrevista, es un recurso periodístico que se vale. El sí y el no están dichos con el mismo convencimiento que cuando articula y elabora frases en otros momentos de la entrevista. Es muy importante esto del sí y el no, porque por ahí quieren descalificar la entrevista. Hay momentos, por ejemplo, cuando se habla de Enrique Salinas, en que De la Madrid dice de manera articulada que su asesinato podría estar vinculado al narcotráfico.
“Ante ese intento de descalificar la entrevista por las respuestas en monosílabos, decidí transmitir al día siguiente la parte que tiene que ver con el quinazo, donde el expresidente está más fluido, donde se siente en territorio propio y da nombres, apellidos, describe situaciones y exhibe que tiene perfectamente claro el sentido del tiempo, de los hechos, y no cae en contradicciones en ningún momento. Se trata de una conversación con un señor que está en sus cinco sentidos y que está diciendo lo que quiere decir.”
–¿Qué pasa después de la difusión de la entrevista? ¿Hay presiones, amenazas, llamadas?
–Lo único que ha habido es nuestra propia presión de qué vamos a presentar informativamente al día siguiente, así como la de responder a una gran cantidad de solicitudes de entrevistas, fundamentalmente de la prensa internacional.
“Me ha llamado muchísimo la atención el interés de la prensa internacional en este tema. He tenido conversaciones con Univisión, con Telemundo, así como enlaces satelitales con varias cadenas. En contraste, debo decir que ante los señalamientos del expresidente De la Madrid, no hay un posicionamiento de autoridad alguna. Se ha dado por válido el desmentido de sí mismo cuando en este preciso momento está más que claro que De la Madrid se retractó, no como un hecho de voluntad libre y soberana sino como presión de su entorno más inmediato y como resultado de la presencia de Carlos Salinas de Gortari.
“La prensa mexicana del jueves 14 –La Jornada, El Universal, Reforma, Reporte Índigo– tiene crónicas magníficas sobre lo que ocurrió entre la difusión de la entrevista y la hora en que De la Madrid dio a conocer su retractación. Nos han dicho qué paso en la casa de De la Madrid en ese lapso, qué pasó cuando llegaron Emilio Gamboa, Ramón Aguirre, Francisco Rojas, como enviados de Carlos Salinas, qué pasó cuando estuvieron los hijos de Miguel de la Madrid, qué cosa le dijeron al expresidente, qué tipo de operación se dio para que De la Madrid tuviera que vivir el penoso trance de negarse a sí mismo y de negar su palabra.”
–¿Más allá de lo que se ha publicado en esos medios, tú tienes elementos adicionales para afirmar que se presionó a De la Madrid para desdecirse?
–No tengo más que mi propia experiencia y creo que suma. Me parece que es muy importante decir que frente a la decisión que yo tomé de divulgar la entrevista por radio, en una acción de elemental cortesía y deferencia mía hacia el expresidente, le hablé a su oficina el día anterior a su difusión y le dejé dicho con mucha claridad, a través de su asistente de toda la vida, que es la misma persona con la que acordamos la entrevista, que había decidido por razones periodísticas y, por la fuerza de la misma conversación, que difundiríamos una parte de la misma en mi programa de radio...
“Sólo fue a partir de que se difundió la entrevista cuando hubo un operativo, o no sé como llamarlo, en su casa. Y sólo hasta entonces llegó ahí Emilio Gamboa y sólo hasta entonces se da una acción directa del expresidente Salinas para presionar a De la Madrid y lograr que se invalidara toda su palabra dejándolo muerto políticamente, porque después de su retractación De la Madrid es un hombre anulado, lo cual es brutal, porque se hizo en presencia de sus hijos y porque sus hijos participaron en este caso y consideraron que era preferible anular al padre que permitir que su dicho perdurara. Estamos hablando de algo brutal. De cómo se movieron la élite política y el salinismo para matar, metafóricamente hablando, a De la Madrid.
Salinas en los medios
–Después de la difusión de la entrevista, de la carta en que se desdice, de las cartas que te envían Carlos y Raúl Salinas, ¿a qué conclusión llegas? ¿Qué sigue?
–Hay varias cosas. Yo pienso que la carta de Carlos Salinas, que es recriminatoria y espero que no intimidatoria, tiene varios ángulos que me gustaría comentar. Una parte que merece ser revisada es la cita que hace de lo que llama prensa en general, y que no es así porque se refiere únicamente al diario La Crónica de Hoy, que usa para decirme que abusé de De la Madrid y que no cuento a mi auditorio que hay información de la prensa que reporta que el expresidente está muy mal. Nada más que Salinas convenencieramente cita al diario La Crónica de Hoy sin decir su nombre, y sabemos por qué lo hace.
–¿Por qué?
–Porque ese periódico está identificado con Salinas. Si es el dueño, socio, si es algo, ya lo sabrán ellos, pero es evidente que ese periódico está identificado con Salinas. Y es muy sintomático que use un fragmento de ese periódico, que no es un trascendido, sino un parte médico, no sólo para regañarme, sino que sirvió para alimentar un rumor que fue sembrado fundamentalmente en los medios internacionales y que ahora que he hablado con ellos me cuentan que se corrió el rumor de la muerte de Miguel de la Madrid entre la fecha que le hice la entrevista y la fecha en que se difunde.
“En algún punto de esas fechas se deja correr el rumor de que De la Madrid está muerto o a punto de morir, y en La Crónica de Hoy se publica el fragmento que Salinas trae a colación. Por lo demás, mucho se cuida el expresidente de mencionar que hubo un desmentido de De la Madrid a ese rumor que se publicó, y por ello sostengo que está abierta la puerta a la suspicacia y que tenemos derecho a ella.
“A mí me parece que esa historia hay que reconstruirla. Espero poder documentar qué pasó entre la fecha que hice la entrevista y la fecha en que se difundió porque exactamente en esa parte intermedia corrió ese rumor, y también espero poder informar por qué se tocó la puerta de los medios internacionales que, según me comentaron en algunos de ellos, ya tenían lista su nota necrológica. Debió ser una fuente de alto nivel la que les filtró esa información para que tuvieran la certeza de que De la Madrid estaba a punto de fallecer.”
–¿Los corresponsales te comentaron cuál fue su fuente?
–No. Hay que investigarle. Pero yo digo: qué curioso que Salinas cite a la prensa sobre ese tema. ¿Será que ya se preveía desde ese momento que había que declarar incapaz al expresidente De la Madrid por lo que pudiera divulgarse? ¿Será acaso que se calculó así de parte del grupo salinista para invalidar los dichos de Miguel de la Madrid? ¿Y será acaso que supieron que yo hice la entrevista? ¿Y será acaso que a lo mejor supo alguien, de alguna manera que yo desconozco, qué decía De la Madrid en la entrevista?
“Esas son las interrogantes. Yo lo único que digo es que las crónicas sobre lo que pasó en la casa de De la Madrid cuentan que Emilio Gamboa Patrón declaró que ya sabía de la existencia de la entrevista.”
–¿Entonces tú crees que estaban enterados de la entrevista y que hicieron lo posible para desacreditar su contenido?
–Todo apunta a ello. De haber sido del entorno de De la Madrid, él mismo hubiera hecho una cosa para impedirlo, pero no hizo nada, no hubo ninguna señal, ninguna llamada. Su declinación a la palabra se da a partir de que se divulgó la entrevista, y ahí es donde están las versiones de que Salinas entró en acción.
“Otro dato revelador que podríamos suponer, relacionado con el poder del expresidente Salinas, es la omisión que tuvieron las dos principales televisoras de México del contenido de la entrevista a De la Madrid. No les mereció ningún comentario, salvo en su programa especializado Tercer Grado, que sale muy tarde. Pero en sus principales espacios noticiosos no hubo una sola mención. Y era el tema que estaba dominando la escena noticiosa, era lo que estaba exhibiendo las reglas del juego del sistema político mexicano en una situación insólita. Por eso me parece muy sintomático que ninguna de las televisoras que conforman el duopolio haya emitido ninguna información al respecto. Y uno puede suponer que la influencia de Salinas alcanza a esos espacios.”
En cambio, Aristegui considera que en general se hizo una cobertura vigorosa en la radio, con comentarios de todo tipo. “Por ejemplo, escuché a Joaquín López Dóriga hacer comentarios muy contundentes sobre lo dicho por De la Madrid, también a Jacobo Zabludovsky y a Javier Solórzano. En general, creo que la radio no dejó pasar de largo el tema”.
–Citas a López Dóriga. Uno en la radio, otro en Televisa...
–Ahí se ve precisamente la distorsión que se genera al tener un régimen hiperconcentrado en los medios. Los más vulnerables son los periodistas, los más afectados los ciudadanos, porque no tienen una estructura de medios electrónicos que permita la competencia, la diversidad, la pluralidad. Esa es una de las principales rémoras que no hemos podido desmontar del viejo régimen y que está ahí más viva que nunca, y que impide que la democracia mexicana sea democracia. Y no personalizo, es un problema estructural que afecta al funcionamiento de la democracia. L
Cuando la tropa asesina...
RICARDO RAVELO
Eran 40 los militares que, la noche del 17 de marzo
pasado, “levantaron” a Miguel Alejandro Gama Habif y a sus amigos Israel Ayala Ramírez y Aarón Rojas
de la Fuente en Nuevo Laredo, Tamaulipas. Aunque los familiares de los tres desaparecidos interpusieron denuncias y concitaron la solidaridad de organizaciones defensoras de derechos humanos, las autoridades no respondieron. Cinco semanas y media después aparecieron los cadáveres. La viuda de Miguel Alejandro, Dulce María López Duarte, exige justicia: si fueron 40 los elementos implicados, dice, todos deben ser castigados, no nada más 12, como pretende la Sedena.

La noche del 17 de marzo pasado, Miguel Alejandro Gama Habif invitó a cenar a su casa de la colonia Los Fresnos de Nuevo Laredo, Tamaulipas, a dos de sus amigos, Israel Ayala Ramírez y Aarón Rojas de la Fuente.
Dulce María López Duarte, esposa de Gama Habif, preparó la cena poco antes de las ocho de la noche: huevos con jamón, tocino frito y frijoles. “Todos cenamos y estuvimos muy a gusto por habernos encontrado”, refiere con nostalgia la mujer que cuatro horas después de ese encuentro vivió una pesadilla.
No era muy frecuente que su esposo y sus amigos se reunieran, dice, pues tenían trabajos diferentes. Miguel Alejandro era montacarguista, Israel trabajaba como ayudante de albañilería y Aarón era “pintor de casas”. Los tres se conocían por lo menos desde hacía una década.
Al término del convivio, Israel le pidió a su anfitrión que lo llevara a su casa, en la colonia Palmares, al tiempo que le urgió: “Anda, date prisa, porque quiero alcanzar a mi novia”. “Ahorita nos vamos, ten paciencia”, respondió Miguel Alejandro mientras se ponía la camisa. Aarón decidió quedarse aquella noche en la casa de la pareja para ir desde ahí a su trabajo la mañana siguiente, pero acompañó a Miguel Alejandro a llevar a Israel.
Los tres salieron a la calle y abordaron el auto de Miguel Alejandro, un Chrysler modelo 1999. Habían avanzado algunas calles cuando se toparon con un retén militar. Ahí había alrededor de 40 de los 150 soldados que realizaban un supuesto operativo para capturar a miembros del cártel del Golfo, cuya base de operaciones está precisamente en el estado de Tamaulipas.
–¡Alto! ¡Alto! –les gritaron unos militares mientras otros les apuntaban con sus rifles. Miguel Alejandro se detuvo y bajó del vehículo junto con sus dos amigos. Varios soldados se introdujeron a la unidad, abrieron la guantera y movieron los asientos; otros uniformados de verde olivo comenzaron a golpear a los tres jóvenes y los subieron a uno de los varios camiones militares que arrancaron a toda velocidad y se perdieron en la oscuridad de las calles, según relataron testigos de los hechos.
En entrevista con Proceso, la señora López Duarte cuenta que su esposo alcanzó a comunicarse con ella a través de su nextel y le dijo: “Nos llevan los militares, nos llevan los militares…”
“De inmediato –relata– escuché un ruido, como que le arrebataron el teléfono y lo apagaron. Fue lo último que oí. Era la voz de mi esposo que estaba muy desesperado. Desde entonces no sé de él ni de nuestros dos amigos.”
Aquel 17 de marzo, a bordo de camiones, jeeps y camionetas Hummer, soldados de la guarnición adscrita a Nuevo Laredo recibieron la orden de “peinar” varias colonias de esa ciudad, una de las plazas más boyantes del cártel del Golfo, encabezado por Eduardo Costilla, El Coss, quien ahora tiene a su servicio lo mismo a policías que a militares en activo.
Alrededor de la medianoche la crisis estalló en la casa de Miguel Alejandro Gama Habif. Mientras su esposa intentaba comunicarse con él y llamaba a sus familiares para que lo auxiliaran, un comando militar ingresó a su domicilio de la colonia Los Fresnos, en la calle Borneo 1223, y efectuó un cateo sin orden judicial.
–¿Qué pasó en ese operativo? ¿Usted fue golpeada o amenazada? –se le pregunta a la señora López Duarte.
–Eran como las 12 de la noche cuando me dirigí a un Oxxo que está cerca de mi casa. Acompañé a mi vecina Alejandra Guevara, quien está embarazada y se le antojó una hamburguesa. Cuando regresábamos nos percatamos de que tres vehículos militares se encontraban afuera de mi domicilio.
–¿Qué hizo usted? ¿Huyó del lugar? ¿Se escondió? ¿Qué sintió en ese momento?
–Sentí mucho miedo y me escondí en la casa de Alejandra. Desde ahí, a través de la ventana vi cuando varios soldados rompieron la puerta principal de mi casa. Tenían cubierto el rostro con pasamontañas negros y portaban cascos verde olivo.
Al día siguiente, la señora López Duarte dio aviso a la Policía Federal Preventiva (PFP) de la detención de su esposo y de Aarón e Israel. Dice que algunos de los agentes y comandantes le respondían: “No sabemos nada”; otros les recomendaban preguntar en la guarnición militar.

Las denuncias

Dulce María López Duarte sostiene que el 19 de marzo, dos días después del levantamiento de Miguel Alejandro y sus amigos por parte de los militares, puso una denuncia ante el Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo:
“La señora Dulce María López Duarte, residente de la colonia Los Fresnos… acusó a elementos del Ejército Mexicano de haber detenido y desaparecido a su esposo Miguel Alejandro Gama Habif, de 25 años de edad.
“Refiere que su esposo fue detenido la noche del pasado martes 17 de marzo, aproximadamente a las 10 de la noche, mientras conducía un auto Chrysler, modelo 1999, con placas del estado de Texas, Estados Unidos.
“La quejosa relató que la misma noche del martes, soldados del Ejército Mexicano allanaron su domicilio particular, robándose algunos artículos personales como computadoras, teléfonos celulares, identificaciones oficiales, dinero e incluso alimentos de la despensa.”
Así mismo, presentó una demanda ante la Agencia Cuarta del Ministerio Público en la que mencionó el cateo de los soldados a su domicilio y relató que tiraron los muebles, se llevaron una computadora, un televisor, 200 dólares, una bolsa, un monedero con 4 mil pesos.
Según el documento, cuya copia consultó Proceso, “se robaron las pocas joyas que tenía López Duarte, mi visa láser, mi credencial de elector y arrasaron hasta con unas sopas Maruchan que estaban en la alacena, algunas de las cuales ya las tenía yo preparadas. Revolvieron la ropa y esculcaron por todas partes. No sé qué buscaban”.
López Duarte asegura que ella y sus amigas María del Carmen y Monserrat, hermanas de Israel y de Aarón, respectivamente, “nos dimos a la tarea de buscarlos en las agencias del Ministerio Público, en los reclusorios y fuimos a parar hasta la guarnición militar. Nadie nos daba una señal del paradero de mi esposo ni de sus amigos”.
La entrevistada cuenta que el 20 de marzo, cerca del anochecer, encontró en la puerta principal de su casa un sobre amarillo tamaño oficio. Dentro había un video acompañado de un mensaje que decía: “Esto es para que lo encuentres a Miguel Alejandro.”
López Duarte explica que no quiso ver el video. “Pensé que el contenido serían imágenes de torturas o algo muy feo –dice–. Entonces se lo di a mi primo y cuando lo vio me dijo que en la grabación se ve que los militares traían mi carro, el mismo en el que fue interceptado mi esposo. Otras imágenes de la cinta, copia de la cual tiene este semanario, son aún más elocuentes: Se observa, por ejemplo, el patrullaje de los convoyes militares la noche de ese 17 de marzo como parte del operativo Nuevo Laredo. Los soldados portan las armas levantadas.
Ante la falta de apoyo de las autoridades, las tres comenzaron una campaña para localizar a sus familiares. Colocaron mantas y cartulinas con las fotografías de los desaparecidos en diferentes lugares de Nuevo Laredo; recorrieron diversas calles de la ciudad, incluso realizaron pintas en bardas y colocaron cartelones en centrales de autobuses y negocios en los que hacían señalamientos directos contra el Ejército y exigían información sobre el paradero de Israel, Aarón y Miguel Alejandro: “Se los llevaron los militares y no aparecen. Ayúdenos a localizarlos”.
Lo único que lograron fue que los militares la hostigaran. López Duarte sostiene que varios soldados fueron a su casa y la amenazaron. Se quejaban, dice, por los cartelones y mantas que había puesto en las calles. Ellos insistían en que no habían desaparecido a su esposo y a sus amigos.
–¿En qué consistió el hostigamiento de los militares? –se le inquiere a la esposa de Miguel Alejandro.
–A mi casa fueron como 25 soldados a bordo de tres camionetas Cheyenne y una Hummer. Me dijeron que dejara de andar haciendo denuncias porque ellos no habían detenido a mi esposo. Luego, un militar de nombre Andrés Foullán Palizún, uno de los jefes de la guarnición de Nuevo Laredo, me empezó a intimidar. Me decía que no exhibiera mantas y cartulinas, me insistió en que dejara el caso en paz porque perjudicaba al Ejército.
Tres semanas después del levantamiento de Miguel Alejandro, Israel y Aarón, López Duarte y sus amigas viajaron a la Ciudad de México y visitaron las instalaciones de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (SIEDO) para preguntar sobre el paradero de sus familiares.
Relata que en las puertas de la dependencia empezaron a distribuir fotografías de los desaparecidos y preguntaron a los agentes si sus familiares estaban arraigados o detenidos. Horas después les dijeron que los nombres no aparecían en ningún registro de la subprocuraduría.
“Pregunten en la Sedena (Secretaría de la Defensa Nacional)”, les respondieron.
Las tres acudieron a la dependencia. No las atendieron. Ante el silencio oficial, López Duarte decidió promover un amparo en el que sostenía que se estaban violando las garantías individuales de su esposo Miguel Ángel Gama Habif, quien, aclaró, “no tiene antecedentes penales”, así como una queja ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). El ombudsman nacional, dice, se abocó de inmediato a la investigación del caso.

Drama y muerte

Las protestas de Dulce María, María del Carmen y Monserrat ante organismos defensores de los derechos humanos, además de la colocación de carteles, mantas y las fotografías de los desaparecidos tuvieron su efecto cinco semanas y media después del levantamiento.
El 24 de abril, la Sedena informó que había iniciado la averiguación previa GN/LAREDO/02/2009 “para determinar la participación de personal militar… en relación a la presunta desaparición de Miguel Ángel Gama Habif, Israel Ayala Ramírez y Aarón Rojas de la Fuente”.
Pero la incertidumbre continuó. El jueves 7 de mayo, López Duarte recibió una llamada en la que le comunicaron el hallazgo de tres cuerpos en Piedras Negras, Coahuila. Le dijeron que, por las características físicas, uno de ellos coincidía con las de su esposo desaparecido. Tuvo que ir al Servicio Médico Forense (Semefo) a identificarlo. Para su alivio, dice, ninguno de los cadáveres correspondía al de su marido ni a sus amigos.
Sin embargo, horas más tarde tres cuerpos más fueron llevados al hospital universitario de la ciudad de Monterrey. Habían sido exhumados en el rancho Alto Bonito, ubicado en el kilómetro 13 de la carretera Monterrey-Nuevo Laredo.
Cuenta: “Se trataba de mi esposo y sus amigos. Tenían cinco semanas y media de haber sido asesinados. Estaban quemados y los tres habían sido torturados. Los mataron a balazos, incluso tenían el tiro de gracia.”
El viernes 8, la Sedena reconoció en un escueto boletín que personal militar participó en la desaparición y muerte de Miguel Gama Habif, Israel Ayala Ramírez y Aarón Rojas de la Fuente, por lo que “se ejercitó acción penal en contra de un jefe, tres oficiales y ocho elementos de tropa”. La Sedena omitió los nombres de los presuntos implicados.
López Duarte señala que las autoridades pudieron localizar el lugar donde estaban sepultados los cuerpos “por las mismas declaraciones que rindieron los militares consignados”, aunque afirma que los soldados detenidos no son todos los que participaron en el operativo ni en la desaparición y muerte de su esposo y sus dos compañeros.
–Según la información que usted tiene, ¿cuántos militares se llevaron a su esposo y a sus amigos?
–Eran como 40. Es claro que no quieren castigarlos a todos. En el Ejército hay mucha impunidad y parece que no hay autoridad. En aras de combatir a la delincuencia arrasan hasta con vidas inocentes, mientras los delincuentes están bien protegidos por ellos.
El sábado 9, después de realizar los trámites de reconocimiento de los cuerpos, los deudos de Gama Habif, Ayala Ramírez y Aarón Rojas procedieron a velarlos. El domingo 10 fueron sepultados en el panteón Jardín de los Ángeles de Nuevo Laredo, Tamaulipas.
López Duarte relata que poco antes de efectuar los funerales, la Sedena envió a dos mayores de justicia militar –Antonio Mendoza Sánchez y José Rafael Cruz Contreras–, quienes le ofrecieron a ella y a los familiares de Israel y Aarón una indemnización de 60 mil pesos a cada uno de los ejecutados.
–¿Aceptaron el dinero de la Sedena?
–Sólo aceptó la familia de Aarón Rojas. Los hermanos de Israel y yo la rechazamos.
–¿Por qué rechazó usted la ayuda?
–Porque quiero que la investigación continúe y se castigue a todos los soldados. No voy a permitir que me quieran tapar la boca con dinero. Quiero justicia y castigo para el resto de los culpables.



Carta de López Obrador
Revista Proceso (
www.proceso.com.mx), 1698, Pag 20, 17 de mayo de 2009;
Rafael Rodríguez Castañeda
Director de la revista “Proceso”
Presente.
Una vez más sostengo que nunca he visto a Carlos Ahumada Kurtz. Es mentira su dicho de que me reuní con él en un hotel de Villahermosa. Jamás hablé por teléfono para tratar el asunto de los adeudos del PRD con Televisa. No establezco relaciones de complicidad con nadie. En pocas palabras, no soy corrupto.
Justo por esa razón, la mafia del poder y del dinero que domina en el país ha querido destruirme: primero con los escándalos de los videos, luego con el desafuero y después con el fraude electoral de 2006. De todo esto he hablado tanto en mi libro La mafia nos robó la Presidencia, como en discursos y escritos posteriores.
Pero independientemente
de lo anterior, el propósito de estas líneas es expresar mi desacuerdo con la actitud de los duendes que existen en la redacción de la revista Proceso. Obviamente, no generalizo, no incluyo a don Julio Scherer, a Carlos Monsiváis, a Miguel Ángel Granados Chapa, a Enrique Maza, a Enrique Semo, a Naranjo, ni a otros que enaltecen cotidianamente el oficio del periodismo.
Mi crítica va dirigida a quienes, invocando una supuesta pluralidad, nos calumnian para complacer a la derecha. A ellos atribuyo aquella portada de Proceso (1539), durante la campaña electoral de 2006, en plena guerra sucia, donde se me inventó la afirmación “la estrategia soy yo”. De la misma manera, en marzo de este año, con motivo de la detención del director de la cárcel municipal de Cancún, Marco Antonio Mejía, acusado por presuntos vínculos con el narcotráfico, publicaron una nota bajo el título “Puma, peligrosamente cerca de AMLO” (Proceso 1688), donde lo presentan como “una persona de todas mis confianzas” y como supuesto “coordinador de mi equipo de seguridad durante la campaña de 2006”, quien manejó “información sensible”. Otro ejemplo está en su más reciente edición (Proceso 1697), en la cual, al comentar el libro de Carlos Ahumada, se llega a decir que dicho personaje me “exhibe en actitudes poco éticas”.
Subrayo estos ejemplos por tres razones básicas: porque muchos de los lectores de Proceso participan en el movimiento de resistencia que encabezo y estoy obligado a informarles. Lo hago también porque Proceso es uno de los pocos espacios que no están al servicio de la mafia, de la oligarquía que, ante la debacle del país, quiere evadir su responsabilidad sembrando la idea de que todos los políticos somos iguales. Y por último, porque no estoy dispuesto a aceptar ningún señalamiento que, sin fundamento alguno, afecte mi honestidad y mis principios, lo que estimo más importante en mi vida. Además, siempre he sostenido que nadie puede aspirar a dirigir a un movimiento de renovación sin autoridad moral y política. Es cierto que la llamada sociedad política está podrida, pero la inmensa mayoría del pueblo de México no está enferma ni de codicia ni de odio, y muchos están participando en la transformación del país.
Soy partidario de la prensa libre. Pero defenderé en todo momento mi dignidad y el derecho del pueblo a la esperanza.
Atentamente
Andrés Manuel López Obrador
Respuesta del director:
Andrés Manuel López Obrador se equivoca. En Proceso no hay duendes. Hay seres humanos libres, honestos, valerosos y apasionadamente comprometidos con la profesión periodística. La ejercen, la ejercemos, en congruencia con la línea editorial que hace más de 32 años dio a luz a Proceso: independiente y crítica y, como dice nuestro lema, sin concesiones. Proceso no ha sido, no es y no será incondicional de nada ni de nadie. La razón de ser de nuestro trabajo semanario son los lectores, no los hombres del poder ni aquellos que aspiran a conquistarlo. Publicamos lo que atestiguamos, investigamos y documentamos. Nada más y nada menos. En Proceso no somos partidarios de la prensa libre. En Proceso hoy, como ayer, simplemente somos libres.
Rafael Rodríguez Castañeda
Nuevas leyes para la violencia del Estado/CARLOS MONTEMAYOR
En este nuevo fragmento de su libro de próxima publicación, Antes y después del 68, Carlos Montemayor analiza los aspectos del entramado legal que justifican la violencia de Estado y criminalizan la inconformidad social en México. En un repaso crítico de los códigos penales en distintas épocas y circunstancias, el escritor e investigador detecta, entre otras aberraciones jurídicas, dos rasgos perniciosos: el uso político del Ministerio Público y la ambigüedad en la redacción de leyes…

La violencia de Estado en México ha asumido, a lo largo de su historia, variantes que han ido más allá de los grupos de choque y las masacres; también se ha impulsado como acción legal. No me refiero a la suspensión general de garantías previstas en numerosas constituciones políticas modernas para casos de guerra, desastres naturales o emergencias sociales.1 Me refiero a la formulación de leyes que conducen de manera expedita a la criminalización de la inconformidad social. Dos supuestos son esenciales en esta violencia: primero, el uso político del Ministerio Público; segundo, la ambigüedad en la redacción de las leyes que pudieran asentar como delitos autónomos con penalidad propia sólo tentativas o intenciones que por fuerza interpretarán políticamente los impartidores de justicia.
En el siglo XX, el ejemplo más destacado de esta violencia fueron los delitos llamados de disolución social. Se crearon con la reforma al Código Penal del 30 de octubre de 1941 y con la iniciativa promovida por el Ejecutivo federal el 15 de enero de 1951. Surgieron en el contexto de la Segunda Guerra Mundial para penalizar la infiltración de agentes no nacionales que pudieran difundir ideas, programas o planes de acción de “cualquier gobierno extranjero” que afectaran la estabilidad o soberanía del Estado mexicano. Sin embargo, nunca se acusó de este delito a extranjeros, sólo a mexicanos: fue útil para reprimir a numerosos líderes obreros, campesinos, magisteriales y estudiantiles. El delito se derogó en 1969, a partir de una de las peticiones del movimiento estudiantil del 68 y de la propuesta que el entonces presidente de la República planteó al Congreso de la Unión en su informe presidencial del 1 de septiembre de 1968. 2
Al terminar el siglo XX y al iniciarse el siglo XXI empezó a incluirse en varios códigos penales del país una variante peculiar del delito de privación ilegal de la libertad. Miguel Ángel Granados Chapa lo ha llamado, en las páginas de Proceso, secuestro equiparado.3 En las reformas al Código Penal Federal publicadas en 2009, el artículo 366 (I,b) alude a la modalidad del delito de privación ilegal de la libertad con el propósito de: “Detener en calidad de rehén a una persona y amenazar con privarla de la vida o con causarle daño, para que la autoridad o un particular realice o deje de realizar un acto cualquiera”.
En el crimen organizado, el delito de privación ilegal de la libertad se extiende por un tiempo indefinido, con riesgo de la pérdida de vida o inminente daño del secuestrado, y tiene como objetivo obtener una recompensa económica a cambio de la liberación de la víctima. Esta privación de la libertad se equipara tendenciosamente con la reacción de ciudadanos que exasperados ante la negativa o negligencia oficial retienen por algunas horas a funcionarios públicos en oficinas donde se planteaban los reclamos o peticiones reiteradamente desatendidas para obtener la atención de una autoridad superior que solucione el conflicto o la petición social. En el caso del crimen organizado, se tipifica y castiga un delito; en el otro, se criminaliza una exasperación ciudadana y se le hace equiparable al secuestro no por su naturaleza análoga, sino por las condenas con que se le castiga.
Tal delito de nuevo cuño ha llevado a sentencias aberrantes en casos tan notorios como el de la señora Jacinta Francisco Marcial, indígena ñahñu de la comunidad de Santiago Mexquititlán, en Querétaro, vendedora de aguas frescas, condenada a 23 años de prisión después de un proceso de tres años en el que no contó con la asistencia de un intérprete de su lengua, acusada de haber secuestrado a cinco agresivos y corpulentos agentes federales de investigación cuando destrozaban brutalmente el tianguis de su poblado.4
Otros casos aberrantes de este nuevo delito son las condenas de tres comuneros de San Salvador Atenco, Ignacio del Valle, Felipe Álvarez y Héctor Galindo, arrestados como consecuencia de la represión ya comentada en páginas anteriores a esa comunidad del Estado de México. A los tres se les condenó a 67 años y medio de prisión y al primero de ellos, el líder más señalado, se le acumuló otra condena de 45 años: en total, 112 años y medio. Considerados reos de alta peligrosidad, se encuentran recluidos en el penal del Altiplano.5
Decíamos que la redacción de tal fracción del artículo 366 es intencionalmente ambigua. Primero, el “rehén” de ciudadanos no escuchados no recibe amenazas de privación de la vida ni de daño; segundo, ese “rehén” es siempre un funcionario público que ha desatendido requerimientos ciudadanos durante largo tiempo; tercero, no se le retiene para que ningún particular “realice o deje de realizar un acto cualquiera”; cuarto, se le retiene para que una autoridad de jerarquía superior actúe de una precisa manera: resolver una problemática social que el funcionario se ha negado a atender y solucionar. La redacción de la ley oculta intencionalmente el contexto social de esos actos y los sitúa en otro distorsionado y ajeno.
El punto esencial de manipulación legal no está en la comprobación efectiva, como prueba procesal, de que se haya amenazado al rehén con privarlo de la vida o de causarle daño, lo que debería de modificar el razonamiento de los procuradores e impartidores de justicia, sino la intención de que “la autoridad realice o deje de realizar un acto cualquiera”. En otras palabras, las conductas de reclamo ciudadano a los funcionarios que no resuelven peticiones sociales son igualadas a los propósitos del crimen organizado. Se trata de una criminalización de la inconformidad social.
Otro delito de formulación reciente en la legislación mexicana se relaciona muy de cerca con el secuestro equiparado también por el punto de que “la autoridad realice o deje de realizar un acto cualquiera”. En abril de 2007, el Senado consideró como una forma de modernización de las leyes en México reconocer el delito de terrorismo. La ley estadunidense lo definió como la “violencia premeditada, políticamente motivada y llevada contra objetivos no combatientes por grupos subnacionales o agentes clandestinos” y el terrorismo internacional como el “que involucra a los ciudadanos o el territorio de más de un país”.6 En septiembre de 2001, el Departamento de Estado dio a conocer en Estados Unidos el Informe global sobre terrorismo, que identificaba a veintinueve organizaciones terroristas en todo el mundo. De ellas, catorce eran de tendencia extremista islámica y contaban con algún tipo de apoyo abierto o encubierto de gobiernos de países como Afganistán, Siria, Líbano, Irán o Libia. El informe del Departamento de Estado presentaba en las fichas de cada una de estas organizaciones su descripción, sus principales actividades, su fuerza estimada, su área de operaciones y sus apoyos externos. Según ese informe, las organizaciones fundamentalistas islámicas habían aumentado su actividad por el estallido de la violencia en el conflicto palestino-israelí en septiembre de 2000, dato relevante porque el informe apuntó que la mayoría de ellas tenían a Israel y a Estados Unidos como sus principales blancos.
Hasta aquí, desde la perspectiva estadunidense, la esfera del terrorismo está integrada por organizaciones concretas, ennumerables y provistas de ideologías específicas. Su desplazamiento y movilidad, no sólo su capacidad de fuego, forman parte del “peligro terrorista”. Por ello, en el informe de 2007 sobre Terrorismo en el hemisferio occidental que el Departamento de Estado dio a conocer el 30 de abril de 2008, se precisa la cooperación que esperaba Estados Unidos de México y Canadá: frenar la amenaza del tránsito terrorista; el informe refirió que México y Canadá fueron asociados claves en la guerra contra el terrorismo y en la seguridad nacional de Estados Unidos. La cooperación con estos países ha sido amplia y profunda, a todos los niveles de gobierno y prácticamente en todas las agencias, en iniciativas varias. Al reconocer la amenaza del tránsito terrorista, México ha trabajado con Estados Unidos para mejorar la seguridad en materia de aviación, de fronteras, marítima y de transporte, para asegurar infraestructura crítica y combatir la financiación del terrorismo.
Así las cosas, explicadas desde la experiencia estadunidense, veamos ahora la redacción que adoptó el capítulo VI de la última reforma del 26 de junio de 2008 al Código Penal Federal de nuestro país:
Artículo 139.- Se impondrá pena de prisión de seis a cuarenta años y hasta mil doscientos días de multa, sin perjuicio de las penas que correspondan por los delitos que resulten, al que utilizando sustancias tóxicas, armas químicas, biológicas o similares, material radioactivo o instrumentos que emitan radiaciones, explosivos o armas de fuego, o por incendio, inundación o por cualquier otro medio violento, realice actos en contra de las personas, las cosas o servicios públicos, que produzcan alarma, temor o terror en la población o en un grupo o sector de ella, para atentar contra la seguridad nacional o presionar a la autoridad para que tome una determinación.
La misma sanción se impondrá al que directa o indirectamente financie, aporte o recaude fondos económicos o recursos de cualquier naturaleza, con conocimiento de que serán utilizados, en todo o en parte, en apoyo de personas u organizaciones que operen o cometan actos terroristas en el territorio nacional.
Artículo 139 Bis.- Se aplicará pena de uno a nueve años de prisión y de cien a trescientos días multa, a quien encubra a un terrorista, teniendo conocimiento de sus actividades o de su identidad.
Artículo 139 Ter.- Se aplicará pena de cinco a quince años de prisión y de doscientos a seiscientos días multa al que amenace con cometer el delito de terrorismo a que se refiere el párrafo primero del artículo 139.
El texto de este articulado es defectuoso en varios aspectos. De entrada, no hay una atribución sustantiva que identifique el delito: se le define por el temor o terror que puede “producir en la sociedad o en un sector de ella”; en los artículos 139 bis y tercero, por el contrario, dan por sentado una definición sustantiva que no se especificó en los primeros párrafos del artículo y se refirieren ya a “terroristas” y a “actos terroristas”. En la definición estadunidense se destaca la caracterización de fuerzas combatientes clandestinas o no regulares, que atacan a contingentes no militares, sino civiles. En la reforma mexicana no hay una categorización así.
El empleo agresivo de algunas de las armas y sustancias químicas y tóxicas enlistadas en la primera parte del artículo 139 pueden tipificarse como delitos en sí mismos; no requieren el contexto del terrorismo ni la correlación, no establecida en esta ley, por supuesto, con organizaciones impugnadas por el gobierno estadunidense. Pero se trata de un retroceso legal, primero, por la ambigüedad de este texto: “que produzcan alarma, temor o terror en la población o en un grupo o sector de ella”. La alarma, el temor o el terror los producen la presencia del ejército o de los cuerpos policiacos en operativos de cateos ilegales y represivos; los produce, igualmente, la militarización de varios estados de la República por la lucha contra el narcotráfico; los producen el crimen organizado, los robos, secuestros y asesinatos seriales. El rasgo que tipifica a las organizaciones que Estados Unidos considera como terroristas no es el terror que producen, pues, sino la descalificación política con que se les proscribe. Por ello, el gobierno estadunidense puede enlistar como terroristas a organizaciones fundamentalistas islámicas o de extrema izquierda, muchas, hemos dicho, particularmente opuestas a intereses israelíes y estadunidenses.
El rasgo más objetivo para calificar de terrorista una acción armada, empero, decíamos, no se integra en la reforma del 25 de junio de 2008 del Código Penal mexicano, a saber: “la violencia premeditada, políticamente motivada y llevada contra objetivos no combatientes” por grupos subnacionales o clandestinos. La reforma mexicana es un retroceso legal por referirse al terrorismo como una fuerza que busca “presionar a la autoridad para que tome una determinación”. En México han venido presionando a todo tipo de autoridades, con magníficos resultados, “para que tomen una determinación”, las élites financieras e industriales del país, el sistema bancario que ha dejado de ser mexicano, los consorcios trasnacionales de alimentos y de hidrocarburos, los gobiernos de Estados Unidos, la Unión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Ante esta presión real para que las autoridades “tomen una determinación”, la presión de los terroristas parece una broma. Esto sería, al menos, la parte blanca del caso. La parte riesgosa es la tentación de confundir, como en el secuestro “equiparado”, el término “terrorismo” con la inconformidad ciudadana.
Para abundar en este asunto, retomo algunas viejas notas. Por ejemplo, pocos días después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington la agencia noticiosa Reuters explicó su rechazo a aplicar la palabra “terrorista” a individuos, organizaciones o actos, ya que la definición de quién es o no un terrorista dependía de una interpretación subjetiva. “Lo que para alguien es un terrorista, para otro es un luchador por la libertad”, explicó Stephen Jukes, editor en Washington de esa agencia.
El 18 de septiembre de ese año de 2001, los corresponsales norteamericanos de La Jornada Jim Cason y David Brooks se preguntaban: “¿Quién es un ‘terrorista’?”. Recordaron que 16 años antes Nelson Mandela y su Congreso Nacional Africano eran considerados terroristas por el gobierno de Estados Unidos. En cambio, los guerrilleros mujaidines de Afganistán, entre cuyas filas estaba el entonces “héroe” Osama Bin Laden y, particularmente, Ahmed Ul Haqia, al que los talibán fusilaron a finales de octubre del 2001, fueron caracterizados como “luchadores por la libertad”. En 1985, el entonces presidente Ronald Reagan invitó a la Casa Blanca a los líderes mujaidines, a quienes patrocinaba la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para que lucharan en Afganistán contra la ocupación soviética. En ese momento, el presidente Reagan elogió esa lucha como una campaña contra el “imperio del mal” y declaró que los mujaidines afganos eran “el equivalente moral de los próceres de Estados Unidos”.
Poco después, cuando estos “próceres” dejaron de luchar contra los soviéticos, se convirtieron en el prototipo de los terroristas. ¿Por qué? Porque el término “terrorista” no explica, sólo identifica por descalificación a grupos proscritos utilitariamente. Así Estados Unidos distorsiona selectivamente las luchas de resistencia en el mundo; así los rusos distorsionan la lucha de resistencia en Chechenia y los israelíes distorsionan la lucha de resistencia de los palestinos.
El terrorismo no es una conducta ni un atributo específico de un individuo o grupo social, salvo en las grandes producciones cinematográficas de Hollywood. No existen terroristas, existen redes de crimen organizado a escala regional o internacional en contrabando de armas, narcotráfico, migrantes o prostitución, por mencionar algunos ejemplos, y también organizaciones de resistencia política regional, campesina o urbana que se ven obligadas a adaptarse a diferentes condiciones de lucha local, regional o incluso internacional. El análisis de estas organizaciones armadas tendría que ser político, económico o social. O también militar, ya que el contrabando de armas puede alcanzar en breve nichos tan sofisticados como las armas químicas y las cabezas nucleares.
Tarde y mal, pues, el Senado quiso que México aceptara como algo comprobable y unívoco el término terrorismo para reducir y cegar la comprensión de procesos sociales que se viven con otra dinámica en nuestras regiones y en el extranjero. El “terrorismo”, como el viejo delito de “disolución social”, y ahora el del secuestro equiparado, diseñados para proteger a la autoridad que no atiende ni resuelve peticiones sociales reiteradamente denegadas, abren en México las puertas a una nueva oleada de represión selectiva en procesos sociales que nada tendrían que ver con el terrorismo, pero sí con la inconformidad ciudadana. Criminalizar la protesta social despeja el camino a más crímenes de Estado en el siglo XXI.

Notas

1. En 1974 Diego Valadés publicó un estudio muy ilustrativo de estos temas en gran parte del siglo XX: La dictadura constitucional en América Latina, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, México, 1974.
2. Sobre los argumentos y propuesta del presidente Gustavo Díaz Ordaz para la discusión y posible derogación de los artículos sobre Disolución Social a propósito del movimiento estudiantil de 1968, véase la transcripción de estos pasajes del informe presidencial del 1 de septiembre de 1968 en Alfonso Corona del Rosal, Mis memorias políticas, editorial Grijalbo, México, 1995, pp. 224-225. Pueden consultarse tres artículos sobre el tema, uno de ellos, el de Sergio García Ramírez, más doctrinal e histórico; los otros más relacionados con los riesgos actuales de resurgimiento de los delitos de disolución social: Sergio García Ramírez, reseña a Academia Mexicana de Ciencias Penales, Los delitos de disolución social, ediciones Botas, 1ª. edición, México, 1969, pp. 166, en http://www.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/boletin/cont/9/bib/bib6.pdf; Diego Valadés, Estado de sitio permanente, en http://www.el-universal.com.mx/editoriales/39288.html/ y Octavio Rodríguez Araujo, ¿Regreso al pasado?, en http://www.jornada.unam.mx/2007/07/26/index.php?section=opinion&artide=016a1pol.
3. Véase el ilustrativo artículo de Miguel Ángel Granados Chapa, Secuestro equiparado, esa infamia, revista Proceso número 1688, marzo de 2009, pp. 22-23.
4. Véase el sitio http://centroprodh.org.mx/index1.htm. Y entrar al centro Pro.
5. Véase el sitio http://www.atencolibertadyjusticia.com/

6. Me he ocupado de este análisis en extenso en el ensayo El terrorismo y el 11 de septiembre de 2001, incluido en La guerrilla recurrente, op.cit., pp. 117-158, y en Chiapas, la rebelión indígena de México, op.cit., pp. 15-26. Más adelante retomo parte de estos planteamientos.



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