12 dic 2009

El chaman de Paredes

El brujo de Beatriz Paredes
José Gil Olmos
Tomado de la agencia APRO,
El reportero José Gil Olmos escribió el libro Los Brujos del Poder 2 que desde hace unas semanas se encuentra en circulación. A continuación presentamos el capítulo referente a la actual presidenta nacional del PRI, Beatriz Paredes.
Wenceslao Flores Xala, alias el Gato Negro, es un hombre al que no le gusta hablar mucho; es discreto hasta para caminar, pues cuando se dirige a algún lado de su pueblo apenas se escuchan sus pasos. Pero su mesura tiene un límite: no le gusta ser engañado.
Moreno, bajo de estatura, vestido de paisano, a Wenceslao tampoco le gusta hablar mucho cuando pasea por el zócalo de Santiago Tuxtla o cuando viaja por algunas partes del país y del extranjero para hacer uno de sus trabajos de brujería, invitado por sus clientes.
Aunque nació en Catemaco, decidió mudarse a este pueblo cuando conoció a Bernarda, la hija del famoso brujo mayor José Xólotl, de quien se cuentan múltiples historias, la más increíble de las cuales es que había aprendido a volar.
A Wenceslao le llaman también el Duende Negro, nombre con el que se identifica en su tarjeta de presentación como brujo, la cual es de color azul y está llena con imágenes de un murciélago que vuela bajo una luna llena y un chimpancé que muestra los dientes. En la pequeña cartulina de publicidad asegura que tiene “el poder maravilloso de la magia” y que puede hacer múltiples “trabajos” por imposibles que sean, como retirar enfermedades difíciles de curar, hacer todo tipo de limpias, conjurar maleficios y ejecutar otros “trabajos” más tradicionales como conseguir al ser amado, lograr que éste regrese o que haya éxito en los negocios.
Su especialidad, sin embargo, es la magia negra. Para celebrar sus ritos tiene un lugar secreto en las montañas de bosque tropical de la región de los Tuxtlas donde —asegura—, si es necesario, sacrifica a algunos animales e invoca al mal.
La mayor parte de sus conocimientos de magia negra los aprendió de su suegro José Xólotl, quien murió hace unas décadas y cuyo nombre en la mitología mexica y tolteca significa “señor de la estrella de la tarde y del inframundo”, que remite a la deidad que ayudaba a los muertos en su viaje a Mictlán. También es conocido como el dios del fuego y de la mala suerte y su nombre en náhuatl significa perro.
Xólotl era reconocido en la región como uno de los mejores brujos mayores por sus extraordinarios poderes para curar y también por realizar “trabajos” difíciles, como eliminar a los enemigos. De él se conservan fotos con personajes famosos de otra época como Raúl Velasco, un asiduo cliente de los brujos de Catemaco.
De su suegro, el brujo mayor de Santiago Tuxtla, el Duende Negro o el Gato Negro aprendió muchos de los artilugios, la mayoría de magia negra, a los que le ha agregado sus propias experiencias, como el culto a la Santa Muerte.
Su esposa Bernarda, hija de Xólotl, también practica la magia, pero sólo la blanca, y realiza sus “trabajos” con yerbas, lociones, rezos y oraciones a los santos y a las vírgenes. Es la otra parte de la magia negra que su padre y su esposo Wenceslao eligieron y que en el caso de este último llega a utilizar cuando se lo piden sus clientes que lo vienen a buscar hasta su casa o que le piden que vaya a distintos lugares como la ciudad de México, Playa del Carmen, Tijuana, Chetumal, Chiapas, Toluca y algunas ciudades de otros países como los Estados Unidos, Guatemala y Belice.
Su fuerte es hacer cultos para gente poderosa, entre la cual se cuentan los políticos de todos los partidos, así como a empresarios de diversos lugares del país y aun del extranjero, algo que obviamente no anuncia en sus tarjetas de presentación, pues la discreción es una parte importante de su trabajo y, sobre todo, de su prestigio.
Sin embargo, esta fama y su trabajo de brujo ha traspasado las fronteras, pues su prestigio ha pasando de voz en voz entre los que han quedado satisfechos por sus “trabajos”. De esa manera conoció a la dirigente nacional del pri, Beatriz Paredes, una de las aspirantes a la candidatura presidencial para las elecciones de 2012.
El Duende Negro recuerda que hace aproximadamente siete años llegó hasta su casa de Santiago Tuxtla una mujer que se presentó como Doña Eli. En esa ocasión le dijo que quería un “trabajo” para una persona importante y le reveló que se trataba de la ex gobernadora de Tlaxcala, Beatriz Paredes, quien deseaba limpiar el camino de su carrera política porque había tenido algunos problemas.
Las fechas coinciden con los tiempos de una mala racha en la trayectoria de la priísta. Hacia 2002 perdió la contienda interna por la presidencia del PRI frente a la dupla formada por Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo, en un proceso que estuvo lleno de irregularidades, el cual fue calificado por su compañera de partido, María de los Ángeles Moreno, como un fraude realizado por “delincuentes electorales”.
La ex embajadora de México en Cuba en tiempos salinistas no veía su suerte después del golpe que le dieron Madrazo y la maestra Gordillo, pues de pronto vio cómo se frustraban sus planes para consolidar su proyecto político. Por vía de mientras ocupó la presidencia de la Fundación Colosio, que se ha convertido en un refugio para los priístas, pues nadie la toma en cuenta a pesar de que institucionalmente es considerada como el sitio de donde surgen los planes ideológicos del PRI.
Todo parece indicar que para salir de esa mala racha buscó la ayuda del brujo de Santiago Tuxtla, quien le pidió a Doña Eli una foto de Beatriz Paredes, su nombre completo, su fecha de nacimiento y su signo zodiacal. Se trataba de iniciar un rito de magia negra, apotropaico, de una ceremonia dedicada a la Santa Muerte, para lo cual requería previamente elaborar su carta astral.
—Después de un día de trabajo le pedí a Doña Eli que le dijera a su amistad que iba a triunfar, pero que necesitaba un “trabajo” directo que le iba a costar 6 000 pesos cada sesión —cuenta el Duende Negro en un par de entrevistas realizadas en el zócalo de Santiago Tuxtla, durante el Encuentro Nacional de Brujos—.
Beatriz Paredes quería llegar hasta donde está ahora; no quería tener rivales. Además, me dijo que deseaba ser candidata a la presidencia. Le dije que podía tener las dos cosas y que para eso le iba a hacer un “trabajo” difícil en seis sesiones. Pero todos los trabajos cuestan —dice al revelar que por cada trabajo le pagó entre 6 000 y 7 000 pesos.
—¿No había desconfianza de la gente de Beatriz Paredes de que todo fuera un engaño?
—No, porque mi trabajo está recomendado por gente importante. Yo nunca he estafado a nadie; tampoco los he engañado. Yo hago mi trabajo seguro para quien me lo pide.
— ¿Y qué quería Beatriz Paredes?
-- Quería tener más poder y una mejor posición que la que había tenido hasta ese momento.
Entrevistado en la pequeña choza improvisada de paja y madera que a principios de marzo de 2009 el municipio de Santiago Tuxtla mandó instalar en el zócalo del pueblo como parte de las celebraciones del Encuentro de Magia, Artesanías y Cultura de los Tuxtlas, el brujo asegura que la ex coordinadora del PRI en la Cámara de Diputados fue a su casa para que le hiciera el primer “trabajo”.
Aunque los brujos de Catemaco reconocen que Beatriz Paredes ya había estado en la región dos años antes, para que le realizaran unas limpias que le ayudaran a ahuyentar los malos espíritus, luego de que su partido perdió la presidencia de la República en el año 2000 y se fracturara en múltiples grupos, Wenceslao, sin embargo, afirma que en aquella ocasión llevó a la ex gobernadora de Tlaxcala hasta el lugar sagrado que tiene en el bosque, donde realizó el acto de magia negra e invocó “a los espíritus de los grandes hombres” para que la ayudaran a alcanzar el poder que tanto deseaba la priísta.
Y también le rezó el novenario a la Santa Muerte para que ésta apalancara los planes políticos de la actual dirigente nacional del PRI.
—La llevé a mi templo y ahí realizamos el rito; sacrifiqué una gallina negra y lancé los conjuros necesarios…
—¿En qué consistían esos conjuros? ¿Qué hizo?
—Bueno, fue una ceremonia que duró todo un día. Empecé diciendo: “Yo te conjuro por lo que quieres ser…. Espíritus de los grandes seres, los invoco para lograr que Beatriz Paredes llegue a lo que quiere ser”…
El brujo no proporciona muchos detalles de la ceremonia. Sólo afirma que elevó muchas oraciones a la Santa Muerte pidiéndole que ayudase a la actual dirigente del PRI y que por nueve días seguidos, ya solo, realizó nuevas oraciones a la deidad esquelética, la misma a la que le rezan delincuentes y narcotraficantes en varias zonas del país.
“Le oré a la Santa Muerte por nueve días seguidos para que Beatriz Paredes tuviera poder, potestad y autoridad donde pisara, para que realizara todo lo que deseaba y para hacer a un lado a todos sus enemigos.”
Wenceslao asevera que las otras cinco sesiones las llevó a cabo en la casa de Doña Eli en la ciudad de México y que en todas estuvo presente Beatriz Paredes. Por cada una de estas sesiones cobró 6 000 o 7 000 pesos, insiste.
—¿Logró Beatriz Paredes lo que quería?
—Mire dónde está y hacia dónde va —contesta con una leve sonrisa de satisfacción—. Es un logro de lo que deseaba ser y lo ha conseguido en el tiempo conveniente…
Pero este gesto no dura mucho tiempo. Su rostro se ensombrece cuando recuerda que Doña Eli sacó provecho de la situación, pues mientras él cobró 6 000 o 7 000 pesos por cada sesión, la amiga de Beatriz Paredes le cobró 600 000 pesos.
Enigmático como es, lanza una sentencia: “No es justo eso, pues nuestros ‘trabajos’ cuestan. Se aprovecharon de mi trabajo, pero las malas acciones siempre se pagan”.


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