11 feb 2010

El discurso del general

El Ejército ante una sociedad dividida/Humberto Musacchio
Excélsior, 11-Feb-2010;
En forma inusual, el secretario de la Defensa Nacional salió a abogar por la reforma política que propone Felipe Calderón, pues considera el funcionario militar que “sólo mediante reformas integrales estaremos en condiciones de consolidar ese bienestar colectivo que todos exigen, pero que no todos procuran”.
El general secretario hizo un llamamiento a las fuerzas políticas para llegar a acuerdos basados “en la madurez y en el fino diálogo” y señaló la necesidad de “garantizar un sistema político que dé cauce a la resolución de conflictos”, en la idea de que “tensar el tejido social lastima y obstruye el avance”, palabras que debieron escuchar los que mandaron al desempleo a 44 mil trabajadores electricistas.
El titular de la Defensa condenó a quienes “quieren dividir a los soldados de aire, mar y tierra” y los tachó de “detractores de México”, aunque se guardó de aclarar de quiénes se trata, si bien dio a entender que caen en esa clasificación los que critican (criticamos) la absurda guerra ordenada por su jefe contra el crimen organizado.
En suma, lo que pidió don Guillermo Galván Galván fue, dicho en sus palabras, “la cohesión social y el acuerdo político” en aras del interés nacional, pues tal acuerdo es “actitud propositiva y virtuosa que conduce al consenso por la vía del respeto, la prudencia y la buena intención para escuchar y comprender las razones de los demás”.
Tiene sus riesgos que el militar de más alto rango haga pública una toma de partido, en este caso por una propuesta política de su jefe, propuesta que hasta donde entendemos no pasa por las Fuerzas Armadas, sino que corresponde debatirla, rechazarla o aprobarla a las cámaras de Diputados y Senadores, órganos que se ha dado la nación para legislar.
Tampoco resulta saludable para la República que un alto funcionario se diga opuesto a la crítica ciudadana. Más grave es que sea un uniformado quien juzgue inoportuna o indebida esa crítica y llame “detractores de México” a quienes la ejercen. En una sociedad democrática, como se supone que es la nuestra, caben todas las opiniones sin más límites que los establecidos por nuestro marco legal.
Para el general secretario, el paquete de iniciativas de la Presidencia constituye una de las “reformas integrales” que nos permitirá “consolidar ese bienestar colectivo que todos exigen, pero que no todos procuran”, lo cual es más que dudoso, pues los cambios propuestos por Los Pinos son un conjunto de parches que acabarán por descuadrar un sistema electoral opaco y en muchos sentidos insatisfactorio.
Más delicado es aquello del bienestar “que todos exigen, pero que no todos procuran”. Se puede estar de acuerdo si entre los segundos mete el funcionario a los delincuentes, a los policías corruptos, a los funcionarios, abúlicos, ineptos o ladrones; a los jueces sobornados o los empresarios que se prestan a lavar dinero. Pero habría que decirlo, pues las generalizaciones son inexactas y sobre todo injustas.
Como reconoció implícitamente el discurso del general secretario, la nuestra es una sociedad atravesada por el encono y la división. Es así por la desigualdad y la injusticia que arrastramos desde siempre, pero sobre todo por la forma atropellada y atropellante en la que, “haiga sido como haiga sido”, se le impuso a los mexicanos un resultado electoral sin comprobación y autoridades carentes de esa legitimidad que sólo dan los votos y su recuento transparente. La cohesión social y el acuerdo político pasan por reconocer lo anterior. Lo demás son deseos plausibles, pero obviamente irrealizables.
*Periodista y autor de Milenios de México
hum_mus@hotmail.com

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