Columna JAQUE MATE/Trazos de Diego
Por Sergio Sarmiento
Publicado en Reforma, 18 May. 10
"En política sólo triunfa quien pone la vela donde sopla el aire; jamás quien pretende que sople el aire donde pone la vela". Antonio Machado
En 1995 fui víctima de un secuestro express. Los secuestradores me mantuvieron en la cajuela de mi automóvil durante un día. Cuando finalmente me botaron y pude llegar a mi casa, una de las primeras llamadas que recibí era de Diego Fernández de Cevallos. Yo lo conocía poco y sólo como producto de mi trabajo periodístico. Él se había enterado de mi desaparición por una conversación con algún funcionario público.
Cuando escuchó los detalles del caso, y las dudas que estaba teniendo sobre presentar o no una denuncia, ya que los secuestradores me habían amenazado para que no lo hiciera, él se trasladó de inmediato a mi casa. Durante varias horas permaneció conmigo para ayudarme a preparar la declaración ante el ministerio público. Nunca me pidió nada a cambio. De ahí surgió una amistad que ha sobrevivido incluso a algunos momentos ríspidos como resultado de mi labor periodística.
La desaparición de Diego me ha generado así una angustia que va más allá de lo meramente profesional. Me resulta inevitable al examinar el caso recordar lo ocurrido en 1995. Fernández de Cevallos no es un simple político para mí.
Diego es -me niego a escribir en pretérito- un hombre de inteligencia excepcional y personalidad arrolladora. Durante la LV legislatura, en la segunda mitad del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, fue coordinador de los diputados del PAN en un momento en que Luis H. Álvarez era presidente del partido. Contra lo que es usual en nuestro país, Diego estuvo dispuesto a respaldar iniciativas cruciales del presidente Carlos Salinas de Gortari. Esta colaboración con un presidente priista le generó el repudio de un importante grupo de panistas, quienes formaron el Foro Doctrinario y posteriormente se salieron del partido, entre ellos Bernardo Bátiz, Pablo Emilio Madero y Jesús González Schmall. La posición de Diego, sin embargo, permitió la realización de un grupo de reformas estructurales, como la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, la privatización de la banca y las reformas a los artículos 27 y 130 de la Constitución, que han sido las más importantes realizadas en nuestro país en las últimas décadas.
Es difícil saber quién pueda haber secuestrado a Fernández de Cevallos. Así como mucha gente lo quería, por lo que caminar con él en público era asistir a un constante desfile de personas que le expresaban su admiración y le pedían autógrafos y fotos, no carecía de enemigos: algunos por su trabajo como abogado, otros por sus posiciones políticas, otros simplemente por su carácter dominante y a veces pendenciero.
No puede descartarse, por otra parte, un secuestro por motivos pecuniarios. Diego ha acumulado una fortuna considerable a lo largo de su vida por su trabajo como abogado. Al contrario de otros políticos, no ha ocultado nunca su riqueza personal, la cual considera una justa recompensa por su capacidad profesional. A pesar de su dinero, sin embargo, ha insistido en andar sin escoltas y en conducir personalmente sus propias camionetas.
La desaparición del Jefe Diego me genera una preocupación por lo que pudiera ocurrirle a un estadista que ha sido crucial en la historia reciente de nuestro país. Pero a ella debo añadir una angustia personal por ese hombre que en 1995 se acercó a ayudar a un periodista que apenas conocía y que acababa de sufrir un secuestro.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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