29 nov 2010

Cuarto año de gobierno: FCH

El Presidente  de la República Felipe Calderón encabezó este domingo 28 de noviembre, el Encuentro ciudadano con motivo del cuarto año de Gobierno, en el que realizó una crónica del recuento de 10 grandes cambios, de los gobiernos democráticos, de 2000 a 2010.
En su discurso del Auditorio Nacional, el presidente afirmó que de 2000 a 2010 será recordado en la historia por ser la década de la salud y de los gobiernos humanistas que crearon el Seguro Popular.
Dijo que en el 2000, sólo 47 millones de personas tenían cobertura médica y hoy, más de 93 millones de mexicanos están protegidos. En una década, los gobiernos democráticos igualaron lo hecho durante todo el siglo XX.
En el rubro de educación explicó que hoy 1 de cada 3 estudiantes puede continuar sus estudios gracias a una beca del Gobierno Federal, también hoy se destina dos y media veces más recursos a becas que en el año 2000 que apoyan a 7 millones de niños y jóvenes y 1 de cada 3 espacios de Educación Superior fue abierto en esta década.
En Desarrollo Social, subrayó que en el año 2000, el programa Progresa cubría a 2.5 millones de familias y hoy se apoyan a 6.5 millones de familias con Oportunidades y, en la última década, se ha triplicado la ayuda económica para las familias más pobres.
El consumo de alimentos creció 22% y la desnutrición infantil se redujo a menos de la mitad y en estos 10 años se ha triplicado el presupuesto Federal para apoyar el desarrollo de los pueblos indígenas.
En la última década la proporción de la población que vive en pobreza extrema se redujo 25%” y en tan sólo 4 años se ha creado 9 veces más estancias infantiles que todas las guarderías públicas construidas en el siglo XX.
Una de cada cuatro viviendas han sido financiadas en estos últimos 10 años y son más las viviendas financiadas en esta década que todas las existentes en el DF y el Estado de México.
En el tema de infraestructura, dijo que se ha triplicado su inversión, pasando de 200 a 600 mil millones de pesos y en PEMEX 4 veces más que hace una década.
La economía se ha fortalecido, comparada con los año 80, el poder adquisitivo sufrió una pérdida del 50%, en los 90 también cayó en 35% y durante esta década México creció en casi 4%.
En la crisis del 95 casi 50% de los mexicanos no pudieron saldar su hipoteca y se perdieron 1 de cada 10 empleos. En la crisis internacional de 2009, 96% de la población pudo pagar y se perdieron sólo 2 de cada 100 y hoy ya se recuperaron totalmente.
En este año se llevan casi 900 mil nuevos empleos netos. Una de las cifras de empleo más altas de la historia.
En el medio ambiente, mencionó que en este año se logró la menor pérdida forestal en décadas y en la década pasada se perdieron 355 mil hectáreas, a diferencia de hoy que la pérdida es mucho menos de la mitad.
En 2000 sólo se trataba el 23% del agua residual, hoy es el doble, gracias a las 400 plantas de tratamiento. En 2012 se tratará el 60%.
Por primera vez México hace frente, con firmeza y determinación, al flagelo de la criminalidad por lo que, subrayó que el Gobierno Federal no descansará hasta ver a México limpio del cáncer del crimen organizado.
Mencionó que antes el Gobierno controlaba los medios de comunicación y hoy existe plena libertad de expresión.
Finalizó enfatizando que hace 10 años, con la fuerza del voto ciudadano, se desmanteló la vieja estructura autoritaria, vigente durante casi todo el siglo XX, por lo que somos muchos más los mexicanos que queremos ver a esta tierra como la Patria justa, ordenada y generosa que está llamada a ser.
Discurso completo:
***
El Presidente Calderón en el Encuentro ciudadano con motivo del cuarto año de Gobierno
2010-11-28 | Discurso
Muy buenos días, amigas y amigos.
Cómo están.
Muchas gracias por estar aquí, por acompañarme en este día tan especial, no sólo para mí, sino para el proyecto del México que queremos.
Muy estimados Gobernadores, aquí presentes.
Muy estimados Gobernadores electos, también.
Muy estimados ex Gobernadores.
Muy estimados Coordinadores Parlamentarios.
Muy estimados Diputados Federales.
Muy estimados Diputados locales, de todo el país.
Muy estimados Senadores de la República.
Muy estimados Presidentes Municipales, también de toda la geografía nacional.
Muy queridas y muy queridos Secretarios y colaboradores del Gobierno de la República.
Muy distinguidas personalidades que nos acompañan.
Líderes de organizaciones sociales, de organizaciones campesinas, empresariales.
Señoras y señores.
Amigas y amigos:
Hace un momento que veía el video en la pantalla, recordaba, precisamente, el largo camino que recorrimos para llegar aquí.
Hace cuatro años llegamos a la Presidencia de la República. Llegamos con el firme compromiso de velar por la gente, por su bienestar, por la prosperidad de la Nación; llegamos con el claro propósito de construir bien común para México.
Y no llegamos solos, sino que llegamos con ustedes, con la gente, y guiados por los principios del humanismo, de la libertad, de la justicia, de la legalidad, del dignísimo respeto que merecemos a la dignidad de la persona humana.
Llegamos, amigos, no para servirnos del poder, sino como siempre lo pensamos, y lo profesamos, para servir desde el poder. Llegamos a la Presidencia con la profunda convicción de transformar a la Nación en el México que queremos.
En unos días, también, se cumplirán, a la vez, 10 años del arribo de un proyecto democrático, un proyecto fundado en los principios de dignidad humana y de bien común.
En efecto, la democracia en México fue el fruto de una ardua lucha, en la que participaron muchas generaciones de mexicanos; una lucha de décadas, una lucha histórica que, a final de cuentas, por la vía de la fuerza de los pacíficos pudo cambiar el rostro de nuestra Nación.
Y fue el legado de muchas mujeres y hombres; fue el triunfo de mexicanas y mexicanos íntegros, como Francisco I. Madero, como José Vasconcelos, como Manuel Gómez Morin, como Luis Álvarez, aquí presente.
De mexicanas y mexicanos como Manuel Clouthier, como Carlos Castillo Peraza, como tantas y tantos otros de los que aprendimos a luchar, de los que aprendimos a creer.
Pero fue sobre todo, amigos, el triunfo de la democracia, fue la victoria de mujeres y hombres de todos los rincones de la Patria, que palmo a palmo, sin perder la esperanza, sin bajar la cabeza, con la sola fuerza de su voluntad y su corazón, a golpe de votos, de millones de votos que fueron en los años como gotas de agua que taladraron la roca, y que nos legaron, finalmente, el pleno derecho de elegir a nuestros gobernantes.
Yo quiero agradecerles a todos ustedes, amigas y amigos, el enorme, el generoso esfuerzo por venir a este encuentro, a fin de compartir, sí, estos cuatro años de lucha, de realizaciones, de retos, de esfuerzos, por el México que queremos.
Este cuarto año de Gobierno, amigas y amigos, no es una conmemoración aislada, debe también mirarse como un recuento completo de lo que ha significado para el país una década de vida plenamente democrática.
México no es el mismo país que hace diez años. Tenemos problemas, sí, algunos de ellos profundos, como el de la inseguridad, como el de la pobreza, pero más allá de ello, qué importante es, amigas y amigos, hacer el recuento en estos diez años, en estos cuatro años, de diez grandes cambios, de diez grandes realidades, que como ustedes verán, en cada uno de esos rubros, las mexicanas y los mexicanos hoy, en democracia, vivimos mejor.
Son 10 grandes cambios que han impulsado el desarrollo humano sustentable; 10 grandes cambios que son razones poderosas, con las cuales podemos y debemos sentirnos muy orgullosos los mexicanos, en particular quienes integramos este Gobierno y servimos a México con todas nuestras fuerzas, pero también muchos años desde que México cambió, si no súbitamente, sí de manera clara, sí de manera trascendente a la democracia, no sólo con este Gobierno, sino también con el Gobierno que impulsara la gente y que encabezara nuestro amigo Vicente Fox Quesada.
Yo quiero hacer con ustedes este recuento y quiero pedirles que lo valoremos, que lo meditemos, que verdaderamente lo ponderemos, porque ha sido significativo a la luz de la realidad mexicana, y que en cada uno de estos puntos seamos capaces, a la luz de la verdad, de poderla sostener y de poderla divulgar, y de poder, entre todos, retomar la fuerza y la convicción para ir más adelante y lograr esa transformación que queremos de todo nuestro México.
Estos 10 cambios son los siguientes:
Primero. Esta década será recordada en la historia de México como la década de la salud. Y déjenme darles algunos datos.
Durante muchos años, décadas, para la mayoría de los mexicanos, la salud fue un privilegio sólo para quienes podían pagar. La mayoría de los mexicanos ni tenía acceso a la seguridad social, ni tenía dinero para pagar al médico y mucho menos un hospital.
Cuando se enfermaban, cuando había accidente de un hijo, de un papá, de un hermano, la gente sufría por no tener un hospital o un médico a su alcance. Y cuando la encontraban, veían cómo su patrimonio desaparecía cuando querían pagar los servicios médicos.
En la democracia, los gobiernos humanistas abrimos la puerta a la salud de todos los mexicanos. Esa puerta, entre otras, es el Seguro Popular, que se puso en marcha y que hemos más que duplicado, casi triplicado en esta Administración.
En el año 2000. Fíjense ustedes, en el año 2000 menos de la mitad de la población tenía cobertura médica. Hoy, en lugar de aquellos 46 millones de mexicanos, hoy más de 93 millones de mexicanos tienen acceso a la salud. Eso significa que en tan sólo 10 años le hemos dado servicios de salud, acceso a los servicios médicos a tanta gente como a la que se le dio en todo el Siglo XX en el país; es decir, en materia de salud, en 10 años igualamos a todo el Siglo XX en nuestro México.
Muchas naciones, naciones pobres y ricas, desarrolladas o no, tan desarrolladas como Estados Unidos, por ejemplo, o tan subdesarrolladas como nuestros pueblos en América Latina o en África, no han podido alcanzar la cobertura universal de salud; es decir, que haya garantía de médico y de medicinas para cualquier persona.
Nosotros, nosotros lo lograremos antes de que termine esta Administración, y como lo prometí, habrá médico, medicinas y tratamiento para cualquier mexicana o cualquier mexicano que lo necesite.
Qué hemos hecho para lograrlo. Entre otras cosas, clínicas y hospitales para la gente. Cuántas. En esta Administración, amigas y amigos, en estos cuatro años, tengo el agrado de compartirles que entre clínicas y hospitales nuevos, que son más de mil, o remodelados, hemos cumplido, y hoy les anuncio, hemos cumplido la meta de que en este Año de la Patria, 2010, hemos construido o remodelado dos mil diez clínicas y hospitales en todo el país en menos de cuatro años. Es la obra de infraestructura hospitalaria más grande de la historia de México.
Hemos elevado la esperanza de vida. Pero más allá, más allá de los números, amigas y amigos, yo pienso en el rostro de la gente, que finalmente ha podido tener un hospital digno y sin pagar nada a cambio.
Pienso, por ejemplo, en el rostro de los niños con cáncer. Hace dos años, mi Gobierno decidió garantizar de manera gratuita el servicio y el tratamiento para los niños con padecimientos de cáncer, hasta los 18 años.
Déjenme decirles que antes de esa medida, siete de cada diez niños que padecían cáncer, morían, o porque no tenían para pagar el tratamiento, o simplemente porque no había posibilidades reales para ellos de acceder. Y hoy esa realidad ha cambiado, y de esos diez niños, siete sobreviven porque sus padres no necesitan pagar el tratamiento, y porque les damos la atención médica de avanzada. Esos niños valen la pena.
Éste entonces, éste es, sin duda alguna, el sexenio de la salud.
Dos. Bajo los gobiernos democráticos también, más niños y jóvenes pueden cursas estudios en mejores condiciones.
La educación es la puerta para la igualdad, es la puerta para que ellos tengan las oportunidades que no tuvieron sus papás. Es también la llave de México para que pueda triunfar, con más educación, en un mundo que compite.
Por eso, amigas y amigos, hoy en México, a nivel de educación básica, primaria y secundaria, todos los niños, todos los niños mexicanos tienen un lugar en la escuela. Y no sólo eso: las becas han aumentado. Hoy llegan a casi siete millones los jóvenes y niños que reciben una beca del Gobierno Federal. Esto es dos veces y media más que hace 10 años. Hoy, uno de cada tres estudiantes puede seguir sus estudios, gracias al apoyo de una beca del Gobierno Federal.
Antes, por falta de dinero, los papás tenían que mandar a trabajar a sus niños, a sus jóvenes, para ayudarles. Hoy, también, como lo prometimos, los muchachos que reciben esos millones de becas saben, como dijimos, que su única chamba es estudiar, y eso está cambiando la suerte de esos jóvenes.
Otro dato. Menos de la mitad de los jóvenes tenían lugar en la preparatoria, en México. Hoy, dos de cada tres, es decir, 66 por ciento, tienen acceso al bachillerato.
En el caso de la universidad, en el 2000, sólo el 21 por ciento tenía lugar en la universidad. En el 2006 pasó al 24 por ciento, y en estos cuatro años hemos subido la cobertura universitaria hasta el 30 por ciento en cuatro años, con lo cual hemos llegado a la meta que nos habíamos propuesto para el 2012, y vamos por más, vamos adelante.
Y cómo ha sido posible. Porque hemos abierto 75 nuevos centros de educación superior y hemos ampliado los campus de varias universidades públicas en el país.
Y si vemos más atrás, uno de cada tres espacios en la universidad fue abierto en esta década. Esto quiere decir, amigos, que los gobiernos humanistas hemos dado más oportunidades de educación a los jóvenes.
Hoy, en México, se gradúan cada año 90 mil nuevos ingenieros o técnicos que encontrarán un mejor trabajo y que le están dando competitividad a nuestro país.
Tres. Se decía que a los gobiernos humanistas no nos interesaban los pobres. Y nada más falso. Hoy las familias tienen mayores oportunidades para superar la pobreza. Entre 2000 y 2010, de 2.5 millones de familias que atendía entonces Progresa, hoy hemos llegado a 6.5 millones de familias, que equivalen a casi 30, un poco más, millones de mexicanos que reciben la ayuda del Gobierno a través de Oportunidades.
Es un ingreso que promedia al mes, más de 600 pesos al mes en promedio, pero que muchas familias por el número de hijos que tienen reciben becas de Oportunidades que llegan, precisamente, a ingresos de dos mil 400, incluso, pesos mensuales o más.
Eso, amigas y amigos, es un ingreso que recibe uno de cada tres mexicanos. Casi uno de cada tres mexicanos, hoy es, precisamente, beneficiario de Oportunidades, y con eso estamos ayudando a salir adelante de la pobreza a esa gente.
No cabe duda que los apoyos de Oportunidades marcan un antes y un después en los hogares mexicanos.
Hasta hace poco tiempo, muchos niños en la Mixteca o en la Sierra de Zongolica o en la Tarahumara, podían morir de hambre, porque sus padres no tenían los recursos para alimentarlos.
Eso ha cambiado. En una década se ha triplicado la ayuda económica que reciben las familias más pobres del país. Gracias a ello, por ejemplo, vean estos datos:
El consumo de alimentos creció 22 por ciento en las zonas rurales. Y otro muy importante, por lo que los niños significan: En esta década los gobiernos humanistas hemos reducido la desnutrición infantil a menos de la mitad, y no descansaremos hasta que desaparezca la desnutrición infantil.
Además, los servicios básicos están llegando a más hogares. Ha llegado, por ejemplo, el servicio de agua a 11 millones de casas. Ha llegado la electricidad al 99 por ciento ya de los hogares mexicanos, 13 millones más de hogares que lo que había hace una década.
Antes, la mayoría de la población que vivía en pobreza extrema tenía una choza con piso de tierra. Lo que nos hemos propuesto en esta Administración es erradicar esas condiciones lacerantes de miseria que hacen que los niños se enfermen más frecuentemente, que padezcan de diarrea o de infecciones virales o de picaduras de alacrán.
Y lo que nos hemos propuesto, es erradicar los pisos de tierra. Y por eso, en los últimos tres años hemos apoyado a esas familias; hemos puesto más de dos millones de pisos firmes en el país, especialmente en comunidades indígenas y campesinas, para que puedan cambiar esas familias sus condiciones de vida.
Y no detendremos la labor del Gobierno hasta que, antes de que termine esta Administración, en todos los hogares mexicanos haya pisos firmes, en lugar de pisos de tierra.
El cambio, amigas y amigos, también ha permitido apoyar a los grupos más vulnerables, a los más indefensos.
Por ejemplo, en menos de tres años, hemos alcanzado a apoyar dos millones 100 mil adultos mayores. Jóvenes de 70 y más, como yo les digo, que reciben su ayuda mes a mes, económica, para poder hacerle frente a sus necesidades. Era un acto de elemental justicia para quienes lo habían ya dado todo, para construir el país que tenemos.
Y más allá de los discursos de décadas, diría yo, en materia de derechos de los indígenas, la verdad es que los pueblos indígenas en México vivieron casi en total abandono durante esas décadas. Hoy los gobiernos humanistas hemos reconocido, más que con palabras, con hechos, la enorme valía y la dignidad humana de los pueblos indígenas de México.
Y por eso, en estos diez años hemos triplicado, triplicado el Presupuesto Federal para apoyarlos. Por eso allá va el mayor esfuerzo de electrificación, el mayor esfuerzo de agua potable y alcantarillado; el mayor esfuerzo de caminos rurales que se haya hecho en la historia del país.
Hoy, más de seis millones de indígenas, de los diez que hay en México, reciben apoyo de Oportunidades para salir adelante con su propio esfuerzo; más de cuatro millones ya están afiliados al Seguro Popular.
Esos indígenas hoy reciben el apoyo de PROÁRBOL para tener un ingreso seguro, en lugar de tener que talar el bosque, el pino, la selva. Hoy esos indígenas son respetados. Hoy podemos decir con orgullo que en la democracia se toma en cuenta la voz de los indígenas para impulsar su desarrollo y se respeta su identidad cultural.
En suma, trabajamos por el bienestar de ellos y de los que menos tienen, y no sólo eso. No sólo es el mayor presupuesto que damos, el apoyo de Oportunidades, las condiciones de salud, las Caravanas de la Salud, los caminos rurales. También es la dignidad, la libertad y la participación.
Y por eso, en estos 10 años, a pesar de las circunstancias adversas que ha vivido el país, los gobiernos en democracia hemos logrado reducir la proporción de la población que vive en pobreza extrema.
Reducir la población en pobreza extrema significa que hay un 25 por ciento menos de personas que viven en pobreza extrema en México en estos 10 años, a pesar de las crisis económicas. Y vamos por más.
Y en el respeto a la dignidad de los indígenas, decía, no sólo son las obras, y no sólo son los presupuestos, también es lo que implica para nosotros el reconocerlos y el protegerlos.
Yo recuerdo, en el camino a la Presidencia, a miles y miles de indígenas, y especialmente a miles de mujeres, que son las que cuidan a los niños, las que echan las tortillas al comal, las que trabajan ahora en las parcelas, las líderes comunitarias, las que están transformando el rostro de esas comunidades. Y por eso, me honro que en gobiernos democráticos, como éste, mujeres, y mujeres indígenas, tomen cada día un lugar preponderante en la vida de todos.
Porque recuerdo con emoción cuando Florentina, una indígena mazahua, llegó y arribó al Congreso, y es Diputada en el Estado de México. Y hoy, otra mujer indígena, que había sido perseguida por los caciques y que había, precisamente, sido víctima del autoritarismo en su propia comunidad, hoy otra mujer indígena, Eufrosina, es Diputada Presidenta del Congreso de Oaxaca, y está aquí presente.
Por eso, un cuarto punto, amigas y amigos, también es que en los gobiernos democráticos, las mujeres tienen más oportunidades. Y les doy otro dato.
Durante todo el siglo XX, el Gobierno había puesto a disposición de las mamás trabajadoras un poco más de mil guarderías, y qué bueno. Pero también les digo, que tan sólo en esta Administración, en menos de cuatro años hemos puesto al servicio de las madres trabajadoras nueve mil Estancias Infantiles en todo el país; es decir, nueve veces más en cuatro años que todo lo que se había hecho en casi 60.
Y las Estancias permiten que las mamás puedan ir a trabajar, a buscar trabajo y a ejercerlo; y permiten que los niños estén bien cuidados; y permiten a las mamás que cuidan las Estancias tener un ingreso que antes no tenían.
Las Estancias Infantiles son para los niños, pero son para las mamás que trabajan, para las mamás que sufren, para las madres solteras.
En democracia, las mujeres tienen también los derechos. Las mujeres en los gobiernos humanistas son las que reciben el apoyo de Oportunidades, porque sabemos que ellas son las que cuidan mejor el gasto, porque sabemos que ellas son las que están atentas, más atentas a las calificaciones de los hijos; porque sabemos que ellas son el nuevo rostro de liderazgo, y el nuevo rostro de responsabilidad y el nuevo rostro de solidaridad, que debe ser respetado por todos y, en primer lugar, por los gobiernos.
Eso hemos hecho y seguiremos apoyando a las mujeres.
Un quinto. Quinto punto de cambio. En democracia, más familias mexicanas que nunca han adquirido su propia casa. Y voy a darles otro dato.
De todas las casas, de todos los hogares que los mexicanos hemos venido construyendo o comprando a lo largo de nuestra historia, de todas las casas y departamentos que hay en México, uno de cada cuatro ha sido financiado en los últimos 10 años.
Para ponerlo en perspectiva. Baste decir que el número de viviendas financiadas en esta década es mayor que el número de casas o departamentos existentes en todo el Distrito Federal y en todo el Estado de México.
La vivienda es el hogar, la vivienda es la casa propia, es el patrimonio, es la garantía de la dignidad humana y familiar. Es la seguridad, es la protección.
Y por eso, en esta década los gobiernos democráticos hemos dado acceso a la vivienda a más mexicanos que en ninguna otra época. Y no sólo eso. También el cómo cuenta. Porque atrás han quedado los tiempos del coyotaje, del compadrazgo, del padrinazgo en los créditos del INFONAVIT o del FOVISSSTE.
Hoy, los créditos se entregan con reglas claras y parejas para todos. Además, hoy las familias pueden escoger su propia casa y no tienen, como antes, que vivir donde un burócrata decidía.
Hoy la familia escoge dónde vive y tiene derecho a su crédito. Y si el INFONAVIT tardó más de 20 años en dar su primer millón de créditos, en esta Administración el primer millón de créditos que dimos, lo dimos en menos de dos años de Gobierno.
Y por eso, amigas y amigos, porque hemos abierto más oportunidades que nunca a las mujeres, porque hemos apoyado más que nunca y en hechos a los indígenas, y porque cada día más mexicanos tienen una vivienda, y porque cada día más mexicanos tienen acceso a la salud, por eso digo que en democracia vivimos mejor los mexicanos.
Sexto. Los gobiernos democráticos, y éste en particular, hemos invertido en infraestructura como no se había visto en mucho tiempo en nuestro México.
Les doy un dato: en el 2000 se invirtieron 200 mil millones de pesos en toda la infraestructura del país, pública o privada. En 2010, más de 600 mil millones de pesos. Es decir, hemos triplicado la inversión en infraestructura.
Y así estamos ampliando o modernizando las carreteras, los puertos, los aeropuertos, las plantas de electricidad. Yo dije, amigas y amigos, que éste sería el sexenio de la infraestructura, y ya lo es.
En cuatro años hemos construido o remodelado más de 15 mil kilómetros de carreteras, eficientes y seguras; es decir, en cuatro años, más carreteras que en cualquier otro sexenio, más carreteras que en toda la década de los 90. Y vamos por más, porque México lo necesita.
También se decía que a los gobiernos democráticos no nos interesaba, por ejemplo, Petróleos Mexicanos. Y miren. Nada más falso, y los datos también lo demuestran. En 2000, el Gobierno invertía 69 mil millones de pesos en PEMEX. Este año invertimos 263 mil millones de pesos en PEMEX, tan sólo en inversión, más de cuatro veces que hace una década.
Pero, además, antes se seguía una política que iba a acabar con nuestras reservas petroleras. Por qué. Porque no se cuidaba la tasa de reposición de reservas. Qué es eso. Que cuando México lograba un barril más de reserva petrolera, ese día ya se habían vendido cinco barriles, y a ese ritmo se acabaría el petróleo.
Hoy la tasa de sustitución de reservas, la hemos pasado de ese 20 por ciento, a cerca del cien por ciento; es decir, por cada barril que vendemos, hay otro barril descubierto en reservas ese día. Y con eso aseguramos que PEMEX y la reserva petrolera nacional, y la industria petrolera de México, sea una industria permanente y siga financiando el desarrollo de todos los mexicanos.
Siete. Mejor manejo de la economía. Los gobiernos humanistas hemos actuado con responsabilidad, y hemos fortalecido la economía nacional.
México es un país joven, y quizá por ello, quizás muchos jóvenes no lo recuerdan porque no lo vivieron, pero es importante recordarlo. La inflación destruyó durante décadas el patrimonio de los mexicanos y acabó con el poder adquisitivo del salario. Tan sólo por la inflación, el salario mínimo en México perdió casi 80 por ciento de su poder adquisitivo en la década de los 80 y de los 90.
Los gobiernos democráticos, no sólo hemos frenado la pérdida del poder adquisitivo del salario, sino que, incluso, el poder adquisitivo del salario mínimo en México, como ha crecido más que la inflación, ha podido recuperarse en términos reales y en términos nominales, por primera vez en 40 años en el país.
Y eso ha sido gracias a que hemos sido responsables. Gracias a que cuidamos a México. Porque hemos tenido una inflación, en toda la década, de 4.3 por ciento, en promedio en el país.
Y esto cómo se compara. En toda la década de los 90, por ejemplo, la inflación acumulada fue de 400 por ciento; es decir, los precios se quintuplicaron. Y en la década de los 80, la inflación acumulada fue de 15 mil por ciento en México.
Hoy, tenemos la inflación más baja en los últimos 40 años. Pero no hace mucho tiempo, amigas y amigos, en estas décadas que les platico, en los 80, productos tan necesarios como el arroz, por ejemplo, o el pan, subían, 70 por ciento en un solo mes. Todos los días subían bienes básicos y eso empobreció a la población y abatió el poder adquisitivo del salario.
Se olvida para la gente que lo vivió y, como digo, muchos jóvenes ni siquiera lo vivieron, pero eso ocurrió en México. Y es importante recordarlo, porque entonces el salario no alcanzaba para nada y los ahorros de toda una vida se esfumaban en un parpadeo.
El poder adquisitivo del salario comienza a recuperarse. Pero lo más importante, amigas y amigos, es que una economía estable le puede dar más oportunidades a la gente.
Voy a poner otro ejemplo. Durante la crisis de 1995, una crisis que no vino de fuera, como la del año pasado, sino que fue provocada por errores del propio Gobierno, las tasas de interés subieron alrededor del 100 por ciento anual. Por eso ya no había ni crédito. Casi la mitad de las familias que habían obtenido un crédito hipotecario ya no tuvieron cómo pagar su casa.
Mucha gente recordará aquellos años del 95 y 96, cuando cientos de familias perdieron, de la noche a la mañana, la casa que con tanto esfuerzo y con tanta ilusión habían comprado.
En 2009, sí tuvimos otra crisis, pero esta vez no fue causada por errores del Gobierno, sino que fue parte y consecuencia de la crisis mundial más grande de la historia contemporánea, que haya registrado la humanidad.
Y a pesar de que fue tan severa como la del 95, en lugar de que casi la mitad de las familias perdieran su casa, el 96 por ciento de las familias pudo seguir pagando su crédito hipotecario. Se mantuvo el crédito en México y, es más, el crédito a las pequeñas y medianas empresas ha crecido más que nunca.
En aquella crisis, muchos recordarán cómo se organizaba la gente que no podía recuperar su casa
En aquella crisis se perdieron uno de cada 10 empleos formales, de los que estaban registrados en el Seguro Social. En 2009, siendo una crisis casi igual, por su tamaño, se perdieron sólo dos empleos de cada 100.
Y no sólo eso, en este año ya los hemos recuperado totalmente, porque entre enero y noviembre se han creado, ya descontando las bajas o las renuncias en el Seguro Social, se han creado 900 mil, casi 900 mil nuevos empleos netos registrados en el Seguro Social.
Eso significa que no sólo recuperamos los empleos perdidos, sino que tenemos 286 mil empleos más. La cifra más alta de empleo en el Seguro Social, que se haya tenido en la historia de México.
Nuestra economía también es más sólida. Ustedes pueden ver en la televisión o en los periódicos cómo hay naciones, a las que queremos, que son más desarrolladas, que son más ricas que México, pero que hoy, hoy están teniendo una crisis económica terrible: en Grecia, en Irlanda, en otros países.
Y ellos, precisamente, quizá por no haber cuidado las finanzas públicas, como las cuidamos en México, expandieron sus déficits públicos, gastaron más de lo que recibían. Y ahora, para poder corregir esas crisis, están teniendo que hacer sobre su gente, o su gente tiene que hacer un enorme sacrificio.
Esos gobiernos están reduciendo las pensiones de sus jubilados, están reduciendo los salarios de sus trabajadores, están elevando considerablemente su carga fiscal.
Hoy, México, a pesar de que estuvimos al lado del epicentro de la crisis mundial, que fue Estados Unidos, hoy México tiene una economía sólida, que protege, precisamente, a su gente.
Un ejemplo son nuestras reservas internacionales. Quizá algunas o algunos de ustedes lo recuerden. Pero antes México entraba a crisis y devaluaciones a cada rato, se acababan las reservas y ni siquiera se podía pagar la deuda externa de México. Ese era, parecía, nuestro principal problema económico.
Hoy, amigas y amigos, hoy las reservas del Banco de México han llegado a su máximo histórico: 110 mil millones de dólares, que es más del doble que toda la deuda externa de México.
Además, hoy la fortaleza de la economía nos permite mayor calidad de vida.
Decía que hoy la economía nos permite también tener mejor calidad de vida. Déjenme darles algunos ejemplos. Muchos jóvenes, por ejemplo, tal vez no lo saben, pero antes tener una televisión era un lujo, y un automóvil, ni se diga. No había crédito ni para coches, ni para casas, ni para refrigeradores.
Hoy, sin embargo, la estabilidad económica de los gobiernos democráticos nos ha permitido recuperar el crédito. Hoy esos y otros bienes duraderos se ofrecen en las tiendas, incluso a meses sin intereses, y están al alcance de cada vez más mexicanos.
Esto es así, porque en diez años nos hemos esforzado por consolidar la estabilidad económica.
Además, amigas y amigos, algo muy importante. Nuestra economía sigue creciendo. Este año crecerá aproximadamente al cinco por ciento, y los gobiernos humanistas, en estos 10 años, hemos duplicado lo que se llama el PIB per cápita; es decir, la suma de todo lo que producimos en promedio, por persona, hoy es el doble de lo que era en el 2000, y es más de tres veces de lo que era en los años 80.
También se decía que los gobiernos democráticos no apoyaríamos al campo, que no nos interesaba. Por el contrario, y saludo aquí, a los líderes de organizaciones campesinas y agrarias presentes. Hoy los productores agrícolas tienen más oportunidades para salir adelante.
También aquí tenemos datos que nos dan soporte.
En el año 2000, el sector agropecuario tenía tan sólo un presupuesto de 79 mil millones de pesos. Pues bien. En este año, 2010, la inversión es de alrededor de 270 mil millones de pesos; es decir, más que el triple invierte el Gobierno ahora, que hace una década. Y, con ello, hemos invertido más de 10 mil millones de pesos en promoción de turismo. Hemos hecho inversiones sin precedentes para promover el país.
Pero en el campo, déjenme decirles, que este apoyo ha permitido que se dupliquen las exportaciones de productos agropecuarios mexicanos; ha permitido que se duplique el Producto Interno Bruto Agropecuario del país, también en esta década.
Hoy, el campo mexicano, que había sido, durante años y años, usado simplemente con propósitos de manipulación política; hoy el campo mexicano está trabajando, y está alcanzando, no sólo cosechas récord, sino el Producto Interno Bruto Agropecuario más alto de la historia del país. Eso cuenta en los gobiernos humanistas también.
Y estamos apoyando, decía, al turismo, porque hemos multiplicado varias veces el presupuesto de turismo. Hoy, la promoción, insisto, llega a los 10 mil millones de pesos, hoy, México, a pesar de los problemas que ha tenido, a pesar del deterioro de su imagen, fruto de la acción violenta de los criminales, hoy, este año, 2010, México está recibiendo 15 por ciento más turistas que el año pasado.
Hoy, el turismo en México sigue representando una gran oportunidad para la gente, en una industria que genera empleos dignos y apoya al país.
Y por eso, amigas y amigos, porque hemos frenado el alza de los precios que empobreció a México, porque hemos recuperado el crédito para las familias y con ello han podido adquirir casas y bienes duraderos; porque hemos apoyado más que nunca al campo, por eso, también, en democracia, los mexicanos vivimos mejor.
Ocho. Octavo punto. Hoy, protegemos más que nunca el medio ambiente. Somos un proyecto de país que busca el desarrollo humano sustentable, porque queremos ampliar la libertad, ampliar la capacidad, ampliar la condición personal de cada una y de cada uno de los mexicanos, pero sin echar a perder a los mexicanos que vienen. Sin comprometer el patrimonio de las generaciones futuras.
Eso es el desarrollo sustentable. Y por eso, puedo decir, y con orgullo, que este Gobierno que tengo el honor de encabezar cuida más que ninguno el medio ambiente en nuestro país.
En el viejo régimen no había ningún tipo de conciencia sobre nuestros recursos naturales, sobre nuestros bosques, sobre nuestras selvas.
Vean este caso lamentable. No sólo no se cuidaban los bosques y las selvas, sino que en los años 70, el Gobierno creó y operó durante muchos, muchos años una Comisión Nacional de Desmonte; es decir, una Comisión que tenía el objetivo de talar los bosques y las selvas por considerarlos terrenos ociosos, y dedicarlos supuestamente a la agricultura.
El daño de esas prácticas causó un terrible deterioro de nuestro entorno, que, la verdad, es incalculable.
Hoy, amigas y amigos, estamos revirtiendo esa situación. En los últimos cuatro años, por ejemplo, y además, para mí ha sido motivo de alegría, incluso; hemos reforestado más de un millón de hectáreas en el país, hemos plantado más de 500 millones de árboles en cuatro años. Y eso se refleja en lo que, incluso, instituciones como la FAO están diciendo de México.
En la década pasada, dice la FAO, México perdía 355 mil hectáreas forestales cada año, en promedio, insisto. Hoy hemos reducido a mucho menos de la mitad, a 155 mil hectáreas por año entre el 2005 y el 2010. Y este 2010 hemos llegado a lograr la menor pérdida forestal del país en varias décadas.
Y seguiremos así. Vamos por más. Vamos a buscar el equilibrio forestal para que no haya una sola hectárea deforestada en nuestro querido México. Que por cada hectárea que se deforeste, por cada hectárea que se pierda por incendio o por tala, haya otra que está siendo plantada y recuperándose para el bien de México.
Y que en el futuro no sólo detengamos la tasa de deforestación, sino que podamos ver, poco a poco, cómo se recuperen nuestros bosques y las selvas; porque los gobiernos humanistas, amigas y amigos, este Gobierno, sabe lo que los mexicanos queremos: queremos un México que nos dure, no tres o 10 años o 15 años más. Queremos un México que nos dure para siempre, muchos, cientos, miles de años más.
Otro ejemplo es el agua. En el pasado no se limpiaba el agua que usamos. El agua de los drenajes se iba directo a los ríos y a los arroyos. Y por eso, en nuestro México vemos todavía cómo nuestros ríos tristemente se han convertido en verdaderos drenajes.
Cómo en materia de basureros, por ejemplo, nuestros campos convertidos en basureros.
En el 2000 sólo se trataba el 20 por ciento del agua residual del país. Hoy, gracias a un enorme esfuerzo, y gracias a que hemos construido tan sólo en este Gobierno más de 400 plantas de tratamiento de aguas residuales, y gracias a que estamos construyendo, entre otras, la más grande de América Latina para limpiar el agua de la Ciudad de México, en el 2012 vamos a llegar a la meta: tratar el 60 por ciento del agua residual, para que en la próxima década, el 100 por ciento del agua usada en México pueda ser tratada y reutilizada. Rescatamos nuestros bosques, rescatamos nuestros lagos, rescatamos nuestros ríos.
Noveno. Sé de la dimensión de los problemas del país, y en particular el problema de la delincuencia y la criminalidad. Pero también aquí, amigas y amigos, aquí también podemos decir que por primera vez en décadas, estamos haciendo frente, con firmeza y con determinación, al flagelo de la criminalidad en el país.
O la irresponsabilidad o la tolerancia o, en algunos casos, la franca complicidad de quienes tenían la obligación de protegernos a los mexicanos, y no lo hicieron, provocó que el crimen se convirtiera en la más seria amenaza para la paz y la tranquilidad de las familias mexicanas.
La criminalidad, que ha mostrado su furia, tiene profundas raíces en el tiempo. Se trata de un problema que, todos lo sabemos, todos lo sabíamos, estaba ahí; un problema que viene de lejos, y que una corrupción, que además era inherente al entramado tradicional, no sólo toleró, sino que además prohijó.
El crimen encontró un campo fértil, en lo que era el corazón del viejo sistema. En la complicidad, en la impunidad, en la corrupción, en la opacidad. Incluso hoy, todavía, donde en el ámbito local subsisten, en mayor o menor medida, expresiones de los más elementales, más lamentables elementos de opacidad, de complicidad, de impunidad, es ahí donde más florece la violencia y donde más está el abandono a los ciudadanos.
Las autoridades encargadas de proteger a sus propios electores, a sus propios vecinos, les dieron la espalda, podrían decir que, comprensiblemente, por miedo. Pero nada justifica el abandonar a una ciudadanía que está siendo acosada por los criminales.
por eso nosotros, en el Gobierno Federal, hemos empleado, y seguiremos empleando, toda la fuerza del Estado para proteger a los ciudadanos donde estén acosados.
Amigas y amigos, el camino hacia un México más seguro es observar la ley y hacerla cumplir.
El Gobierno Federal tiene un compromiso indeclinable, indeclinable, irrenunciable con la seguridad de los ciudadanos. Por eso hemos combatido como lo hemos hecho, por eso hemos impulsado fuertemente la reconstrucción de las instituciones de seguridad y justicia.
Por eso estamos enfrentando, con firmeza y con decisión, a los que, sin duda alguna, son los enemigos de México: a quienes ponen en riesgo la integridad física, patrimonial de las familias, a los que amenazan a nuestras instituciones democráticas, a los que agreden, precisamente, a ciudadanos y familias indefensas.
Sé que este dolor está en el país y que no permite, no permitiría nuestra conciencia un solo titubeo, un solo momento de duda, de temor o de vacilación. Ahí donde está la delincuencia, ahí donde están afectando más a los ciudadanos, ahí en esa Tamaulipas que sufre, en ese Nuevo León, en ese Chihuahua, en ese Michoacán, ahí estaremos y redoblaremos nuestra presencia para ayudar a los ciudadanos.
Y es que, amigas y amigos, fíjense ustedes. La acción del crimen organizado es como un cáncer, es un cáncer. Es un cáncer que no se siente, no se percibe cabalmente, pero cuando se siente, cuando no vamos al médico y de repente aparecen los síntomas nocivos, quizá ya va muy avanzado. Y cuando los síntomas se hacen evidentes, porque salen ya por sí solos, es demasiado tarde, y entonces el tratamiento para curar al paciente, todos lo sabemos, tiene que ser mucho más drástico, y mucho más intenso: implica radiaciones, y quimioterapias, y extirpaciones de tumores. Nada fácil, pero es el único tratamiento posible.
Y por eso digo que el crimen organizado es como un cáncer, porque sabíamos que estaba ahí, pero fue hasta que se expresó como tumores por muchas partes de México, con bandas que empezaron a secuestrar, y a extorsionar y a matar a familias indefensas, cuando nos dimos cuenta, cuando el país percibió la dimensión del problema.
Quizá de haberse atacado a tiempo, como aquél cáncer, se hubiera combatido y se superado más rápido. Pero hoy, ese cáncer tiene que ser extirpado, ese cáncer tiene que ser combatido, y vamos a perseverar hasta dejar a nuestro México limpio del cáncer, del crimen organizado.
Hay quienes afirman, unos de buena fe y otros de mala fe; hay quienes afirman por un verdadero interés en el país, y otros, quizá, por interés partidista, que el actuar del Gobierno fue lo que causó la violencia. Al contrario, amigas y amigos, fue la violencia y la impunidad de la violencia lo que exige la acción del Gobierno.
Y no debemos permitir que se olvide una verdad elemental: la violencia, la violencia es culpa de los criminales, es culpa de los violentos; la violencia no es culpa del Gobierno, que tuvo el valor de combatir a esos criminales y a esos violentos.
Otros más afirman, amigas y amigos, que hubiera sido mejor, que hubiera sido mejor no meterse con ellos, que hubiera sido mejor no meterse con los criminales. Yo digo que, por el contrario, ese había sido el error, ha sido precisamente la inacción, la pasividad frente a la delincuencia, la que hizo que los delincuentes avanzaran en su perversa intención de apoderarse de la vida de muchas comunidades en México.
El Gobierno democrático, el del humanismo político, no pude prestar oídos sordos al clamor de ciudadanos que son amenazados, que son extorsionados, que son saqueados, o aquellos que sus hijos son envenenados poco a poco por las drogas y las adicciones. No podíamos, simplemente fingir que la criminalidad no existía.
La violencia no se terminará ni se reducirá si el Estado se retira, se voltea de lado, y decide dejar hacer, y dejar pasar.
Si no hubiéramos actuado, todas las familias, no sólo en algunas regiones, en todo el país, hubieran tenido que resignarse a vivir sometidas al capricho y al abuso de los criminales.
Nunca, nunca abandonaremos a los mexicanos a su suerte, menos por temor, o por claudicación.
En el México democrático actuamos, y actuamos con la convicción ética, con la convicción moral de que el Estado, tiene por deber, enfrentar integralmente el problema de la criminalidad.
Los grandes árboles, amigos, no caen de un hachazo. Árboles viejos, con raíces añosas, bien penetradas, como las de la delincuencia, requieren de muchos, muchos hachazos; y mientras más mexicanos estemos de este lado, denunciando, avisándole al Ejército, avisándole a la policía, organizándose en comunidades; mientras más mexicanos apoyemos esta lucha contra la criminalidad, serán más hachazos, y más rápido caerá el árbol podrido de la corrupción, y de la violencia en nuestro país.
Lo dije, lo recuerdo bien, lo dije el primer día de mi Gobierno, y lo dije aquí, en el Auditorio Nacional: la lucha por la seguridad no va a ser fácil, ni rápida. Dije que costaría dinero; dije que tomaría tiempo y, por desgracia, como ha ocurrido, vidas humanas; vidas de policías, de soldados y de marinos que todos los días, día y noche, están luchando, a veces solos, por la seguridad de los mexicanos.
Y yo reconozco en ellos, en las Fuerzas Armadas y en los policías, que entregan y ofrecen su vida todos los días por los mexicanos, verdaderos héroes contemporáneos.
Pero también dije, amigas y amigos, también dije entonces, y hoy lo refrendo ante ustedes, más seguro que nunca, también dije que, unidos, los mexicanos venceríamos. Y que el México seguro que queremos vendrá, vendrá ese México sí persistimos unidos en nuestro empeño, como persiste el Gobierno Federal, el Gobierno humanista, el Gobierno democrático.
Y aunque falta mucho por hacer, hay resultados significativos. Por primera vez en la historia se han realizado capturas sistemáticas de todos los miembros, de miembros de todas las organizaciones criminales. Verdaderos líderes.
Desde El Mochomo o Arturo Beltrán, o bien Coronel o El Grande, o La Barbie, o el Tony Tormenta, y todos aquellos que encabezan organizaciones que atentan contra los ciudadanos, todas esas organizaciones enemigas de México, no pueden tener lugar en una sociedad que quiere vivir en paz.
No pueden tener lugar en una sociedad que quiere ver sus calles y sus parques, y sus escuelas, libres de la acción de los criminales. No tienen lugar en una sociedad donde el campesino quiere labrar su tierra y ganarse su sustento diario con el sudor de la frente.
Por eso, amigas y amigos, el deber del Estado es indeclinable: proteger a la ciudadanía. Este Gobierno está con los ciudadanos. Este Gobierno está con los mexicanos, y seguirá adelante hasta lograr ese México seguro que queremos.
Les voy a dar sólo un dato que les puede dar, o algunos datos, que les pueden dar una magnitud de la tarea. Hemos decomisado, en estos cuatro años, más de 90 mil armas, 10 mil granadas, 10 millones de cartuchos.
Si sumamos, por ejemplo, hemos puesto, por cierto, en la cárcel a más de mil 300 secuestradores, tan solo por fuerzas del Gobierno Federal, y eso que es un delito del ámbito local.
Y otro dato más, amigas y amigos. Si juntáramos todas las dosis de marihuana y cocaína o heroína que hemos asegurado o erradicado, con todo lo que hemos decomisado, amigas y amigos, o erradicado, hubiera alcanzado para darle mil 600 dosis, mil 600 dosis a cada joven mexicano entre los 15 y los 30 años de edad.
Y por eso, amigas y amigos, estamos fortaleciendo nuestras instituciones, estamos formando cuerpos policiacos y ministeriales dignos de confianza.
En estos cuatro años, por ejemplo, hemos creado una Policía Federal moderna, con la tecnología más avanzada, y la hemos multiplicado mediante un reclutamiento cuidadoso en el número de sus integrantes, de poco menos de 10 mil integrantes, la hemos llevado a 34 mil en poco más de tres años.
Y queremos policía cada más profesional, cada vez mejor pagada, cada vez mejor armada y cada vez más confiable.
Eso es posible, amigas y amigos, y lo que se hace a nivel Federal tiene que ser replicada en cada uno de los estados de la República Mexicana. Tenemos que generar la fuerza ciudadana que permita que cambien las instituciones.
Nuestro objetivo es, precisamente, transformar la vida institucional de México para que los mexicanos contemos con instituciones de seguridad y de justicia confiables; con policías, jueces y ministerios públicos que estén del lado de los ciudadanos y no del lado de los delincuentes, como por desgracia tantas veces lo hemos descubierto.
Hoy, amigas y amigos. Yo quiero refrendarles a los ciudadanos que no creemos en falsas salidas, como claudicar ante los criminales y someterse a sus mandatos o, simplemente, pretender negar la realidad.
Los criminales están ahí, es, repito, un cáncer que ha crecido y ahora expresa los peores síntomas nocivos de su enfermedad.
Nosotros, los gobiernos de la democracia, sí nos hemos preocupado por darle a los mexicanos policía honrada y eficaz; nosotros sí estamos combatiendo la impunidad y la corrupción.
Nosotros sí estamos fuertemente comprometidos con la legalidad, porque estamos convencidos que México no está destinado a vivir en la corrupción o en la trampa. Porque entendemos que sólo así, perseverando en el cumplimiento de la ley, podremos lograr el México seguro, el México libre, el México justo que anhelamos para nosotros, sí, pero, sobre todo, para las niñas y los niños, para los mexicanos que vienen.
A ustedes, les digo, a los ciudadanos, el Gobierno Federal está con ustedes, y liberaremos a México de la violencia. Que hemos empleado y seguiremos empleando toda la fuerza del Estado para enfrentar a los criminales, y que no descansaremos hasta ver a nuestro México seguro, liberado del cáncer que es la delincuencia organizada.
Finalmente, diez. Décimo punto. A lo largo de los años, las mexicanas y los mexicanos hemos construido una democracia. Costó mucho, muchísimo, décadas y décadas de lucha. Costó la vida de muchos compañeros; costó, también, burla, opresión, corrupción que dañó severamente al país.
Hoy la tenemos, porque la hemos conquistado. Hoy tenemos una democracia, en la cual gozamos plenamente de nuestros derechos y de nuestras libertades. Muchos jóvenes actualmente no saben, no lo vivieron, lo que pasaba antes en el país. Pero no hace tanto tiempo, por ejemplo, el Gobierno controlaba a todos los medios, o casi todos los medios de comunicación.
Era el Gobierno el que decidía qué podía o no publicarse en los periódicos o salir en la televisión. Hoy existe plena libertad de expresión. No se acosa a nadie por lo que piensa, por lo que escribe, ni por lo que publica.
Hace unos cuantos lustros, el Gobierno reprimía a sus adversarios. No permitía que la sociedad civil se organizara conforme a sus ideas, o expresiones. Hoy, hoy en la democracia no se persigue a nadie por razones políticas ni ideológicas. Existe libertad de organización y manifestación, plena libertad de participar en los asuntos públicos.
Todavía, a finales del Siglo XX, que acaba de pasar, no se permitía que las autoridades, plenamente en todo el país pudieran elegir, que los ciudadanos pudieran elegir a sus gobernantes.
Gracias a la democracia, que fue avanzando paulatinamente durante décadas, insisto, que fue transformándose en instituciones en los 90 y a la que arribamos plenamente, precisamente, con los gobiernos democráticos y humanistas, ahora Gobierno y sociedad tienen una relación de igual a igual.
Hoy el Poder Público no tiene secretos. Hoy el Gobierno, al menos en el nivel Federal, actúa de cara a la ciudadanía y bajo es escrutinio de todos; rendimos cuentas y actuamos transparentemente. Porque rendición de cuentas y transparencia, honestidad en el cargo público, son la ética y los principios de la vida democrática del Gobierno en el país.
Hace unos cuantos sexenios, los Presidentes ejercían un poder desmedido, ponían y quitaban gobernadores. Hoy por fin existe un sistema de pesos y contrapesos, para frenar los abusos del poder.
En democracia, México ha fortalecido su presencia y su liderazgo en el concierto de naciones. Nuestro país ha jugado un papel preponderante en los organismos y entre los países que definen la política global: en el G-20, en las Naciones Unidas, en el G-5 y G-8. Hemos defendido ahí los temas de México. Hemos defendido los intereses del país y también los intereses del hombre, porque más allá de fronteras, creemos en los derechos humanos. Más allá de fronteras, creemos en la democracia. Más allá de fronteras, creemos en la libertad. Más allá de fronteras, creemos en la dignidad humana; y más allá de fronteras, creemos en el bien común universal, que se expresa, por ejemplo, en la lucha contra el cambio climático, donde México ejerce un liderazgo en todo el mundo.
Creemos en el hombre, porque somos, precisamente, Gobierno que cree en el hombre, y respeta la dignidad humana.
Muy queridas amigas, muy queridos:
Hace 10 años México transitó, plena y pacíficamente, a la democracia. Y transitó con la fuerza del voto ciudadano; desmanteló la vieja estructura autoritaria que había estado vigente durante casi todo el Siglo XX.
Hace cuatro años, nosotros llegamos a la Presidencia de la República por la misma ruta: la ruta pacífica del voto, y llegamos con el corazón por delante para servir a México.
Yo veo que las mexicanas, y los mexicanos, iniciamos el tercer milenio con la idea, con la conciencia de que también tendríamos que empezar una nueva época. Y el alma de ese sentimiento fue el vigor de la sociedad por darse un cambio.
Sus actores centrales fueron mujeres y hombres que dejaron atrás la pasividad, y el miedo, y se dedicaron a construir un México distinto, y mejor. Con su acción, con su acción pacífica derribaron las estructuras antidemocráticas del poder. México se decidió, entonces, por el cambio.
Y hoy, 10 años después, como he explicado, México ha cambiado, y ha cambiado para bien. Porque en democracia, en economía, en educación, en salud, en infraestructura, en vivienda, en tantas cosas, en democracia, los mexicanos vivimos mejor.
Comenzamos, entonces, una apasionante jornada; una jornada de cambio en México, en que no todo lo viejo termina de morir, y no todo lo nuevo termina de nacer. En estos 10 años han convivido lo viejo y lo nuevo, en una gran tensión, en una gran interacción, en una dialéctica muy compleja.
México cambió y el cambio trajo bienestar, trajo más escuelas y universidades, más hospitales y clínicas; trajo más ingreso per cápita, que es más dinero en promedio de los mexicanos; trajo también menor pobreza, trajo mayor esperanza de vida, trajo mejor y mayor infraestructura.
Pero a la vez, amigos, estoy bien consciente, que todos también observamos la pesada presencia de los lastres que nos impiden avanzar con mayor rapidez y con mayor profundidad, porque todos vemos esos obstáculos, los obstáculos de un sinnúmero de intereses creados que se aferran a mantener sus privilegios.
Debemos sentirnos orgullosos, debemos sentirnos orgullosos de lo que hemos juntos construido en nuestro país. Hoy tenemos, se quiera reconocer o no, hoy, México es una Nación democrática, tiene una economía fuerte, tiene un futuro promisorio, las libertades se ejercen sin cortapisas, los ciudadanos deciden quién los gobierna.
Tenemos un auténtico equilibrio entre Poderes, donde ni el Presidente manda al Congreso, ni el Congreso se impone antidemocráticamente al Presidente, y ninguno de los dos manda al Poder Judicial, ni el Poder Judicial abandona su cauce que dirimir las controversias por la ley.
Ha quedado atrás el autoritarismo, ha quedado atrás la opresión, la censura que caracterizaron tanto a México, durante una buena parte del caminar de nuestra historia después de la Revolución.
Somos conscientes, yo el primero, de que aún quedan muchos desafíos, de que tenemos muchos problemas, de que hay un gran camino por andar, de que hay muchas estructuras de lo viejo que hay que derribar.
Y por ello, amigos, y ahora menos que nunca, no podemos titubear o permitirnos la duda o la desesperanza entre los mexicanos. Hay buenos resultados y habrá más y mejores en los próximos años. Así que sigamos adelante.
Y gracias a la dedicación y al talento de millones y millones de mujeres y hombres que trabajan desde la madrugada en el campo, en las fábricas, en los microbuses, en los servicios, en las oficinas; gracias al tesón de los estudiantes, que día con día se superan en las escuelas y en las universidades; gracias, también a las mujeres que, además de trabajar, velan por su hogar.
Gracias a esos millones y millones, hoy México es un país dinámico y fuerte, tiene una economía estable y en crecimiento. Es un país mejor integrado, mejor comunicado, más unido.
Es hora, amigos, es hora de renovar el ánimo para ver coronado con éxito el cambio que iniciamos. Es hora de seguir la larga marcha que nos ha sacado de ese México viejo y opresivo, que nunca, nunca debe volver.
Un cambio pacífico, un cambio que venza inercias, que venza resistencias. Un cambio profundo y sustancial, que convierta a México en el país fuerte, justo, próspero, seguro, limpio, libre, más democrático. El país que queremos y que México está llamado a ser.
Reasumamos el coraje, la gallardía, para luchar contra los resabios del autoritarismo que aún aprisionan a muchos mexicanos, que aún frenan el desarrollo nacional.
Es momento, amigas y amigos, de apretar el paso y de hacerlo con pasión, y de hacerlo con alegría, y proclamar que vamos por más; más reformas políticas, más reformas sociales, más reformas económicas.
De sobra sabemos cuáles son esas reformas que hacen falta para avanzar y quiénes y por qué se oponen a ellas.
Vamos por más, porque no descansaremos hasta que los mexicanos recuperemos la paz y disfrutemos las calles de nuestros pueblos y ciudades, y tengamos pleno respeto a lo que somos, a nuestro patrimonio y a nuestras familias.
Sé, y bien lo sé, que en muchos ciudadanos existe incertidumbre, existe desaliento y pesar. Pero a todos ellos les digo que, con absoluta certeza, sí es posible someter a la delincuencia. Que no será fácil, que no será rápido, pero sí es posible tener la seguridad que anhelamos. Y que lo vamos a lograr, porque estamos decididos y porque vamos por más seguridad en nuestro país.
Que sí es posible erradicar la pobreza extrema. Que sí es posible lograr la cobertura universal de salud que, es más, estamos a punto de lograrlo. Que sí es posible hacer de nuestra economía una que crezca y se coloque a mitad del siglo entre las mayores del mundo.
Vamos por más, mexicanos. Porque México no se merece quedar varado a la mitad del camino del cambio democrático que hemos emprendido, y mucho menos la tragedia de regresar a lo antiguo, a lo autoritario, a lo irresponsable. Y no se lo merece, porque eso significa pobreza, significa corrupción, significa negación o simulación de la libertad y del derecho.
Vamos por más, como lo hicimos antes, con la fuerza de las ideas, con la fuerza de los valores, con la fuerza de los ciudadanos, con la fuerza de la democracia.
Vamos por más. Porque una nueva etapa de avances requiere redoblar el peso político de la fuerza de la democracia, la fuerza cívica que fue capaz de cambiar al país, la fuerza que hace diez años se multiplicó y movilizó, y venció las resistencias y las defensas del autoritarismo.
Vamos por más. Porque nuestra obra no ha concluido. Como lo decía Efraín González Luna: Que nuestra acción sea perseverante. Midamos el tiempo con pasos de gruesas sandalias. Preparémonos para durar y trabajar duro, tanto como vaya exigiendo nuestra ingente labor, para trabajar siempre por todo aquello que creemos.
Los ideales de la democracia, los ideales del humanismo político, habrán de rellevarnos al desarrollo humano sustentable que queremos, habrán de guiarnos en esta nueva etapa y habremos de triunfar, porque somos más, muchos más los mexicanos que queremos ver a esta tierra como debe ser: una Patria justa, una Patria ordenada, una Patria generosa, que México será con la fuerza de su gente.
Vamos por más.
Adelante y viva México.

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