6 ene 2011

Cambio en la Corte, ¿y en la justicia?

Cambio en la Corte, ¿y en la justicia?/Humberto Musacchio
El ministro Silva Meza es un abogado que estudió en la UNAM, donde ha ejercido el magisterio.
El ministro Juan N. Silva Meza es el nuevo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Su carrera en la judicatura la alternó con cargos menores en el Poder Ejecutivo hasta que en 1995 pasó a formar parte del máximo tribunal, después de que Ernesto Zedillo, en uno de sus típicos desplantes autoritarios, dejó al país sin Poder Judicial durante por lo menos dos semanas.
Nacido en 1944 en la capital del país, el ministro Silva Meza es un abogado que estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México, donde ha ejercido el magisterio, lo que implica alguna diferencia en estos días en que la derecha en el poder sólo reconoce aptitud en los egresados de la Libre de Derecho.
Don Juan Nepomuceno nunca ha ocultado sus simpatías por el PRI, partido al que perteneció formalmente desde 1976, si bien, hasta donde sabemos, en sus juicios no ha influido su querencia política, que viene de tiempos en los que resultaba muy difícil, cuando no imposible, hacer carrera pública sin estar alineado en las filas priistas.
Algunos de sus fallos han suscitado amplia discusión, como aquel que exoneró al periodista de Ovaciones Mario Munguía Matarili de los cargos que movieron a algunos de sus colegas a llamarlo “narcoperiodista”. Más controvertida fue la actuación de Silva Meza en 1993, cuando dejó en libertad a José Adolfo Garza, acusado de narcotraficante. Por este fallo, el entonces procurador Jorge Carpizo lo acusó de proteger a delincuentes e interpuso una queja administrativa en su contra, misma que no procedió.
Sin obviar estos antecedentes, lo cierto es que desde los años en que don Genaro Góngora Pimentel fue presidente de la SCJN, a Silva Meza se le ubica en el ala izquierda de una Corte cada vez más cargada a la derecha. Dicho de otra manera, en estos años de poder panista, no ha buscado acomodo entre los vencedores, sino que mantiene eso que se llama sana distancia, cuando lo fácil hubiera sido lo contrario.
A favor de la independencia del nuevo presidente de la Corte habla su actuación en otros casos sonados. Por ejemplo, votó por la liberación de una veintena de acusados por el crimen masivo de Acteal, pues a juicio del togado no se respetó en su caso el debido proceso. Se puede alegar que los acusados de Acteal pertenecen a fuerzas filopriistas, pero lo cierto es que don Juan votó igualmente por la liberación de 12 integrantes del Frente de los Pueblos en Defensa de la Tierra, de San Salvador Atenco, Estado de México, a los que el gobierno priista de Peña Nieto reprimió con brutalidad y los hizo encarcelar con cargos exagerados, falsos o ridículos.
Silva Meza es de los ministros que con su voto responsabilizaron al entonces gobernador de Puebla, Mario Marín, por la violación de garantías de Lydia Cacho y obró en forma similar en contra de Eduardo Robinson Bours por su responsabilidad en el caso de la guardería ABC de Hermosillo, donde murió medio centenar de infantes.
El nuevo presidente de la SCJN tiene ante sí algunos pendientes. El primero, de obvia y urgente resolución, es el nombramiento por el Poder Legislativo del ministro faltante, ausencia que ha producido varios empates en la Primera Sala. Pero el otro tema pendiente, ese sí de gran alcance, es el funcionamiento del aparato de impartición de justicia. Lo deseable, lo indispensable, es que mejoren las cosas en un ámbito que para la ciudadanía despide un intenso mal olor. Sin embargo, el temor de muchos, ciertamente fundado, es que la justicia mexicana sea y siga siendo como la Real y Pontificia Universidad: perniciosa e irreformable.
*Periodista y autor de Milenios de México

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