25 ene 2011

El Retablo de las maravillas de Angeles Fernández


Columna EL RETABLO DE LAS MARAVILLAS/ Ma. de los Ángeles Fernández Mondragón.

ESOPO.
Un perro de caza, al ver a un león, se puso a perseguirlo. Cuando el león se volvió y rugió, lleno de miedo, el perro huyó en sentido contrario. Una zorra que lo vio interpeló: “ ¿Perseguías a un león y ni siquiera has soportado su rugido?”
MORALEJA: Hombres arrogantes que intentan hacer falsas acusaciones contra otros mucho más poderosos, cuando éstos les hacen frente, rápidamente se echan para atrás.
 MONS. SAMUEL RUIZ GARCIA, RIP.
“Hoy, 24 de enero de 2011, a las 10 horas, Monseñor Samuel Ruiz García, Obispo Emérito de San Cristóbal de Las Casas, terminó su peregrinación en la tierra y pasó a la vida plena. Falleció en la ciudad de México, donde estuvo internado las dos últimas semanas por deficiencias pulmonares y renales, problemas en las coronarias y en las carótidas y una prolongada diabetes. Sus restos serán trasladados hoy mismo a la Catedral de San Cristóbal de las Casas, donde, a partir de las 19 horas, serán expuestos a la oración de los fieles y a la despedida de las comunidades. Será sepultado en esta Catedral, el miércoles 26 de enero. El sepelio y la Misa Exequial en la Plaza Catedral será a  las 12 horas. (Comunicado de Mons. Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de San Cristóbal de las Casas, Chis. Ene-24-2011).
Don Samuel Ruiz García, obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, un personaje controvertido, con diferentes aristas, pero realmente comprometido con sus convicciones religiosas.
HUMANISTA.
Rafael Cardona, columnista de Tiempo y Radio Fórmula, definió claramente la dimensión de la figura del obispo de San Cristóbal de las Casas, Mons. Samuel Ruiz García. “México,  ha perdido hoy, a un importante humanista”. Y ahí la dejó.
A diferencia de Bernardo Barranco, quien se asume como experto en asuntos religiosos y sólo maneja percepciones y latencias externas, Cardona relata lo ocurrido a finales de 1993, poco antes de que estallara el conflicto armado en Los Altos de Chiapas. Recordó que en enero de 1979, durante su primer viaje al extranjero como Pontífice Romano, el Papa Juan Pablo II vino a Puebla a presidir la III Asamblea General del Episcopado Latinoamericano (CELAM).  Ahí se jugaba el futuro de la Iglesia Católica en América Latina y se marcaría la línea a seguir en el controvertido tema de la Teología de la Liberación que cobró carta de naturalización en Medellín 68. Don Samuel era una de las figuras emergentes en la pastoral adoptada por gran parte de los obispos latinoamericanos. El Papa Juan Pablo II no transigió, y fue clarísimo en su mensaje: “Sacerdotes soís, y no políticos”. Luego vendría el affaire en Nicaragua, los mártires en El Salvador y la Rebelión de las Cañadas.
Y sí, es cierto.
Podremos discrepar del esquema pastoral de don Samuel, pero no podemos regatearle su congruencia. Tampoco es posible  dejar de lado que muchos oportunistas se colgaron de la figura apostólica del prelado. Unos como comunicólogos, otros como fieles seguidores y algunos más, como financieros del proyecto redentor de los indígenas mexicanos, canadienses y sudamericanos.
 Hay de todo en la viña del Señor.
SAMUEL RUIZ, EN SAN CRISTÓBAL.
Así tituló Jean Meyer su libro sobre el controvertido obispo.
Les cuento. En pleno jaleo, allá a finales del siglo pasado, el Consejo de Presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) que presidía el arzobispo de San Luis Potosí, Mons. Luis Morales Reyes, a través de la Comisión de Pastoral Social de la CEM, encargó a Jean Meyer una amplia investigación sobre la situación que se vivía en la Diócesis de San Cristóbal de las Casas y las repercusiones en la historia reciente de la Iglesia Católica en México.
Meyer,  escritor y acucioso investigador sobre temas como la Cristíada, aceptó el reto.
En su libro “Samuel Ruiz, en San Cristóbal” detalla puntualmente lo que encontró en la controvertida diócesis sureña. La primera edición disgustó profundamente a Don Samuel, quien se negó a participar en la presentación del libro que tuvo lugar en la Casa Lamm, en la ciudad de México. Meyer se vio obligado a revisar la primera edición y publicar meses después una segunda edición “corregida”. Lo cierto es que encontró, con el jesuita Jan de Vos, situaciones no muy claras en cuanto a la participación real de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas, y en especial de Don Samuel, en el conflicto chiapaneco.
Meyer aclara: “…Este es el resultado de la encomienda que me confió la Conferencia de los Obispos Mexicano por conducto de su presidente, monseñor Luis Morales Reyes, así como del sacerdote Alberto Athié. La Universidad Iberoamericana –su director, el P. Enrique González Torres, S.J.- financió los gastos….” Samuel Ruiz, en cuanto obispo, ha recorrido esos cuarenta años, pero como sacerdote,, como seminarista, como niño, se remonta a 1924 y, por sus padres, al Bajío natal, a la revolución mexicana, a la persecución religiosa, a la Cristíada, al sinarquismo, e incluso a fines del siglo XIX, que fue testigo del gran enfrentamiento de la Iglesia Católica con l Revolución francesa, de la Iglesia Católica con el liberalismo. (SAMUEL RUIZ EN SAN CRISTOBAL, Jean Meyer, pág. 11)
Y así definió a Don Samuel:
“Pertenece a una generación que recuerda con claridad la frase de San Bernardo: Nosotros aquí somos como guerreros en el campamento, tratando de tomar el cielo por asalto, y la existencia del hombre sobre la tierra es la de un soldado”.
IN MEMORIAN.
Como reportera de la fuente religiosa para El Heraldo de México desde finales de los años 80 me tocó tratar con Don Samuel. Lo recuerdo como un hombre cálido en su trato  e intransigente con sus convicciones. Con todo y las discrepancias normales, nunca negó una entrevista. Por el contrario, respondía preguntas, aún antes de ser formuladas, en sendas conferencias de prensa en Lago de Guadalupe y en pleno conflicto armado sobre temas tan delicados como el rol que jugaba la Comisión Nacional de Intermediación (CONAI). En la curia de San Cristóbal siempre nos recibió con afecto. Nos adelantaba información y nos tenía al tanto de todo lo que ocurría en los primeros días del conflicto y más tarde, en los diálogos de San Andrés Larraínzar. Muchas exclusivas que nos dieron relieve en el medio, provinieron de su generosidad.
Un cariñoso recuerdo para él y una plegaria por el eterno descanso de su alma. Ya está al lado del Señor.
Descanse en paz.
NUNCA FALTAN.
Felipe Calderón, Manuel Camacho –el otro borrachito del cuento de Don Samuel- y todos los que gusten y manden se colgaron del fallecimiento del prelado. Todos tienen algo que decir –nunca la verdad y la forma en que lo utilizaron para sus fines- sobre la figura de Don Samuel.
Así es la vida.

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