La fiscal más prestigiosa de Italia acecha a Silvio Berlusconi
Ilda Boccassini, la mujer que ordenó arrestar a Toto Riina, afirma tener pruebas irrefutables de los delitos de prostitución y abuso de poder.- El primer ministro se niega a acudir a declarar
MIGUEL MORA - Roma -
El País, 16/01/2011;
Los medios italianos han publicado hoy que Silvio Berlusconi no se presentará a declarar ante los fiscales de Milán el próximo fin de semana. Aunque la noticia ha sido desmentida por sus abogados, la actitud reticente del primer ministro no sorprendió a casi nadie en Italia. En Milán le espera la fiscal adjunta Ilda Boccassini (Nápoles, 1949), que acaba de acusarle por abuso de poder y prostitución de menores dentro del llamado Caso Ruby.
Boccassini es probablemente la fiscal más temida del país. Una investigadora implacable, conocida como la juez policia y llamada por sus compañeros la máquina de guerra, que ha sido además una vieja y recurrente pesadilla para Berlusconi, quien parece arriesgar esta vez el proceso más comprometido y difícil de su larga y azarosa historia judicial. EL primer ministro ha intentado hoy recuperar parte del crédito perdido y ha dicho en televisión: "Es una persecución. Nunca he pagado por mujeres y desde que me he separado tengo otra relación estable".
Ilda Boccassini tenía solo 30 años cuando entró en el prestigioso grupo de acusadores públicos de Milán y puso en marcha el caso Duomo Connection, que analizaba la infiltración mafiosa en las empresas del norte italiano, lo que le granjeó el odio inmediato de empresarios como Berlusconi (sospechoso desde los años setenta de haber utilizado fondos sicilianos para construir el barrio Milano 2) y de paso convirtió a la joven fiscal en colaboradora y amiga íntima del juez antimafia Giovanni Falcone.
Cuando Falcone fue asesinado por un coche bomba de la mafia en 1992, la fiscal Boccassini fue trasladada a Caltanisetta (Sicilia) para buscar a los culpables de las muertes del juez y de su sustituto, Paolo Borsellino; en unos meses logró echar la red al capo corleonés Toto Riina, que hoy sigue cumpliendo cadena perpetua, y a otros 40 responsables de aquellos atentados que conmovieron al mundo.
Dos años más tarde, Boccassini relevaba al dimitido Antonio di Pietro en el proceso Manos Limpias que acabaría con los partidos tradicionales y con la I República; y un poco después se enfrentó cara a cara con Berlusconi cuando acusó, junto a, entre otros, Gherardo Colombo y Armando Spataro, a su abogado Cesare Previti, por haber sobornado a los jueces que decidieron a favor del magnate milanés el reparto del imperio Mondadori. Gracias a ella, Previti, dos jueces y otro abogado de Berlusconi llamado Giovanni Accampora fueron condenados y obligados a abandonar el derecho.
A un paso de Berlusconi, 30 años después
Il Cavaliere se salvó, como siempre, pero ahora, tras 30 años de carrera, se diría que Boccassini ha hallado finalmente el caso justo para llegar directamente hasta el potentado milanés. El viernes, su equipo acusó oficialmente al primer ministro de inducción a la prostitución de menores y concusión (abuso de poder en el ejercicio del cargo), delitos que pueden suponer unas penas máximas de hasta 15 años de cárcel, e invitó además a Berlusconi a comparecer en el tribunal el próximo fin de semana, cualquier día a elegir entre el viernes, sábado y domingo.
La citación informaba al político de que va a procesarle por el rito inmediato, lo que implica que existen ya las evidencias suficientes como para no alargar la investigación preliminar y comenzar, en menos de tres meses, el juicio oral.
Entre esas pruebas, el auto de acusación hace referencia a vídeos, fotos, llamadas telefónicas grabadas y testimonios directos que prefiguran, a juicio de la Fiscalía, la culpabilidad del primer ministro.
A la espera de conocer en detalle la estrategia de sus defensores, que niegan la comisión de ambos delitos e intentarán alegar que la fiscalía milanesa no es competente porque los presuntos crímenes se consumaron en Arcore, más cerca de Monza que de Milán, resulta evidente que el primer ministro se siente más acorralado que nunca.
Aunque ha dicho que no ve la hora de acudir a los tribunales para defenderse, Berlusconi sabe que esta vez no solo arriesga una condena en un plazo breve y que la cárcel no es una perspectiva imposible, ya que según una ley aprobada por él mismo, los clientes de las prostitutas menores de edad no tienen derecho a cambiar penas de prisión por dinero y tampoco pueden acogerse a beneficios penitenciarios.
Relación con una menor, a sabiendas
La base de la acusación es que Berlusconi sabía (y lo afirmó de hecho en una llamada a la gerente de su harén particular, Nicole Minetti) que Karima El Mahroug, la joven marroquí de 18 años apodada Ruby Robacorazones, era menor de edad cuando consumó diversas relaciones sexuales con el político de 74 años a cambio de dinero y regalos, en la villa San Martino de Arcore.
Las pruebas obtenidas con los sistemas que siguen la pista de los teléfonos móviles revelan que Ruby estuvo al menos ocho veces en la mansión de Berlusconi (comprada a través de Previti a precio de ganga en los años setenta) y que la joven pasó varias noches enteras allí entre febrero y mayo de 2010. Una de esas fechas, el 25 de abril, se encontraba también en la casa Vladimir Putin, el primer ministro ruso.
Las filtraciones sobre la acción de la Fiscalía han dado a conocer también que Berlusconi mantenía a su disposición un verdadero harén compuesto por al menos 14 jóvenes prostitutas (italianas, eslavas, caribeñas...) y aspirantes a estrellas televisivas que acudían puntualmente a Arcore para participar en fiestas cuyo punto álgido se alcanzaba de madrugada en la llamada Sala bunga bunga (un rito erótico supuestamente importado por Il Cavaliere de Libia).
Allí, según se afirma en las 300 páginas del auto, unas chicas se disfrazaban de policías y otras de enfermeras, y competían entre ellas para colmar los deseos expresados por el primer ministro; las ganadoras del "concurso" se quedaban a pasar la noche.
Un harén de veinteañeras
Algunas de las jóvenes, afirma además el texto acusatorio, "participaban en los susodichos eventos prostituyéndose y recibían a cambio de Silvio Berlusconi la disponibilidad gratuita de apartamentos ubicados en Milano 2".
El edificio donde residen, todavía, esas chicas está situado en la Via Olgettina, número 65 (a dos pasos del hospital San Rafael que dirige el cura amigo de Berlusconi, don Luigi Verze), y fue registrado el viernes por la policía, que encontró algunas pruebas que parecen incriminar tanto a Berlusconi como a sus reclutadores íntimos, Lele Mora (agente del espectáculo cercano a Mediaset), Emilio Fede (presentador del telediario de Tele 4 a sus 79 años) y Nicole Minetti, de 30 años, una ex 'velina' y ex higienista dental (precisamente en el San Rafael) a la que Berlusconi convirtió en consejera regional del Gobierno de Lombardía, puesto en el que hoy gana 12.000 euros mensuales.
Entre esas pruebas había, según la prensa local, sobres con billetes de 500 euros firmados con el nombre "Silvio B.", además de regalos de todo tipo.
Pero el gran inconveniente judicial no es ese harén de veinteañeras, sino Ruby. La joven ha declarado media docena de veces ante los fiscales, y ha negado siempre haber tenido sexo con el presidente y también que este supiera que era menor de edad. Pero la muchacha no ha tenido tanto cuidado al hablar por el móvil con sus amigos, y ha declarado a los investigadores algunas otras verdades pensando que no serían comprometedoras para ella; por ejemplo, que el primer ministro le ofreció vivir en uno de los apartamentos de Milano 2 con el resto del harén, y que la directora del prostíbulo ambulante era Nicole Minetti.
La testigo de cargo principal, en todo caso, tampoco es Ruby sino una joven italiana, de Rimini, amiga de Minetti, cuyo nombre permanece en el anonimato y que según La Repubblica es ajena al explotado submundo televisivo y callejero femenino que ha desfilado en meses pasados tanto ante los fiscales como ante los abogados de Berlusconi para las "averiguaciones defensivas" que permite la ley.
Se trata de una licenciada universitaria que, "asqueada" al parecer por lo que le fue dado ver en el sótano del bunga bunga, decidió contar con pelos y señales a la fiscal Boccassini que cuanto denunciaron hace dos años la célebre 'escort' Patrizia D'Addario y la ex mujer de Berlusconi, Veronica Lario (es decir, que el sultán no controla sus instintos), es la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.
Ciertamente, en Italia rara vez las verdades extraoficiales coinciden, al final, con la verdad judicial. Para 'sfortuna' del Cavaliere, eso sucede bastante a menudo cuando anda cerca Ilda Boccassini.
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